... de ejemplares muertos de oso pardo (Ursus arctos) en nuestro país. Coincidiendo con la temporada de caza dos hembras de oso han caído el mismo día bajo los disparos de sendos cazadores, una en los Pirineos y la otra en la montaña palentina.
La osa Sarousse lo hizo ayer domingo 29 de noviembre en un valle del Pirineo oscense, lo que suma el tercer ejemplar de esta especie muerto en esta cordillera en lo que llevamos de año, tras la muerte el 9 de abril en extrañas circunstancias del macho Cachou en la vertiente española y de otro ejemplar más en la vertiente francesa con varios disparos de arma de fuego. Cabe reseñar que el miércoles 18 de noviembre, siete meses después de la muerte de Cachou, fue detenido y posteriormente puesto en libertad con cargos un agente forestal del Conselh Generau d'Aran acusado de un delito contra la fauna, otro de prevaricación y uno más de revelación de secretos, relacionados con la muerte de dicho animal, algo que tiene pocos precedentes en nuestro país, donde siempre ha salido gratis matar a esta especie. La muerte de este último ejemplar de oso en los Pirineos, la vieja osa conocida como Sorousse, tuvo lugar durante el transcurso de una batida al jabalí, modalidad cinegética que se ha demostrado en ya demasiadas ocasiones trágica para la especie, pero que se sigue practicando sin remordimiento alguno en todo nuestro territorio nacional, independientemente de que se conozca en la zona la presencia de las especies protegidas más emblemáticas de nuestra fauna, como en el caso de los propios osos pardos en el norte de nuestra geografía, o de linces, buitres negros, águilas imperiales, reales o perdiceras en el resto de la península, e incluso durante la temporada reproductora. Nunca nos cansaremos de criticar abiertamente estas modalidades cinegéticas debido al estrés brutal que provoca en todas las especies animales que puedan vivir en la zona sobre la que se practica la batida, el gancho o la montería.
Por su parte, también caía ayer víctima de otro cazador una hembra de oso pardo del reducido núcleo oriental de la especie, en el término municipal de Cervera de Pisuerga -en la montaña palentina-, durante el transcurso de otra cacería al jabalí, ¡cómo no!, la enésima que acaba de esta trágica manera. Y esto sucedió a pesar de que en esta ocasión la partida de caza estaba acompañada por dos celadores ambientales y un miembro de la Patrulla Oso de la Junta de Castilla y León, lo que parece indicar que alguna sospecha de la presencia de ejemplares había, aunque la Junta haya anunciado que en los días previos se rastreó la zona y no se había podido constatar este hecho. Yo, personalmente, no me lo creo dado el historial que arrastra tras de sí la siempre judicializada Junta de Castilla y León en materia medioambiental, y la lamentable trayectoria que ostenta del más profundo desprecio a nuestro patrimonio natural.
Este nuevo suceso ocurre en uno de los sumideros de osos pardos más vergonzosos de nuestro país: la Reserva Regional de Caza de Fuentes Carrionas, donde en las últimas décadas no han dejado de aparecer cadáveres de osos muertos por disparos y veneno a pesar del pequeño número de individuos con que cuenta, que durante varias décadas estuvo limitado a dos o tres decenas. La diferencia en el número de ejemplares muertos en este núcleo oriental -que cuenta con unos 50 ejemplares en la actualidad- es muy poco significativa respecto de los osos muertos en el vecino núcleo occidental, que mantenía una población de aproximadamente 280 ejemplares en 2018. Es verdaderamente escandaloso que Parques Naturales como este de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina, sean a la vez Reservas Regionales de Caza, en donde la muerte de la fauna por diversión se prioriza sobre el uso conservacionista del mismo espacio físico. No hay palabras para explicar este sinsentido y debería sonrojar a la propia Consejería de Fomento y Medio Ambiente si tuvieran un mínimo de dignidad. Y ya que estamos con este asunto, no estaría demás que, al igual que a los cotos privados de caza se les sanciona con un número determinado de temporadas sin poder realizar actividades cinegéticas cuando en su interior se cometen delitos contra la fauna, como por ejemplo el uso del veneno, a las propias Reservas Regionales de Caza se les aplicara un protocolo similar cuando en su interior ocurren sucesos tan graves como el de Fuentes Carrionas.
