Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
Mostrando entradas con la etiqueta CONSERVACIÓN. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta CONSERVACIÓN. Mostrar todas las entradas

18 de diciembre de 2024

Escupir mierda

Como verbo transitivo, "escupir" significa arrojar de la boca algo como escupiendo, eso es al menos la definición que encontramos en el Diccionario de la Lengua Española de la RAE. Pues bien podríamos decir, entonces, que los medios de comunicación en España siguen escupiendo la misma mierda asquerosa que llevamos oyendo sobre el lobo desde que tenemos uso de razón, profetizando una hecatombe en el medio rural que nunca acaba por llegar (¡Oh, casualidad!). Escupir mierda es algo cotidiano en esta prensa basura, esto es así, no es una opinión personal, sino un hecho demostrable si echamos un vistazo a la hemeroteca. De hecho en este blog ya hemos hablado otras veces de la responsabilidad tan grande que tiene la mass-media en agrandar el conflicto que tiene el hombre actual con el lobo.

Para entender ese ataque continuo al depredador, esas hipérboles fantasiosas que hablan de la extinción de la ganadería, día sí y día también, y ese cansino y falaz mantra de que es necesario controlar su población, es suficiente comprender que muchos de esos medios de comunicación son de ideología conservadora, y que tampoco son pocos los que tienen una importante dependencia de la financiación institucional, y ya sabéis el dicho aquel de que no se muerde la mano que te da de comer, o aquel otro que dice que el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Si sumas interés económico y afinidad ideológica el resultado es un cóctel tendencioso y manipulador que refleja una realidad paralela que nada tiene que ver con la científica y ecológica del cánido, pero que acaba provocando un serio problema social donde no debería haberlo. El lobo se convirtió así en un poderoso ariete político hace ya demasiados años con la ayuda imprescindible de muchos medios de comunicación afines e interesados. Es un animal real, de carne y hueso, cierto, pero también es un arma arrojadiza para lanzar contra el ideario contrario, con ella se manipula y se consiguen réditos electorales, y no debemos olvidarnos de esa realidad para entender el fondo del problema. Y es que la derecha parece tener serias dificultades para postularse por la preservación del planeta, y obtiene más beneficios electorales enfrentándose directamente a la conservación de la biodiversidad.

Así, la prensa basura que impera en este país, tanto de ámbito nacional, como regional o local, no entrevista a ambientalistas o biólogos convencidos de la necesidad de conservar una especie clave en el ecosistema, como es el lobo ibérico. No, señores, no seamos ingenuos. Casi exclusivamente aparecerán opiniones que solo irán en una dirección: el lobo se va a comer a Caperucita, a la abuela y al cazador, con escopeta y todo. El lobo extinguirá el modo de vida de la gente del campo y, si me apuras, ya solo le falta comerse las cosechas para fastidiar; pero tranquilos, que todo se andará.

Ironías aparte, ¿por qué vuelvo a criticar de nuevo la prensa basura si ya estamos acostumbrados a leer toda su bazofia?, bueno, pues es que la indignación es libre y cuando, además de toda la mugre que se lee y se oye contra el lobo, resulta que estos medios intentan camuflarlo como opiniones fundadas en el conocimiento profundo de la especie, entonces uno no se puede callar; y es que soy débil, lo reconozco. El caso es que hace unos días en el periódico on-line Salamancartvaldía.es se publicaba una pseudo-entrevista -en la que no aparecía ninguna pregunta pero sí una serie de opiniones cargadas de prejuicios y odio contra la conservación del lobo- de un supuesto "experto" conocedor de la especie; tan experto, tan experto que, preguntado por él en el ámbito lobero, nadie conocía. 


Mal empezamos, cuando en la entrevista presentan a un tal Isidro Borrego como "... uno de los mayores expertos sobre los lobos a nivel nacional, ..." y resulta ser un completo desconocido por los loberos de verdad, sí, los de verdad, aquellos que luchan por su conservación y están empapados de todos los estudios internacionales que se publican en el ámbito científico y divulgativo. Pues sí, eso era lo que rezaba bajo la foto de un señor al que no conocía nadie con anterioridad, posando tras la piel de lo que un día fue un precioso lobo extendida sobre la mesa de una sala luminosa, donde diversos carteles científicos adornan las paredes, dando al sujeto y a sus opiniones personales un aire de pseudo-ciencia, en lo que solo puede ser entendido como un claro ejemplo de adulteración periodística, tan, tan, tan obvio que no puede ser considerado ni "de primero de carrera de Manipulación". El título de la entrevista ya nos confirma por dónde van los tiros de la opinión del sujeto y de la línea editorial del tabloide (y nunca mejor dicho lo de "los tiros"):

El problema del lobo, desde dentro: "Lo que hay que hacer es detraer lobos del medio, punto y pelota. No hay otra solución"


Mira por dónde que el otro día me quejaba de que siempre usaban el eufemismo de "extracción" para hablar de muerte y aniquilación de lobos y este ser ha añadido otro nuevo, "detraer", para referirse a matarlos. Sí que es bueno este "experto", sí.

Pero vayamos al meollo, ¿quién es este señor experto en lobos al que no conoce ningún lobero? Enseguida nos podemos imaginar de qué pie cojea si leemos lo que dice en la pseudo-entrevista. En su primera frase ya leemos: "..., pero parece que esto en España no afecta porque al Gobierno Central y al Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico no les da la gana rectificar una postura absolutamente sectaria y unilateral", y en su tercera locución añade que "Si estos sectarios de la izquierda radical que nos dirigen dicen que no se caza el lobo, no se va a cazar el lobo". Vale, estas dos frases ya son suficientes para saber bastante respecto de quién es este sujeto y por qué argumenta que hay que matar lobos y "punto y pelota", pero buceando un poquito más en la red de redes, enseguida nos mostrará él mismo una imagen de perfil en el Valle de Cuelgamuros o que sigue en alguna red social a numerosos toreros y personajes del mundo taurino, lo que nos hace dudar mucho de su objetividad para tratar cuestiones ambientales que tengan que ver con el lobo. Vamos, que el sufrimiento animal creo que a él no le afecta demasiado.


¿Y cómo le va a afectar si resulta que es cazador? Isidro Borrego tiene publicados cuatro libros sobre caza: en la reseña del libro titulado "Rebecos, cantiles y recuerdos" (2013) podemos leer que "... y valoración del trofeo, y en los siguientes capítulos nos habla de sus lances, ...", en el que lleva el título de "A solas con el lobo, cuarenta años de historias loberas" (2021) podemos leer en las reseñas que "Es el único libro en España que trata sobre la caza del lobo en nuestro país en los últimos 40 años", en "A vueltas con los lobos, Continuación de cuarenta años de historias loberas" (2022) reseñan "... sobre la caza del lobo en España, se recogen anécdotas e historias que nos acompañan desde la antigüedad", y finalmente en "Prisioneros del vértigo" (2023) indican que "Aquí, la caza se aborda como un acto profundamente íntimo, reflejando la pasión de un cazador solitario que encuentra su verdadera conexión con la caza en los vastos espacios naturales".

