Mucho antes de que los rayos de sol penetren en el fondo del valle, una pareja de cuervos (Corvus corax) ya dedican su tiempo a trasegar por el cauce fluvial buscando una primera comida fácil, a la que sin duda ya están muy acostumbrados. Se van posando de piedra en piedra a lo largo de la rivera haciendo resonar sus profundos graznidos entre las laderas del pequeño cañón. No tarda mucho uno de ellos en localizar un cangrejo junto a la orilla y, con la tranquilidad con la que uno se sirve en un buffet libre, se baja, lo pinza con su pico y se lo lleva en un vuelo corto hasta una piedra, a no mucha distancia. No hay lucha, no hay persecución, ni forcejeo. El desayuno está servido. Las dos pinzas del crustáceo todavía se mueven en un intento desesperado de defenderse, pero el pobre animal está sentenciado. Lo deja sobre la piedra y sujetándolo con la ayuda de sus fuertes patas y uñas, lo divide en dos, comenzando directamente a comer del interior de su exoesqueleto. No deja el inteligente cuervo de observar a su alrededor, desconfiado, por si algún peligro lo acechase; es la ley de la naturaleza: comer y no ser comido. Él hoy, de momento, come. Observa. Vuelve a comer. Y vuelve a mirar -cualquier precaución es poca-. Acaba con el cangrejo rojo como si de un primer pincho en la barra de un bar se tratara, y regresa al arroyo en busca de más, desapareciendo valle arriba.
Y también arriba, pero sobre la piedra, quedan los restos de su pitanza: dos pinzas de cangrejo, los segmentos de un abdomen, unas pequeñas patas alargadas y la parte exterior de un robusto cefalotórax. Pequeños restos que se secarán al sol, igual que antes lo hicieron los de otros congéneres y que ahora reposan blanquecinos sobre otras piedras de este recóndito lugar.
Mostrando entradas con la etiqueta cuervo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cuervo. Mostrar todas las entradas
21 de septiembre de 2015
24 de mayo de 2014
Azul infinito
Etiquetas:
Andalucía,
Aragón,
Arribes,
Aves,
Castilla y León,
cuervo,
Huelva,
Huesca,
La Nava,
Naturaleza,
Palencia,
Salamanca,
Sierra de Francia,
Urbano,
Valladolid
26 de septiembre de 2012
El buitre-águila (Gypaetus barbatus)
El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) es, sin ningún género de dudas, una de las aves más espectaculares y bellas de nuestra geografía. El imponente aspecto que mantienen los adultos cuando se encuentran posados no deja indiferente a ningún observador, ni tampoco su penetrante mirada, resaltada por un anillo esclerótico de intenso color rojo que rodea un bonito iris blanquecino.
Su nombre científico deriva de los vocablos griegos "gyps" y "aetos" que significan respectivamente buitre y águila, lo que viendo a uno de estos animales de cerca no puede parecernos más acertado. Con su aspecto velero y larga cola, sus colores contrastados y llamativos, y su gran pico ganchudo podría parecernos fácilmente una especie de águila. Por el contrario, sus gruesas y toscas garras delatan su ineficacia para la caza, lo que se ve confirmado atendiendo a su alimentación, siendo esta, además, una de las características que más llama la atención, pues es la única ave osteófaga del planeta. Los huesos, que constituyen la base de su dieta una vez tienen el tamaño adecuado -lo que a veces consiguen dejándolos caer sobre los conocidos "rompederos"- son tragados enteros, sin contemplaciones y con una facilidad asombrosa.
Otro rasgo distintivo de esta especie es su bigotera, constituida por finas plumas a modo de pelos en las partes superior e inferior del pico, y que justifica suficientemente el apellido "barbatus", palabra latina muy descriptiva.
Puestos a buscar más curiosidades que hacen de esta rapaz un ave, si cabe, más peculiar todavía, nos fijaremos en la costumbre relativamente frecuente de constituir unidades familiares compuestas por dos machos y una hembra (tríos poliándricos). O su costumbre de bañarse en aguas ferruginosas que tiñen su plumaje de un típico color anaranjado más o menos intenso, ya que su color real es el marfil o crema, casi blanco.
