3 de julio de 2020

Savia nueva

Observo con una sonrisa en la boca cómo las nuevas generaciones de gorrioncillos piden comida a sus padres, atosigándoles detrás suyo. Vibran las alas como mariposas y abren el pico insistentemente reclamando su ración una y otra vez. Muchos de los nuevos volantones ya comienzan a comer solos, pero si ven a un adulto cerca se lanzan a por ellos para que les introduzcan algo rico en el interior del pico. Veo a alguno de estos polluelos que, tras pedir comida a una gorriona adulta, no duda en hacer lo propio también con alguna otra: si pasa cerca para allá que va a probar. Aunque pocos, veo también a algún macho alimentado a su prole.

Van y vienen entre el montón de maíz y las encinas de alrededor, piando y revoloteando. Armando la siempre bulliciosa algarabía propia de los bandos de pardales. Ahora, cuando veo a estas mamás gorriones alimentado a sus pqueñines no puedo por menos de recordar lejanos tiempos en mi infancia en los que una gorriona "rabona" me dejó inolvidables recuerdos

Nuestros campos se llenan una vez más de nuevas generaciones de criaturas que se buscarán la vida entre peligros y dificultades. La vida continúa, aunque para nosotros parezca que en los últimos meses se haya detenido. El ciclo en realidad sigue su curso y no nos espera. Todo sigue dando vueltas. No somos el centro del universo, en realidad.








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