Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
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28 de julio de 2024

Patiamarilla

Para los que somos de tierra adentro y más montunos que los brezos, la identificación de las gaviotas es un enorme maremagnum (del latín mare y magnum, cuyo significado literal es "mar grande") de plumajes en función de las edades de los individuos, lo que nos dificulta la identificación de las numerosas especies existentes, y que se complica aún más cuando atendemos a la existencia de subespecies. Es decir, un enorme mar en el que fácilmente podemos naufragar la mayoría de nosotros, un completo galimatías.


En esta imagen vemos una gaviota hoy conocida como patiamarilla, pero que no hace tantos años era considerada como una subespecie más de la clásica gaviota argéntea, de la que se puede diferencia por pequeñas características. Visualmente lo más sencillo será fijarnos en el color de sus patas -amarillo en esta especie y rosadas en la argéntea-, así como en la mancha roja del pico, de mayor tamaño en la patiamarilla. Por si fuera poco, y como si quisiera alguien complicarnos más aún las cosas, de esta especie se describen tres subespecies distintas, a saber: la nominal L. m. michahellis en la cuenca mediterránea, L. m. atlantis en la fachada atlátida de la península ibérica, y L. m. lusitanicus en la costa cantábrica, grosso modo. Atendiendo a su área de distribución esta gaviota que pudimos fotografiar en junio debería corresponder a Larus michahellis atlantis, dado que la imagen está tomada en la misma Costa Vicentina donde realizamos el reportaje de la entrada anterior sobre la colonia de cigüeñas blancas que anidan en los acantilados costeros.

Desde luego, siempre que veo de cerca alguna de estas aves marinas, en especial cuando presentan el plumaje ya definitivo, no puedo por menos de fijarme en su innegable belleza, con ese anillo ocular y ese pico tan llamativos. Se trata de una criatura realmente hermosa e interesante, a partes iguales, con un comportamiento decidido y valiente que no nos dejará nunca indiferentes. Muy adaptable como especie, tanto en lo que respecta a los requerimientos tróficos como a los hábitats que escoge para vivir, la veremos a menudo muy ligada a las actividades humanas, en tanto que muchos de sus recursos alimenticios los encuentra en los basureros de nuestras poblaciones o en los descartes que la actividad pesquera genera.

En definitiva, unas aves, las gaviotas, siempre atractivas por su estilo de vida y su interesante comportamiento, además de por su propia belleza. 

26 de julio de 2024

La gran olvidada

Por olvidada y ... por grande, ambas cosas. 

Eso es lo que rápidamente se me viene a la cabeza cuando hablamos de la fotografía de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia), que bien pudiera llevarse el premio a la gran olvidada por los fotógrafos de fauna. Lo primero que muchos pueden pensar a la hora de plantearse la fotografía de esta familiar compañera de pueblos y urbes es que no tiene mucho mérito hacerlo, ya que darán por sentado que está más que acostumbrada a nuestra presencia, como frecuente comensal del hombre que es. Sin embargo, esta esbelta zancuda es tan elegante como desconfiada, y sería ingenuo negar la necesidad de planificar muy bien las sesiones para obtener alguna cosa interesante.



Lo cierto es que se trata de una ave bastante recelosa cuando se haya en cualquier pradera, terreno de cultivo o humedal comiendo, y no es tan sencilla su fotografía como pudiera pensarse, si exceptuamos las fotos hechas en nido, claro. Come andando, y para hacerlo puede escoger cualquier campo. ¿Dónde esperarla, entonces? La respuesta es: ¡a saber!



Si tienes suerte, quizás, mientras esperas a otro bicho coincida que se paseé delante tuyo y consigas una foto aceptable, incluso buena, pero si esto sucede no será generalmente por un trabajo dedicado específicamente a ella, sino fruto de la casualidad. Es decir, ¿mérito? ... ninguno.


Pues bien, hoy nos vamos a centrar por una vez en algunos aspectos de la biología de esta belleza olvidada, y no, no será desde luego por mi saber hacer, sino por el suyo propio ya que la mayoría de las fotografías que mostraré serán en nido, o lo que es lo mismo: he ido a lo fácil y seguro. 

