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21 de abril de 2017

Las SANDACH

¿Qué son en realidad las SANDACH?

En 2011 la Unión Europea se hace eco de algunas problemáticas colaterales que derivaron de las apresuradas medidas adoptadas unos años antes para erradicar la enfermedad de las "vacas locas", y aprueba un nuevo reglamento por el cual se regula el destino final de los Subproductos de origen Animal No Destinados a Consumo Humano -que es lo que significa el acrónimo SANDACH-, derogando desde ese mismo momento la normativa aprobada 9 años antes, que contemplaba, entre otras medidas, la obligación de las cabañas ganaderas de deshacerse de las reses muertas mediante empresas intermediarias que las trasladaban a una incineradora, asumiendo los costos de esta gestión.

La evidencia de puntos específicos revisables y mejorables de aquella estricta normativa de 2002 -aprobada urgentemente en aquellos primeros años de miedo tras los brotes de la encefalopatía espongiforme bovina- y las numerosas alertas y avisos que se vinieron realizando posteriormente sobre la situación a la que abocaron dichas disposiciones a las especies necrófagas, aconsejaron a la Unión Europea a adaptar dicha legislación, levantando ciertas restricciones, aunque sin perder un control efectivo sobre el sector, perseverando en una normativa rigurosa sobre seguridad sanitaria y medioambiental que garantizara la completa fiabilidad de la cadena alimentaria humana y animal.

Así nace un nuevo reglamento que a partir de 2011 regula el modo en que se puede abandonar el cadáver de una res en el campo, muy a pesar de algunas personas que habían visto en la recogida e incineración de los deshechos animales un negocio ilimitado. El BOE publicó el 25 de noviembre de 2011 el Real Decreto 1632/2011 del 14 del mismo mes, por el que se desarrolla a nivel nacional la normativa europea y, posteriormente, el Real Decreto 1528/2012 por el que se establecen las normas aplicables a estos subproductos de origen animal, y derivados. Transcurridos dos años desde la aprobación de la normativa a nivel comunitario, la Junta de Castilla y León por fin aprueba el esperado Decreto 17/2013 de 16 de mayo de 2013 que desarrolla a su vez las normativas europea y nacional, aunque la publicidad e información que se destina al sector ganadero respecto de la nueva normativa es poco menos que nula. Lamentablemente, a día de hoy, muchos son todavía los ganaderos que desconocen la posibilidad que les ofrece la Ley para deshacerse de los cadáveres muertos y continúan pagando a las empresas del sector la retirada de los mismos.

Pero, vayamos al grano. ¿Quiénes pueden realmente abandonar cadáveres de ganado en el campo? Para poder hacerlo dentro de la Ley hay que cumplir unos sencillos requisitos, a la par que lógicos. En primer lugar la explotación ganadera debe ser en extensivo, quedando explícitamente excluidas las explotaciones en intensivo o mixtas. En segundo lugar la cabaña debe estar saneada, es decir, debe contar con todas las garantías de vigilancia sanitarias y bienestar animal que contemple la Ley, con los programas de vacunación adecuados y las revisiones veterinarias oficiales requeridas habitualmente. Y en tercer lugar, estar ubicada en un término municipal que se encuentre incluido en una ZPAEN, o lo que es lo mismo, en una Zona de Protección para la Alimentación de Especies Necrófagas. El territorio de Castilla y León está casi incluido en su totalidad como ZPAEN, a excepción de algunas porciones de León, Zamora, Valladolid, Burgos y Palencia, como se puede observar en este mapa. Junto a estos tres requisitos, al ganadero en extensivo solo tendrá que disponer de un libro de registro en el que anotará la identificación del animal, su peso y la fecha en la que sus restos fueron abandonados en el campo para servir de alimento a las aves necrófagas.