Este espacio natural protegido se ha convertido desde hace muchas décadas en un territorio muy peligroso para el oso (y otros animales como el lobo), donde la caza por diversión y el furtivismo están realizando estragos en la reducida población osera del núcleo oriental. Cuando el ejemplar muerto es además una hembra, la gravedad se multiplica exponencialmente, representando un duro golpe para su recuperación. Y esto es así por la desproporcionada relación que existe en la subpoblación oriental entre machos y hembras. La sex ratio se inclina abrumadoramente a favor de los machos respecto del género opuesto. En las últimas temporadas se han venido reproduciendo del orden de seis osas en este núcleo, lo que representa un porcentaje muy pequeño con respecto del número de machos existente. Esto tiene dos consecuencias directas: en primer lugar el alto riesgo de infanticidio que emana de la gran densidad de machos dispuestos a aparearse con tan pocas hembras, derivando en un evidente menor éxito reproductor. Y en segundo lugar, dificulta la expansión de su área de distribución, impidiendo así la deseada conexión con la subpoblación occidental que evitaría los riesgos de la consanguinidad. Esto sucede por la marcada "filopatría" que presentan las hembras de esta especie, que hace que las osas jóvenes se queden en las proximidades de sus lugares de nacimiento una vez alcanzada la madurez sexual, provocando una gran lentitud en la ampliación de su área de distribución.
Pero no nos engañemos, el problema que la práctica de la caza acaba provocando en la población osera de la Cordillera Cantábrica y el furtivismo desaforado que encontramos en ambas vertientes montañosas, ocupadas por ya demasiadas Reservas Regionales de Caza (las de Fuentes Carrionas, Riaño y Mampodre en Castilla y León, y hasta 11 más en la vertiente asturiana que afectan a prácticamente la totalidad de la vertiente norte de la cordillera, casi sin interrupción) perjudica por igual a los dos núcleos oseros, como ya vimos en una entrada del blog publicada este verano y titulada "Osos: venenos, lazos y tiros". Nos encontramos ante un problema sistémico en la cordillera, donde caza y furtivismo están íntimamente ligados a esta magnífica espina dorsal, y en donde limitar la primera y luchar contra el segundo parece hoy en día un objetivo difícil de alcanzar.
Estas dos osas no serán los últimos ejemplares de oso pardo que morirán en nuestras montañas ante la desidia de nuestras administraciones, que se ponen de perfil ante un serio problema de conservación, como si las cuestión no fuera con ellos. Hoy por hoy, tocar la caza parece tarea imposible y perseguir el furtivismo una verdadera quimera.
ÚLTIMA HORA: cuando ya han pasado más de una semana desde que publiqué esta entrada, me hago eco del levantamiento del sumario decretado por la jueza que investiga la muerte del oso Cachou, para lamentar que el delito fue premeditado y estudiado con detenimiento. Este caso ha puesto de manifiesto la existencia hasta de un grupo de WhatsApp denominado Plataforma Antioso compuesta por un gran número de personajes (llegó a contar con casi 150 miembros), algunos de los cuales incluso tenían o habían tenido (como el detenido) cargos de responsabilidad en el Consell d'Arán que gobierna en El Valle de Arán, incluido el presunto cabecilla de la trama. Cachou fue envenenado con anticongelante presuntamente por un investigado que trabajaba como funcionario de Medio Ambiente, cuyas funciones eran precisamente el seguimiento de los osos, y que tenía por lo tanto acceso directo a la localización exacta de los animales radiomarcados. Incluso habría bravuconeado en alguna ocasión diciendo que lo envenenaría de esta manera.
Solo esperamos que todo el peso de la Ley recaiga sobre todos los responsables del envenenamiento y sobre sus encubridores.