Creo que queda bien retratado este señor, al que le han puesto una etiqueta de experto que ni en broma se merece, y que, como cazador de lobos que era, no es objetivo para hablar de la especie. Se vuelve, pues, completamente innecesario valorar el resto de cosas que un sujeto así pueda decir, por lo que no voy a perder el tiempo en ello. Y para información de los lectores del periódico habría estado muy bien que SalamancaRTValdia.es lo hubiera presentado como lo que es, un cazador consumado, que tiene en matar animales su gran pasión. Ahora ya podemos entender que de lo que realmente sabe, en lo que realmente es experto este señor, es en MATAR LOBOS, que no es lo mismo que saber de ellos, ¿verdad que no? Habría estado genial de la muerte que en el periódico hubieran utilizado una imagen de este matador con alguno de los numerosos lobos a los que ha acribillado en el transcurso de sus muchos años de matanzas y con los que posa tan orgulloso en redes sociales junto a su escopeta. Y hubiera estado genial porque así no hubiéramos tenido que calificar al medio de manipulador, al mostrar al "expertísimo" en la faceta en la que realmente es bueno, que es en la de matar animales por diversión. Así, al lector se le hubiera tratado con el respeto, seriedad y profesionalidad que se merece, dándole la oportunidad de valorar por sí mismo lo que este señor haya podido opinar (que no informar). 


Sin embargo, de esta forma lo que hemos hecho ha sido aprender dos cosas nuevas: la primera, que este sujeto, al que califican malintencionadamente de experto, lo que realmente está es cabreado porque esos radicales sectarios de izquierdas no le permiten seguir tiroteando lobos, que es lo que a él realmente le gusta; y segundo, que este periódico no es un medio de fiar y no va con la verdad por delante, tergiversándola para seguir vertiendo sobre el lobo y su conservación más basura tendenciosa.

14 de diciembre de 2024

Pasito a pasito ...

... este blog va entrando en la adolescencia. Tal día como hoy, el 14 de diciembre de 2011 publicaba la primera entrada de Cuaderno de un Nómada. Han pasado 13 años ya. A veces me parecen demasiados, tengo que reconocerlo, sobre todo cuando comparas aquella vida virtual de comienzos de década con la que se vive actualmente, donde se ha impuesto la tiranía de la inmediatez, la superficialidad, el postureo y la comunicación vacía y hueca de muchas redes sociales, cuando no de bulos y mentiras. Reflexionar parece que no está muy de moda. Leer textos largos ... como que tampoco. Cada vez somos menos los blogs que se obstinan en sobrevivir en una blogosfera cada vez más reducida; hoy solo interesan los videoblogs, los youtubers, influencers, instagramers y tuiteros (me niego a cambiarle el nombre). Cuando TikTok está generando serios problemas de salud mental entre los jóvenes, los viejos blogueros estamos desahuciados. Sí, lo sé, estoy desfasado, ¡y qué!, asumo la culpa. Pero no menos anticuado de lo que estáis también todos los que seguís de vez en cuando entrando en alguno de estos escasos espacios en desuso, y en los que perdéis el tiempo en leer parrafadas de más de seis o siete líneas. Asumir también vosotros vuestra propia obsolescencia.

Pero bueno, como todos los años anteriores, hoy 14 de diciembre recapitulo y veo por qué derroteros ha navegado este nómada en los últimos doce meses. Y el resumen no puede ser más desalentador, conformando el extracto de mi indignación y pesadumbre, porque a lo largo de estos trecientos sesenta y cinco días pasados la mierda de la caza y las miserias de los políticos que destruyen nuestro medio ambiente han sido un foco importante en muchos de los post. En la mayoría, para ser exactos.

Aunque empecé muy bien con un enero en el que solo paisajes y maravillas naturales llenaron sus entradas, ya en febrero desenmascaré las masacres de carnívoros que se vienen promoviendo desde los gobiernos de los países nórdicos, a la par que se venden como verdes y amantes de la naturaleza. Después alerté de los oscuros intereses que hay detrás del radiomarcaje de lobos (Canis lupus signatus) en Castilla y León. Seguí más tarde haciendo un alegato contra la barbaridad que representa matar muchos más de 20 millones de animales salvajes al año solo en nuestro país, para ... ... ... sí, sí, para lo que todos pensáis, ... para ¡¡¡divertirse!!!, señores, para divertirse, se dice pronto. ¡Qué absoluta falta de humanidad y sensibilidad! Y para rematar el mes de enero me hacía eco de una sentencia judicial condenatoria contra un cazador que había matado a un oso (Ursus arctos arctos) en una cacería, sentencia que, a la par, responsabilizaba indirectamente a la Junta de Castilla y León por autorizar la citada actividad cinegética a sabiendas de la presencia del plantígrado en la zona. 

En marzo me hacía eco de otra resolución judicial más, esta vez del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria que declaraba nula la extracción de lobos autorizada por el gobierno cántabro en 2022. Qué raro, ¿no?, ¿cómo ha podido suceder? Y qué manipulador resulta que se usen eufemismos como "extracción" cuando de lo que realmente se está hablando es de "muerte", "matanzas", "matar", "eliminar", "perseguir", "exterminar"...

Tras un agradable paréntesis en abril con una sola entrada en la que un ratonero (Buteo buteo) y una vieja encina muerta eran los protagonistas, en mayo la agricultura biodiversicida me cabreó de nuevo por culpa de la autorización que la Junta de Castilla y León (otra vez los mismos "bulldozers ambientales" de siempre) firmó para transformar una gran superficie de secano y pradera en regadío, destruyendo el que probablemente era el mejor lek de avutardas (Otis tarda) de la provincia.

Junio tampoco fue un buen mes; divertido no, desde luego. Primero fue la perdiz (Alectoris rufa) la que me sirvió de descargo para seguir hablando de las bondades de mi amiga la caza. Y después lo fue el zorro (Vulpes vulpes) y el odio analfabeto que se le dispensa en el medio rural, donde las masacres que sigue sufriendo a manos de un sector cinegético terriblemente inculto e ignorante son idénticas a las que se llevaban a cabo en la época de las Juntas de Extinción de Animales Dañinos y Protección de la Caza de la época franquista. Exactamente idénticas. Y si ya estaba siendo malo junio, ese mes tuvimos que hacernos eco de la muerte de un personaje único en la esfera conservacionista de nuestro país, había fallecido Luis Mariano Barrientos, una figura absolutamente irremplazable en la defensa del lobo ibérico.

Julio comenzó bien con un par de entradas sobre la cigüeña blanca (Ciconia ciconia) y la gaviota patiamarilla (Larus michahellis), pero acabó con otra sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que daba otro varapalo judicial más a la deplorable Junta de Castilla y León, que ya debe estar inmunizada contra los tirones de orejas judiciales que recibe constantemente.

Si en agosto el único post lo dediqué en exclusiva a las incongruencias del sector ganaduro respecto de su convivencia con el lobo, en septiembre hice lo propio respecto de la gigantesca responsabilidad que tienen los medios de comunicación en la exageración de un conflicto que no debería ser tal entre el hombre y el gran cánido.