Como todos sabemos, las cigüeñas blancas utilizan una gran variedad de soportes para ubicar las enormes plataformas sobre las que sacan adelante a su descendencia, desde los clásicos árboles a las grandes torres de líneas eléctricas, pasando por algunos roquedos y las sempiternas edificaciones humanas: castillos, iglesias, catedrales, silos de grano, etc.






Incluso en alguna ocasión en estructuras extrañas como esta escultura del Museo Vostell Malpartida (Malpartida de Cáceres), que forma parte de la numerosa colonia existente en el Monumento Natural de Los Barruecos y alrededores.


Aquí sería bueno aclarar que se podría hablar perfectamente de la existencia de una "cultura de nidificación", puesto que las colonias de cada zona o comarca tienen sus nidos situados en unos u otros soportes concretos. Así, los pollos que nacen en torres eléctricas, o en postes de teléfonos, o en árboles, o en rocas, o en monumentos criarán a su vez, una vez adultas, en ese mismo tipo de estructuras sobre las cuales crecieron. Esto se puede apreciar muy bien cuando, viajando a lo largo del país, observamos alguna colonia cuyos nidos se congregan todos sobre las torres eléctricas a lo largo de la carretera, por ejemplo, mientras que más adelante desaparecerán de dicho soporte y comenzarán a ser habituales en otro diferente, como árboles o edificaciones. 

Bueno, nosotros vamos a acompañarlas en algunos aspectos de su período reproductor visitando una de las colonias de cigüeña blanca más atípicas que existen, precisamente por ser la única en el mundo que se ubica en unos acantilados marinos.


Para ello nos hemos acercado ex profeso a la fachada atlántica de nuestros vecinos portugueses para visitar la peculiar colonia existente en la Costa Vicentina. Esta parte de su litoral meridional es famosa por sus olas, recibiendo un turismo importante en los meses estivales dirigido en gran medida a la práctica del surf y otros deportes acuáticos. Pero también es destino de un gran número de excursionistas ávidos de paisajes, ya que un sendero de largo recorrido permite conocer la costa entre el norte y el sur caminando -que es la mejor forma de conocer un lugar- y hospedándose en pequeños pueblecitos pesqueros. Además de todo ello recibe, obviamente, el turismo más clásico de playas y chiringuitos. 





Pero por si fuera poco ya el atractivo de su belleza natural, este litoral presenta, como ya hemos adelantado anteriormente, la peculiaridad de albergar esa única colonia de cigüeña blanca existente en el mundo que anida en acantilados costeros, lo que la vuelve especialmente interesante para cualquier amante de la vida salvaje. Acantilados, playas y calas pueden estar salpicados por los voluminosos nidos de esta zancuda tan familiar, sobre las mismas olas del mar. Generaciones y generaciones de cigüeñas han utilizado estos casi inexpugnables cantiles para traer al mundo a su descendencia, agrandando anualmente algunos de sus nidos hasta tamaños ya importantes, como el de las siguientes fotografías, ubicado en un pináculo que la erosión marina ha dejado aislado sobre la playa de una pequeña cala, a la que se accede solo andando y con cierta dificultad, destrepando por alguna debilidad del roquedo. 




La base de la torre sobre la que las aves han levantado este nido se cubre por las mareas dos veces al día, y dos veces al día algún mariscador se pega a su base cuando las rocas quedan al descubierto. Y mientras uno de estos paisanos rasca en las rocas del gendarme, ahora solo acariciadas por el agua turquesa del Atlántico, la gente no deja de pasar por el sendero que circula a todo lo largo del borde superior del cantil. Excursionistas con sus mochilas y bastones de trekking recorren esos 125 kms. del camino balizado conocido como Trilho dos Pescadores.

Las distancias de casi todos estos nidos a la gente que pasa por el borde del acantilado suele ser lo suficiente para que las cigüeñas no sientan temor alguno ante la continua presencia cercana de personas, además de que esta parte del litoral está incluida en el Parque Natural do Sudoeste Alentejano e Costa Vicentina, y la gente se muestra respetuosa con la fauna. A esto hay alguna excepción y nosotros encontramos al menos dos plataformas -sin visos de haber sido usadas esta temporada reproductora- a las que se podría llegar sin ningún problema y sin jugarte la vida, simplemente andando. Con todo, se hace siempre imperioso recordar y advertir que se debe mantener el máximo respeto hacia estos nidos para no molestar durante el desarrollo de los pollos, y especialmente durante la incubación de los huevos. La prudencia y el sentido común deben prevalecer en estas situaciones.


