22 de enero de 2012

Nómadas (Grus grus)

Salgo del garaje a las 6:30 de la mañana. La ciudad está dormida todavía, recuperando fuerzas para comenzar una nueva jornada de trabajo, no en vano es día de diario. Circulo por las avenidas vacías y mojadas por la niebla hasta las afueras de la ciudad, y allí tomo una carretera con dirección sur. Observo la temperatura exterior que marcan los dígitos luminosos del salpicadero: -5 grados. Va a haber un bonito amanecer.

En una hora y media el día despertará y yo he de estar metido ya dentro de mi hide. Los Km. van pasando y mis pensamientos también. Observo las encinas iluminadas por los focos del coche a ambos lados de la carretera; ¡cuántas veces habré pasado a su lado!. Voy pensando en las grullas a las que pretendo fotografiar, al tiempo que busco con la mirada los ojos brillantes de algún animal en las cunetas. Llegaré a mi destino aún de noche. Luego he de caminar a la luz del cuarto creciente con el equipo fotográfico, el hide, el abrigo y algo de comida hasta el lugar indicado, y allí instalarme. Miro el reloj por enésima vez, y por enésima vez calculo el tiempo que tengo: no quiero llegar tarde, pero tampoco demasiado temprano, porque sentado e inmóvil el amanecer va a ser bastante “fresco”. Sumo repetidas veces los tiempos; de aquí al pueblo… tanto; del pueblo por la pista hasta el lugar donde aparcaré… tanto; los 800 metros de camino hasta el lugar donde esperaré al encuentro con estas maravillosas viajeras me llevará andando… tanto. Instalarme del todo… tanto. Voy bien de tiempo. Disfruto de la fría noche calentito en mi furgo y conduzco sin prisas.

Mientras los números se van sumando en el cuentakilómetros con dígitos amarillos sobre fondo negro, por mi cabeza van pasando imágenes de grullas. Algunas son de buenos amigos míos, otras vistas en algún foro, o en los libros o en la red. Grullas de Gallocanta, grullas en dehesas extremeñas, grullas con Gredos nevado de fondo, grullas volando, o comiendo, o peleándose, en la niebla, al sol. Mis pensamientos vuelan como ellas. Rebusco en mi memoria y oigo sus cantos mientras sobrevuelan en "V" las dehesas salmantinas en donde se han alimentado, camino de sus dormideros en la banda árida de algún embalse.

Dentro de un rato, con el alba, saldrán en oleadas, con aleteos pausados, majestuosas, haciendo el recorrido contrario desde los dormideros a los campos de cultivo y dehesas, donde pasarán la jornada. Yo las esperaré allí, paciente, en un rincón de este mar verde de encinas y sembrados. Expectante ante su encuentro, preguntándome si acudirán a la cita.

Entre tanto, sigo buscando en las cunetas esos ojos brillantes, conduciendo en la noche oscura, atravesando el campo charro.


Grulla adulta buscando alimento. Canon EOS 5D. EF 500 mm / 4 L IS USM. Teleconvertidor 1,4x III. Trípode. Rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura. F/8 - 1/640 Sg. 100 ISO


 Retrato. Canon EOS 5D. EF 500 mm / 4 L IS USM. Teleconvertidor 1,4x III. Trípode. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura. F/8 - 1/500 Sg. 160 ISO

 Canon EOS 5D. EF 500 mm / 4 L IS USM. Teleconvertidor 1,4x III. Trípode. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura. F/9 - 1/500 Sg. 100 ISO

Pareja de grullas descansando. Canon EOS 5D. EF 500 mm / 4 L IS USM. Teleconvertidor 1,4x III. Trípode. Rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura. F/7.1 - 1/400 Sg. 100 ISO

Grulla arreglándose el plumaje durante un descanso.
Canon EOS 5D. EF 500 mm / 4 L IS USM. Teleconvertidor 1,4x III. Trípode. Rótula Triopo DG3. 
Prioridad a la Apertura. F/8 - 1/250 Sg. 200 ISO

Grulla descansando al tibio sol de la mañana.
Canon EOS 5D. EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura. F/8 - 1/400 Sg. 200 ISO