Para variar un poco, en octubre empecé divagando de nuevo sobre el esperpéntico mundo desfasado, obsoleto y rancio que rodea al mundo de la caza, y continué exigiéndole a nuestro lamentable Consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio -ese ser llamado Juan Carlos Suárez-Quiñones- que dimitiera, tras oooootra nueva decisión judicial contraria a su gestión, esta vez del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que declaraba ilegal los cupos de extracción (de nuevo este mismo y maldito eufemismo) de lobos que aprobó la patética Junta (y es que se me acaban los adjetivos con esta gente) para los años 2019-2022.

En noviembre encontramos tres entradas. Las tres en la misma línea. En la primera de ellas nos acordamos de nuevo del citado consejero, Juan Carlos Suarez-Quiñones, por las bobadas que dijo en la rueda de prensa que dio a raíz de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León citada más arriba. En la segunda entrada analizaba por enésima vez la incultura y la ignorancia ambiental del sector cinegético y el poder mediático que llegan a tener -como buen lobby que son- y que en esta ocasión fueron decisivos para que se desestimara la provincia de Zamora como futuro lugar para la reintrodución del lince (Lynx pardinus) en nuestra comunidad. Y para rematar el mes, una tercera entrada ya completamente alucinante, más propia del guion surrealista de una película de Buñuel que de personas con cerebro; en ella me hago eco de la estupidez que demuestra la Junta de Castilla y León (siempre la misma administración) por boca de Carlos Javier Fernandez Carriedo, a la sazón portavox de la Junta, cuando afirma en sus declaraciones que matar animales hace aumentar sus poblaciones, en referencia a que matar cientos y miles de lobos es bueno para la especie. En fin, corramos un estúpido velo, porque estos seres a los que les pagamos un sueldo que no se merecen nos toman a los ciudadanos por gilipollas. Perdón por la indignación.

Y ya para terminar este repaso rápido, en diciembre he intentado desintoxicarme -sin mucho éxito, todo hay que decirlo- de tanto político y tanta matanza innecesaria centrándome como todos los años en hacer fotos de cabras monteses (Capra pyrenaica victoriae) durante su celo, desahogándome con dos primeras entradas donde ellas y su incuestionable belleza son las protagonistas absolutas, además de su interesante comportamiento. Sin embargo, a la tercera me han vencido y no he podido resistirme, y mis instintos más bajos me han obligado, en contra mi voluntad, a desenmascarar lo que generalmente hay detrás de la caza de machos monteses en nuestras sierras y la vileza del ser humano que los ajusticia. El título de esa tercera entrada lo dice todo: "Ejecutar no es cazar"

Este es el resumen, gente. Veintisiete entradas en las que pesan mucho -demasiado, por desgracia- los disparates ambientales de nuestros políticos y nuestras patéticas administraciones, así como las consecuencias e impactos que la actividad cinegética provoca. Afecciones negativas, en definitiva, que dañan nuestro patrimonio natural, un insulto a nuestra inteligencia y una enorme insensatez por parte de los responsables últimos: políticos y cazadores. En definitiva, un año lacerante y desolador.

Como todos los 14 de diciembre y para compensar todo lo que hemos tenido que soportar en estos doce de meses, os dejaré una docena de fotografías donde solo aparezcan lugares maravillosos y criaturas hermosas.

Feliz cumpleaños, chicos, may the force be with us, que la vamos a necesitar.
















12 de diciembre de 2024

Ejecutar no es cazar

La verdad es que no tenía pensado opinar más sobre la caza por estos lares (de momento), pero es que me resulta tan difícil no indignarme ante el hecho injusto de que se gestiona nuestra naturaleza y nuestros ecosistemas en función de los intereses del sector cinegético y en detrimento de una verdadera protección de la fauna, que no puedo por menos de dejar al menos constancia aquí de mi cabreo. No hace demasiado tiempo hablaba de esta actividad con un buen amigo y estábamos de acuerdo en que la caza que se practica hoy en día nada tiene que ver con la que practicaban nuestros padres o abuelos. En la época de la postguerra en muchas casas se comía algo más de carne gracias a que entraban en ella de vez en cuando perdices, conejos o liebres. Hoy, sin embargo, se "consume" caza y se miente alrededor de ella.

Sí, hoy algunos -cada vez menos afortunadamente- consumen la muerte innecesaria de fauna salvaje como se consumen los mal llamados deportes de aventura, el culto al cuerpo, la fotografía o los viajes, por poner cuatro ejemplos. Todo se practica "porque hay que hacer algo", porque la sociedad actual lo demanda, como reclama que, además, tengamos que exhibirlo públicamente. Sin embargo, no siempre hay detrás verdadera pasión, interior, sincera, íntima y vital. Porque sí, detrás de esta práctica tan poco sensible habrá quien también sienta todo eso, aunque la mayoría de la sociedad no seamos capaces de alcanzar a entenderlo nunca, al fin y al cabo gente buena pero insensible con el sufrimiento de los animales también la hay, porque el ser humano es lo más alejado que existe de ser un ser perfecto. Porque decirme ¿todo el mundo que viaja es viajero?, seguro que la mayoría estaréis de acuerdo conmigo en que no. ¿Todo el mundo que sube al Everest es alpinista? obviamente ya sabemos todos que tampoco. ¿Y todo el mundo que caza es cazador?, y en esto también sabemos que hoy en día ... ni en broma, muchos son sencillamente verdugos. Y lo son por simple diversión. Sin necesidad alguna, ni interior ni exterior.

Y aquí llegamos al meollo de la cuestión. Cazar cabra montés (Capra pyrenaica) no es cazar, es ejecutar, y a las pruebas me remito: si la gente a veces les hacemos fotos con el móvil ¿quién se atreve a negar que pegarle un tiro a un macho montés no sea una ejecución en toda regla?, ¿tiene eso algo de caza? Obviamente no, eso no lo aprobaría un verdadero cazador, eso solo lo haría un carnicero.


Si alguien siente algo interior y vital que le arrastra a hacer algo así porque siente pasión por ello, entonces es que tiene algún gen atrofiado. Los cazadores sin duda alegarán que solo son así de confiadas las cabras que coinciden con un turismo masivo de excursionistas y montañeros, en lugares muy concretos. Y tienen en parte algo de razón, pero solo en parte, porque también tenemos razón los que afirmamos que, aún así, se trata de una especie tranquila y pachorrona que no pone tierra de por medio en cuanto ve asomar una persona a cientos de metros de distancia, como sí hacen los ciervos, jabalíes o corzos. La cabra no es así, y lo saben. Con el alcance y precisión de los rifles de que se dispone hoy en día disparar a esta especie es, en la inmensa mayoría de los casos, una ejecución. Y quien piense lo contrario se miente a sí mismo. Y quien diga lo contrario nos miente a los demás. Así, los cazadores ya extinguieron a dos de las cuatro subespecies de cabra montés de la península Ibérica, mientras que de esta otra en concreto de la que vemos estas fotos, la Capra pyrenaica victoriae que habita el Sistema Central, llegaron a sobrevivirles tan solo 12 ejemplares, lo que nunca hubiera sucedido si fuera una especie medianamente esquiva y huidiza ante la presencia humana.