Pero entremos de lleno en cómo transcurre la vida en estos nidos. Las tres fotografías siguientes están realizadas hace ya muchos años desde una ventana camuflada en lo alto de una edificación, no en esta colonia portuguesa sino aquí, en España, pero me sirven para documentar el número de huevos que suelen componer las puestas de las cigüeñas. En las dos primeras podemos ver a tres hermanos y dos huevos aún sin eclosionar en lo que podríamos calificar como una puesta normal. 



Generalmente las cigüeñas ponen entre 3 y 5 huevos, y en algunas ocasiones menos (1 o 2) o más (6). Cuando son muy pequeños siempre hay al menos un adulto en el nido, protegiendo a los pollos de los depredadores o de las inclemencias del tiempo, además de dándoles calor.


Pero a medida que van creciendo y sumando semanas de vida los adultos van pasando más tiempo fuera del nido en busca de alimento, espaciando cada día un poco más las estancias en él.

Si dejamos pasar el tiempo no será extraño ver al final del período de nidificación solo 2 o 3 pollos desarrollados en la mayoría de los nidos. Y es que es bastante común que alguno se quede por el camino debido a que la incubación se inicia desde la puesta del primer huevo, lo que provoca que los pollos que nacen en último lugar arrastren una significativa diferencia de desarrollo físico con respecto de sus hermanos mayores, y con ello una clara desventaja a la hora de disputarse la comida con ellos. Esto hace que poco a poco los últimos en eclosionar vayan perdiendo la batalla por la vida en favor de sus otros hermanos mayores, que acabarán recibiendo así más alimento. No es raro, pues, que en estas situaciones los más pequeños acaben muriendo. En la imagen siguiente los dos cigüeños parecen estar mirando pensativos a su hermano muerto en el borde derecho del nido, consumido y seco, pero aún reconocible.


La vida no es fácil en la naturaleza, y a veces es más sencillo morir que seguir viviendo. Quizás las inclemencias meteorológicas acabaron con la vida de este pollo; o quizás el peligro se encontraba dentro del propio nido, con unos hermanos mayores que sistemáticamente acaparaban la mayor parte de la comida haciendo que el pequeño se debilitara; o puede que un parásito o una enfermedad le hicieran hincar la rodilla; ¿quién sabe?, o a lo peor fue a nacer en un mal año de alimento, poniendo difícil a los padres la tarea de conseguir suficiente comida para todos; o incluso pudiera haber sucedido que uno de los progenitores perdiera la vida por los azares propios de vivir y que al otro le fuese imposible hacerse cargo él solo de conseguir alimento suficiente para todos los hermanos. ¡Hay tantas variables que pueden hacer que un pollo no llegue nunca a la edad adulta, o que un adulto no llegue a hacerse viejo! La vida en la naturaleza no es sencilla, y mucho menos aún segura, por eso siempre será un prodigio del que maravillarnos.


Y poniendo los pies en el suelo y viendo algunos de los nidos situados a menor altura sobre las olas del mar nos preguntábamos si algunos de ellos no se verían afectados, aunque solo fuera de vez en cuando, por el embate de los temporales procedentes del océano, poniendo en grave peligro a las nidadas a consecuencia de ello. Me puedo imaginar olas de grandes dimensiones rompiendo contra los acantilados y lanzando cantidades enormes de agua salada a gran altura empapándolo todo, en medio de fuertes vientos y bajadas de temperatura. No debe ser nada fácil la vida allí esos días y esas noches de borrascas marinas, no. 

Se hace innecesario insistir en que la época de cría resulta un período de sus vidas particularmente fatigoso para los padres, puesto que sacar adelante a una prole siempre hambrienta no suele ser sencillo. En el caso de las cigüeñas, cuando eclosionan los huevos el esfuerzo que deben hacer los progenitores es, sin duda, arduo. 