Transcurridos casi cuatro años de la aprobación en nuestra comunidad autónoma del Decreto que regula este tema, me temo que la implantación en el sector ganadero aún no está generalizada, aunque va mejorando. A mi área de campeo -muy lejos de los cantiles y laderas boscosas en los que habitualmente crían las dos grandes necrófagas ibéricas- van llegando ejemplares de buitre leonado y negro, así como de algún que otro alimoche, aparte de los habituales milanos de ambas especies que residen por la zona. No dudan en bajar (o sí) hasta los restos de ganado para alimentarse y limpiar la zona. Los grandes buitres despliegan su tren de aterrizaje con sus toscas garras y se dejan caer como misiles sobre las carroñas en descomposición. Las moscas alrededor de la carne maloliente y los miles de gusanos reptando entre los tejidos no molestan a estos eficientes sanitarios de nuestros campos. Dependiendo del número de ejemplares, en poco tiempo pueden llegar a dejar limpia la carcasa de una oveja, aunque regresarán probablemente a seguir comiendo no sabemos muy bien qué, cuando nosotros no vemos ya qué es lo que se puede rebañar de un esqueleto hueco.

Generalizar de nuevo el abandono en el campo de reses muertes (con las debidas normas de seguridad) está representando por fin un alivio para las poblaciones de grandes necrófagas, que vieron cómo durante más de una década su sustento se vio gravemente mermado. Disfrutemos pues del vuelo de estas poderosas planeadoras sobre nuestros campos y pensemos en la necesidad de legislar con sentido común y simple lógica.












6 de mayo de 2013

Una tarde como otra cualquiera

Llevamos los tres en silencio más de dos horas de espera tranquila, viendo y disfrutando los excesos aéreos de los milanos, que no llegan a posarse y que parecen querer restregárnoslo no dejando de dar pasadas por encima nuestro. Aparte de esto, la tarde está aburrida, y parece llevar la misma tónica que las dos sesiones anteriores, cuando las tarjetas de las cámaras se volvieron a casa vacías, sin más fotos que las que fuimos realizando para comprobar iluminaciones y equilibrar los parámetros del disparo. Ni una brisa de aire; calma chicha que diría un marinero. Cuando ya empezamos a desesperar comienza bruscamente a sonar el aire unas decenas de metros sobre nuestras cabezas. Miro por las ventanucas laterales de mi escondrijo y ... no se mueve ni una rama, ni una hierba, y las telas de camuflaje penden ligeras sin el más mínimo vaivén. El sonido del aire, por el contrario, se hace más y más intenso por momentos, a la vez que desciende y se nos acerca. Miramos hacia arriba y de pronto uno de los compañeros ve asomar en lo alto unas garras con dedos toscos. Ya están aquí. Ya han llegado. Empiezan a caer del cielo como caza-bombarderos uno, dos, tres, cuatro buitres leonados (Gyps fulvus). Y cuatro más. Y otras cuatro docenas más al momento. En pocos instantes la algarabía que forman alrededor de sesenta o setenta ejemplares nos desborda. Nos sorprende sobre todo la hora en la que han bajado, pues no suelen hacerlo tan tarde. Son ya cerca de las ocho. Nos regocijamos disparando por fin las primeras fotos después de tres días, al tiempo que nos frotamos mentalmente las manos viendo el reloj, pues sabemos que, salvo desastre, permanecerán delante nuestro hasta la hora mágica del atardecer, dando paso además a milanos reales y negros, con  las mejores luces de esta limpia tarde de primavera.

Quince minutos después nos vamos relajando y vamos siendo más selectivos en los disparos, pensando en lo afortunados que vamos a ser dentro de media hora.

De pronto ... el desastre ocurre. Todos al unísono levantan el vuelo, asustados por ... ¿por qué?

Se van. Se han posado a unos cien metros de distancia como si fueran un rebaño de ovejas, en la parte alta de una loma cercana. Esperamos ansiosos a que regresen. ¡Por favor, por favor, ahora no! nos repetimos por dentro, mientras nos mordemos los labios por fuera. Los minutos pasan, la luz cálida de la tarde continúa  mejorando por momentos y ... ellos se van definitivamente.