Y señores, no nos dejemos tampoco engañar en esto, también se cazan los machos que se dejan hacer fotos con el móvil en esos lugares concretos en los que son así de confiados debido a que coinciden con ese turismo masivo de excursionistas y montañeros. No solo el cazador y el coto, o la reserva de turno, escogen al animal que van a sentenciar de entre los que habitan en lugares indómitos y escondidos, alejados del coche, a horas de pateo en lo más recóndito de la montaña, sino que también son sentenciados aquellos animales mansos, mansos, mansísimos que viven en estos lugares tan masificados, donde se diferencian muy poco del ganado doméstico. Los mismos animales dóciles que nosotros fotografiamos a unos metros, y que son reservados para aquellossss ..., llamémosles cazadores, que no tienen una forma física que les permita andar realmente por la montaña. 


Así es. Eres un ... llamémosle cazador, joven y con buena forma física ... pues te llevan a ejecutar con tu rifle de última generación a un macho montés que vive en una ladera alejada (un poco solo, eh) de donde quedará aparcado el vehículo 4x4 (que ellos sí pueden meterlo por todas partes porque están autorizados), en algún lugar que seguramente no tiene mucho trasiego montañero, y al que le podrá tirotear a una distancia razonable de unos pocos cientos de metros (o ni eso) mientras los mira sin huir.

Que eres un ... llamémosle también cazador, no tan joven o con un fondo físico pésimo para pinrelar por la montaña ... pues te llevan a ejecutar a uno de estos otros machos monteses que tienen la fortuna o la desgracia de moverse por una de esas otras zonas, masificadas por excursionistas.

Luego, eso sí, venderán al público y a la sociedad la pureza de la actividad, el romanticismo de la lucha de igual a igual con el animal, la necesidad de equilibrar mediante la caza las poblaciones de los herbívoros como si fueran héroes, nos hablarán del conocimiento del medio, de la dificultad de moverse por el terreno hostil de la montaña, de sus riesgos, ... lo adornarán todo poéticamente con una supuesta "pasión por la naturaleza". Nada, no hay nada de ello, todo es pura literatura, propaganda barata. Solo algunos ingenuos se lo creerán, cuando la realidad es mucho más fría, aséptica y soez: mercantilismo puro, yo te pago para que me pongas delante de un ejemplar al que le pueda pegar un tiro para colgar en el salón de mi casa su cabeza cortada. Se trata de una simple transacción económica donde en este caso la administración que mantenemos todos los ciudadanos, a través de la Reserva Regional, ofrece un servicio a un particular.

Y el producto es la vida de un ser que casi se deja tocar.


Estas cuestiones siempre me asaltan cuando, cada temporada de celo de la cabra montés, me acerco a la sierra a hacerles algún reportaje fotográfico. Nos arrimamos a algún rebaño y permanecemos con él durante horas, a veces durante toda la jornada, mientras observamos y retratamos su comportamiento. 


Y cómo no cuestionar que, si de verdad hay que matar a algunos de estos animales (lo que no pongo en duda bajo ciertas circunstancias) en un Espacio Natural Protegido para equilibrar el ecosistema allí donde no haya presencia de lobos -que los deberían controlar de manera natural, gratuita y de modo mucho más eficiente-, por qué tienen que hacerlo unos particulares por diversión y no la administración por oficio. No nos podemos olvidar del despropósito de que a los lobos también se les persigue brutalmente a escondidas porque les comen "sus" cabras monteses, como se comen "sus" ciervos y corzos; porque a todos ellos los consideran suyos, no del medio, ni de sí mismos a pesar de ser salvajes y silvestres, y ni siquiera de todos los españoles, son solo suyos. Y, claro, que un depredador salvaje se alimente de fauna salvaje es algo que no pueden tolerar. El epílogo podía ser el siguiente: "matamos a los herbívoros para que no se desequilibre el ecosistema, a la vez que matamos a los lobos porque se comen a los herbívoros que nosotros queremos matar para que no se desequilibre el ecosistema".

La inteligencia al poder, ¿no? ¿O es la desfachatez?


El caso es que tendremos que tragar con que se ejecuten dóciles cabras monteses en un Espacio Natural Protegido, declarado como tal para conservar y proteger -valga la redundancia- a esa misma fauna, entre otras cosas. Nadie puede molestar a la fauna en un ENP, obviamente, pero los cazadores sí las pueden fusilar después de soltar una pasta gansa. 

Y decía anteriormente que se miente mucho alrededor de esta actividad tan impermeable al dolor y sufrimiento de los animales, porque desde el sector cinegético y desde instituciones públicas y privadas, e incluso desde los medios de comunicación generalistas, se hace un relato de la actividad cinegética romántico e idealizado que está muy alejado de la realidad. Se ensalzan bondades que generalmente no existen, se alegan excusas de carácter medioambiental para que la sociedad deje de rechazar esta actividad, denostada hoy en día, y se ocultan los impactos que genera. El viejo romanticismo que rodeaba antaño esta actividad ha desaparecido en los tiempos mercantilistas que nos ha tocado vivir. Hoy en día no es más que negocio y postureo, además de ideologizado, pues se usa como arma política en el ámbito rural y conservador del país, exactamente igual (y por los mismos) a como se ampara, se protege y se justifica la tortura nacional a la que se someten a los toros de lidia en el ruedo. Luego, los verdugos de cabras monteses fliparán ante sus seguidores en las redes sociales, o ante sus conocidos en los despachos donde cerrarán negocios; hablarán de la dificultad del lance, del conocimiento del medio, del riesgo que asumieron, de la dureza de la alta montaña, de la dificultad del tiro, de la belleza del trofeo ejecutado, de la lucha de igual a igual con el animal, ... 

Y hablarán de su pasión por la naturaleza. 

Palabrería, son solo charlatanes. Y es que cuando hablamos de la crueldad de la caza también hablamos de todas estas cuestiones, porque matar a estos machos monteses solo puede ser calificado de una forma: sadismo.

22 de noviembre de 2024

La majadería del siglo

Que lo sepáis todos, MATAR decenas, centenares o incluso miles de individuos de una especie en situación vulnerable es un método inmejorable de protección, conservación y recuperación de la misma.

Esto es lo que se desprende al menos de las esperpénticas declaraciones realizadas por el Portavox de la Junta de Castilla y León, Carlos Javier Fernández Carriedo, a raíz de las críticas recibidas tras la publicación del último Censo regional de lobo ibérico 2022-2023. Entonces, si esto es así, ¿cómo es que estamos despilfarrando tanto dinero público en laboriosos y lentos programas de conservación en especies como el lince ibérico, el águila imperial, la perdicera, el visón europeo o el quebrantahuesos? Es mucho más barato -y para unos poquitos también más divertido- repartir escopetas a diestro y siniestro y comenzar a matar linces, imperiales y perdiceras, visones europeos o quebrantas. Incluso osos, señores, vamos a matar todos los meses entre 5 y 10 osos. Según ellos y su revolucionaria teoría, de aquí a unas décadas nos van a salir los plantígrados por las orejas.