La llegada de los padres a casa provocará, como si de un resorte se tratara, una frenética actividad en los pollos que esperan hambrientos. No es raro que los adultos aprovechen el viaje al nido con el buche lleno de comida para las crías llevando, además, algo más de material con el que tapizar el centro del mismo, manteniendo así su confort e higiene. Con edades como las de los polluelos de esta entrada, los padres hacen acto de presencia principalmente para traerles comida y cebarlos (y para descansar un poco), espaciando paulatinamente su permanencia en el nido a medida que su prole crece, hasta que acaban yendo prácticamente solo a darles de comer. Con edades avanzadas los pollos permanecen mucho tiempo solos en los nidos, esperando. Cuando por fin llega alguno de los adultos los pequeños cigüeños despliegan un comportamiento típico que estimula la regurgitación del alimento por parte de los adultos, adoptando una postura clásica, agachándose y desplegado las alas con unos movimientos similares a un torpe aleteo, y mirando hacia el centro del nido, lo que se aprecia mejor cuando son tres o cuatro los hermanos. Apoyados sobre los tarsos-metatarsos, los pollos esperan que caiga en el centro de la plataforma el alimento que la cigüeña va a regurgitar desde su buche para lanzarse sobre él y engullirlo antes de que lo puedan hacer sus hermanos: la vida en la naturaleza es una constante lucha por sobrevivir. Obviamente también los veremos intentando comer directamente desde el pico del adulto.



El adulto comienza a hacer un extraño movimiento con el cuello, encorvándolo; entreabre finalmente el pico e inicia la regurgitación de restos medio digeridos de invertebrados diversos, como lombrices de tierra, larvas, o artrópodos como escarabajos, saltamontes, etc. y/o de pequeños vertebrados como ranas, salamandras, pequeños reptiles, ratoncillos o peces, sin olvidarnos que estas aves son grandes basureras y a menudo encuentran su sustento rebuscando entre los desperdicios humanos, en Centros de Tratamiento de Residuos Urbanos y basureros, siendo estos en parte los responsables de que cada vez se vean menos obligadas a migrar a África (pensemos que no es realmente el frío en sí lo que determina la migración de muchas de las aves del planeta, sino que el frío limita la abundancia de su alimento principal, que es lo que al final las obliga a migrar a regiones más amables).



Tras el acto de regurgitar la comida, las cigüeñas suelen realizar una especie de "esponjonamiento" de las plumas del cuello, cabeza, espalda y pecho, como vemos en las imágenes de debajo. Y es que regurgitar no dejará de ser un acto incómodo para el organismo y puede explicar ese acto reflejo una vez terminada la acción, lo que a mí me recuerda a un escalofrío que les pusiese el vello (las plumas) de punta.



Cuando los adultos han depositado el alimento en el nido o lo han regurgitado directamente sobre los picos de sus crías, a menudo se separan por un momento a descansar en el borde del nido o junto a él, a escasos metros de distancia, lo que pudimos observar en varias oportunidades, incluida a la cigüeña de la siguiente imagen, que aparentaba un gran cansancio y fatiga, con el plumaje sucio y la alas caídas, como si las fuerzas le faltaran, no solo para asearse, sino incluso para sostener las alas junto al cuerpo. 


Tras el reposo, a menudo levantarán el vuelo para seguir con la ardua tarea de buscar alimento para su prole, pero en un par de ocasiones observamos que se desplazaron hasta la parte superior del acantilado y caminaron engullendo pequeñas piedrecitas que les ayudarán a "moler" los alimentos ingeridos, lo que les facilitará el proceso de digestión. Estos gastrolitos, que es como se les denomina técnicamente y que también encontramos en los fósiles de los dinosaurios, así como en otros reptiles (otro vestigio de los orígenes de las aves), se alojan en el estómago o molleja de algunas aves, principalmente granívoras (me acuerdo ahora de la extraordinaria experiencia de observar grandes bandos de ánsares comiendo arena en algunas dunas de, P. N. de Doñana, hace ahora muchos años). Las cigüeñas de las dos siguientes fotografías dedicaron unos minutos a recorrer las cercanías del nido seleccionando pequeños guijarros que ingirieron con dicho fin.



