Bempton Cliffs cuenta con un centro de recepción de visitantes que cobra tres libras y media por adulto, una y media a niños de entre cinco y diez y siete años, y ocho libras y media a familias de al menos cuatro miembros. Además dispone de dos aparcamientos, baños públicos, área de picnic, tienda y un camino entarimado de madera que da acceso al sendero que transcurre a lo largo del acantilado, que se haya situado a corta distancia. Dicho sendero permite caminar a izquierda o derecha por lo alto de los farallones. El parking superior se cierra por la noche, pero en el inferior se puede pernoctar en caravana, al menos durante nuestra estancia a primeros de julio de este año, pues nos consta que ha habido años en los que estuvo prohibida la pernocta y otros en los que, por el contrario, estuvo permitida. Durante el verano el centro permanece abierto de nueve y media de la mañana a cinco de la tarde, horario durante el cual teóricamente para acercarnos a los acantilados tendríamos que pagar la entrada y pasar por el centro de interpretación, ya que la puerta existente en el exterior permanece cerrada. Durante este horario, sin embargo, se puede acceder a los acantilados gratuitamente desde un sendero que podríamos decir permanece "camuflado" y que parte del aparcamiento superior. Este caminito es en realidad la prolongación del entarimado de madera que lleva a los acantilados. Una vez cierran las puertas del centro de interpretación, los miembros de la RSPB abren la puerta exterior de acceso directo al camino de madera. Así pues, en realidad podremos caminar por los acantilados a cualquier hora del día sin la obligación de pagar. El privilegio que supone pernoctar en el aparcamiento y así poder pasear con las últimas y primeras horas del día, solos o casi solos, sobre la colonia de aves marinas con la intensísima actividad que despliegan, no tiene precio.
Nuestro paso por esta reserva tuvo lugar durante los días uno y dos de julio, en pleno proceso reproductivo, unas fechas inmejorables para visitar cualquiera de las colonias de aves marinas del Reino Unido. Según nos estemos acercando al borde del precipicio, el penetrante olor a gallinaza que envuelve el ambiente con gran intensidad nos hará comprender las dimensiones descomunales de la colonia. Una vez has llegado al umbral de la llanura superior, se puede continuar a la izquierda o a la derecha por el ya mencionado sendero, disfrutando del espectáculo increíble de más de doscientas cincuenta mil aves chillando, volando y peleándose. Dicho sendero se encuentra vallado por seguridad y cuenta con varios miradores que permiten disfrutar con comodidad de tan asombrosa atmósfera. Sin prisas, no hay horario de cierre.
Varias especies son las que conviven aquí, en el vértigo de este mundo de paredes verticales de un centenar de metros de altura. Algunas de ellas acostumbran a compartir las estrechas repisas de los acantilados con otras distintas, mezcladas en una bulliciosa comunidad de vecinos, intentando sacar adelante a su descendencia. En la imagen de debajo el aspecto típico de un cantil ocupado por una "ordenada mezcla" de araos comunes (Uria aalge) y gaviotas tridáctilas (Rissa tridactyla), dos de las especies más abundantes.
En esta otra podemos distinguir un frailecillo (Fratercula arctica) y tres alcas (Alca torda) entre numerosos araos, alguno de ellos con el pollo, mientras que en la segunda imagen tenemos una pareja de araos, un ave que pienso tiene un retrato de gran elegancia y plasticidad.
La familia de los álcidos está representada en estas costas principalmente por los mencionados araos, frailecillos y alcas, como estas tres de debajo, modestas, con aspecto de pingüino. Tienen por costumbre alcas y araos posarse sobre los tarsos en vez de apoyarse sobre los dedos, por lo que son habituales estas poses tan curiosas y típicas en ellos.
Junto a gaviotas, araos, alcas, grajillas o palomas, anidan en los estrechos agujeros de las paredes del acantilado unos pocos miles del tercer álcido más común en estos mares, los frailecillos. En dos mil cinco, por ejemplo, criaron aquí unos seis mil de estos simpáticos y siempre queridos pájaros. No resulta, sin embargo, tan sencilla su observación y fotografía puesto que, por un lado, muy a menudo se encuentran en el interior del nido o en alta mar pescando y, por otro, resulta imposible acceder visualmente a toda el lienzo del acantilado, por lo que únicamente veremos algunos de los ejemplares que ocupen las cornisas superiores. Quizás por estos motivos parezca haber menos individuos de los que en realidad utilizan Bempton para criar. Así pues, para no irnos de aquí un poco decepcionados, y si nuestro deseo u objetivo principal fuera ver frailecillos, deberíamos pensar en visitar mejor otras reservas distintas, y en especial alguna de las islas donde anidan en el suelo. Allí dispondremos de inmejorables oportunidades de verlos y fotografiarlos.
Mucho menos común que la tridáctila podremos observar también otras especies de gaviotas, como estas dos argénteas (Larus argentatus), habituales predadores y carroñeros de estos ecosistemas.
Otro ave que también tendremos la oportunidad de apuntar en nuestra lista particular será el fulmar boreal (Fulmarus glacialis), ave increíble con aspecto de gaviota pero que no tiene parentesco directo con ellas. En realidad se trata de un animal del grupo de las pardelas, paíños y petreles. De vuelo veloz y extraño pico, resulta quizás más abundante en otros tramos de estas costas del Mar del Norte. Sus rápidas pasadas junto al borde de los acantilados, a pocos metros sobre nuestras cabezas, harán que disfrutemos intensamente.
Sin embargo, si hay un ave que hace las delicias de los visitantes de Bempton Cliffs y que resulta ser sin duda el principal centro de atención de esta reserva natural, ese es el alcatraz atlántico (Morus bassanus), nuestra versión europea de los piqueros. Aquí se aparean y crían unas veinticinco mil aves cada año, siendo la mayor colonia reproductora de esta especie en lo que los británicos denomina "main land", es decir, la isla principal del Reino Unido. El resto de colonias existentes en el continente se ubican en islas más o menos pequeñas, donde han dado lugar a algunas de las colonias más grandes e importantes del mundo. Bempton Cliffs es un enclave inmejorable para hacer fotos de estas gráciles y grandes aves (tienen el tamaño de un águila real, aunque su envergadura es algo inferior, esbelta y afilada). Si el día se presenta muy ventoso es mágico verlos parados contra el viento, como si fueran cometas a pocos metros del borde del acantilado, permitiéndonos hacerles fotografías en vuelo con relativa facilidad.
Si Bempton Cliffs resulta ser nuestro primer contacto con las grandes colonias de aves marinas durante el viaje, sin lugar a dudas habremos dado en el clavo, pues nos parecerá imposible tener mejor comienzo para nuestro periplo fotográfico y/o naturalista por las Islas Británicas.
NOTA: Ninguna de las fotos que has visto en esta entrada está editada con recorte, todas ellas presentan el encuandre original y completo de la toma, lo que espero ayude al lector a conocer lo que fotográficamente puede aportar el presente lugar. Por el mismo motivo, todas estas imágenes has sido tomadas en el propio Bempton Cliffs con un cuerpo de cámara con factor de multiplicación de 1,6 aumentos y un teleobjetivo de quinientos milímetros, sobre el que a veces he montado un teleconvertidor de 1,4 aumentos.
¡ Preciosas ! Saludos.
ResponderEliminarGracias Teresa, un beso.
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