Y es que a raíz de la publicación del citado nuevo censo del lobo, algunos dirigentes han vuelto a insistir en el mismo razonamiento psicotrópico que ya hemos oído anteriormente a altos cargos de Medio Ambiente en diversas oportunidades: La caza del lobo hace aumentar la especie


Hay que ser majaderos para decir majaderías. Y esta, amigos, es supina. Me gustaría que nos dijeran estos lumbreras a los que pagamos un sueldo que no se ganan y que menos aún se merecen, un solo estudio científico que avale que matar animales de una especie en estado de conservación desfavorable aumenta sus poblaciones. Un solo estudio, señores. Uno. Darme una sola investigación científica o académica que acredite vuestra majadería y retiraré el adjetivo. Es que es tan inconcebible que alguien pueda defender y obcecarse en hacernos creer semejante sandez, que habría que inventar una palabra que no existe para explicarlo. Os retratáis a vosotros mismos y vuestra necedad. ¡Ah, no, que no hay ningún estudio que lo avale!, que es simplemente la misma mierda política que escupen por sus bocas para manipular a la gente, para justificar lo injustificable y, de paso, seguir tirándole la caña a cazadores y ganaderos, que luego les acaban volviendo a votar aunque sus tierras hayan sido arrasadas por un incendio cuya gravedad ellos ampliaron. La misma ineptitud por la que se le exige ahora a Mazón que dimita (aparte de la propia gestión de la DANA, no nos podemos olvidar que había eliminado con anterioridad la Unidad Valenciana de Emergencias haciendo gala de una gran irresponsabilidad en una comunidad donde las riadas son habituales), es la que Juan Carlos Suarez-Quiñones demostró tener en 2022 cuando se negó a activar el nivel máximo de riesgo de incendios para ahorrar dinero en medio de una hola histórica de calor extremo. Que la derecha niegue el cambio climático y lo tache de ideológico es la misma irresponsabilidad política en Valencia y en Castilla y León, señores. ¿De verdad este espectro político está capacitado para hacer frente a los tiempos que vienen? Máxime cuando el calentamiento global y la conservación de la biodiversidad se han convertido en aspectos muy importantes para nuestra sociedad.


Tras la publicación del censo pudimos leer titulares como el siguiente, en ileon.eldiario.es: Denuncian la "desinformación" de Castilla y León con los datos del nuevo censo del lobo y exigen a Quiñones que dimita. El partido Pacma y la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (ASCEL) acusan a Medio Ambiente de usar a favor solo de la caza las cifras "ridículas y poco creíbles" por una "obsesión enfermiza" por favorecer a los cazadoresComo bien destacan en este artículo "... las manadas de esta especie apenas han aumentado poco más del 3% en los doce años transcurridos desde el último censo, que data de 2012, en las cinco provincias al norte del Duero, incluyendo León, y eso a pesar de que ya no se permite la caza desde el año 2021 y que la Junta lleva años alertando de una proliferación insostenible".  Menuda mierda de propaganda hace la Junta, ¿no?. No concuerda mucho esa "expansión insostenible" del lobo, como ellos alegan y que en realidad no es más que pura ciencia ficción, con ese ridículo aumento del 3% respecto del censo de 2012-2013, o la reducción del 50% de las manadas en la provincia de Salamanca, por ejemplo, cuando en el anterior censo se contabilizaban 6 y en este la mitad, o cuando en menor medida también encontramos una reducción en las provincias de Burgos, en donde se pasa de 21 grupos a 18, en la de Palencia donde se pasa de 38 a 35, o en la de Zamora donde se reduce de 49 a 46. Y aún se sostiene menos esa falacia de desaforada expansión (insisto, de un ridículo 3% en una década) cuando la comparamos con la del lince, que ha sido del 66% en ¡¡¡solo tres años!!!.

Y ya que hablamos del lince ... ¿cómo se come que a una especie -el lobo- con dos mil y poco ejemplares se la quiera conservar a tiros, mientras que a otra joya zoológica -el lince- con 2.021 felinos censados sigamos mimándolo entre algodones (como es lógico, por supuesto)? ¡¡¡Uuuyyy, no les daré ideas, a ver si van a querer también conservar al lince a tiro limpio ahora que se lo van a reintroducir en el cortijo de Castilla y León!!!, al fin y al cabo, según ellos "la caza hace aumentar la especie" y las cifras poblacionales de ambos carnívoros -lobo y lince- son ya muy similares.

De hecho, pronto habrá más linces que lobos. Al lince lo seguiremos tratando como se merece, invirtiendo denodados esfuerzos en recuperarlo, y al lobo ... bueno, al lobo ... en fin ... en lo que esté protegido no podemos oficialmente "ejecutarlo por su bien", para que aumente su población, digo, pero ya lo hacen los ganaderos y los furtivos por nosotros. Y entre tanto ... nosotros ... pues eso, miramos para otro lado, que eso se nos da también genial, somos grandes expertos en ambas estrategias: matar lobos porque sí y dejar que otros lo hagan también, ¿por qué no?.

No nos podemos olvidar cuando hablamos del problema que supone la eliminación legal de ejemplares de una especie apical que se encuentra en un evidente mal estado de conservación, el añadido del gravísimo efecto que el furtivismo acarrea al taxón en cuestión. Nuestras administraciones NUNCA han hecho absolutamente NADA para luchar contra ese tipo de delincuencia. Lacra que no olvidemos se cobra la vida de centenares de lobos cada año, aún después de haber sido protegida con el LESRPE. Para nuestras administraciones este gravísimo problema, contra el que tanto alzó la voz Luis Mariano Barrientos, nunca ha sido algo a tener en cuenta. Y son centenares los lobos que han ido muriendo de esta forma anualmente desde hace décadas. Centenares que se sumaban un año sí y otro también a los centenares que ya eliminaban legalmente las administraciones regionales mediante cupos de caza deportiva o en acciones de control letal de la población. Con el paso de los años se han sumado demasiados miles de lobos muertos. Eso estancó el crecimiento de la población a finales del siglo pasado -lo que algunos científicos denominaron eufemísticamente "estabilidad"-, pero la Junta de Castilla y León sigue empeñada en asegurar que matar lobos es bueno para la especie. 

Lo voy a repetir para que tomemos conciencia de lo que supone el párrafo anterior: han sido decenas de miles los lobos masacrados legal e ilegalmente en las últimas décadas.

¿Cómo pueden decir estos sujetos que matar lobos hace aumentar la población?

Sois un insulto a la inteligencia. DIMITID.

