Amanece junto a la marisma. Nosotros caminamos temprano, en silencio. Los insistentes reclamos de los milanos negros nos advierten de su presencia. Perdices y otros pajarillos no descansan de llamar a la primavera, efervescentes. Las brumas de la primera hora se convierten en vapores amarillos con el contraluz del sol. Las gotas del rocío nocturno centellean en las telas de araña. El camino se presenta solitario y tranquilo, lleno de paz y belleza. Todo parece perfecto. La vida parece merecer la pena.
Una luz magnifica en estas fotos que les dan un ambiente extraordinaria!
ResponderEliminarEnhorabuena!
Muchas gracias para tu gentil comentario en mi blog!
Un saludillo!
Gracias a ti. Por cierto espectaculares las fotos del pico picapinos, en especial las dos últimas de tu entrada. Un placer siempre observar tus fotos.
ResponderEliminarSaludos