Que el arte urbano me inspira lo sabéis todos los que visitáis este Cuaderno de un Nómada. Con la costumbre que da la cotidianidad, sus páginas se nutren sistemáticamente de fotos de naturaleza y viajes, pero también, y cómo no, de pintadas y murales que invaden mi ciudad. Centenares de ellas se archivan en mi ordenador en varias carpetas a la espera de que un impulso interno me obligue a aflorarlas. Historias que tengo la necesidad de contar, o relatos que tienen la imperiosa urgencia de que alguien los narre. Yo, sumiso, les obedezco y los transmito a través de este espacio virtual. A veces -a menudo- unos ojos me esperan durante días o semanas desde el enfoscado de una pared a que un buen día me decida a tomar la cámara, cargar con ella y acercarme al lugar donde reposan y me reclaman, y los fotografío, guardando su mirada para siempre, para que ya el tiempo no haga mella en ella. Y lo siento, me da vergüenza reconocerlo pero a veces son en realidad meses de espera, en ocasiones puntuales incluso años -ellas me esperan allí, fieles, pacientes sabedoras de que no faltaré a la cita antes o después-. Las miradas de Caín Ferreras han aparecido varias veces en este blog, lo mismo que las del colectivo Alto Contraste, Jorge Nego y las de muchos otros artistas, urbanos los unos, callejeros los otros. Como ejemplo, yo os recomendaría que no os perdáis un parsimonioso recorrido por la galería urbana que es en realidad el barrio del Oeste, en Salamanca. A menudo, la pintada te inspira una imagen, frontal, limpia y directa: un muro bidimensional no da para muchos excesos fotográficos, generalmente. Pero hay ocasiones excepcionales en las que una obra se sale del muro donde la crearon. Y te inspira diferentes lecturas, variados puntos de vista; distintas historias, en definitiva. Esas las disfruto, las saboreo una y otra vez, y lo hago no solo con la propia observación, reconociendo el valor mismo del grafiti como la obra artística que es, sino también con la cámara fotográfica, explorando las posibilidades plásticas de la pintura y su contexto. No sé a vosotros, pero a mí cualquiera de las siguientes opciones me transmite algo diferente, aunque si me tengo que quedar con algo es, cómo no, con la expresión de su mirada.
Nunca dejes de narrar las historias que otros somos incapaces de oir aunque nos hablen a gritos desde el enfoscado de la pared de nuestro barrio.
ResponderEliminarEl tiempo irá diciéndome si el viaje que inicié con este cuaderno tiene sentido o no, y en su caso, si tiene fin o no.
Eliminar¡Vaya recuerdos de nuestro barrio! Un beso.