Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

5 de febrero de 2021

El lobo, aquel gran proscrito ...

 ..., hoy lo es un poco menos.

Para la RAE un proscrito es simplemente un desterrado, mientras que para el verbo "proscribir" la Real Academia Española dice en su tercera acepción que es "Declarar a alguien malhechor, dando facultad a cualquiera para que le quite la vida y a veces ofreciendo premio a quien lo entregue vivo o muerto".

Hoy el lobo ibérico (Canis lupus signatus) está muy cerca de dejar de ser ese odiado proscrito que Félix Rodríguez de la Fuente conoció hace 60 años. Estoy seguro que ayer y hoy muchos nos hemos acordado de aquel referente irrepetible de la lucha ecologista en nuestro país, que dedicó su vida a la conservación de la naturaleza y especialmente a la protección de nuestro gran carnívoro. Y estoy también convencido de que hoy estaría muy orgulloso de lo que esta sociedad ha conseguido. Hoy Félix luciría una sonrisa en su semblante.



Porque desde ayer el lobo deja de ser ese chivo expiatorio responsable de todos los males del mundo rural, desde la extinción de la ganadería hasta el mismo éxodo rural; deja de ser ese villano infame, perverso y criminal, sediento de sangre al que cualquiera le podía quitar la vida siendo, además, aplaudido y recompensado. Desde ayer ese ser maléfico se ha transformado en un simple animal más, un ser de carne y hueso, real, como lo es el oso, el lince o nuestras rapaces, un ser que ni odia ni tiene sed de sangre y que, muy por el contrario, necesita de una protección eficaz como la que tutela y ampara a los anteriormente citados. Un ser que empieza a tenerse en cuenta, por fin, como una pieza fundamental en nuestros ecosistemas. Ni más, ni menos. Con unos informes científicos y técnicos que han aconsejado y avalan una inequívoca protección que asegure de verdad su conservación y recuperación, algo que estaba seriamente en entredicho con los modelos de gestión que las Comunidades Autónomas le aplicaban, basados exclusivamente en su caza y muerte. El cuento del lobo feroz que busca comerse a Caperucita Roja pasa definitivamente a ser un simple mito. Ahora sencillamente tenemos a un animal más que precisa protección.

Ayer la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural votó a favor de incluir a la subespecie ibérica en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, lo que de facto implica que queda prohibida totalmente su caza deportiva. La adopción de esta decisión técnica será efectiva y definitiva cuando el acuerdo sea publicado próximamente en el BOE. Hoy podemos decir que hay un antes y un después del día 4 de febrero de 2021. Hemos sido muchos los que hemos estado pidiendo durante años que esto sucediera, los que hemos estado detrás de las movilizaciones sociales conservacionistas que han luchado a brazo partido por el lobo, hemos sido muchos los que hemos apoyado incondicionalmente cuantas acciones posibles se han podido llevar a cabo, para cambiar, no solo la negativa percepción que la sociedad pudiera tener de la especie, sino también las propias leyes. Desde las redes sociales, desde estos modestos blogs, desde artículos en la prensa, desde la TV, desde el auge del turismo lobero, desde las publicaciones editoriales, desde la sensibilización, ... y, cómo no, desde los juzgados. Hoy en día, las cuotas de muchos socios de estas ONGs cobran más sentido que nunca. A todos, gracias. Especialmente a ASCEL que ha sido la asociación que finalmente ha obligado al Ministerio pertinente a cumplir con un mandato reglado para protegerlo. Han sido necesarios 17 meses y un Recurso Contencioso-Administrativo final para que, por fin, el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico concluyera el trámite administrativo iniciado.




Ayer se hizo justicia en nuestro país, y el único Estado de nuestro entorno que aún mantenía la persecución institucionalizada de la especie, ha tenido que reconocer que estaba obligado por Ley a proteger de un modo eficaz al lobo ibérico. Una vez que el BOE lo haga efectivo, un lobo portugués que pase a España ya no deberá temer que sea aniquilado por un cazador por mera diversión. Seguirá estando estrictamente protegido por las leyes de un lado y del otro de la frontera, en lo que supone un acto de coherencia en sí mismo en tanto estamos hablando de la misma población. El anacronismo que suponía que una especie apical que cuenta, además, con una población tan reducida, siguiera siendo gestionada mediante la caza deportiva va a formar parte del pasado. Del pasado propio de una cultura rancia, incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos, anclada en las mismas mentalidades añejas que situaban a la especie humana en el centro del universo, mohosos de egocentrismo y egoísmo. Oponerse a la convivencia del hombre y la naturaleza es oponerse a la vida. Hoy más que nunca, con lo que esta pandemia debería habernos enseñado, el ser humano debe comprender que estamos obligados a conservar la biodiversidad del planeta si queremos sobrevivir nosotros también. No hay otra elección, tenemos que cambiar de actitud en nuestra relación con el medioambiente. Y cada paso cuenta. Ayer la sociedad española se hizo un poco más moderna y dejó atrás el siglo XIX, y los medios de comunicación no tardaron en hacerse eco de la noticia. Las RRSS echaron chispas.