Su madurez sexual tiene lugar a los 7 años de edad, y desde que nace hasta que la alcanza pasa por varios estadíos de plumaje muy distintos. Nosotros los resumiremos en tres, aunque cada uno de ellos puede ser dividido además en otros, en función de sus mudas. Se consideran juveniles hasta los 3 años, subadultos con 4 y 5 años de edad y finalmente adultos los de 6 (imperfectos) y 7 años en adelante.
Fotográficamente hablando, podemos decir que sería casi imposible fotografiar a esta especie posada en una "carroñada" libre y sin controlar, al menos para los que residimos lejos de sus montañas. O por lo menos lo es sin un empleo de tiempo y esfuerzo desproporcionados. Esto es así tanto por los controles administrativos que se mantienen para velar por su conservación y protección, como por la amplitud de sus territorios de campeo. La opción realista son los muladares ya existentes, gestionados por las administraciones autonómicas o algunas entidades privadas. En el Pirineo español existen varias opciones. En Lérida encontramos la posibilidad de utilizar el hide de la empresa Photo Logistics, o el situado en el cebadero de Boumort dependiente de la Generalidad de Cataluña o el de Jordi Canut en Buseu. Por su parte, en Aragón localizamos el emblemático hide del Cebollar, en Torla, del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (INAGA).
Todas las imágenes de este post están realizadas en este último Punto de Alimentación Suplementaria (PAS), del que sólo puedo hablar excelencias. Los fondos son extraordinarios, y las luces muy buenas, con contraluces interesantes por la mañana y cálidos rayos de sol por la tarde. La distancia máxima a la que se posan en el borde del cantil ronda los 25 m., aunque pueden situarse más cerca del hide. Por ello un 500 mm montado sobre algún cuerpo con factor de multiplicación puede llegar a ser una lente demasiado potente para hacer tomas completas del animal con algo de aire alrededor. Lo que sí es seguro es que para realizar entradas volando no es muy práctico por el poco espacio de maniobra y tiempo de reacción que tendremos desde que aparecen en los laterales de nuestro ángulo de visión -emergiendo tras unos pinos- hasta que se posan. Una focal algo menor o un zoom aumentarán exponencialmente nuestras posibilidades de hacer buenas entradas. Habitualmente aquí podremos hacer fotografías de quebrantahuesos, buitre leonado y cuervo. A veces también de águila real e incluso buitre negro y zorro, siendo además el alimoche comensal habitual durante la época del año adecuada.
El permiso se solicita al INAGA a finales de año. Hay que estar atentos para no perder la oportunidad. Por ejemplo, para la temporada 2012 las condiciones aparecieron publicadas en el Boletín Oficial de Aragón a primeros de octubre de 2011 y se solicitaron entre el 2 de noviembre y el 16 de diciembre de ese mismo año. Se concedieron un total de 11 autorizaciones para un periodo comprendido entre primeros de abril y finales de noviembre, por escrupuloso sorteo público. Cada permiso es válido para tres de los cinco días laborables de una semana -de lunes a viernes-. Una vez se ha tenido la fortuna de estar entre los 11 autorizados, se confirma la aceptación de la semana otorgada en el sorteo y se pasa a pagar las tasas. Cada solicitante puede incluir a un compañero en el permiso. Ya sólo resta tener suerte con el tiempo y los animales. Sobre el terreno, el buen hacer y profesionalidad de los Agentes de Protección de la Naturaleza que organizan los aportes de comida está asegurado, siendo exquisito el trato con los fotógrafos y encomiable su interés porque marchen de Torla con la satisfacción de haber pasado unos días perfectos y de haber obtenido buenas tomas de esta belleza que es el quebrantahuesos.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/400 sg. 200 ISO.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 7.1 - 1/400 sg. 200 ISO. Recorte de una imagen mayor.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/1250 sg. 400 ISO.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/500 sg. 200 ISO. Imagen re-encuadrada.
Otro rasgo distintivo de esta especie es su bigotera, constituida por finas plumas a modo de pelos en las partes superior e inferior del pico, y que justifica suficientemente el apellido "barbatus", palabra latina muy descriptiva.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/500 sg. 200 ISO. Pequeño recorte de una imagen mayor.
