11 de marzo de 2013

Jugando

Suben, trepan, bajan cabeza-abajo. Se paran, se mueven, se vuelven a parar. Serpentean. Se pegan a la superficie, por lisa que esta sea. Se arremolinan al calor de la bombilla; del farol que ilumina el oscuro callejón. Sacan la lengua, pero no a ti, no te enfades, si no a los mosquitos y a las polillas nocturnas. Un disparo y para adentro. La vertical es su residencia. Se camuflan. O lo intentan, a veces sobre el ventanal de un edificio de Doñana. Es la Tarentola mauritanica, el perenquén o santorrostro. Nuestra conocida salamanquesa.


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