¿Qué diablos ha pasado? Buscamos por un lado y por otro. Nosotros no hemos podido ser. De pronto oímos unas voces y comprendemos todo. Luego dos portazos, un motor y una furgoneta que pasa por detrás de nuestra posición, a no mucha distancia.

A veces, amigos, la suerte "casi" se alía con nosotros. Habrá que seguir insistiendo para conseguir esas luces de atardecer que nos ofrezcan la oportunidad de hacer la foto imaginada.













22 de abril de 2013

Mons fragorum

Monfragüe nunca defrauda. En primavera menos. Día tranquilo, de telescopio y prismáticos. De animales grandes como las ciervas de primera hora, y pequeños, como las dáuricas, los pinzones y la curruca. De aves imponentes como el águila imperial o la cigüeña negra, o modestos como los buitres leonados. Otros muchos se fueron sumando a la lista más o menos habitual. Un día perfecto, de buena temperatura y mejor compañía.









4 de marzo de 2013

Extremadura Birdwatching Fair

Hoy lunes podemos ya recapitular lo que ha sido la octava edición de la FIO, la Feria Internacional de Turismo Ornitológico - Extremadura Birdwatching Fair. Con un tiempo muy desapacible -incluso frío-, pudimos ver in situ algunas novedades relacionadas con el material y el equipo, así como escuchar las siempre interesantes experiencias de algunos grandes fotógrafos que, mediante sus ponencias y fotografías, nos animan al resto de los mortales a seguir aprendiendo.

Respecto a la fauna, aunque pasamos mucho tiempo entre stands, conferencias y talleres, algo pudimos ver. Entre lo más destacable, sin duda las imperiales, que nos regalaron sus repetitivos reclamos, acrobáticos flirteos aéreos y algunas persecuciones y escaramuzas con los buitres leonados. El búho real no faltó a la cita, aunque nos lo puso difícil. Halcón peregrino (gracias a mi amigo Juanjo y su telescopio), alimoche y buitre negro completan lo más interesante de entre lo que yo pude observar. Algunos compañeros además, tuvieron la oportunidad de disfrutar de hasta tres nutrias juntas y de la cigüeña negra.

Por mi parte, os dejo dos recortes de sendas instantáneas obtenidas con unas pésimas condiciones de luz en la Portilla del Tiétar, a 400 ISO, 1/1000 sg y a f4, con el 500 mm y la EOS 7D.



Lo mejor, como no podía ser de otra manera, la buena compañía de los amigos, que consiguen que el tiempo a su lado se vuelva siempre escaso y pase volando, como los leonados. También, ¿cómo no?, como en cada edición de la feria, esperamos y disfrutamos los reencuentros con esos colegas de afición que residen en otros puntos, y que nos vamos viendo una vez al año en este mismo evento.

Ya se acabó la feria, pero no importa, en unas semanas la primavera estará exultante en Monfragüe y será el momento de regresar. Esta vez solo a disfrutar del sol, el aire y el vuelo de los pájaros. Nos vemos allí.

5 de octubre de 2012

Dos horas y media

No llevo una hora escondido cerca del cadáver de una oveja, distraído toqueteando mi móvil para amenizar el paso del tiempo, cuando escucho un aletear pesado que me resulta familiar. Antes incluso de levantar la cabeza ya sé que el primer buitre ha llegado. Y efectivamente, miro a través de la malla de camuflaje y veo que acaba de aterrizar junto a su sustento un primer buitre leonado (Gyps fulvus), y que tras él bajan en tropel unos cuantos más. Bruscamente se termina la paz y la tranquilidad que reinaban en la llanura cerealista hasta ese preciso momento. En pocos minutos varias decenas de leonados rodean la oveja o esperan turno a pocos metros, impacientes y ansiosos por meter su cuello en el mantel. Quizás medio centenar o más en el momento de mayor concurrencia.





