Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
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16 de septiembre de 2016

Lochindorb

Uno de los enclaves imprescindibles en cualquier viaje naturalístico y/o fotográfico a Escocia son decididamente las Highlands, las Tierras Altas escocesas. Tras viajar desde Dover viendo reservas costeras siempre ligadas a los acantilados rocosos donde se reúnen las aves marinas para reproducirse, viene bien tomarse un descanso y entrar al interior. Conocer algunos de sus páramos altos cubiertos de brezos, los moorlands, supone un buen contraste. A nosotros, que nacimos tierra adentro y, como digo yo, somos más de montaña que de playa, patear por el Cairngorms National Park no pudo por menos de traernos recuerdos de la amabilidad de la vertiente Norte de Gredos. ¡Qué placer! Buscamos infructuosamente durante nuestra excursión lagópodos escoceses y perdices nivales, pero el escaso tiempo dedicado no lo puso fácil. La amenaza seria de lluvia hizo que dedicáramos menos tiempo del deseado a recorrer estos caminos. Debajo unas fotos que muestran el biotopo característico en el que vive el lágópodo escocés en estas tierras altas.





Tras nuestro paso por el Parque Nacional de las Cairngorms, nuestra siguiente opción para intentar ver a esta tetraónida iba a ser Lochindorb, un lago rodeado de brezales en donde las posibilidades iban a aumentar exponencialmente. Para llegar al lago debemos transitar por la carreterita que une la B9007 con la A940 un poco al Norte de la conocida población de Grantown-on-Spey. No se trata de una reserva natural como los anteriores enclaves visitados, pero el paisaje sigue siendo extraordinario y es lugar de residencia de especies tan bellas como la propia águila pescadora, a  la que tuvimos la oportunidad de ver en vuelo transportando una enorme captura entre sus garras.


Nuestra estancia en los alrededores del lago tuvo lugar entre el ocho y el nueve de julio y como en otros puntos de las Highlands, los mosquitos hicieron acto de presencia al atardecer, ya que la tarde se presentó apacible, sin lluvia o viento, fenómenos atmosféricos que limitan la salida y vuelo de estos insectos. Como consecuencia nos vimos obligados a refugiarnos en nuestro vehículo hasta la mañana siguiente. Todo lo que leas sobre los mitges escoceses no lo puedes imaginar hasta que no coincides con una de estas tardes surrealistas. Por la mañana al levantarnos la furgoneta estaba literalmente tapizada por completo por los restos de mosquitos muertos. Impresionante.



Un jinete disfrutando de la naturaleza a orillas de Lochindorb.



Teníamos ya referencias respecto de la relativa facilidad de ver a esta especie en los alrededores del citado lago, pero no fue hasta que nos marchábamos del lugar que comprendimos el por qué. Solo cuando fuimos conscientes de la verdadera pasión que sienten en Escocia e Inglaterra por tirotear a este bonito pájaro, fue cuando entendimos por qué alrededor de Lochindorb se puede observar con tan relativa facilidad. Simplemente es porque aquí los cuidan con celo para luego matarlos en época de caza. ¡Qué pena llegar a esta conclusión! A lo largo de la carretera paramos en determinadas oportunidades y pudimos en bastantes de ellas observar y fotografiar diferentes ejemplares. Suponemos que en esos otros lugares conocidos por naturalistas y fotógrafos donde resulta igualmente sencilla su observación, es también porque los cazadores mantienen densidades relevantes en pos de su posterior caza. En fin, nada que no se haga aquí en España con la perdiz roja, por ejemplo.

Así pues, el lagópodo escocés (Lagopus lagopus scotica) es un ave muy común y relativamente sencilla de fotografiar en lugares concretos como Lochindorb. No tiene especial mérito hacerlo, por lo tanto. Esta era una de las especies estrella que a mí más ilusión me hacía poder tener delante del teleobjetivo antes de iniciar el viaje al Reino Unido, quizás por su aspecto alpino, casi de una época glacial, y por el entorno en el que se mueve: brezales bajos y turberas, cargados de musgos y aguas fangosas, ocupando páramos y zonas abiertas altas y áreas montanas sin arboleda. El escocés es considerado en la actualidad como una subespecie más del lagópodo escandinavo o común (Lagopus lagopus lagopus), ampliamente distribuido por las tundras del Norte de Europa, Asia y Norteamérica, y de la que se admiten casi una veintena de subespecies. Me gustan los páramos, siempre me han gustado. Y me gustan estas aves de camuflaje perfecto. Os dejo cinco imágenes de lagópodo escocés hembra, con la ceja roja de pequeño tamaño.







Y ahora otras cinco más -siento aburriros- de ejemplares machos, en los que se les resalta con bastante más claridad la carúncula supraocular.







A parte del lagópodo vimos otras especies interesantes, incluida el águila pescadora ya mencionada, además de ánsares o barnaclas, pero fotográficamente hablando se portaron especialmente bien con nosotros tanto la gaviota cana (Larus canus) ...



... como la reidora (Larus ridibundus), que posaron ante nosotros con buenas luces de atardecer mientras esperaban a ver si les caía alguna migaja de algo, siempre espectantes ante cualquier posibilidad de conseguir alimento.



NOTA: Ya sabéis, encuadres originales, sin recorte, como en las anteriores entradas y todo ese rollo.