Regresando a la vida en el nido, y como decíamos antes, la mayor parte del tiempo los pollos con estas edades ya permanecen solos la mayor parte del día. A comienzos de junio en toda la península ibérica -también aquí, a orillas del Atlántico- los pollos de cigüeña ya están practicando los aleteos que les proporcionarán la fortaleza muscular y habilidades suficientes como para realizar sus primeros vuelos. ¡Y van a necesitar practicar muy duro, pues en este entorno no se pueden permitir el lujo de aterrizar en el agua en sus primeros vuelos! No todas las crías tienen el mismo nivel de desarrollo físico, pero lo normal es que estas torpes prácticas sean ya comunes en todos y cada uno de los nidos.

Viéndolos aletear pareciera que les pesaran las alas. Esto es debido a que las plumas de vuelo aún se encuentran sin desarrollar del todo, pudiéndolas observar en la fotografía inferior emergiendo aún de su estuche azulado. Hasta que las remeras primarias y secundarias no se hayan desarrollado definitivamente y liberado de dicha funda sus grandes alas planeadoras no tendrán la sustentación suficiente para darles la gracilidad propia de estas aves. Entre tanto, mientras esperan una nueva llegada de comida estas prácticas se vuelven cada día más habituales en el ático de las cigüeñas.


Veo a los pollos practicando cómo funcionan esas cosas grandotas que aún no controlan y que denominamos alas, mientras observan la pericia que con ellas tienen otras criaturas voladoras de su entorno, incluidas las propias cigüeñas adultas. Y, como si fuera la historia de Juan Salvador Gaviota, me las imagino soñando con emular un día en lo más alto del cielo esos vuelos perfectos de sus padres y del resto de aves de los acantilados -gaviotas, halcones, grajillas, palomas, cormoranes, ...-, planeando ingrávidas y describiendo círculos sobre nuestras cabezas.

Se acerca ese día y entonces se convertirán todas ellas en elegantes cigüeñas blancas que cubrirán nuestros cielos con su grácil vuelo; esbeltas y bellas compañeras de pueblos, ciudades y campos. Esperemos que la mayoría de ellas lleguen a viejas y sean capaces de prolongar en el tiempo la intensa vida de esta extraordinaria colonia. Y es que por muchas cosas la Costa Vicentina no te dejará indiferente, seguro. 





6 de junio de 2024

Odio, simplemente


Feliz Rodríguez de la Fuente llamaba de manera coloquial maese raposo al zorro (Vulpes vulpes), lo que no dejaba de ser un apelativo afectuoso que transmitía una enorme complicidad con el animal, algo que nos parecerá normal si atendemos a su importante función en los ecosistemas, difícilmente sustituible por otra especie, y vista, además, su innegable belleza y esa mirada inteligente e inquisitiva con la que nos estudia cuando tenemos la rara oportunidad de mirarnos de cerca. Porque sí, por mucho que a las administraciones públicas, a las gentes del campo y a los omnipresentes cazadores les moleste, el zorro rojo es una pieza importante en el engranaje de nuestros ecosistemas, al igual a como lo son el resto de depredadores del planeta, y se vuelve por ello importante conocerlo y otorgarle el protagonismo que se merece en ellos. Sin zorros en nuestros campos los procesos se alteran, ¡a ver cuándo se nos mete eso en la cabeza de una vez por todas! Es tan de perogrullo que ya cansa tener que repetirlo constantemente. Y si este cánido no hubiera evolucionado nunca hasta convertirse en lo que hoy conocemos, hubiera tenido que ocupar su espacio en el medio natural otra criatura distinta que habría de cumplir sus mismas funciones ecológicas, principalmente como policías sanitarios que eliminan del campo muchos posibles focos de infección, a la par que mantener a raya posibles explosiones demográficas de otros animales, en especial de roedores. 


El zorro es un carnívoro oportunista, con un amplísimo espectro alimenticio que va desde los lagomorfos y los micromamíferos como base fundamental, hasta la fruta y otros vegetales, pasando por aves de pequeño tamaño, reptiles, peces, insectos e invertebrados, y, por supuesto, carroña y basura. Que unas presas u otras formen una parte más llamativa en la composición de su dieta depende principalmente de la abundancia y disponibilidad de cada recurso, lo que puede venir condicionado entre otras razones por la época del año o la situación geográfica, encontrando un mayor consumo de micromamíferos en el norte de la península ibérica y de lagomorfos en el sur, por ejemplo. 


