26 de septiembre de 2024

El lobo y los medios de comunicación

En estos tiempos que sufrimos es incuestionable que se reafirma ese refrán, tan manido como incontestable, de que el hombre es el único animal que siempre tropieza en la misma piedra. Que no aprendemos de nuestros errores es algo que nadie en su sano juicio podría negar, ¿verdad? Y como en otros tiempos sucediera, hoy también caemos en el error de utilizar la propaganda, en vez de los fríos datos, como una eficaz herramienta de guerra. Y sí, digo bien, de "guerra", porque hoy en día la política la entienden nuestros gobernantes (de un modo miserable, por qué no decirlo y llamar a las cosas por su nombre) como una guerra sucia y sin cuartel contra un, no ya adversario político, que es lo que en realidad son, sino un enemigo al que hay que destrozar y, si se puede, también arruinar. No hay piedad para el que piense distinto en política, y todo es factible de ser usado en esa guerra fraticida. Sí, es vomitiva la política que se practica en nuestros parlamentos; lo sabemos todos, como lo saben ellos. 


Pero, además, la tosca propaganda de toda la vida hoy ha evolucionado a una sofisticada desinformación tan poderosa como los tanques y las balas. Estos días el principal grupo político de la oposición, con su habitual hipocresía y deslealtad en cuestiones de Estado, se lleva las manos a la cabeza porque el gobierno actual pretenda implantar en este país de pandereta lo que todos ellos, sin embargo, habían ya consensuado sin discusión en el Parlamento Europeo en relación a defender el menoscabado derecho de los ciudadanos a recibir una información veraz y a ser protegidos de las mentiras y la desinformación maliciosa, cuyo único fin es el de manipularnos para que no podamos pensar con criterio ni, por lo tanto, decidir con conocimiento. En definitiva, para ponernos una venda en los ojos. 



Porque hoy en día la política ha llegado a unos niveles de miseria tan grandes, tan descomunales, que los partidos políticos -todos ellos, pero en este caso en la oposición- llegan a votar en contra de lo mismo que antes exigieron, y hasta algunos jueces se convierten por derecho propio en nuevos jornaleros del tablero político. Si esto no es la guerra del "todo vale" se le parece mucho. Y para hacer una política tan rastrera se necesita, sí o sí, la participación y la connivencia de los medios de comunicación, la pata fundamental sin la cual la desinformación no se viralizaría. ¿Recordáis aquello de que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad?, pues en eso estamos.

Y aquí llegamos al meollo que nos atañe en este blog, pues en esta tesitura sobre la verdad y la mentira, y sobre esta última como arma utilizada para hacer oposición política y manipulación social, el lobo se convierte en una ficha más de esa despreciable y perversa propaganda, y se cristaliza como un peón más de ese tablero de ajedrez en el que se pelean nuestros políticos. Y entró sin quererlo y sin merecerlo, porque premeditadamente se esconde su papel de aliado de la ganadería y fundamental en el ecosistema, para continuar mostrándolo como el lobo feroz de aquellos cuentos que todos tenemos en nuestro imaginario infantil, muy a pesar de que la ciencia actual desmiente todos los planteamientos medievales que lo crucificaban, por erróneos, desfasados y caducos. En muchas de las entradas en las que he tratado la realidad de lo que yo he dado en llamar el conflicto inventado, responsabilizo directamente a muchas de nuestras administraciones de la situación generada con el paso de las décadas, inflando un conflicto menor para obtener un rédito político. Pero también responsabilizo a sindicatos agrarios y a muchos medios de comunicación como cooperadores necesarios para desquiciar la situación; a unos por bocazas demagogos, y a otros por voceros de los bocazas y de las instituciones lobicidas.
  

Y ejemplos de la responsabilidad que tiene el peor periodismo en esta manipulación social hay muchos. De entre los cientos de noticias amarillistas y sensacionalistas que manipulan a la sociedad con sus mentiras podemos resaltar varias, por sintomáticas de qué se cuece en la mass media. Así el 22 de abril de 2022 publicaba en este blog la entrada que titulé Patética Jara y Sedal. En ella denunciaba cómo esta editorial alarmaba sin fundamento científico sobre la inminente posibilidad de que los lobos ibéricos atacaran a los niños de los pueblos, haciendo uso para ello de un viejo libro en el que se afirmaban cosas tan delirantes como que los lobos gallegos eran antropófagos, a diferencia de los castellanos, y que se podían dividir, además, en dos categorías: las lobas que atacaban solo a niños, y los machos o las manadas que ya hacían lo propio con personas adultas pero especialmente con las mujeres, llegando a elaborar una alucinante tabla de qué mataban unos y otros en función de su propio peso. 

