O ¿Parque Ganadero de los Picos de Europa?
Hace solo tres días leía un artículo publicado en La Nueva España que llevaba el título de "Este es el sorprendente número de lobos muertos en los Picos de Europa en controles y batidas desde 1986". Solamente leer el encabezado ya sabía que no me iba a sorprender lo que pudiera descubrir en él, aunque reconozco que sentí enseguida una cierta urgencia por curiosear cuál sería el tratamiento general de la noticia. Y sabía que su contenido no me iba a pillar desprevenido porque es algo de sobra conocido entre los loberos que este mal llamado Parque Nacional representa una de las mayores vergüenzas ambientales de nuestro país.
Y la cosa no es de ahora, viene de lejos.
Ya en enero de 2013 publiqué aquí la entrada titulada "Picos de Europa entre bambalinas" a raíz del segundo lobo radiomarcado que ejecutaba la guardería de este espacio natural protegido compartido por Asturias, Cantabria y Castilla y León, una loba que portaba un collar emisor y que murió tiroteada por los agentes ambientales de esta última comunidad autónoma. El primer ejemplar con collar de seguimiento había caído unos meses antes, en el verano de 2012, de otro disparo efectuado por técnicos del propio parque nacional que lo había radiomarcado. La indecencia y bajeza no puede ser más evidente y asquerosa, cuando además sucede en un espacio natural que ostenta la figura legal de MÁXIMA PROTECCIÓN que tenemos en España, la de Parque Nacional, el primero que se declaró en este absurdo país de pistoleros, allá por julio de 1918. Pudiera haber quien piense que aquellos hechos funestos fueron puntuales, desafortunados accidentes que no eran pretendidos por los gestores de este sumidero de lobos. Pero cuando esto sucedía de manera continuada en el tiempo, la cosa cambia, y deja de parecer un suceso anecdótico y perdonable para pasar a ser entendido como lo que realmente es, un proceder despreciable y aborrecible.
¿Alguien puede olvidarse, por ejemplo, de que el biólogo del Parque Nacional Picos de Europa encargado de dirigir la gestión del lobo, un ser llamado Francisco de Borja Palacios Alberti, mató con sus propias manos -y con la ayuda de un Guardia Civil de los Grupos de Rescate e Intervención en Montaña- el 27 de mayo de 2004 a siete lobeznos de pocos días de edad, a golpes en la cabeza y sin contar con ninguna autorización?, ¿o se puede olvidar uno de que posteriormente la mismísima dirección del parque, lejos de despedirlo o expedientarlo, recompensó su "hazaña" con una mayor responsabilidad dentro del organigrama del parque (Secretario del Patronato), respaldando directamente así a su persona y a sus "proezas"?
No, ninguno podemos olvidarlo (1, 2). Por cierto, en el primer enlace del paréntesis anterior podéis ver una imagen de los siete cachorros de unos 15 días de edad muertos con una piedra en la cabeza, por si tenéis estómago para imaginaros la escena. Dan ganas de vomitar.
El caso llegó a los tribunales, pero se archivó unos pocos meses más tarde; ¡qué raro, ¿no?!
El caso es que el Parque Nacional Picos de Europa estará marcado para siempre por estos repugnantes hechos y por la persecución infame que siempre ha mostrado contra el gran depredador (1, 2, 3, 4, 5). Empecinado en la persecución del lobo, el propio Francisco de Borja Palacios Alberti no se cortaba un pelo en 2018 y seguía defendiendo el exterminio del lobo, más como un sindicalista de ASAJA que como una persona que hubiera estudiado en algún momento de su vida la carrera de biología por amor a la naturaleza, la biodiversidad y por supuesto la fauna, siendo una verdadera vergüenza para el gremio (aunque tampoco penséis que es el único, sujetos de estos hay algún otro), como podréis intuir leyendo el último párrafo de este artículo, donde las protestas del sector ganadero congregaron también a este biólogo, siendo aclamado por los asistentes que dejaron dicho que "La grata sorpresa de la mañana la dio Borja Palacios, biólogo del Parque Nacional de los Picos de Europa, micrófono en mano, mostró su apoyo a las peticiones: controles efectivos de población de lobos en defensa del mundo rural".
Pero no caigamos en el error de creer que la actual dirección del parque se arrepiente de esa vileza execrable que no podemos olvidadar. O al menos nada nos hace creer hasta ahora que no añoren aquella gestión a tiro limpio anterior a la protección del lobo que le otorgó el listarlo dentro del LESRPE, como "en los viejos tiempos" del gatillo y el exterminio.