Que la protección legal sea una realidad en breve no implica que de golpe se hayan cambiado actitudes e ideas preconcebidas, ni planteamientos culturales. No va a ser sencillo alcanzar la ansiada convivencia, pero estamos los seres humanos obligados a ser generosos, y solo hay dos opciones, o se está dentro de la Ley, o se cruza la línea. 

Los sectores antilobo se ven ahora en la tesitura de tener que optar. Entre la modernidad o la vieja cultura del lobo feroz; entre la evolución o la Edad Media; entre la ilustración o la obcecación. En definitiva, entre pensar u odiar. No existe ninguna otra especie en España que con unos 1.500 ejemplares se la gestione como especie cinegética; parece una locura solo imaginárselo, más aún si pensamos que de ellos solo unos 600 se reproducen. ¿Es razonable, acaso?. A todas luces, no, ecológicamente es una verdadera esquizofrenia. Sin embargo, ha sido el desequilibrio mental con el que se ha manejado a la especie durante los últimos 50 años, y va a resultar duro frenar esa inercia.


Así pues, hay que abogar por una reconciliación entre las distintas sensibilidades, por buscar un punto de encuentro, sin imposiciones previas, por empatizar con los demás y adaptarse a la nueva realidad. Mundo rural y sociedad conservacionista no deberíamos estar en frente unos de otros. Mas al contrario, deberíamos estar unidos frente al auténtico villano de este cuento, las administraciones burdas, demagogas y burócratas que nos dirigen, verdaderas responsables del enrarecido ambiente que transpira el mal llamado "conflicto del lobo". Ya lo he dicho en alguna ocasión, debemos usar la cabeza y no la testosterona. Todos debemos hacer un acto de autocrítica, nosotros también, seguro. El sector conservacionista debe ponerse en la piel del ganadero realmente afectado, de ese profesional que pone los medios para evitar los daños, pero que aun así los sufre, y debemos asumir que en los casos necesarios el control excepcional de ejemplares entra dentro de la Ley. Y el hombre del campo debe comprender que las picarescas, el furtivismo generalizado o las demagogias mediocres de los sindicatos agrarios no ayudan al entendimiento y radicalizan las posturas.

Pero para mediocres, sin duda nuestros políticos, con su más que irresponsable gestión de un problema que en realidad es mucho más pequeño de lo que públicamente se vocifera, pues llevan décadas alentando un argumentario simplemente mentiroso. Como un sainete nos cuentan que proteger al lobo es abocar al ganadero a la extinción, que la gestión cinegética ha sido la que ha conseguido su expansión territorial, que ha llegado a regiones donde nunca hubo lobos, que protegerlo es confrontar con las comunidades autónomas con presencia del carnívoro y un ataque directo al desarrollo del medio rural, o que es una decisión únicamente ideológica y partidista, y que se debe únicamente a los intereses de una entidad ecologista, que la especie presenta actualmente una expansión desordenada y ha colonizado territorios donde nunca los hubo, o que la gente de la ciudad se preocupa más por un animal que por las personas que viven en el campo, ... Falacias, solo falacias. En fin, toda la cartera de frases necias y manipuladoras hechas que venimos oyendo desde hace décadas, y que penosamente se vienen aireando como las cartas de una baraja cada vez que hay un micrófono, una cámara de televisión o un periodista cerca.

Una baraja ajada y vieja.



2 comentarios:

  1. Usar la cabeza...una frase digna que a muchos se les olvida. Este día de febrero será un punto de inflexión muy importante. Esperemos que no busquen vericuetos legales para seguir cazando...Un saludo.

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    1. Ya están saltando chispas en los medios de comunicación y en las RRSS, pero es inevitable. Pasó, por ejemplo, con la prohibición de fumar en los bares y sitios cerrados, pero la gente se "educará" con el paso del tiempo igual que se educó entonces. Pero vamos, que la batalla la van a plantear seguro porque políticamente interesa que la haya: 1º.- hacen ver a los votantes del campo que miran por sus intereses (aunque no sea cierto), 2º.- porque es una confrontación más que desgasta al partido del gobierno, 3º.- porque ideológicamente (eso que ellos critican ahora, diciendo que ha sido una decisión ideológica y no técnica) la derecha española es procaza a ultranza, y 4º porque muchos altos cargos políticos son, además, cazadores de caza mayor también, con lo cual les jode, hablando claro.

      En fin, que la demagogia seguirá imperando en esta lamentable política nacional, gestionada por políticos francamente mediocres (en el mejor de los casos).

      Gracias por dejar un comentario y un fuerte abrazo.

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