Así mismo, al final del artículo titulado El lobo, i-responsable, del 31 de enero de 2022, también me hacía eco de esta lamentable revista cinegética cuando mentía sin el menor rubor en un artículo y redes sociales al inculpar en un primer momento a los lobos del ataque a una vaca en el sistema central. Esta afirmación categórica la respaldaba con un vídeo que supuestamente lo demostraba, cuando en realidad se veía claramente en las imágenes que se trataba de unos perros descontrolados, tres de ellos de color pajizo y un cuarto incluso jardo, en blanco y pardo. Simplemente metieron cizaña para alimentar el odio al depredador y se quedaron tan anchos, aunque se vieron obligados a corregir lo escrito posteriormente dada la viralización de las críticas recibidas por semejante manipulación de la realidad.



Otro buen ejemplo de la obscena guerra mediática que se libra contra la conservación del lobo desde ciertas doctrinas escoradas a la derecha lo denuncié en la entrada La sandez de la semana el 31 de octubre de 2021, tan solo un mes después de que fuera publicado en el BOE la inclusión del lobo en el LESRPE. En esta ocasión un periódico castellano-leonés (El Español) regaló una entrevista a Luis Alberto Calvo -inmerecida y politizada vistas las barbaridades que dijo sobre el lobo y sobre la gestión que de la pandemia hizo en aquel momento el gobierno-, a la sazón Presidente del Consejo General de Veterinarios de España, para ahondar por enésima vez en el mismo alarmismo manipulador, insistiendo sobre el riesgo que para las personas representaba la presencia de la especie, y alertando malintencionadamente de un infundado peligro para los niños.

Todo este tipo de maquinaciones y exabruptos soltados a la sociedad tras una máscara de periodismo, así como las consabidas opiniones que hacían referencia a una desaforada expansión de la especie, o de que se encontraba en buen estado de conservación -contradiciendo expresamente lo dicho por el Comité Científico-, así como la machacona reiteración de que la ganadería extensiva no iba a soportar la previsible "plaga" de lobos que su protección iba a provocar, se enmarcaban dentro de la vehemente campaña desinformativa que se generó en gran parte de los medios de comunicación conservadores tras ser listada la especie.

Por supuesto noticias tendenciosas con el mismo tufo antilobo que las anteriores llenan y llenan cientos de páginas en los diarios de nuestras regiones loberas desde el mismo momento en el que la especie se convirtió en una inmejorable arma arrojadiza entre los políticos, y en un elemento clave (junto con la defensa de la caza y las corridas de toros) para disputarse como perros de presa los votos del medio rural, como si la caza, los lobos y las corridas fueran los asuntos más importantes para la gente del campo. Y parece que realmente fuera así, que esas tres cuestiones son infinitamente más trascendentales que la desaparición de las escuelas rurales y de los servicios bancarios en nuestros pueblos, la pérdida de calidad de la atención médica -cuando la hay-, los precios por debajo de los costos de producción, la competencia desleal de productos traídos de fuera de la UE, la burocracia excesiva, la PAC como telón de fondo, las pésimas infraestructuras de comunicación que existen en muchas regiones apartadas, la desaparición de los transportes públicos, la brecha digital y la pésima atención de las operadoras de telefonía móvil que aún mantienen amplias zonas, en especial de montaña, sin cobertura, ... y un largo etc. Pero todos estos y otros problemas que sufren las gentes del campo son ninguneados por cierto sector ideológico que ha hecho bandera de la defensa de la tauromaquia, la caza y la persecución del lobo, llegando a convertir estas tres cuestiones en los tres pilares fundamentales en los que basar la búsqueda del voto rural. Mira que es casualidad que en los tres temas siempre haya animales que acaban muriendo, y algunos incluso después de ser largamente torturados para solaz y divertimento del público.