9 de noviembre de 2024

Otra vez la caza

El fin de semana pasado salí al monte como de costumbre. Esta vez no me pudo acompañar nadie, así que hice mi mochila por la noche y a la mañana siguiente llegaba yo solo a la pista forestal desde donde pensaba arrancar el pateo previsto para aquella jornada. ¡Uy, qué mal rollooo!, tres coches aparcados donde nunca hay ninguno, ¿serán ganaderos que vienen a mirar sus vacas desperdigadas por la sierra? Voy a ver si unas curvas más adelante todo está más tranquilo. Subo un poco más y ... pues va a ser que no: esta vez son tres todoterrenos, uno de ellos incluso del otro lado de la portera y con un carro pequeño enganchado, de esos de los que suelen utilizar los cazadores para llevar a sus perros. Esto tiene mala pinta. Subo otras cuantas curvas por el puerto y ... ooootro coche estacionado. Decido pasar de largo ante lo inesperado de tanto vehículo en donde jamás ves ninguno, y estaciono en un hueco de la cuneta para pensar con calma qué opciones tengo. No sé, quizás sean ganaderos, o gente a setas, o excursionistas, o todos ellos a la vez y haya sido una simple coincidencia tanto coche. Pasados unos minutos de "meditación trascendental" -debido a lo trascendental que puede ser para mi integridad física meterme en unos pinares con, quizás y como poco, siete dedos índices ansiosos por apretar siete gatillos de siete rifles de caza mayor- decido vestirme de colorines cual semáforo con patas y echarme a la espalda la mochila (a la que también he vestido de un naranja chillón que duele a la vista) e iniciar la excursión desde aquel otro punto. Cuando estoy echando mano a la mochila y me dispongo a cerrar el vehículo, cruza repentinamente la carretera a 50 metros de mí un joven y asustado ciervo macho.

Estaba claro, no eran ganaderos. Un ciervo movido de su encame cruzando de día a la carrera por aquel sitio tan extraño era la confirmación inequívoca de que había, sí o sí, una cacería en aquellas laderas y de que la gente se había repartido por distintos puntos aprovechando el asfalto. ¡Ala, hijo!, cambio de planes y deja de nuevo el macuto en el vehículo porque los señores cazadores se han desplegado por la zona, cual Rambos en Vietnam, y el riesgo de acabar en una caja de pino no me entusiasma demasiado. Arranco de nuevo el motor y me alejo de aquel lugar, expulsado pero íntegro. ¿Qué hago ahora? Mis planes destripados porque mi libertad de circulación, aparentemente protegida por el artículo 19 de la Sección 1ª del capítulo II del Título I de la Constitución Española, es papel mojado ante esa actividad cruel, violenta y sanguinaria que es la caza, y que, practicada por una minoría, cohibe y cercena el derecho de circulación del resto de los ciudadanos.


Cuando a última hora de la mañana conducía de regreso a casa, ahí estaban ellos en animada tertulia junto a la carretera, con un rifle apoyado en uno de los vehículos y con sus chalecos y gorras de un bonito camuflaje naranja fosforito, tan elegantes y varoniles, tan machotes. ¡Qué seguridad les debe aportar empuñar un arma, como prolongación fálica de su masculinidad!; ¡y cuántas señales metálicas habrán "disfrutado" de las secuelas de esa hombría y virilidad!, lo que nos viene a demostrar que en el fondo son gente siempre muy pacífica, que controlan sin problemas sus frustraciones y que nunca jamás representarán un peligro para los demás, porque si alguna vez hipotéticamente nos han mirado mal no es porque sean conscientes de que la sociedad desprecia su afición, sino porque nosotros hemos cometido el imperdonable pecado de coincidir con ellos en el espacio y el tiempo.




Esto que cuento no es anecdótico, sucede constantemente a lo largo y ancho de todo el territorio nacional durante todos los días habilitados para la práctica cinegética anual, y todos los que salimos al campo hemos sido condicionados por estas situaciones en alguna u otra ocasión -o más bien en muchas-, habiendo sufrido incluso situaciones realmente peligrosas o encuentros desagradables con furtivos o cazadores molestos por nuestra presencia. Nos ha pasado a todos. Y es que al final se puede cazar a lo largo de todo el año mediante unas modalidades cinegéticas u otras, lo que supone de facto que no exista una temporada en la que el campo esté totalmente libre de esta actividad y de los peligros que derivan de ella para nosotros.


El conflicto por el uso del espacio entre los cazadores y el resto de ciudadanos es solo una de las consecuencias indeseables que esta peligrosa actividad genera continuamente, conflicto del que siempre salimos perjudicados el resto de ciudadanos no cazadores, coartándonos la libertad de todos nosotros y haciéndonos asumir graves riesgos. Así, en 2023 murieron 14 personas, 4 de ellas no eran cazadores, y una de las fallecidas incluso se encontraba dentro de su casa cuando fue alcanzada por una bala. Si ellos están allí, tú tendrás que marcharte por la cuenta que te tiene. Pero es que, además, si con lo que te encuentras en el campo es con lo que la Junta de CyL denomina "caza colectiva" (batidas, monterías y ganchos -en caza mayor- y ojeos -en caza menor-) nuestro derecho a movernos libremente por la naturaleza se ve incluso restringido por Ley, anteponiendo el derecho de unos pocos a practicar la caza al derecho de la inmensa mayoría de la ciudadanía a moverse con libertad por el campo, bajo pena de una cuantiosa multa. Es indignante.

Sin embargo, este problema de convivencia tiene una solución razonable y creo que justa para todos si atendemos al número de cazadores que existen en el país. Si ellos suman el 1,16 % (568.715 licencias expedidas en 2022 según la Estadística Anual de Caza) de la población española -en realidad un poco más, ya que en la EAC no se incluyen las licencias interautonómicas-, ¿por qué disponen del 84,26 % (426.318 km cuadrados de terrenos cinegéticos en 2022 según la misma EAC, descontando ya los ridículos 749 km cuadrados de los Refugios de Caza/Fauna y los terrenos no cinegéticos como Vedados de Caza, Zonas de Seguridad y Terrenos Cercados) del territorio nacional (505.944 km cuadrados) para su actividad?



Satisface observar en la EAC cómo se ha pasado en 20 años de 1.036.340 licencias a solo algo más de la mitad en 2022, lo que nos hace pensar que aún hay esperanza. Vamos por buen camino, sí señor, y esto demuestra que la sociedad moderna no comparte la violencia gratuita contra la fauna -y menos aún por diversión- porque, a diferencia de otras actividades al aire libre que cada día son practicadas por un mayor número de incondicionales (deportes de aventura, excursionismo, trails de montaña, BTT, etc.), la actividad cinegética no deja de perder aficionados. Bieeen, bieeen, vamos bien.

Sería por lo tanto suficiente con limitar el espacio en el que ese poco más de 1,16 % pudiera practicar la caza deportiva, lo que sería incluso beneficioso para sus propios intereses, dado que el "espacio no cinegético" serviría de núcleo fuente de animales para ser luego ajusticiados en los "terrenos sí cinegéticos". Si siempre se están quejando de que no hay conejos ni perdices esta sería una buena solución para ellos también. ¿Qué porcentaje del territorio nacional se podría reservar para su actividad? Esta es una buena pregunta con múltiples posibilidades, pero cualquiera de ellas que se tuviera en cuenta sería ya un avance en sí mismo, sobre el que habría que continuar trabajando. Pero por pensar, y viendo el porcentaje que la practican, tienen de sobra con mucho menos de la mitad del territorio nacional, lo que podría coincidir con que principalmente se cazara en fincas privadas cerradas al tránsito público y poco territorio más. Desde luego todos los Espacios Naturales Protegidos y enclaves turísticos de cualquier índole deberían quedar libres de este tipo de caza, así como suprimir todos los terrenos cinegéticos de gestión pública (reservas de caza, cotos regionales, etc.) mantenidos también por ese 98,84 % de ciudadanos no cazadores. Esto eliminaría gran parte de los conflictos actuales y desaparecerían casi por completo los accidentes de caza en los que se vieran afectadas personas no cazadoras, dado que es allí donde converge con su actividad un mayor turismo.

