Mi corazón regresa una y otra vez a la vieja fortaleza, derruida almenara. Como un imán, retorno en el tiempo a mirar sus muros resquebrajados, formados por sólidas piedras. Retrocedo. Parto hacia atrás. Vuelvo al pasado y navego en el tiempo, emprendiendo un camino de destino incierto.
Y subo la loma -familiar, conocida de anteriores ocasiones, de otros tantos viajes a mi interior- para llegar hasta sus paredes y observar el mundo a nuestros pies desde lo alto y abrupto de la serranía. Narro a mis hijos las viejas historias del pasado que soñé en los lejanos veranos de mi infancia, y las historias aún más viejas que me transmitió a su vez mi padre de sus andanzas.
Recuerdo escenas revividas, recurrentes una y otra vez hasta la saciedad, reconocidas hasta transformarlas, hasta idealizarlas. Momentos que una vez fueron la vida real aquí, y que ahora solo son sueños en mi cabeza, como posos de café, como un difuso borrón en mi frente. Proyecto en mis pensamientos aventuras vividas en mis años infantiles entre estos mismos peñascales, mitad fantasía, mitad realidad. Y cierro los ojos para imaginar ..., no, para imaginar no, para ver aquellas historias que mi padre nos contara sobre estas sierras marginadas. Tierras de linces y lobos proscritos, tierras fronterizas, tierras de contrabandistas que atravesaban la sierra sobre acémilas, con sus pies atados bajo la panza de sus cabalgaduras para no caer en una desesperada huida de la autoridad. Sí, tierra de tricornios a caballo, de mosquetones y capotes gordos, sierras duras de la postguerra, de estraperlo de tabaco y aceite. Sierras de olivares y cabras. Historias cientos de veces contadas, transmitidas de boca en boca, murmuradas al calor de las cocinas, en los duros inviernos al pie de la serranía.
Regreso. Retorno. Vuelvo.
Jésus ¿ es la Almenara de Gata. ? por lo que cuentas creo que hablas de ella. Besitos.
ResponderEliminarSí lo es, sí. Una zona increíble en la que el año pasado trazaron una pista forestal que atraviesa por toda la zona de cumbres y que no sirve absolutamente para nada, excepto para facilitar el trabajo a los cazadores, a los domingueros y, si me apuras, a los pirómanos. ¡Ah, sí, también sirvió para que los que la construyeron trabajaran durante unas semanas! En fin, no puedes suponer el dolor tan profundo que me produce semejante destrucción gratuita en una tierra en la que tengo algunos de los mejores recuerdos de mi infancia.
EliminarUn beso
J. Nicolás
La vi desde mí terraza y me quede con mucha pena, que forma de destruir la naturaleza. La Almenara, también son recuerdos de mí infancia y de ahora mismo, siempre viendo ese pico en la sierra, nuestra Almenara. Besos.
ResponderEliminarEn su base, mi padre vio en su juventud un lince sobre una piedra. ¡Cuánto ha cambiado el lugar!
EliminarUn beso