Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
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9 de agosto de 2017

Calor sofocante y moscas

Del precioso verde intenso de abril y marzo hace ya mucho tiempo que no queda ni rastro. El sofocante calor de finales de primavera y buena parte de lo que llevamos de verano, ha agostado la hierba de las pocas praderas castellanas que aguantan sitiadas por los infinitos campos de cereal, ya cosechados a estas alturas del verano. Es un buen momento para pensar en los carroñeros planeadores, que con las potentes térmicas que nacen de tan altas temperaturas se desplazan con facilidad sobre nuestros campos, a veces hasta enclaves muy alejados de sus lugares de nidificación, en el caso de los buitres y alimoches.

Como en otras ocasiones, el primero en llegar es un milano real (Milvus milvus), un ejemplar de plumaje clarito que, como siempre, se posa a prudencial distancia de la carroña, una joven cordera muerta el día anterior. Vigila los alrededores y, caminando, se deja caer hasta lo que queda de la res, pues durante la noche algún animal ha dado buena cuenta de parte del animal muerto (con seguridad algún perro o zorro). Nada más posarse sobre el cadáver una nube de moscas levanta el vuelo y revolotea alrededor del carroñero, posándose sobre su propio plumaje, lo que unido al extremo calor y a los tonos pardos y resecos del paisaje aportan una sensación de hastío y sofoco que reseca la boca.




Poco tiempo después veo a través de mi objetivo cómo la preciosa rapaz mira con insistencia hacia arriba, señal inequívoca de que otras aves sobrevuelan a poca altura la escena. Adopta una postura de defensa de lo que considera suyo, agachando la cabeza y desplegando su larga cola en abanico, mirando fija y amenazadoramente a otros milanos negros (Milvus migrans) que se posan en las cercanías. Más tarde, a la pandilla de matones se une un segundo milano real mucho más oscuro, pero que tampoco se atreve a disputarle la pitanza. La situación queda en tablas durante no muchos minutos: yo como, vosotros miráis cómo lo hago. Finalmente, todos los molestos agregados terminan por levantar el vuelo de nuevo y dejan tranquilo al primer valiente que se decidió a posarse sobre el suelo en busca del sustento. La recompensa es alta: hoy también comerá.

Durante casi una hora el comensal dará buena cuenta de tan sabroso almuerzo, sin que parezca distraerse en absoluto por la miríada de moscas que zumban a su alrededor, ya libre además del hostigamiento de otros milanos. Por mi parte, me satisfago de que el aire no sople en la dirección de mi hide y, envidioso, pico también de mi propia comida, alegrándome profundamente de estar menos "acompañado" que el milano. Durante el almuerzo del pirata disparo intermitentemente cortas ráfagas de tres o cuatro disparos, a las que no hace ni el más mínimo caso, mientras cruzo los dedos para que al fin baje a comer y tenga la decencia de posar para mí como es debido algún milano negro, especie que tengo mucho menos retratada que el real. Pero no es así. Y no lo hacen ni siquiera cuando el milano real, con el buche ya lleno de la mezcolanza de tejidos blandos y larvas de mosca que ha engullido, levanta el vuelo definitivamente para perderse sobre la llanura.








Han pasado varias horas desde que la carroña quedó olvidada en el prado mustio y amarillo, y cuando faltan tan solo quince minutos para la hora en la que he decidido que, como muy tarde, voy a levantarme del hide -pues me esperan obligaciones en no mucho rato- un desconfiado, y probablemente también lleno, buitre leonado (Gyps fulvus) se posa a más de sesenta metros de distancia de la carroña. ¡Será capu...! Como poniéndome a prueba, no se mueve del lugar durante un buen rato; tal es así, que media hora después -ya estoy fuera de plazo- tan solo habrá avanzado cuatro o cinco pasos hacia mi posición. Parece no tener hambre este elemento, y que no haya ningún congénere comiendo, o milanos sobre la oveja, hace que se torne realmente desconfiado. No tiene ninguna prisa. Estoy seguro de que se trata de uno de los buitres que ha estado rebañando durante tres días todo lo rebañable de una oveja muerta en un rebaño situado a unos tres o cuatro kilómetros de distancia de donde yo me encuentro. Cuarenta y cinco minutos después se anima por fin e inicia un lento pero decidido avance hacia donde yo me escondo. Aguanto sin disparar, mirando mi reloj a cada minuto, como si eso fuera a hacer que el tiempo dejara de correr en mi contra. Y no, no deja de correr. Y sí, confirmo que corre que se mata, ya lo creo que lo hace. Espero a poder encuadrar al desconfiado animal en formato vertical y, con el tiempo martilleándome en la cabeza, quito la ráfaga para no asustarlo según se acerca, disparando la cámara foto a foto. Se detiene a poco más de diez y seis o diez y siete metros y lo inmortalizo en un puñado de retratos de cuerpo entero. Mira los alrededores y espera un poco. Escucha los clics que salen de ese arbusto adosado a la encina y sigue esperando. No parece prestar atención a la apetitosa oveja tapizada de larvas y moscas y al cabo de unos minutos levanta el vuelo y se va. Así, sin más. Tan rápido como vino, desapareció.

Ahora sí, definitivamente se acabó la sesión. Me ha faltado un poquiiiiito para poder hacer un retrato sólo de medio cuerpo (las dos últimas imágenes son un recorte), pero de esta forma la próxima vez volverá a haber emoción. Al fin y al cabo, acaba de comenzar la mejor época para esperar a buitres y alimoches en las llanuras castellanas. Salud y "bon apetit".