Comienza un bullicioso y frenético ágape de vísceras blandas y contenido intestinal. Veo cómo se embadurnan las cabezas de un sospechoso color marrón verdoso y cómo tragan sin contemplaciones grandes bocados de una materia informe del mismo color. Tan solo veinte minutos más tarde se aprecia entre los cuerpos histéricos de los buitres que lo tapan todo, el costillar de la oveja, ya hueco. Empiezan a verse algunos buches llenos que levantan el vuelo y desaparecen. Para los que se quedan, toca rebuscar entre las migajas. Y lo hacen durante casi dos horas, entre un enjambre de moscas que al principio no existía. Poco a poco los ánimos se van calmando en algunos ejemplares, antes agresivos, y van pasando a un segundo plano, lo que deja sitio en la mesa a los individuos que antes veían ansiosos cómo no tenían acceso a su parte de la pitanza.






Llegan hasta tres juveniles de buitre negro (Aegypius monachus), y sin miramientos se hacen un hueco entre los leonados que aún rodean la carcasa medio pelada de la oveja. Rebañan los últimos despojos de carne adherida a los huesos. Algún leonado joven toma los últimos postres, hasta que finalmente dan por concluido el banquete. Se acabó. Ya sólo queda desplegar las alas y desaparecer, y lo hacen tan repentinamente como aparecieron.





Han pasado dos horas y media y retorna de nuevo la tranquilidad y el silencio a la rastrojera amarilla. Me quedo nuevamente solo. Yo y mi móvil en el bolsillo.

26 de septiembre de 2012

El buitre-águila (Gypaetus barbatus)

El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) es, sin ningún género de dudas, una de las aves más espectaculares y bellas de nuestra geografía. El imponente aspecto que mantienen los adultos cuando se encuentran posados no deja indiferente a ningún observador, ni tampoco su penetrante mirada, resaltada por un anillo esclerótico de intenso color rojo que rodea un bonito iris blanquecino.

Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/400 sg. 200 ISO.


Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 7.1 - 1/400 sg. 200 ISO. Recorte de una imagen mayor.

Su nombre científico deriva de los vocablos griegos "gyps" y "aetos" que significan respectivamente buitre y águila, lo que viendo a uno de estos animales de cerca no puede parecernos más acertado. Con su aspecto velero y larga cola, sus colores contrastados y llamativos, y su gran pico ganchudo podría parecernos fácilmente una especie de águila. Por el contrario, sus gruesas y toscas garras delatan su ineficacia para la caza, lo que se ve confirmado atendiendo a su alimentación, siendo esta, además, una de las características que más llama la atención, pues es la única ave osteófaga del planeta. Los huesos, que constituyen la base de su dieta una vez tienen el tamaño adecuado -lo que a veces consiguen dejándolos caer sobre los conocidos "rompederos"- son tragados enteros, sin contemplaciones y con una facilidad asombrosa.

Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/1250 sg. 400 ISO.





Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/500 sg. 200 ISO. Imagen re-encuadrada.

Otro rasgo distintivo de esta especie es su bigotera, constituida por finas plumas a modo de pelos en las partes superior e inferior del pico, y que justifica suficientemente el apellido "barbatus", palabra latina muy descriptiva.



Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/500 sg. 200 ISO. Pequeño recorte de una imagen mayor.

Puestos a buscar más curiosidades que hacen de esta rapaz un ave, si cabe, más peculiar todavía, nos fijaremos en la costumbre relativamente frecuente de constituir unidades familiares compuestas por dos machos y una hembra (tríos poliándricos). O su costumbre de bañarse en aguas ferruginosas que tiñen su plumaje de un típico color anaranjado más o menos intenso, ya que su color real es el marfil o crema, casi blanco.



Ejemplar con una coloración muy clara.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/320 sg. 200 ISO.



Ejemplar con la coloración típica anaranjada.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/320 sg. 200 ISO.

Su madurez sexual tiene lugar a los 7 años de edad, y desde que nace hasta que la alcanza pasa por varios estadíos de plumaje muy distintos. Nosotros los resumiremos en tres, aunque cada uno de ellos puede ser dividido además en otros, en función de sus mudas. Se consideran juveniles hasta los 3 años, subadultos con 4 y 5 años de edad y finalmente adultos los de 6 (imperfectos) y 7 años en adelante.