Siempre vigilantes y atentas a cuanto les rodea. Canon EOS 5D. EF 500 mm / 4 L IS USM.  Trípode. Rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura. F/6.3 - 1/500 Sg. 200 ISO

Retomando tras el descanso la búsqueda de alimento. Canon EOS 5D. EF 500 mm / 4 L IS USM. Teleconvertidor 1,4x III. Trípode. Rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura. F/8 - 1/250 Sg. 200 ISO

Cayendo el atardecer en la dehesa. Canon EOS 5D. EF 500 mm / 4 L IS USM. Teleconvertidor 1,4x III. Trípode. Rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura. F/8 - 1/250 Sg. 100 ISO

Buscando los últimos granos y bellotas poco antes de ponerse el sol. Últimos compases de la jornada.
Canon EOS 5D. EF 500 mm / 4 L IS USM. Teleconvertidor 1,4x III. Trípode. Rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura. F/8 - 1/250 Sg. 100 ISO

Las grullas son aves muy desconfiadas y asustadizas, que están siempre alerta. No es posible acercarse a ellas a campo abierto. La única posibilidad de tenerlas cerca para fotografiarlas sin molestarlas ni interferir en su comportamiento, es desde un hide camuflado. En esta ocasión, todo el trabajo de preparación previo lo había realizado mi buen amigo Roberto (gracias, una vez más), buscando una parcela querenciosa para comer y hablando con el propietario de la misma para instalar el hide en ella; todo esto semanas antes de que las grullas llegaran a nuestras latitudes. Una vez que las aves hicieron acto de presencia en nuestra provincia, estuvo cebando la zona intermitentemente para habituarlas. Posteriormente, situar mi propio hide al lado del suyo no representó ningún inconveniente para las aves. Ambos estaban situados en el rincón que formaban dos muros de piedra, dejando ver desde el otro lado (del lado de las grullas) sólo la parte superior, camuflada además con ramas. Pude comprobar que cebando con bellota en vez de con grano, las grullas se entretienen más tiempo y permanecen durante más rato en la zona escogida. Al chajurdo conviene entrar antes de amanecer, pues son muy madrugadoras. Si vuestra intención es estar toda la jornada hasta el anochecer deberéis ir preparados para aguantar 11 o 12 horas en su interior sin salir, aunque es posible hacer una escapada del habitáculo si observamos que ninguna grulla se encuentra en los alrededores. Si nuestra intención es estar unas horas, para salir y recoger siempre habremos de esperar a que no haya alrededor ningún bando que nos pueda ver, pues de lo contrario relacionarán el aguardo con las personas.

5 comentarios:

  1. Amigo Chuchi, no se que me gusta mas si tus estupendas fotografías o la igualmente fantástica narración de tu aventura "un poco al Sur ",como tu dices.Te aseguro que sigo con verdadero placer tus aventuras literario-fotográficas.Gracias por compartir tus experiencias

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Jaime. Como buen fotógrafo que eres, sabes que las fotos son retazos de historias. Si no fuera así, no tendrían mucho sentido hacerlas. Está bien transmitirlas. Palabra e imagen para mi van unidas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Jesús, acabo de descubrir tu blog por un mensaje que enviaste al foro de mamíferos y me encanta! Me siento plenamente identificado con la primera parte de la entrada, cuando me dirijo a hacer las esperas invernales en las noches que no duermo en el raso, calculando los minutos buscando por el camino esos brillos en las cunetas. Tremendo!
    También desconocía tu profesión (menudas fotazas!). Pues eso, felicitarte por el blog que seguiré a partir de ahora.
    Saludos y Gracias!

    ResponderEliminar
  4. Bueno, pues me alegra que te identifiques con este diario de bitácora, espero que incluso los que hacen esas esperas al amanecer puedan comprender los sentimientos tan intensos que rodean una jornada así. Con las aves es fácil, no tienen olfato, vasta con estar sin que te vean. Con los de pelo, la cosa cambia, tú lo sabes bien. Espero poder acercarme a La Nava en la próxima asamblea.

    Hasta la vista.

    ResponderEliminar
  5. Como siempre impecable, una estupenda narración acompañada de unas maravillosas fotografias. Fué un dia muy bien aprovechado. :-)

    ResponderEliminar