En esta coyuntura los medios de comunicación son cooperadores necesarios en la cizaña, desinformación y manipulación que la política lleva a cabo con el lobo, son parte fundamental del ecosistema político-manipulador. Lo vimos, por ejemplo, cuando el gobierno castellano-leonés transmitió a toda la prensa unas cifras infladas y falsas del número de lobos existentes en nuestra región, cuando hablaban de 179 manadas (tampoco os creáis mucho esta cifra de grupos, porque partiendo de quien parte el dato ... uuufff, no es fácil creerse nada de lo escupido por su boca) y 1.600 lobos en la comunidad autónoma. Si esos datos bajo sospecha fueran realmente ciertos, la media de lobos por manada sería de prácticamente 9 ejemplares, lo que es una cifra desorbitada que en ningún estudio científico serio es admitido a nivel internacional. Esto sucede porque nadie contabiliza la población sumando los nuevos cachorros nacidos, dado que la mortandad es enorme en esa franja de edad. En ningún paíssss ... excepto en España, claro. Sería como censar la población de águilas imperiales sumando los huevos que son puestos cada temporada, en vez de calcular la población añadiendo los pollos que realmente acaban volando. Con el lobo no, con el lobo nuestras patéticas administraciones autonómicas y los científicos que se venden a ellas contabilizan también los cachorros que nacen de media, aunque la mayoría no lleguen a adultos. De todo ello hablamos en el post titulado Parte del problema tan solo cinco días después de la publicación en el BOE de la modificación del LESRPE, y veíamos cómo los medios de comunicación de la región, tanto los de ámbito local y provincial, como los regionales, publicaban sin miramientos los datos que el lobicida gobierno autonómico les daba sin tan siquiera dar la palabra a las organizaciones conservacionistas o a expertos independientes para que pudieran opinar al respecto de las mismas, o matizarlas. Aquellas cifras mentirosas iban a misa y no fueron cuestionadas por ningún periódico o televisión. Sí señor, así es de serio y profesional gran parte de nuestro periodismo. ¡Como para que el público pueda opinar con conocimiento de causa! Imposible.


En esta lucha sin cuartel por la desinformación y la manipulación en lo que al conflicto del lobo se refiere el 8 de este mes de septiembre leí un artículo que va incluso más allá, porque pudiera haber quien entendiera que en su último párrafo el firmante estaba haciendo directamente apología de un delito: matar una especie protegida. El artículo en cuestión lo tituló "Lobo que vea, lobo que mato" y lo firmó un tal Román Álvarez en La Gaceta de Salamanca, el típico periódico local, folclórico, carente de rigurosidad, sin nadie experto en materia ambiental, y por supuesto incondicional defensor del PP. Y es que en ese último párrafo el autor dice que "Por eso, en las zonas donde los ganaderos también son cazadores, y quien más y quien menos tiene una autorización de armas para caza mayor, a alguno le he oido decir : Lobo que se ponga en el punto de mira puede darse por muerto, porque lobo que vea, lobo que mato". A esta aseveración de un futuro delincuente el periodista sentenció acto seguido, y aquí viene lo grave: "Visto lo visto, no seré yo quien se lo reproche." Genial de la muerte, esto es chachi piruli, un periodista diciendo a todos los lectores del periódico que él no le reprocharía nada a un delincuente que cometiera ese delito en cuestión, matar a un ejemplar de una especie protegida. Vamos, lo que viene a ser darle el beneplácito por la heroicidad de cometer el ilícito. Si eso no es apología de un delito contra la fauna, se le parece mucho.

Pero bueno, no es que me asombre tampoco, puesto que este periódico siempre se caracterizó por despreciar e ignorar las opiniones de las ONGs conservacionistas y ecologistas (leer la entrada Pormishuevismo publicada el 31 de marzo de 2023 en el que comprenderemos la implicación de este y otros periódicos en la defensa de proyectos destructivos del medioambiente charro, no tiene desperdicio), cuando no por criticarlas y acosarlas abiertamente si osaban denunciar irregularidades de alguna administración pública gobernada por la derecha. Recuerdo muy bien la rabiosa campaña que La Gaceta de Salamanca comandó hace muchos años contra Ecologistas en Acción de Salamanca cuando esta ONG denunció, en defensa de los intereses de los salmantinos, al consistorio de la ciudad, gobernado por el Partido Popular, por iniciar las obras de un puente sin varios de los permisos necesarios y pertinentes; así, por sus santos bemoles, además de por despilfarrar sospechosamente 500 millones más de lo necesario de las antiguas pesetas para la compra de los terrenos. Entenderéis esta situación de persecución si leéis el post que titulé A la caza del ecologista y que publicábamos aquí el 22 de marzo de 2023, tampoco tiene desperdicio, de verdad, ayuda a comprender cómo los periódicos no se limitan a contar noticias de una manera objetiva, sino que toman partido decidido por los grupos políticos, con el riesgo de manipulación que para el lector ingenuo ello puede suponer, contando solo una versión del problema, despreciando la opinión disidente, ensalzando medias verdades, o directamente tergiversando los hechos.