Por ignorancia o por simple maldad, tanto para las instituciones como para los paisanos que viven en el medio rural y para los cazadores el zorro es una especie que solo merece ser extinguida, a juzgar al menos por el empeño que ponen todos ellos en continuar perpetrando la brutal persecución a la que lo tienen sometido. Ningún otro depredador soporta las masacres que sufre esta especie, excepto el propio lobo, claro, al que proporcionalmente al número de sus poblaciones se le aniquila de la misma manera y por los mismos personajes, antes de manera legal e ilegal, y en la actualidad solo de manera furtiva tras su protección integral en nuestro país. Si este último es la personificación de la maldad y del ser sanguinario que disfruta repartiendo dolor al ser humano, como bien hemos aprendido todos en los "educativos" cuentos que nos leían de niños, el zorro es la encarnación del ser maquiavélico cuya única función en esta vida debe ser tocarle las narices al hombre en todo lo posible, allí donde más le duele, a saber: comiendo "sus" perdices y "sus" conejos. Gravísimo pecado, sin duda, al paredón con él. Porque con el zorro, llamemos a las cosas por su nombre, lo que se fomenta desde las instituciones es una verdadera carnicería, un aniquilamiento estudiado, premeditado y con alevosía, al que los dos sectores restantes se vienen sumando gustosamente: el mundo rural y, por supuesto, el colectivo cinegético, ¡faltaba más!. Y si no lo creéis veamos el siguiente calendario.


En él podemos comprobar cómo la muerte del zorro sigue contando con un rotundo y decidido amparo legal, siendo actualmente el único depredador al que se le sigue gestionando a tiro limpio; eso sí, sin olvidarnos que de forma ilegal sigue habiendo garrulos descerebrados que continúan matando ejemplares de todas las especies depredadoras del país, incluidos linces, osos o rapaces, por ejemplo, y por supuesto lobos, especie a la que se le ha declarado una abyecta guerra incluso desde los mismos despachos que deberían protegerlo. A las rapaces se las protegió hace décadas, al resto de mesodepredadores (mustélidos, vivérridos, herpéstidos, ...) tampoco se los puede eliminar ya y por fin se ha sacado de este horrible calendario al lobo en fechas recientes, quedando el zorro como el gran desamparado por las administraciones, siendo la única especie de carnívoro considerada aún cinegética, para mayor ignominia.


Pero no solo sigue siendo el único depredador al que se le sigue dando caña exactamente igual a como se hacía en la época más oscura de las bochornosas Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos y Protección de la Caza -para mayor vergüenza nuestra en pleno siglo XXI, por su paralelismo de actuaciones respecto de este cánido-, sino que, además, es al único al que se le puede matar durante todo el año (en esta bendita comunidad autónoma ese dudoso honor lo comparte con el muflón, especie exótica introducida para diversión de los cazadores al que sorprendentemente también se la puede cazar incluso en el período reproductor). Sí, señores, los dos asteriscos que acompañan al zorro en esta dichosa autonomía indican que se le puede tirotear durante el período general de la temporada de caza menor, además de en la media veda, y durante el resto de modalidades de caza mayor, lo que completa todas las semanas del año. Pero no acaba ahí la cosa, ya que deberemos sumar las continuas campañas, autorizadas sin ninguna cortapisa, para lo que esta gente denomina "control de predadores" en la gestión de sus cotos de caza. 


Poderlos matar durante todo el año conlleva que no se libren ni las hembras lactantes, ni los cachorros. ¿De verdad se puede ser más ruin con la fauna? ¿De verdad se puede ser más insensible, inhumano y despreciable con ella? Volvemos a echar mano de las estadísticas de caza del MITECO y vemos que en 2019 fueron contabilizados la barbaridad de 214.095 zorros muertos; zorros muertos por el odio irracional del ser humano y tirados en el campo para que se pudran como si fueran basura. Y esa cifra es solo la contabilizada oficialmente en 14 de las 17 CCAA, sabiendo que una grandísima parte de los animales muertos no se reportan a esa repulsiva "contabilidad". ¿Cuántos morirán anualmente en realidad? ¿el doble? ¿el triple?


