20 de diciembre de 2022

Hablemos de política

Sí, hablemos de política, porque la política cada vez impregna más con sus espurios intereses la conservación de la naturaleza.


Hace ahora 15 meses que el lobo fue incluido en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (LESRPE) como correspondía por ley a una especie prioritaria en EU y con un estado de conservación desfavorable según los informes técnicos. Se equiparaba así a la conservación de otras especies en situación similar, enmendando lo que hasta ese momento había sido un flagrante caso de agravio comparativo, y corrigiendo una situación absurda desde el punto de vista jurídico y biológico, es decir, que se gestionara de manera diferente una misma población animal según la región administrativa en la que habitara y, por lo tanto, de forma desordenada y anárquica en función de lo que determinaran unas decisiones políticas, muy alejadas de los criterios reales de conservación de la especie. De facto, esto acarreaba una inevitable debacle en su protección. Como ya toda la población española sabe, este logro sin precedentes fue conseguido por una modesta ONG que trabaja muy duro por el estudio y la conservación del depredador, y que hoy en día está en boca de todos los políticos regionales del noroeste español en cada uno de sus discursos, y no precisamente para ser alabada: ASCEL y todos sus socios pueden estar muy orgullosos de haber conseguido un hecho histórico en nuestro país, obligando al Gobierno de España a proteger a esta especie como correspondía. Sabíamos que las comunidades autónomas que durante décadas solo han sabido o querido gestionar la especie mediante su persecución letal no se iban a quedar calladas tras su cambio jurídico. Esto era evidente, los políticos regionales tenían que demostrar ante sus potenciales electorados del mundo rural que hacían todo lo posible por defender los supuestos intereses del campo, o al menos los intereses de aquellos que más alto alzan su voz, estridentes asociaciones agrarias incluidas, aunque no representen al conjunto del colectivo, ya que cada vez son más los que dirigen sus negocios de manera sostenible y no comparten la política radical de la mira telescópica y el gatillo.


Pero los políticos saben que aún para una parte muy relevante del mundo rural, para esa que sigue gritando y a la que se le hincha la vena del cuello si algo representa un obstáculo en su explotación agro-ganadera, el único manejo que conoce de la naturaleza es... simplemente la eliminación de lo que estorba; y es que todavía hay algunos que no conciben otro modo de relacionarse con el medio ambiente: estorban el matorral, las zarzas, los sotos y los setos, los árboles viejos, y los no tan viejos en mitad de la parcela, la vegetación de las cunetas y las lindes, los árboles que en otoño se desprenden de sus hojas y "lo dejan todo perdido", las "malas hierbas", los insectos, los micromamíferos, las "alimañas" que para muchos siguen existiendo aunque se alimenten de esos micromamíferos, los conejos que producen daños en los cultivos, los zorros que se comen esos conejos además de miles de esos micromamíferos, los jabalíes que producen más daños, los lobos que se comen esos jabalíes, además de cabras monteses o ciervos o corzos o carroñas, muchas veces las mismas carroñas que ellos abandonan en el campo, los abejarucos, los cormoranes, ... Todo lo que no produce acaba estorbando, y lo que estorba se elimina. Esto es así aún en el modus operandi de mucha gente del campo, sin malicia alguna en la mayoría de los casos, porque simplemente es la visión utilitaria de la naturaleza que han conocido desde niños.

El caso es que la evolución del conflicto inventado sigue el previsible curso de los acontecimientos. Así, algunas comunidades autónomas se revelan ante la nueva situación jurídica e intentan soslayar la nueva protección de la especie. Y es que se acerca el año electoral y nuestros políticos ya están de campaña en nuestros pueblos. Los actos preelectorales han comenzado, señores, llegan las rebajas y estamos que lo regalamos todo, mentiras, demagogias, adulaciones, frases hechas, tópicos y sonrisas falsas; oigan, cómprennoslo ya, que nos los quitan de las manos. Nuestros gobernantes autonómicos han dado el pistoletazo de salida y cada vez con más frecuencia de aquí a mayo de 2023 se van a dejar ver en los establos acariciando vacas, pisando hierba en algún prado verde -que, por supuesto, estará junto a la carretera, no se les vayan a manchar mucho sus lustrosos zapatos- y en los platós de televisión o detrás de los atriles en tribunas elevadas "defendiendo a capa y espada el mundo rural contra los ecologistas radicales que protegen a ultranza a esa especie sanguinaria, única y exclusiva responsable de la inminente extinción del ganadero y del abandono total de nuestros pueblos". Y bla, bla, bla, bla, y más bla, bla, bla.


