Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
Mostrando entradas con la etiqueta Flora. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Flora. Mostrar todas las entradas

16 de diciembre de 2014

Agujas de hielo

Me sumerjo en un mundo paralelo de finos cristales de hielo, de blancas agujas frías. Es un espacio sin sonidos, onírico. Un ensueño donde me rodean extrañas formas retorcidas, onduladas, a veces simétricas, a veces caóticas, enrevesadas. Líneas suaves, blandas, aterciopeladas por pilosas texturas congeladas. Un universo pasajero, efímero y mutante. La sombra de la maraña se desliza sobre el suelo, y se acorta y encoge. Merodea el sol a mi alrededor, y finalmente nos alcanzan sus añorados rayos en esta fría mañana de invierno, a mí y a mi ensoñación. Y mi ensoñación se apaga, como se apaga una vida, desaparece, como expira un último aliento. Se extingue entre etéreos vahos a los que el contraluz otorga vida propia. Se metamorfosea. El frío en calor. La noche en día. La oscuridad en luz. El negro en color. Ese último aliento en la primera inhalación.

El sueño en realidad. Amanece.













20 de marzo de 2014

Lo que a unos les sobra ...




Esta es una imagen de una flor de orquídea con doble aparato reproductor, que curiosamente ha crecido junto a otra flor contigua atrofiada y que presenta exclusivamente los pétalos de la misma y la columna. En fin, como la vida misma, lo que a unos les falta a otros les sobra. Por misterios de la informática me ha sido imposible añadir una imagen de la flor atrofiada en clave alta

17 de diciembre de 2013

Desintoxicándome

Necesitaba desintoxicarme un poco del pesimismo de mis últimas entradas. Y trabajando con fotos de archivo de Los Arribes del Duero, he "encontrado" estas maravillosas flores que me han permitido liberarme y evadirme de la cruda realidad diaria. Observando en la pantalla del ordenador los detalles más desapercibidos de sus pétalos y estambres comprendo por qué merece la pena luchar por la conservación de la naturaleza. Desde el ser más minúsculo y modesto, al más grande y emblemático.






12 de noviembre de 2013

Macro otoñal

Lo insólito de lo cotidiano y de lo vulgar, de lo sencillo y de lo pequeño. Lo sorprendente de lo cercano y de lo ordinario, de lo conocido y de lo corriente. La belleza del detalle, de lo que no vemos porque no miramos, de lo que no apreciamos porque no nos detenemos. Pequeñas agujas que defienden el interior y su tesoro, el simple envoltorio de una semilla, de un fruto, de la regeneración, del futuro. De la perpetuación de la vida.

10 de noviembre de 2013

Mundos paralelos

Cierro los ojos y duermo. Floto en un mundo onírico, de sombras y luces, de brillos y colores. En un sueño de belleza indescriptible que se desvanece si despierto. Y no quiero volver a la realidad. Anhelo quedarme en este juego de reflejos. Prolongar el sueño. Me aferro a la quimera y al delirio, y duermo, aquí, en mi mundo paralelo, al otro lado del espejo.



20 de junio de 2013

Tus pestañas me matan

Ya sé que son tus ojos los que me llaman,
y tus miradas las que me engañan,
pero son tus pestañas las que me atrapan,
y tus párpados los que al final me matan.

No cierres pues tus párpados, por favor,
deja que camine por el brillo de tus ojos
sin que pierda por ello el aliento y mi valor.

Me miras, te miro.
Tu reflejo es el mío.
Si me llamas, voy.

Pero no cierres tus ojos que me apagas.
No te duermas que me mueres.
No entrelaces como hebras tus pestañas, que me acabas, por favor.











8 de abril de 2013

Regeneración

Camino por el bosque una soleada mañana de comienzos de primavera. Como el duro claroscuro de la fronda no facilita la fotografía general del follaje que me rodea, me olvido de la globalidad y me centro en el detalle buscando, por ejemplo, texturas, acentuadas, ahora sí, por la fuerte luz de los rayos solares. Busco lo minúsculo, lo ínfimo que el monte tenga a bien mostrarme, o que yo sea capaz de percibir. Mi mirada escanea el suelo buscando, acuclillado sobre la alfombra de hojarasca. Apoyo las yemas de mis dedos sobre el tapiz mullido de lo que un día fueron verdes hojas de castaño, ahora secas, consumidas por el paso del tiempo y las inclemencias, por las heladas, las lluvias y el sol. Machacadas y erosionadas por el paso de las pezuñas de los ungulados, de los pies almohadillados de los carnívoros y de las botas de los paseantes; consumidas por pequeños organismos vivos que las han ido desintegrando. Reintegrando al propio suelo. Las puntas de mis dedos las acarician, las recojo y a contraluz descubro sus más mínimos rasgos. Sus nervios, sus simetrías, sus bordes aserrados, sus decoloraciones. Me arrodillo sin prisas y fotografío reiteradamente la hojarasca reseca y desgastada, sintiendo que me llevo a casa una parte fundamental del bosque, su propia autoregeneración. Su esencia: se muere para que continúe la vida.