El 22 de noviembre con una entrada titulada "Y sigue el goteo ..." me hacía eco de la desaparición de dos osas más muertas a tiros coincidiendo con el inicio de la temporada cinegética, una en los Pirineos y otra en la Montaña Palencia. El título de aquella entrada bien podría ser el primer capítulo de una serie televisiva de sucesos que no paran de afectar a la población osera española y que tienen como germen común y fundamental el riesgo de que accidentalmente (o no) se dispare contra estos animales confundidos con los suídos en las numerosas batidas al jabalí que se practican en nuestro país. Pero para ser realistas no podría ser el primer episodio de la serie, esta novela tendría que comenzar directamente en el capítulo "enésimo" pues venimos arrastrando este tipo de delitos contra la población osera desde hace décadas. Gracias al seguimiento que hace el FAPAS de estos animales mediante trabajos de campo y fototrampeo hace semanas que se tiene algo más que fundadas sospechas de que dos osas reproductoras de Teverga fueron muertas a tiros hace tiempo en alguna de las innumerables partidas de caza que se han venido realizando en esta comarca asturiana en los últimos años.
La primera de las osas era seguida desde 2015 y se le perdió el rastro en septiembre de 2018, justo al inicio de la temporada de caza del jabalí. Desde entonces no ha vuelto a ser localizada. Por su parte, la última vez que se identifica a la segunda hembra de la especie -seguida por esta ONG desde 2014- fue en agosto de 2019, también unas semanas antes de que comenzara la temporada de caza del jabalí. Que Teverga forme parte del Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa, no parece servir de mucha protección para la especie. Ambas osas, jóvenes, usaban la misma zona de campeo y habían venido siendo localizadas durante los años previos a través del seguimiento mediante fototrampeo. Se encontraban en perfecto estado de salud hasta que, coincidiendo con el inicio de las batidas al jabalí, desaparecen misteriosamente y de manera definitiva hasta nuestros días. Bueno, misteriosamente, lo que se dice misteriosamente ... no, es una manera irónica de decirlo, todos imaginamos cuál fue su final, aunque no se pueda demostrar. Como cada vez que estos hechos son conocidos públicamente, se nos agolpan atropelladamente en la cabeza un montón de preguntas sin respuesta, ¿cómo es posible que estos delitos ambientales tan graves sigan sucediendo en un espacio natural protegido?, ¿qué gestión está haciendo el Principado de Asturias de esta especie?, ¿sirve para algo un Parque Natural, aparte de para venderlo de cara al turismo masivo?, ¿cómo se sostiene ese eslogan falso de "Asturias, Paraíso Natural" cuando no se protege ni siquiera a una especie tan emblemática como el oso pardo, y la comunidad autónoma se alinea, por el contrario, con otros eslóganes tan rancios como "Con lobos no hay paraíso"?, ¿cómo es posible que esta administración permita casi un centenar de batidas al jabalí solo en la comarca de Teverga en 2020, modalidad de caza extremadamente antiecológica y que se ha demostrado en ya demasiadas ocasiones en todo el área de distribución del oso pardo cantábrico como muy peligrosa para la especie, mientras extermina sistemáticamente al principal controlador de estos ungulados?, ¿cuántas batidas al jabalí se celebran en todo el territorio ocupado por el plantígrado al mismo tiempo que se practica el control metódico y generalizado del lobo?, ¿tiene algo de coherencia esta gestión de la fauna en la cordillera?, ¿nos merecemos estos gestores, de verdad?
Cada día que pasa parece más evidente que el viejo lema que vende Asturias, no solo como un paraíso verde, casi inalterado donde reencontrarnos con una naturaleza privilegiada, casi virgen, sino, además, como una comunidad autónoma preocupada por la sostenibilidad, la conservación y la protección de sus valores naturales, no es más que una burda frase, vacía de contenido, amañada, simple propaganda política para atraer turismo, un vulgar panfleto, una octavilla que se arroja al viento y que nosotros nos hemos creído durante un tiempo. Pero ya no cuela. Asturias y su gestión medioambiental hace tiempo que ha dado la cara.
Os dejo las fotos de dos osas teverganas. La primera imagen apaisada corresponde a una hembra que aún mantiene a los esbardos en el interior de la osera, ubicada a unas decenas de metros en una de las paredes que limitan la canal en la que se alimenta, en una fotografiada de abril de 2017. Y la segunda, una imagen de junio de 2011 en la que vemos a otra osa, acompañada ya por los tres cachorros nacidos esa temporada, en busca de hormigas y bulbos en paredes verticales para evitar el ataque de los machos.
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