Pero el caso es que hoy no quería hablar de esta coerción a nuestra libertad de movimientos, aunque como no puedo evitar ramificarme (me disperso completamente, lo sé, mea culpa, pero no os preocupéis que luego me fustigo con un látigo) he acabado dejando aquí constancia de mi repulsa ante este abuso, lanzando algunas ideas al aire. Hoy, de verdad que solo deseaba llamar la atención a los lectores del nefasto poder que tiene el mundo de la caza en algunas decisiones de nuestras administraciones. Que es un lobby poderoso, muy protegido por las altas esferas políticas y económicas del país es algo que ya he mencionado en diversas ocasiones, hasta el extremo de que en vez de restringirse su actividad cinegética para proteger la naturaleza y al resto de los ciudadanos de posibles accidentes, modifican leyes, muy por el contrario, para ampliar sus derechos, lo que resulta en limitar los nuestros. 

El caso es que el 31 de octubre pasado, conocíamos la noticia de que el grupo de trabajo del lince ibérico (Lynx pardinus) ya había seleccionado el lugar más adecuado para la inminente reintroducción del felino en Castilla y León. ¿Y qué tiene que ver esto con los cazadores?, me diréis alguno. Bueno, pues paciencia que enseguida lo vais a ver.


Dejando ahora a un lado los juicios al respecto de la idoneidad de escoger en este preciso momento estas ubicaciones debido a la distancia que las separaría del resto de núcleos linceros, surgen algunas cuestiones. Al menos a mí se me vienen a la mente varios interrogantes, fruto sin duda de que soy mu'mal pensao', además de rencoroso, porque no se me olvida que la JCyL no movió un maldito dedo para evitar la extinción total del lince en el sur de la comunidad hace ahora unas tres décadas. ¿Por qué ahora precisamente?, ¿por qué tiene este repentino interés por el lince esta consejería, tan detestada por lo sucedido en Zamora hace dos años y por su frenopática gestión del lobo?, ¿qué rédito puede obtener con esta medida este consejero, al que se le sigue exigiendo su dimisión? Y como soy así de mu'mal pensao' "me se" viene a la mente otra derivada de las dudas anteriores: ¿no será que con esta iniciativa histórica este señor lo que pretende es sencillamente hacerse un profundo lifting ante la sociedad?, ¿no será mera propaganda verde, para acicalar la nefasta imagen que todos tenemos de ellos y que, todo hay que decirlo, se han ganado a pulso? Si es que en el fondo les importa un verdadero pito la naturaleza. El lince, el lobo, el oso o el urogallo son solo palabras para ellos, y por los que nunca han hecho nada. Tengo la seguridad de que traer al lince a CyL en estos momentos es solo una maniobra política. Quieren pintarse de verdes y de ecologistas, cuando no lo son. Puro maquillaje.

Sea como fuere, lo cierto es que las opciones que se barajaban eran dos en el centro de la comunidad autónoma castellano-leonesa (ambas a tomar por saco de la población lincera más próxima, como ya he dicho), con buenas condiciones ecológicas para alcanzar el éxito de este hito en la conservación: la primera en el occidente de Zamora (cañones del Duero) -¡qué casualidad, la misma provincia que sufrió en 2022 los peores incendios de la historia de este país por la ineptitud del consejero!-, y la segunda en el Cerrato palentino. Finalmente la decisión se inclinó por esta última alternativa para la suelta de los 6 primeros ejemplares en la primavera de 2025. Aunque no fue exclusivamente por ello, sí es cierto que en esta decisión salomónica pesó mucho la peor aceptación social del proyecto de reintroducción en la comarca zamorana frente a la observada en la provincia de Palencia. Y aquí es donde vuelve a entrar en juego el inefable colectivo de cazadores, teniendo buena parte de la culpa de que la opción zamorana haya sido desechada; algo que, en su caso, solo hubiera tenido que suceder en base a criterios científicos.

Me explico. Si leemos el magnífico blog De paseo por la naturaleza lo comprenderéis perfectamente, por lo que os invito a leer las dos entradas que hacen referencia a esta cuestión. En la que enlazo aquí se explica cómo los cazadores de la zona que iba a ser beneficiada por la reintroducción de esta joya zoológica han rechazado el proyecto. En las reuniones mantenidas entre los gestores del proyecto LIFE LynxConnect y los colectivos implicados, el presidente del coto de caza de Vilaseco del Pan asegura que "no hay conejos. Pueden decir lo que quieran, pero nosotros somos los que salimos al monte, sabemos cómo está. Qué un cazador mate 3 o 5 conejos en una temporada, ¿es eso decir que hay superpoblación?", mientras otro colega cazador alegaba que "El lince trae problemas, restricciones y no acaba con el meloncillo o los tejones o el zorro. No me lo creo".

Pues nada, señores, no sirve de nada que los técnicos les aseguren que allí donde se ha reintroducido el gran gato las poblaciones de conejo y perdiz no solo no se han visto afectadas negativamente, sino que han mejorado ostensiblemente. El colectivo en su cerrazón vuelve a pecar de testosterónico y de no pensar. Sigue siendo una minoría egoísta que solo piensa en su divertimento sangriento, creyéndose además arrogantemente más sabios que los profesionales. Si es que es de primero de carrera de bichología, que la presencia de los conocidos como superdepredadores son fundamentales en las dinámicas tróficas como controladores de otros organismos situados en niveles inferiores, como los predadores generalistas que vosotros tanto odiáis y a los que masacráis compulsiva e irracionalmente. Son imprescindibles para mantener la salud del ecosistema, de modo que incluso las criaturas situadas en los niveles tróficos inferiores se benefician de su presencia. Hay que ser un analfabeto ambiental para oponerse a la llegada del lince o a la presencia de cualquier otro depredador, lo que no deja de dar pavor, porque gestionan sin conocimientos ese 84,26 % de nuestra naturaleza. Y ya sabemos cómo la gestionan, a tiros, con cepos, lazos y veneno. Señores cazadores, TODOS los seres del ecosistema son imprescindibles para que este evolucione en equilibrio, incluidos zorros, gatos monteses, tejones, meloncillos o garduñas. Y por supuestísimo linces y lobos. Hasta los niños de 1º de la ESO se lo saben.

Voy a dejar aquí dos esquemas muy simples -como si fuera para los pequeños de la casa- por si algún obtuso alcanza a verlo y aprende de una vez la especial importancia que tienen los superdepredadores como linces y lobos.