Enmarcada dentro de esas actuaciones que solo pretenden contentar a ese sector aún mayoritario del electorado rural que se ha creído esa gran mentira de que el lobo es el causante de todos sus males, Cantabria, por ejemplo, se enfrenta al Ministerio y con una bochornosa chulería se planta ante la ley, y haciendo declaraciones que muy bien podrían ser calificadas de macarras, su Consejero de Desarrollo Rural y Medio Ambiente (le tiene alguien que explicar qué significan estas dos últimas palabras), el Sr. Guillermo Blanco, soltaba en primavera una perla que sonaba a amenaza al decir que "¿Nos piden que pongamos lazos? Los vamos a poner, y nos tienen que decir una dirección de correo donde enviarles los lobos", haciendo una irresponsable apología del furtivismo. Así las cosas, la obcecación del gobierno cántabro y el enfrentamiento intencionado con el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico en busca de la simpatía de sus posibles votantes hace que en junio emita nuevas autorizaciones para seguir matando lobos. La fijación enfermiza que el propio presidente de la comunidad cántabra, Miguel Ángel Revilla, tiene con el cánido desde niño es ya pública desde hace tiempo y notoria (en febrero declaraba en El Independiente, entre otras cosas, que "Cuando a mí me comieron mis ovejas con ocho años había muchos menos lobos que ahora" y afirma que "La presencia del lobo es una ruina. Me parece bien que habiliten espacios para proteger al lobo, en recintos cerrados. Pero lobo y ganadería son incompatibles"), y se ha transformado en un evidente enfrentamiento con los jueces que hacen cumplir la nueva situación jurídica de la especie: "Revilla abroncó a uno de los jueces que suspendió la caza de lobos en Cantabria", informaban diversos medios de comunicación a finales de septiembre de 2022. 

Hay que vivir anclado en la Edad Media para decir que una especie animal solo merece vivir en recintos cerrados. A lo mejor somos los hombres los que, visto el estado deplorable en el que está el planeta, deberíamos encerrarnos a nosotros mismos para protegerlo. Declaraciones tan bestias y tan antiguas como las que hace el presidente Miguel Ángel Revilla solo consiguen enconar el conflicto social alrededor del lobo y magnificarlo un poco más cada vez que abre la boca, además de venir a demostrar porqué el planeta se encuentra en esta situación límite actual.

La aparición en los medios de comunicación de la problemática que suscita esta especie es inevitablemente abrumadora, y lo es de modo intencionado en busca de votos por parte de partidos políticos de cualquier signo. Todos ellos se suben al carro en busca de los réditos políticos que supone vilipendiar al lobo. Inevitablemente también, cada actuación del gobierno cántabro que pretenda driblar la protección del cánido es recurrida en los tribunales por ASCEL y, como no podía ser de otra manera, los tribunales le dan la razón a la asociación conservacionista, lo que nos hace comprender lo lamentable que es nuestra clase política cuando vemos que una y otra vez es la sociedad civil la que tiene que obligar en los juzgados a nuestras instituciones autonómicas a ajustarse a la ley, cuando sus acciones y decisiones en materia de medio ambiente deberían estar regidas por lo que indica la ciencia. 


Por su parte en Asturias las cosas se desarrollan de manera paralela a Cantabria, y será una vez más desde el mismísimo Parque Nacional de los Picos de Europa (PNPE) desde donde se sigue alimentando la ignominia.


