Cuaderno de un Nómada

El viejo Portugal nos recibe con la belleza de lo cotidiano, de la vida real, del pulso del día a día, sin artificios para el visitante, ni ...

Mejores tiempos vivió la torre del homenaje, hoy olvidada a las afueras de la pequeña aldea sobre su montículo de hierba y roca. Derrumbados...

Mi casa nunca está cerrada, porque no tiene puerta. Está siempre abierta, porque ni siquiera tiene cristales. Los plásticos con los que cier...

Y de gamusimos, cocos, tragaldabas y zamparrones, cojuelos, bús, trasgos, sacamantecas, gruñus, encorujás y demás monstruos de nuestro imagi...

Tic, tac, tic, tac. Los segundos pasan y forman minutos, horas y días. Y los días se suman en semanas, meses y años. Las manecillas dan vuel...

Recorrer las calles de algunos pueblos portugueses es retroceder en el tiempo muchos años; es echar una mirada atrás, a una época en donde l...

Pasear por las calles de la pequeña y poco visitada aldea portuguesa de Castelo Mendo es como hacerse una cura de sosiego y tranquilidad. El...