Pero sigamos con el informe al que hace referencia el artículo que origina este post. Según él, si atendemos solo a los casos conocidos, perdieron la vida de forma legal (pero inmoral) dentro del parque nacional o en su periferia 197 lobos en 35 años -de 1986 a 2021, año en el que su protección se hizo firme tras la publicación definitiva en el BOE de su inclusión en el citado LESRPE. Esto implica que durante más de tres décadas cada año ajusticiaron una media de 5,6 lobos de entre los que campeaban por el único parque nacional que contaba entonces con presencia de la especie. Como les debía parecer poco y las protestas de los ganaderos muchas y muy ruidosas, desde 2003 en adelante la media aumentó a 8 lobos abatidos anualmente en el agujero negro en el que el Patronato convirtió a esta funeraria denominada parque nacional. Pero claro, si el propio biólogo del parque es tan bestia de matar a golpes una camada entera de cachorrillos, sin autorización alguna y extralimitándose en sus funciones, pero con el beneplácito y respaldo de la propia dirección del PNPE, no es muy difícil imaginar que el número oficioso de lobos masacrados ha sido terriblemente superior. No me cabe ninguna duda. Buen ejemplo de esta persecución, tanto institucionalizada como extraoficial, fue la masacre que tuvo lugar en los Picos de Europa cántabros cuando en dos batidas al jabalí celebradas en Camaleño en 2013 se eliminaron 9 miembros de un mismo grupo familiar, 3 el 27 de octubre y otros 6 más el 1 de diciembre, y en donde ¡¡¡uno de los lobos abatidos ilegalmente lo fue por un agente del SEPRONA!!!. La jueza archivó aquel caso también; otro más.
Es muy fácil inferir esa otra persecución furtiva si del propio informe nos creemos que haya 7 manadas que ocupen terrenos del PNPE, lo que supondría entre 28 y 35 ejemplares antes de los partos, estimando una media de 4-5 individuos por manada en esa época del año, internacionalmente aceptada para estimar las poblaciones de lobos en el mundo (aunque estos fulanos se empeñen en fantasear con cifras desorbitadas de 8-9 lobos por grupo). Si en todos estos años ellos mismos calculan que han nacido entre 417 y 556 cachorros, ¿pueden entonces explicar a la sociedad en dónde diablos están? Resulta más que necesario para entender la batalla de las cifras existente entre los matalobos y la ciencia seria que dediquéis un rato a leer el artículo titulado El lobo y el conflicto de las cifras, os será realmente útil para comprender qué hay detrás de esta cuestión crucial.
Del informe recién conocido estaría genial de la muerte que todos conociéramos, entre otras cosas, quién lo firma, puesto que ello ayudaría mucho a combatir ese oscurantismo y opacidad que rodea todo lo que las administraciones hacen alrededor de este depredador, al tiempo que nos ayudaría a relativizar o no lo que en él aparezca escrito, y así esquivar, o no, las fundadas sospechas de que puedan estar "dirigidos" en pos de unas conclusiones que ayuden a justificar las acciones letales que las administraciones matalobos siempre han usado como único medio de gestionar la especie (y de no perder los votos del entorno rural).
Me explico: parece más que obvio para cualquiera que quiera ser un poco objetivo que los informes, censos y estudios de las administraciones son, al menos parcialmente, tendenciosos, lo que se demuestra claramente cuando se empeñan una y otra vez en usar como cifra media de ejemplares por manada un número de individuos que a veces llega a duplicar los utilizados en todos los estudios internacionales, o cuando insisten en manejar la especie solo desde detrás de la mira telescópica y el gatillo. No existe otra propuesta, solo el rifle. Y todo en función de peritajes subjetivos en la determinación de la autoría de los daños, que se hacen en base a meras apreciaciones personales de la propia guardería, que a menudo tienen una formación muy desigual, cuando no escasa, y cuando en ocasiones subyace incluso un claro conflicto de intereses, dado que algunos de ellos son a su vez ganaderos. ¿Cómo es posible que el conflicto del lobo no se quiera solucionar de un plumazo utilizando definitivamente técnicas moleculares para conocer cuál es el alcance de la responsabilidad real del depredador, diferenciándola así de lo que pueda ser simple carroñeo, de un ataque de perro o directamente de un fraude alevoso del ganadero?
