Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

25 de enero de 2019

¿Para qué sirven las aves?

Ese es el título del libro publicado por Antonio Sandoval Rey en septiembre de dos mil doce, y cuya cuarta edición vio la luz a finales del diez y siete. Con mucho retraso, por lo tanto, cayó en mis manos en las postrimerías de diciembre pasado y no tardé demasiados días en comenzar a leerlo y menos aún en rematarlo. Es igual, no importa haber tardado tanto, lo que cuenta en sus páginas ha sido, es y será actualidad por siempre. "¿Para qué sirven las aves?" es mucho más que un compendio de historias, anécdotas y curiosidades narradas desde los acantilados, marismas y dunas costeras de una esquina de la provincia de La Coruña, y es también mucho más que la narración de una parte importante de la historia de la ornitología gallega. Es el resultado de la pasión que siente uno de tantos naturalistas de este país por las aves, uno más de tantos que luchan por su estudio, divulgación y protección, uno más de los muchos ciudadanos de a pie que se vuelven imprescindibles por su implicación en la conservación del mundo natural y salvaje que nos rodea. Este libro es el resultado de intentar explicarse así mismo para qué sirve su pasión por las aves, y de explicar, por añadidura, a la sociedad, para qué sirven esos seres emplumados que vemos alrededor nuestro constantemente. Es, por extensión, un intento de explicar para qué sirve la propia naturaleza que tanto maltratamos y a la que, sin embargo, pertenecemos y de la que dependemos.

Aunque podría acompañar esta entrada con fotos de uno de esos araos, alcas, cormoranes o alcatraces de los que tanto habla Antonio Sandoval en las páginas de su libro, he preferido hacerlo con este pequeño personaje que, como una pequeña bolita emplumada, nos acompaña en numerosos jardines y setos no solo en las cercanías de la costa, sino por toda la península. Y qué mejor lectura para comenzar el año que una que nos hable de aves, de vuelos, de plumas y colores. De libertad y belleza. De seres que nos rodean y nos acompañan cantándonos a los cuatro vientos con sus trinos y reclamos para qué sirven. Como este, nuestro familiar petirrojo (Erithacus rubecula).







21 de enero de 2019

Mira Luna

¿Qué habrá tenido siempre la luna que hipnotiza a quien la observa? Igual chamanes de antiguas tribus que engominados ejecutivos del siglo veintiuno; enamorados o poetas; todos nos embelesamos ante las lunas grandes y llenas, ante el misterio de su cara oculta y la brillantez de la que nos muestra, allí arriba, como tejida de seda. Se deja querer colgada del firmamento, poderosa, ocultando las estrellas. Y nosotros, insignificantes aquí abajo, solo la podemos corresponder con asombros y silencios. ¿Qué vemos en ella, que hipnotiza a quien la observa?