Se trata de una de las aves más familiares e identificables de las que nos rodean. Simpática y familiar, la podemos ver a menudo en jardines y parques, merenderos y áreas recreativas, además de en masas boscosas. Se trata de uno de los pequeñajos de nuestra fauna alada, el herrerillo común (Cyanistes caeruleus). A pesar de la familiaridad de este párido, no es una de esas especies de las que yo pueda presumir de contar con un gran archivo, pero alguna foto guardo. Os dejo un pequeño puñado de ellas.
Que la naturaleza resulta a veces dura es algo en lo que no es necesario profundizar. El herrerillo de la siguiente foto se nos posa en la rama mostrándonos la amputación de dos de los dedos de su pata izquierda, el tercero o central y el cuarto o exterior.
La verdad es que cuando disparas en ráfaga a estos inquietos visitantes no te percatas de estos detalles hasta que ves las imágenes en el ordenador horas o días después, pues los pocos segundos que paran en los posaderos los tienes que dedicar a encuadrar, enfocar en el ojo y disparar velozmente antes de que se te mueva y te estropeé la composición. No hay tiempo para nada más en los dos o tres segundos que suelen parar antes de cambiar de posición, rama o posadero, aunque lo de parar es solo un modo de hablar, ¡qué "rabos de lagartija" están hechos! Un accidente en algún momento pudo costarle la vida a ese ejemplar en concreto, pero su fortaleza y la concurrencia de algo de suerte ha hecho que sobreviva y se desenvuelva con absoluta normalidad. Su hermoso plumaje no deja lugar a las dudas, lo superó perfectamente.
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