En fin, nada nuevo bajo el sol. Que los partidos conservadores nunca mostraron el más mínimo interés por el medio ambiente ni por su conservación es algo que todos podemos comprobar. Y que estos periódicos locales y regionales siempre bailan al son de la derecha, tampoco. ¡Lástima que le saliera a este periódico el tiro por la culata cuando hizo una encuesta sobre la idoneidad de la protección del lobo!, ¡pobres!, ¿tragarían sapos cuando se dieron cuenta que la mayor parte de la sociedad defiende, al contrario que ellos, la conservación de la biodiversidad?  


Pero volvamos al asunto, que me disperso. ¿Cómo puede ese periodista decir que él no le reprocharía al delincuente matar a un animal protegido?..., ¿lo aplaudiría entonces?..., ¿ese personaje con carnet de periodista está amparando la comisión de ese delito concreto?..., ¿puedo yo, por esa regla de tres, robarle a ese ganadero un cordero o un ternero alegando que tengo hambre?, porque le quisiera señalar que es tan mío y del resto de los españoles ese lobo como suyo es su ganado. Si él mata nuestro lobo, el lobo de todos, ¿puedo yo y podemos los demás matar su cordero o su ternero?..., ¿nos tomamos la justicia por nuestra cuenta, entonces, señores?..., ¿ojo por ojo y diente por diente según nuestra conciencia y criterio, prescindiendo de las leyes, señor periodista?..., ¿es esto lo que usted está alegando que se puede hacer?

¿De verdad ese lamentable profesional de la opinión no es consciente de la gravedad de su última frase, al no criticar la comisión de un delito? Le voy a aclarar una duda a este sujeto y a una parte de la sociedad que, o bien mira para otro lado ante esta cuestión, o bien la respalda directamente, como si no tuviera graves implicaciones: matar a un ejemplar de una especie protegida es un delito tipificado como tal en el código penal, por lo tanto un ganadero que mate a un lobo, además de ganadero es un DELINCUENTE, exactamente igual a como lo será el político corrupto que arrampla con dinero público, el empresario que trafique con drogas o el jubilado que atraque un banco; serán todos ellos ganaderos, políticos, empresarios y jubilados, pero también serán delincuentes. Delincuentes a los que hay que censurar, y delincuencia a la que hay que criticar y combatir. Estamos locos si los periódicos normalizan algún tipo de delincuencia, habremos ido un paso más allá, nos habremos demostrado que vivimos en una sociedad enferma, en una democracia bananera, habremos cruzado una línea roja si justificamos según qué delitos. Un delito es un delito, señor. Que usted no lo critique en su altavoz mediático, que minimice su gravedad y que de su última frase se pueda derivar que lo aprueba resulta tremendamente peligroso.

Estos pocos ejemplos de la guerra sucia que muchos medios de comunicación afines a la derecha, a las corridas de toros y a la caza han declarado a nuestro gran depredador ponen de manifiesto el gravísimo problema que tenemos en nuestro país con las mentiras, la desinformación y la manipulación que rodea en la actualidad todo el conflicto del lobo. No veremos a este lamentable periodismo profundizar en la responsabilidad real de los propios ganaderos en el aumento del conflicto por los numerosos fraudes cometidos, por la enorme y mal llamada picaresca, por la falta de medidas preventivas, por el abandono en el monte del ganado al que revisan de vez en cuando con unos prismáticos desde el coche, etc. Ni lo veremos indagando sobre la verdadera culpabilidad que los perros tienen en multitud de ataques que son atribuidos invariablemente al lobo.
  