Y esto es así debido a que este parque nacional se ha erigido desde hace décadas en reconocido estandarte de la más bochornosa persecución institucional del depredador en nuestro país, en donde funcionarios públicos pagados por todos han llegado a matar a tiros incluso a lobos radiomarcados con collares GPS, pertenecientes a caros estudios científicos que han sido encargados por instituciones públicas, o donde el propio biólogo responsable de la conservación de la fauna -el supuesto "experto en lobos" Borja Palacios Alberti- llegó a matar (a golpes en la cabeza) a una camada de siete lobeznos de muy pocos días de edad y en donde, en vez de ser cesado y expulsado del PNPE, fue poco tiempo después recompensado por la dirección del parque con un cargo de mayor responsabilidad.


Pues es de nuevo allí, en este parque nacional, máxima figura de la hipócrita protección ambiental en nuestro país, donde el consejero de Medio Rural y Cohesión Territorial del Principado de Asturias, el Sr. Alejandro Calvo, procede a autorizar la muerte de otro ejemplar, contraviniendo la nueva jurisdicción que lo protege, y haciendo de nuevo inevitables las denuncias ante la ilegalidad que se pretende justificar. Pero ya lo último y más vergonzante que esgrime el "Paraíso Natural" asturiano para justificar la muerte de ejemplares de lobo es alegar que su presencia amenaza la seguridad de las personas, llevando la aberración a cotas difíciles de superar.

Entre tanto, el PP de Castilla y León, sin llegar tan lejos en las acciones realizadas, también busca venderse ante el electorado castellano-leonés como valedor del mundo rural. El mismísimo responsable de que la magnitud de los incendios de Zamora fuera histórica en España al negarse a ampliar el nivel de riesgo de incendios durante el verano extremo que hemos pasado (con temperaturas récord y durante períodos de tiempo igualmente históricos) porque ¡¡aún no estábamos en julio!!, el denostado político Juan Carlos Suárez-Quiñones, ahora dice luchar por el mundo rural pidiendo hacer controles de lobos y alegando que protegiendo de ellos a la ganadería extensiva se minimiza el riesgo de incendios en nuestros montes. ¡¡¡Alucinante, chicos, verdaderamente alucinante!!! Hay que tenerlos muy gordos para pretender relacionar la presencia del lobo con la proliferación de los incendios, pero que además lo haga el responsable de lo acontecido hace unos meses en Zamora sobrepasa lo obsceno, la desfachatez y la burla. Se debe pensar que somos imbéciles.


Lejos de dimitir, que es lo que tenía que haber hecho este sujeto en verano y lo que todos le seguimos exigiendo, se permite el desparpajo de usar dinero público para viajar a Bruselas a hacer el paripé de que le importa el mundo rural, como si nos lo fuéramos a creer. Esto lo hace de cara, sin duda, a recuperar ese electorado que probablemente perdiera el PP en Zamora y CyL por su irresponsable gestión de los incendios. Y para ello utiliza la figura del lobo, manoseando un conflicto artificial y amplificándolo en el Parlamento Europeo. En definitiva, utilizándolo como arma política. El objetivo de su viaje (insisto, solo de cara a la galería) es pedir a la Eurocámara que se rebaje el grado de protección del lobo en Europa, en una acción que podemos considerar de puro marketing electoral, en tanto que el Parlamento Europeo no es quien puede tomar dicha decisión, sino la Comisión Europea. Su lucha por los votos frente a VOX en Castilla y León está detrás de estas maniobras que, sabían, no iban a recalar en ningún puerto, por lo que solo se pueden entender en clave electoral. Como ya todos sabíamos, y ellos los primeros, su visita a Bruselas y el despilfarro de nuestro dinero que aquel viaje supuso, no les aportó ningún rédito en cuanto a la desprotección del lobo (queda por ver si la gente del campo castiga en las urnas al PP o si son de memoria frágil, que es lo que verdaderamente se juega el PP de CyL con estas actuaciones) y, aunque el Parlamento Europeo votó a favor de una resolución a través de la cual solicitó a la Comisión Europea que se relajara la protección de los grandes carnívoros (lobo y oso), Bruselas rechazó rotundamente modificar la protección de los mismos dado sus estados de conservación desfavorables. Por si fuera poco contundente esta decisión, el Consejo de Europa redactó un informe categóricamente contrario a relajar la protección del lobo. Dicho informe fue llevado y discutido en la reunión celebrada el 1 de diciembre del Convenio para la Conservación de la Vida Silvestre y los Hábitats en Europa -el conocido como Convenio de Berna-, y ratificado en dicho foro, manteniendo el nivel de protección del cánido en toda Europa y respaldando así las tesis de ASCEL para España, bien argumentadas jurídica y biológicamente.