 Juvenil de menos de una año de edad, con el típico moteado blanco y el iris del ojo grisáceo.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/320 sg. 200 ISO.

 María, de algo más de un año de edad, sin el moteado blanco de las plumas ventrales y el iris ya muy claro. 
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/320 sg. 200 ISO.

 La hembra Paola, juvenil de tres años de edad, con el vientre marrón y la bigotera más desarrollada. 
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/320 sg. 200 ISO.



Subadulto de 4-5 años. 
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 8 - 1/200 sg. 200 ISO.

Fotográficamente hablando, podemos decir que sería casi imposible fotografiar a esta especie posada en una "carroñada" libre y sin controlar, al menos para los que residimos lejos de sus montañas. O por lo menos lo es sin un empleo de tiempo y esfuerzo desproporcionados. Esto es así tanto por los controles administrativos que se mantienen para velar por su conservación y protección, como por la amplitud de sus territorios de campeo. La opción realista son los muladares ya existentes, gestionados por las administraciones autonómicas o algunas entidades privadas. En el Pirineo español existen varias opciones. En Lérida encontramos la posibilidad de utilizar el hide de la empresa Photo Logistics, o el situado en el cebadero de Boumort dependiente de la Generalidad de Cataluña o el de Jordi Canut en Buseu. Por su parte, en Aragón localizamos el emblemático hide del Cebollar, en Torla, del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (INAGA).






Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/400 sg. 200 ISO.

Todas las imágenes de este post están realizadas en este último Punto de Alimentación Suplementaria (PAS), del que sólo puedo hablar excelencias. Los fondos son extraordinarios, y las luces muy buenas, con contraluces interesantes por la mañana y cálidos rayos de sol por la tarde. La distancia máxima a la que se posan en el borde del cantil ronda los 25 m., aunque pueden situarse más cerca del hide. Por ello un 500 mm montado sobre algún cuerpo con factor de multiplicación puede llegar a ser una lente demasiado potente para hacer tomas completas del animal con algo de aire alrededor. Lo que sí es seguro es que para realizar entradas volando no es muy práctico por el poco espacio de maniobra y tiempo de reacción que tendremos desde que aparecen en los laterales de nuestro ángulo de visión -emergiendo tras unos pinos- hasta que se posan. Una focal algo menor o un zoom aumentarán exponencialmente nuestras posibilidades de hacer buenas entradas. Habitualmente aquí podremos hacer fotografías de quebrantahuesos, buitre leonado y cuervo. A veces también de águila real e incluso buitre negro y zorro, siendo además el alimoche comensal habitual durante la época del año adecuada.

 Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/250 sg. 200 ISO.


Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/160 sg. 200 ISO.





Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/250 sg. 200 ISO. Recorte de una imagen mayor.

El permiso se solicita al INAGA a finales de año. Hay que estar atentos para no perder la oportunidad. Por ejemplo, para la temporada 2012 las condiciones aparecieron publicadas en el Boletín Oficial de Aragón a primeros de octubre de 2011 y se solicitaron entre el 2 de noviembre y el 16 de diciembre de ese mismo año. Se concedieron un total de 11 autorizaciones para un periodo comprendido entre primeros de abril y finales de noviembre, por escrupuloso sorteo público. Cada permiso es válido para tres de los cinco días laborables de una semana -de lunes a viernes-. Una vez se ha tenido la fortuna de estar entre los 11 autorizados, se confirma la aceptación de la semana otorgada en el sorteo y se pasa a pagar las tasas. Cada solicitante puede incluir a un compañero en el permiso. Ya sólo resta tener suerte con el tiempo y los animales. Sobre el terreno, el buen hacer y profesionalidad de los Agentes de Protección de la Naturaleza que organizan los aportes de comida está asegurado, siendo exquisito el trato con los fotógrafos y encomiable su interés porque marchen de Torla con la satisfacción de haber pasado unos días perfectos y de haber obtenido buenas tomas de esta belleza que es el quebrantahuesos.