9 de abril de 2014

Un tipo serio

Mira fija y relajadamente a ese extraño arbusto que forma en realidad nuestro hide y, observándola, comprendo el miedo que debe dar cualquier ave rapaz a sus presas.

Me encuentro con mi hijo pequeño esta tarde de martes probando un hide de dos plazas e intentando hacer unas fotos a un mochuelo que hoy no está por la labor, cuando inesperadamente un milano negro (Milvus migrans) se posa donde no debía: demasiado próximo en su primer acercamiento. Pablo puede hacerle unas pocas fotos con su zoom antes de que levante el vuelo; lo que hará por poco rato, ya que unos minutos después vuelve hasta nuestro árbol posándose en otra rama diferente. El animal se ha situado en esta segunda oportunidad a una distancia adecuada, pero no en el lugar idóneo para mi: una rama de la encina me estorba y no puedo hacer nada decente. Mala suerte, no puedo verlo entero. La nitidez, sin embargo, es muy buena y aprecio todo su poderío gracias a unas garras y un pico que deben impresionar a quien se le vengan encima, junto con su agresividad y beligerancia. Además, su natural desconfianza y su gran adaptabilidad hacen del milano negro una rapaz próspera en varios continentes.

Se repiten los clicks de las cámaras mientras tomamos un puñado de imágenes. Durante unos breves momentos, y con el reclamo de las perdices de fondo, disfrutamos de su presencia, de la seriedad y brabuconoría que transmite, así como de su poder y belleza, antes de levantar el vuelo y desaparecer definitivamente.




16 de junio de 2013

Ingrávido

Sus ojos inquisitivos lo vigilan todo desde las alturas con detenimiento. Planea y planea sobre mi hide, pero no se atreve a bajar. Va y viene incansable. Se deja caer en reiteradas pasadas sobre algo que ha descubierto en el suelo, para elevarse de nuevo sin coger nada. Un congénere se lanza contra él y, entre refriega y refriega, me deleitan con sus acrobacias y sus reclamos agudos y aflautados. Le hago alguna foto en vuelo, pero no tengo muchas opciones, pues aparece repentinamente de entre las copas de las encinas haciendo veloces pasadas y, además, demasiado cerca de mí, lo que multiplica exponencialmente la dificultad de perseguirlo con el 500 mm. Espero con ansiedad que se me ponga a tiro, pero hoy, sin duda, no es mi día. No importa, he disfrutado enormemente con sus quiebros aéreos y con su comportamiento bravucón.

El milano negro (Milvus migrans) es una de las rapaces más comunes en nuestras latitudes, pero no por ello pierde su atractivo. Gran benefactor de nuestros campos, tiene una labor fundamental en la limpieza de los mismos, consumiendo gran número de pequeñas carroñas, además de micromamíferos, lo que lo convierte en un gran controlador biológico de plagas.

Voy pensando en las ágiles escaramuzas que ha realizado en pleno vuelo delante de mi, mientras el sol se oculta tras las encinas de la dehesa anunciándome que debo dar por concluida la sesión. Mañana será otro día y quizás el milano negro me de otra oportunidad.


9 de mayo de 2013

Milana bonita

Casi las dos únicas fotografías de estas bellas rapaces que pude tomar en la sesión con los buitres de hace unos días. Casi la misma pose. Casi la misma expresión inquisitiva. La misma desconfianza para posarse. La misma beligerancia. La misma habilidad velera. El mismo oportunismo. Son nuestros dos milanos, el más abundante y de plumaje más modesto milano negro (Milvus migrans) y el espectacular milano real (Milvus milvus), que cada año que pasa se acerca más y más a una situación poblacional delicada.



16 de febrero de 2013

FIO 2013

Como cada año desde hace ya ocho, tenemos todos los amantes de las aves y de la naturaleza una cita inexcusable en el Parque Nacional de Mornfragüe con la FIO, la Feria Internacional de Turismo Ornitológico - Extremadura Birdwatching Fair. Esta VIII edición dará comienzo el viernes 1 de marzo a las 10:00 a.m. y concluirá el domingo 3 a las 18:00 p.m. Dentro del programa podremos disfrutar el sábado del taller dirigido por el gran fotógrafo de fauna salmantino, y mejor amigo, Óscar González, bajo el título "La técnica del digispcoping con equipos Swarovski", evento patrocinado por esta prestigiosa marca de productos destinados a la observación de fauna.

No puedo por menos dejar de hacer una seria crítica a este prestigioso certamen internacional, pues hay una cuestión que siempre me ha llamado poderosamente la atención y que a mi, personalmente, me desconcierta y desagrada. En mi opinión, el centro de atención de la feria no debería de ningún modo circunscribirse a las aves, y debería ser extensible al resto de seres vivos que pueblan nuestros campos. ¿Alguien acaso, cuando sale al campo, desprecia o descarta mirar a otro tipo de fauna, y se limita de modo premeditado a la observación de aves? Sin duda, la feria sería mucho más completa si tratara sobre el turismo de observación de fauna silvestre de un modo global.

Sea como sea, la asistencia a esta nueva edición de la FIO nos asegura un fin de semana de lo más interesante. Nos vemos allí.