La sociedad debe darse cuenta de que la mentalidad de aquellas infames Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos y Protección de la Caza inauguradas en el Régimen franquista sigue impregnando las instituciones públicas que tienen encomendadas ahora la tarea de conservar y proteger nuestra naturaleza, como impregnada está en la mentalidad de gran parte del mundo rural y del sector cinegético. Si matar zorros es justificable porque se alimenta de conejos, lo sería también eliminar linces o águilas imperiales por una mera cuestión de concepto filosófico; pero todos sabemos que no lo es. Y como es en parte una cuestión ideológica y ontológica -además de biológica- no sirve para hacer distinciones entre ellas el argumento de que de unas especies hay pocos y están en Peligro de Extinción y de la otra hay muchos. Estas Consejerías confunden la protección de la naturaleza con su explotación cinegética. ¡Y no es lo mismo! Conservar la naturaleza no puede ir de la mano de masacrar cientos de miles de ejemplares de un depredador porque parezca haber cogido la manía de alimentarse diariamente de animales silvestres, que es precisamente lo que tiene que hacer. Con el zorro seguimos exactamente igual que en aquellos años aciagos de las Juntas Provinciales, es más de lo mismo, no ha cambiado nada, no hemos avanzado ni un milímetro. Bueno, sí, sí hemos cambiado un milímetro, antiguamente se premiaba económicamente la masacre y ahora ya solo se masacra gratuitamente, lo que me parece incluso peor que entonces. Es simplemente analfabetismo biológico y vergüenza social. Sencillamente odio, señores, odio. Da igual el día del año que pasees por el campo que la imagen que te puedes encontrar puede ser similar a estas: zorros pudriéndose en cualquier rincón. Y esta vergüenza social ya no es para proteger a alguna gallina o a algún cordero que este cánido pueda distraer al hombre en un descuido. No. Esta vergüenza social es para proteger a los conejos y las perdices supuestamente propiedad de los cazadores, lo que resulta exactamente idéntico a las execrables Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos y Protección de la Caza. En definitiva, es la misma gestión con el mismo fin.


Si a la inmensa mayoría de la sociedad nos resulta imposible comprender que pueda ser divertido matar a una cabra montés o a un ciervo para decapitar al animal y colgar el cráneo en la pared del salón, ¿cómo no nos va a parecer del todo incomprensible, injustificable y repulsivo cuando a la víctima machacada, además, no la quieren ni para eso y su cuerpo es abandonado allí mismo donde fue eliminada? Se los mata por matar. Por simple odio. Eso sí, barnizado con justificaciones rancias y anticuadas para maquillar esta depravación, pues es sabido que su control no es ni efectivo de cara a reducir sus números, ni para aumentar las poblaciones de sus presas. Más execrable no puede ser. Así la Federación de Caza de Castilla y León dice en su web lo siguiente respecto del pecado capital que comete el zorro por querer comer a diario: "El zorro es una de las especies que mayor daño provoca a los cotos de caza menor, pues al contrario de lo que algunos sugieran, el zorro come todos los días, conejos, perdigones, liebratos, ratones, saltamontes e incluso uvas, como han demostrado sus heces, pero sin duda hablamos de un carnívoro y por eso su alimentación está orientada hacia la caza de aves y herbívoros. La cuenta es muy fácil, si un zorro come un día de la semana una paridera de coneja, estamos hablando de entre cuatro y cinco conejos, que al año da una cifra mareante aunque solo contemos cinco meses de reproducción, pero si tenemos en nuestro coto diez zorros, que serán pocos, es mejor que colguemos las escopetas".