Todo nos lleva a pensar que si no se hacen estos estudios genéticos es porque desmentirían los resultados del actual modelo de peritaje utilizado, y conocer la cruda realidad pondría en pie de guerra (más aún) al sector "ganaduro", lo que les da miedo que se refleje luego en la urnas.
Que en este informe usen ese dato de la media de ejemplares por manada o que insista en que tras las muertes de lobos han descendido los daños al ganado, cuando diversos estudios nacionales e internacionales dicen precisamente todo lo contrario -como veremos al final-, resulta muy sospechoso, y parece dar una vez más la razón a quienes vemos como manipuladoras ciertas conclusiones. Que además el autor de las conclusiones vincule las muertes de un 19-20% de la población lobuna con el aumento de la misma a nadie se le puede escapar que es en sí mismo una perversión dialéctica intencionada -máxime cuando la relación la hace además en esa dirección (yo mato lobos = aumentan)-, dado que son dos hechos que no tienen relación directa alguna. De aumentar realmente, lo hará por otros factores diferentes, pero será "a pesar" de esa brutal eliminación de individuos. Este "quitarle hierro" a la matanza de lobos es algo que airean a menudo las administraciones regionales, llegando a decir que gracias a la caza deportiva ha crecido la población lobera. Hay que ser sinvergüenzas. Pues hijos míos, matemos quebrantahuesos, y osos, y linces, e imperiales, ... si ello no incide negativamente en la conservación de las citadas especies ... ¿qué problema hay? ya hubo un cocinero que llegó a insinuar que se dejara matar un número pequeño de osos para poder comer su carne.
El eterno problema del lobo se sustenta siempre sobre las mismas inconsistencias, y este informe ahonda en ellas:
- Estudios científicos encargados ad hoc por las administraciones, y que entran en contradicción con otras investigaciones y otros investigadores, pareciendo ir dirigidos a justificar la gestión letal del depredador. Las conclusiones de este último que hemos conocido ahora vienen a demostrar una vez más esta hipótesis.
- Peritajes de daños de una mediocridad abrumadora y completamente subjetivos.
- La autoría de los daños por lo tanto puesta siempre en entredicho.
- Fraudes sistémicos en las reclamaciones de daños mucho más generalizados de lo que se quiere admitir (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, y un largo etc.).
- Exageración desorbitada, y a menudo MISERABLE, de los perjuicios y peligros que realmente representa la presencia del depredador para el sector agropecuario, cuya verdadera problemática es de otra índole: estructural, económica, ausencia de relevo generacional, olvido de las instituciones, atraso digital y tecnológico, pérdida de servicios sociales imprescindibles (sucursales bancarias, centros de salud, colegios,...), etc.
- Politización de un conflicto artificial.
- Aumento de los daños a la ganadería provocado por la desestructuración de las manadas de lobos tras la persecución y muerte de algunos de sus integrantes, dificultando a los supervivientes la depredación sobre animales silvestres más complicados de capturar.
- Olvido de los servicios ecosistémicos que la presencia del lobo aporta al ganadero como cortafuegos de enfermedades transmisibles al ganado.
Ahí es nada. Lo que dice este estudio firmado por Alberto Fernández-Gil, Javier Naves, Andrés Ordiz, Mario Quevedo, Eloy Revilla y Miguel Delibes viene a confirmar lo que hoy sabemos todos, solo que los gestores y políticos se lo callan malintencionadamente y nosotros nos desgañitamos sin que se nos escuche. Por cierto, este y otros muchos estudios sí tienen firmantes, gente que da la cara para defender sus investigaciones y planteamientos, algo de lo que deberían aprender las administraciones, siempre haciendo una gala inusitada de secretismo y oscurantismo que solo pueden llevar al ciudadano a la sospecha.
Pues bien, el Parque Nacional Picos de Europa fue el paradigma de este resumen. Se mataba oficialmente por matar, para contentar a los voceros del mundo rural, que voceaban para presionar a las administraciones, para obtener de estas beneficios en sus negocios privados, y se compensaban daños cuyo origen podía ser más que dudoso -cuando no directamente fraudulento-, para acallarlos, contentarlos y seguir obteniendo sus votos en las urnas, impregnando de política sucia la gestión de nuestro patrimonio natural.
El nombre del Parque Nacional Picos de Europa permanecerá manchado para siempre por esta vergüenza histórica hasta que sus gestores reconozcan públicamente su indignidad y pidan perdón públicamente por la abyecta gestión ambiental que han llevado a cabo con el gran depredador del paleártico.