Con la, deseada por unos y temida por otros, noticia de la protección del lobo en todo el territorio nacional y no solo al sur del río Duero, y la consiguiente prohibición de ser cazado, se ha dado un paso más en la normalización de nuestra relación con el medio natural. Peldaño a peldaño este país avanza hacia modelos más racionales de gestión ambiental acordes a los tiempos que corren, le pese a quien le pese.
El lobo ibérico siempre supuso un problema para el hombre. Antiguamente el enfrentamiento era una cuestión de subsistencia entre humildes hombres del medio rural y el depredador. Sin embargo, en nuestros días la confrontación se ha transformado notablemente porque, aún siendo posible una coexistencia real, la magnitud del problema, muy por el contrario, parece haberse acrecentado exponencialmente en vez de reducido. Al eterno conflicto, además, se han venido a sumar otros actores que hacen que la solución tenga un encaje más complejo aún. Por una parte, los defensores del lobo ponemos sobre la mesa nuestro análisis sobre la realidad del debate, basándonos -estoy convencido de ello- en datos contrastados; ahí están algunas de las entradas de este blog sobre el cánido para demostrarlo (El lobo y el ganadero, Lobos, furtivismo y la cuenta la vieja, La caza del lobo ¿de qué estamos hablando? o El lobo y el conflicto de las cifras, por ejemplo). Por otro lado, los medios de comunicación -en especial los de ámbito local o autonómico- tradicionalmente no han hecho más que echar una y otra vez leña al fuego, alimentando el sensacionalismo y la alarma, abusando de fotos truculentas o con titulares advirtiendo del inminente riesgo incluso para las personas, y haciendo bandera solo de una versión del problema. Por su parte, los sindicatos agrarios se han constituido en verdaderos profesionales del vocerío, con soflamas apocalípticas en las que llevamos décadas oyendo hablar de una inminente extinción de la ganadería por culpa del lobo, teatralizando una cuestión menor en una hipérbole que llega a ser ya cansina, y que llegaría a ser hasta cómica sino tuviera graves consecuencias de conservación para la especie, al tiempo que se olvidan de que las circunstancias que de verdad acosan al sector ganadero son otras muchísimo más serias, y que están relacionadas con los bajos precios del mercado, los altos costos de producción, la competencia desigual con los productos importados desde el extranjero, la globalización del sector y la ausencia de relevo generacional, entre otros. Y si éramos pocos a cenar se presentaron sin avisar las Comunidades Autónomas y sus inefables políticos; sí, esas administraciones y esos "servidores de lo público" que no han hecho sino enturbiar el ambiente hasta más allá del infinito. Y todo esto, por si no estaba el escenario ya suficientemente viciado.
En este caso la Junta de Castilla y Léon y su Consejería de Medio Ambiente no solo no es garante de la conservación de nuestro patrimonio natural (lo que vienen demostrando desde hace décadas cada vez que pierden un juicio en los tribunales de justicia) y, por lo tanto, despreciando el interés general castellano-leonés, sino que incluso tiene a bien manipular a la opinión pública con unos fines diametralmente opuestos a los de su cometido, a la vez que parece estar haciendo el trabajo que sería inherente a otras consejerías. No puede ser entendido de otra manera cuando airean a los medios de comunicación cifras desorbitadas del número de lobos que sobreviven en la comunidad completamente irreales.
El pasado día 22 veíamos en la televisión regional de Castilla y León este mapa de la comunidad en el que aparecían estas cifras impresionadas en la pantalla: 152 manadas de lobos al norte del Duero y 27 al sur, sumando en total 1.600 ejemplares de Canis lupus signatus que vendrían a demostrar, por un lado, su buena salud poblacional y su estado de conservación favorable, y, por otro, la expansión de la especie que tanto cacarean a la prensa y a los ingenuos que les quieren escuchar y creer. Vamos a ver, lo diré de un modo claro para que se me entienda:
Esta cifra de lobos es FALSA.
En el último enlace que señalé arriba (El lobo y el conflicto de las cifras) indicaba el número medio de individuos por manada que manejan los distintos países para establecer el número total de lobos estimado para una población total. Esto se hace así porque resulta imposible censar lobos (no es un animal que se deje ver y contar). Para solventar el problema lo que se hace es intentar censar manadas -mucho más factible que contar individuos- y calcular por métodos científicos cuántos animales pueden constituir de media cada manada antes de los partos. Lo que se obtiene así es una estima aproximada de la población. Esto no sirve para saber cuántos lobos hay de forma tajante, pero sí para determinar otras cuestiones igual de relevantes, como si a lo largo de los años las poblaciones aumentan o disminuyen, en qué medida lo hacen, etc. En Escandinavia se estimó una media de entre 5 y 5'9 ejemplares por manada. En Finlandia 5'4. En Bilowiesza (Polonia) entre 4 y 5'3. En los Cárpatos, también en Polonia, entre 3'9 y 5'6. En Eslovaquia 5'7. En Francia 5'9. En el NW de Croacia entre 4 y 5 ejemplares, mientras que al sur del país entre 5 y 7. En el Cansentinesi italiano 4'2, y solo 3'7 en los Apeninos. En el vecino Portugal para la misma población que la nuestra 4'5 ejemplares por grupo.
Si ponderamos las medias usadas en Europa para determinar a su vez cuál sería la usada en nuestro continente nos sale una cifra de 4'9 lobos por manada.
Peeeero ... en España se han usado medias de entre 7'7 y 10'9 (o 8'4, dependiendo de la fuente). Por su parte, Castilla y León utilizó en su muestreo de 2000-2001 la exagerada cantidad de entre 8 y 10 ejemplares por cada clan familiar. Según el mapa que presentaron a toda la ciudadanía por la televisión 1.600 lobos campan a sus anchas por nuestra comunidad, repartidos entre 179 grupos familiares. Hacer la división es sencillo y enseguida veremos cómo nos proporciona una media de 8'9 lobos por manada. Como podemos ver todos, incluso los detractores de la especie, esto es sencillamente un claro caso de manipulación por parte de la Junta de Castilla y Léon.
De manual, vamos.
El resultado de esta maniobra es que la sociedad cree equivocadamente que hay casi el doble de lobos de los que realmente sobreviven en territorio castellano-leonés. Y lo cree porque se lo cuenta la mismísima Junta de Castilla y León. De hecho, si multiplicáramos la cifra media europea por el número de grupos que hay censados en TODO EL TERRITORIO ESPAÑOL la suma resultante aún sería bastante inferior a los 1.600 lobos que esta lamentable Comunidad Autónoma dice que hay ya en su territorio. En realidad en toda España habría unos 1.455 lobos. Esta manipulación malintencionada siempre ha estado dirigida a justificar la caza y el control letal de la especie, a aumentar la tasa de capturas anuales y a conseguir que la sociedad fuera condescendiente con ese terrible modelo de gestión.
Deplorable. La Junta de Castilla y León parece hacer entrado en un bucle sin fin contra la protección de nuestra biodiversidad, y parece haberse lanzado en barrena contra la especie, para lo que no ha dudado desde siempre en manipular la verdad.
Se han convertido en parte del problema, y no de la solución.
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