Este es el pecado del zorro, alimentarse de los conejos que parecen ser propiedad de los asociados del coto y no animales silvestres que forman parte de un ecosistema salvaje y de un patrimonio natural que ES DE TODOS, como lo son las encinas de su coto o el curso de agua que lo atraviesa. La naturaleza es un bien común que ellos deben gestionar sin esquilmar sus predios, porque NO ES SUYA. Podrán hacer un aprovechamiento cinegético como pueden obtener un recurso maderero con las podas, pero no deberían poder gestionar de esa manera a ninguna especie (lo que es responsabilidad de las administraciones que lo amparan) como prohibido tienen alterar un cauce fluvial, cortar encinas, o incluso podarlas de cualquier manera y sin control. Respecto del imaginativo texto de la Federación no entraremos a valorar el número de zorros que pueden compartir un cierto espacio, lo que dado su carácter fuertemente territorial será muuuuuucho menor de lo que ellos "calculan a ojo", ni perderemos el tiempo en valorar si resulta altamente improbable que los zorros se pasen sus vidas abriendo conejeras, como parece desprenderse de sus justificaciones, pero estos señores sí deberían comprender de una vez por todas que el medio natural está equilibrado cuando en él co-existen depredadores y presas, que las poblaciones de unos y otras se equilibran por sí solos, y que únicamente se altera esa armonía cuando los seres humanos metemos nuestras zarpas en él, por ejemplo "gestionando" nuestra naturaleza como si fuera un coto de caza, soltando especies exóticas, repoblando con animales criados en granjas, cercenando la permeabilidad de las fincas con vallados cinegéticos, o ... haciendo un control infame de predadores, por poner solo algunos ejemplos. 


Que tengamos que hablar de estas cuestiones ya bien entrado el siglo XXI en un país que se cree así mismo civilizado es verdaderamente penoso y triste. Es inaudito que con el zorro se haga lo que socialmente nunca se admitiría que se puede hacer con ninguna especie animal en nuestros días: matarlo por todos los medios legales que estén al alcance de la gente y durante todo el año. Sin compasión. Y si creíais con esto que no se podía caer más bajo, vais a cambiar rápidamente de opinión cuando penséis en que al zorro se le puede matar incluso en el interior de las madrigueras en las que se guarece, también en los meses de primavera con sus cachorros. En este tipo de caza, a menudo las peleas a muerte que se establecen en su interior con los perros de distintas razas terrier con los que se practica esta modalidad bárbara y salvaje de caza llegan a durar muchas horas, y en ocasiones, después de extenuantes esfuerzos, puede suceder que no consigan que el zorro salga al exterior, ni sacarlo de dentro con picos y palas, quedando el animal muerto o muy malherido en su madriguera. Y no es raro que muchos de esos zorros que quedaron moribundos dentro acaben saliendo de noche a morir al exterior, como en las fotos de este ejemplar fotografiado con 14 días de diferencia. 


Amigos, el zorro es el gran olvidado. Seguirá siendo masacrado y abandonado para que se pudra en el campo, como si fuera basura, humillado y ultrajado. Nos acordamos mucho de la persecución paranoica del lobo, o de los osos que mueren en las perversas Reservas Regionales de Caza confundidos con jabalíes en cualquier "batida de la vergüenza" autorizada por la Consejería de turno, y no nos olvidamos del estado quizás irreversible en el que se encuentran el urogallo y el sisón, o la difícil situación de la perdicera, ni del descenso salvaje que ha sufrido la carraca o el repunte poblacional del lince, el quebrantahuesos o la imperial, pero del miserable exterminio sistemático del zorro amparado por esas instituciones actuales, dignas sucesoras de las Juntas de Extinción de Animales Dañinos en que se han convertido las Consejerías de Medio Ambiente de nuestro país, no se acuerda casi nadie y en casi ninguna ocasión. Aún queda algo de esperanza cuando asociaciones como Free Fox. Nuestros Amigos los Zorros o el Colectivo Loita Raposa nacen y crecen para defender a este cánido de la barbarie a la que se le tiene sometido, incluyendo los vergonzosos campeonatos de caza del zorro que se celebran en Galicia. Son un soplo de esperanza frente al exterminio. Exterminio irracional. Exterminio sin sentido y absurdo de un aliado de la agricultura y de una pieza importante en los ecosistemas mediterráneos y atlánticos. Exterminio maldito y repugnante. Abominable. Uno se avergüenza de pertenecer a la especie humana.

Luego se harán campañas de envenenamiento masivo con rodenticidas que se entregarán a manos llenas a los agricultores porque el topillo se expande y afecta a "sus otros intereses" humanos. O se ampliarán los períodos de caza porque hay explosiones de conejo. ¿Se puede de verdad ser más incoherente e irresponsable? ¿Se puede ser más incompetente todavía?


Bueno, tratándose del ser humano ... sí, se podrá, aún hay espacio suficiente para empeorar mucho más las cosas viendo la deriva institucional y social que se va adueñando de la vieja y cada vez menos verde y civilizada Europa.

¡Qué miedo me da el futuro!