Ni tampoco escarbarán estos rotativos de tres al cuarto en las dudosas actuaciones de las administraciones autonómicas que solo saben gestionar con el rifle, y en porqué diablos se niegan a realizar peritajes genéticos en los ataques; ¿tienen miedo acaso de que la realidad científica desvele que un gran porcentaje de los expedientes contabilizados como ataques de lobo no sean en realidad tales? Desde luego sería una patata muy caliente difícil de manejar ante un sector muy bien organizado, que hace mucho ruido, que exige la muerte del depredador y que representa muchos votos en las elecciones, ¿verdad?. Y los votos mandan, claro; es mucho mejor posicionarse del lado de los exaltados que de la conservación del patrimonio natural de todos los españoles. ¿No haría bien el buen periodismo en hurgar en esta cuestión y en otras muchas, igual de silenciadas? ¿No deberían estos medios de comunicación exigir una explicación a las CCAA de porqué solo en España los mercenarios que realizan los censos para estas administraciones se empeñan en inflar las cifras de la población utilizando entre 8 y 10 lobos por grupo, cuando en Europa se usa la mitad? Este periodismo complaciente con los gobiernos populares no escarba tampoco en los beneficios que aporta a los ganaderos la presencia del lobo como controlador de las enfermedades que transmiten los herbívoros silvestres al ganado. Ni se cuestiona porqué en regiones como Andalucía, Extremadura, Murcia, Valencia o Cataluña -donde no hay lobos- la ganadería está tan en crisis o incluso peor que en las regiones con presencia del cánido, desmintiendo así la inexistente relación entre la protección del lobo y el declive de la ganadería extensiva en las regiones del NW ibérico, algo con lo que nos tienen más que aburridos.
  

A este periodismo provinciano y con estrabismo tampoco le interesa ni una pizca profundizar en el oscuro y terrible mundo del furtivismo que padece esta especie. Especie que, se lo recuerdo porque se niegan ni a considerarlo como telón de fondo, está protegida por la Ley, como protegidos están los osos, los linces o las rapaces.

Pero claro, todas estas consideraciones no tienen ninguna importancia cuando de lo que se trata es de usar la bronca -en este caso el conflicto inventado del lobo- como arma arrojadiza para luchar contra el enemigo político y como herramienta para recaudar votos. Esto es lo único que vale. Pensar que nuestros políticos, de una tendencia ideológica u otra, van a gestionar en base al interés general y no al suyo partidista sería ingenuo. Tan ingenuo como creer que los medios de comunicación van a ser profesionales y van a contar a sus lectores o espectadores "toda la verdad de la realidad"; toda, sin sesgar, sin ocultar información, sin amarillismo ni sensacionalismo, buscando el dato que las partes implicadas tantas veces callan, dando voz a todas las partes y no solo a las que interese en base a una ideario cerrado. Vamos, lo que viene siendo hacer periodismo con honestidad, y no vendido a un partido. Así es como también se construye la democracia, con la verdad por delante, informando con veracidad, siendo inquisitivos y sin casarse con nadie. Le duela a quien le duela, porque hacer las cosas bien es también patriotismo, condición que se arrogan muchos de los que mienten, engañan, tergiversan u ocultan la verdad al ciudadano, como se apropian de la condición de demócratas sin merecerlo. Porque manipular al ciudadano no es de demócratas, señores, ni de patriotas.

En fin, que se hace evidente que en relación al lobo y en muchas otras cuestiones que nos afectan a unos y otros en nuestro día a día el periodismo actual se ha mimetizado mucho, demasiado, con la burda propaganda dirigida.

2 comentarios:

  1. Desinformación, intereses sesgados, malintención, falta de rigurosidad, búsqueda de un culpable fácil,...ese es el pan nuestro de cada día en muchos medios de comunicación en los que el lobo es el triste protagonista. Gran artículo. Un saludo.

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    1. Hoy en día la desinformación se ha convertido en una importante herramienta para conseguir los objetivos particulares de muchos sectores, es cierto. Es muy triste que no sea LA VERDAD el camino que usen para conseguir dichos objetivos, los datos y la ciencia en este caso. Además de triste es algo muy peligroso dadas las consecuencias políticas y sociales que puede acarrear. Hoy en día debería ser uno de los problemas que más preocupara a la sociedad. Un saludo.

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