Pero estamos en precampaña electoral. Que el PSOE se haya visto obligado a proteger al lobo por mandato europeo, no significa que esté contento de manejar esa patata caliente, y parece que ya empieza a perfilarse en "modo elecciones" cuando, al contrario de la postura firme mantenida hasta ahora por el Ministerio ante los ataques que recibía de las CCAA con presencia mayoritaria del lobo, parece querer suavizar su discurso y admite que se dan dos de los tres supuestos que la ley exige para que se puedan llevar a cabo legalmente esas muertes de lobos a manos de las instituciones asturianas. Una de esas dos situaciones que, según el Ministerio, sí se dan en el caso de la solicitud del Principado para eliminar un lobo en el Parque Nacional de los Picos de Europa es que "existen razones imperiosas de interés público de primer orden, incluidas las de carácter socioeconómico y consecuencias beneficiosas de importancia primordial para el medio ambiente". Es interesante analizar este argumento que justificaría uno de los tres requisitos necesarios para regresar a los controles. Por un lado, muchos ciudadanos no van a entender como "razones imperiosas de interés público" los intereses privativos de un colectivo profesional; no lo tiene nada fácil el MITECO para explicar a la sociedad cómo puede prevalecer el interés particular e individual de un sector sobre el beneficio público (ahora sí que sí) y social de la conservación de la biodiversidad y de la protección real de una especie protegida, máxime cuando los perjuicios que la especie pueda causar son meramente económicos y, como tales, se pueden compensar de igual manera. Pero es que, además, ¿cómo se justifica que matar un lobo tenga "consecuencias beneficiosas de importancia primordial para el medio ambiente"?, alguien se lo tendrá que explicar a esta sociedad, porque parece una enorme y descomunal tomadura de pelo. Pero por si no fuera ya imposible comprender semejantes argumentos, que no se sostienen ni con pinzas, el último equilibrio que hace el departamento de Teresa Ribera es aceptar como demostrada la ya mencionada tesis del Principado de Asturias que considera acreditado que la presencia de lobos en Cabrales ¡¡¡¡¡amenaza la salud y la seguridad de las personas!!!!!

Pura ciencia ficción. ¡Increíble, pero cierto!, menuda filigrana pretenden colarnos. 

El lobo, señores, se ha situado desde hace mucho tiempo en el centro del debate político en estas comunidades autónomas. Las dimensiones del conflicto son desproporcionadas en relación a las pérdidas económicas que realmente ocasiona, y desde las instituciones se obvia, con premeditación y alevosía, tanto los beneficios ecosistémicos que proporciona la especie, incluso para el propio sector agro-ganadero (beneficios cuantificables muy superiores a las posibles pérdidas económicas de las que él pudiera ser responsable), como de la magnificación artificial de la problemática por la concurrencia de otros factores de gran incidencia en las pérdidas como lo son los fraudes, la responsabilidad de los perros en muchos de los ataques, los inconsistentes peritajes de ataques que se hacen en España y que para nada pueden ser calificados de científicos, etc.

Nada de todo esto último importa. Solo importa culpabilizar a un enemigo que se pretende sea común para que el populacho se crea mis mentiras, me vote contento y yo pueda seguir gobernando otros cuatro años más. A esto se limita realmente el conflicto del lobo. Y si alguien no me cree, que pregunte a todos esos ganaderos que sí conviven con él en armonía, que no tienen pérdidas porque ponen realmente los medios para evitarlas y no comulgan ni con sindicatos extremistas, ni con políticos mentirosos y manipuladores.

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