Puestos a buscar más curiosidades que hacen de esta rapaz un ave, si cabe, más peculiar todavía, nos fijaremos en la costumbre relativamente frecuente de constituir unidades familiares compuestas por dos machos y una hembra (tríos poliándricos). O su costumbre de bañarse en aguas ferruginosas que tiñen su plumaje de un típico color anaranjado más o menos intenso, ya que su color real es el marfil o crema, casi blanco.
Ejemplar con una coloración muy clara.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/320 sg. 200 ISO.
Ejemplar con la coloración típica anaranjada.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/320 sg. 200 ISO.
Su madurez sexual tiene lugar a los 7 años de edad, y desde que nace hasta que la alcanza pasa por varios estadíos de plumaje muy distintos. Nosotros los resumiremos en tres, aunque cada uno de ellos puede ser dividido además en otros, en función de sus mudas. Se consideran juveniles hasta los 3 años, subadultos con 4 y 5 años de edad y finalmente adultos los de 6 (imperfectos) y 7 años en adelante.
Juvenil de menos de una año de edad, con el típico moteado blanco y el iris del ojo grisáceo.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/320 sg. 200 ISO.
María, de algo más de un año de edad, sin el moteado blanco de las plumas ventrales y el iris ya muy claro.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/320 sg. 200 ISO.
La hembra Paola, juvenil de tres años de edad, con el vientre marrón y la bigotera más desarrollada.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/320 sg. 200 ISO.
Subadulto de 4-5 años.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 8 - 1/200 sg. 200 ISO.
Fotográficamente hablando, podemos decir que sería casi imposible fotografiar a esta especie posada en una "carroñada" libre y sin controlar, al menos para los que residimos lejos de sus montañas. O por lo menos lo es sin un empleo de tiempo y esfuerzo desproporcionados. Esto es así tanto por los controles administrativos que se mantienen para velar por su conservación y protección, como por la amplitud de sus territorios de campeo. La opción realista son los muladares ya existentes, gestionados por las administraciones autonómicas o algunas entidades privadas. En el Pirineo español existen varias opciones. En Lérida encontramos la posibilidad de utilizar el hide de la empresa Photo Logistics, o el situado en el cebadero de Boumort dependiente de la Generalidad de Cataluña o el de Jordi Canut en Buseu. Por su parte, en Aragón localizamos el emblemático hide del Cebollar, en Torla, del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (INAGA).
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/400 sg. 200 ISO.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/250 sg. 200 ISO.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 6.3 - 1/160 sg. 200 ISO.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f 5.6 - 1/250 sg. 200 ISO. Recorte de una imagen mayor.
El permiso se solicita al INAGA a finales de año. Hay que estar atentos para no perder la oportunidad. Por ejemplo, para la temporada 2012 las condiciones aparecieron publicadas en el Boletín Oficial de Aragón a primeros de octubre de 2011 y se solicitaron entre el 2 de noviembre y el 16 de diciembre de ese mismo año. Se concedieron un total de 11 autorizaciones para un periodo comprendido entre primeros de abril y finales de noviembre, por escrupuloso sorteo público. Cada permiso es válido para tres de los cinco días laborables de una semana -de lunes a viernes-. Una vez se ha tenido la fortuna de estar entre los 11 autorizados, se confirma la aceptación de la semana otorgada en el sorteo y se pasa a pagar las tasas. Cada solicitante puede incluir a un compañero en el permiso. Ya sólo resta tener suerte con el tiempo y los animales. Sobre el terreno, el buen hacer y profesionalidad de los Agentes de Protección de la Naturaleza que organizan los aportes de comida está asegurado, siendo exquisito el trato con los fotógrafos y encomiable su interés porque marchen de Torla con la satisfacción de haber pasado unos días perfectos y de haber obtenido buenas tomas de esta belleza que es el quebrantahuesos.
Etiquetas:
Aragón,
Aves,
Buitre Leonado,
cuervo,
Fauna,
Huesca,
Montaña,
Naturaleza,
Pirineos,
Quebrantahuesos
Suscribirse a:
Entradas (Atom)