Pero vamos a ver, almas de cántaro, ¿de verdad os creéis seres superiores que sabéis más del campo y de su vida silvestre que el resto de biólogos y naturalistas del planeta? Dejad de miraros el ombligo y no seáis tan soberbios, hombre. Si los zoólogos aplican métodos científicos para conocer la situación poblacional de las especies, ¿con qué argumentos vais vosotros a negar los datos empíricos?, ¿con vuestros simples pateos por el monte con la escopeta entre las manos?, ¿con vuestro simple "no me lo creo"?, si solo contáis lo que matáis, lo que muy científico no resulta. Para vosotros solo hay mucho de lo que no queréis (zorro, meloncillo, lobo, garduña, tejones, ...) y poco de lo que sí (perdices, liebres, conejos, ...).

Desde luego parece muy poco razonable vuestra obsesión con "acabar con el meloncillo o los tejones o el zorro". De verdad, es enfermiza esa fijación que tenéis con los predadores, tenéis que hacéroslo mirar, hay profesionales muy buenos que os podrían tratar el problema y dejaría ello de quitaros el sueño. Sois, además de un peligro para el resto de personas que salimos al campo, un azote bíblico para el propio campo. Y a las pruebas me remito: la misma situación a la que vosotros arrastrasteis al lince os lo está demostrando ahora; como os lo demuestra la del oso, la del lobo, la de las grandes rapaces, el estado crítico del urogallo, y el de tantas otras especies tras siglos de persecución. Ahí tenéis también el ejemplo de la cabra montés (C. p. victoriae) de Gredos, de la que en su momento dejasteis solo 12 individuos, y el de la extinción en el 2000 del bucardo (C. p. pyrenaica) o la muy anterior de la cabra portuguesa (C. p lusitanica). Cuando decís que no hay codornices, es tan sencillo de solucionar como dejar de matarlas durante suficiente tiempo. Pero eso os escuece. Cuando decís que no hay perdices os deberíais volver a mirar el ombligo y pensar que quizás sois demasiados matando demasiadas, agravando el problema provocado por la agricultura intensiva. Pero eso también escuece. Cuando decís que hay muchos zorros deberías pensar que a veces los estáis alimentando vosotros con sueltas masivas de perdices tontas de granja o impidiendo la llegada de linces o lobos, por ejemplo. Pero eso os escuece aún más. Y cuando decís cínicamente que hay demasiados jabalíes mientras los alimentáis con pienso cinegético, deberíais hacer autocrítica pues también vosotros habéis contribuido a casi exterminar en la Península a su depredador principal. Y eso..., eso ya os produce sarpullidos. A lo mejor el problema es que sois demasiados matando de todo.


Estaría muy bien poder calcular el coste económico que suponen para la sociedad los proyectos de recuperación de muchas especies animales que han sido previamente masacradas por la actividad cinegética. Evitar la extinción del lince ibérico, por ejemplo, nos está costando decenas de millones de euros e infinidad de esfuerzo humano. Sumar ahora los recursos empleados para recuperar al oso, al urogallo, al quebrantahuesos, ... Es un enorme desembolso de dinero público que nos vemos obligados a hacer como sociedad para recuperar lo que las escopetas mataron y matan.

Hay otra barbaridad que me enferma enlazada con estas cuestiones, y tiene que ver con esa neura que unos pocos humanos tienen por justificar lo injustificable exterminando a los predadores porque se alimentan de fauna silvestre que no quieren compartir. Al zorro se le mata porque come conejos y perdices, al meloncillo por lo mismo, al lobo porque se alimenta de machos monteses en Gredos, y jabalíes, ciervos y corzos en las Reservas Regionales de Caza de la Cordillera Cantábrica, etc. ¿Estamos locos o qué nos pasa como especie?, ¿cuál es el problema de que los depredadores se alimenten de presas silvestres?, si lo que no queremos es que lo hagan de gallinas, ovejas o vacas. Es que es tan obsceno y neurótico su egoísmo que yo alucino. Acaparan para sí las criaturas salvajes que ellos deciden, las perdices son exclusivamente suyas, igual que los conejos, y los ciervos y los jabalíes, y los corzos o las tórtolas. Lo que ellos deciden es suyo y que ningún otro animal ose alimentarse de ellos, bajo pena de ser puestos en el punto de mira de sus escopetas, de su veneno, y de sus cepos. Si esto no es tener una visión asquerosa y egoísta de la vida, no sé qué puede ser.

Vistos todos estos sinsentidos y otras muchas cuestiones más (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14) que se vienen a sumar a los problemas que genera ambiental y socialmente la actividad cinegética, ¿a alguien le puede de verdad extrañar la desafección que siente la sociedad por la caza? Si es que esta minoría está realmente desconectada del tiempo que le ha tocado vivir. Matar por diversión solo es una evidencia de pobreza humana, de insensibilidad e inhumanidad ante los demás seres vivos con los que compartimos planeta. La tortura y muerte animal gratuitas (tauromaquia y caza deportiva) son violentas tradiciones que hay que abolir. Sí señor, Zamora se quedará por el momento sin linces porque a unos señores generosos y muy, muy, muy listos les ha dado por dogmatizar que lo que ellos digan tiene valor de ley, que si ellos dicen que no hay conejo ... pues es que no lo hay, y punto, por mucho que sesudos científicos digan lo contrario; y si dicen que el lince trae problemas "pos" los traerá, hombre. ¡Qué van a saber de conejos esos biólogos urbanitas!

En fin, patético que la desconexión social y la ausencia de sentido común y de conocimientos de este colectivo condicione la conservación de nuestra naturaleza en tantas y tantas ocasiones. Si eres cazador y lees esto, plantéate seriamente abandonar la caza, conozco grandes fotógrafos de fauna que antes fueron cazadores y te aseguro que todos ellos se arrepienten de lo que hicieron y viven ahora mucho más felices empuñando una cámara fotográfica.

1 de noviembre de 2024

Este hombre es un cachondo

No me digáis que no. Este tipo es un guasón incomprendido del que todo el mundo despotrica en esta bendita comunidad autónoma y al que al final hasta le voy a coger cariño y todo. Ayer nuestro consejero estrella de la Junta de Castilla y León, el susodicho Juan Carlos Suárez-Quiñones, dio una rueda de prensa después del Consejo de Gobierno para que los medios de comunicación se hicieran eco de "su verdad". A ella lo llevaron unos vasallos sentado en su poltrona, de la que no se puede levantar porque, como ya sabéis, está grapado desde hace 9 largos años, largíííííísimos años. Las malas lenguas dicen que incluso duerme en ella por miedo a que se la quiten, pero yo no me lo creo. El caso es que en la rueda de prensa dio su opinión respecto de la nueva sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León que tira por tierra de nuevo su gestión del lobo y alegó que ... ¡¡tachín, tachín!! ... el Gobierno de España había engañado y mentido a los jueces, y por eso estos habían sentenciado en contra de su "modélico plan de aprovechamientos cinegéticos del lobo". ¿Qué os parece?, ¿no creéis que es genial este tipo? Acaba de dejar de un plumazo a los jueces como gilipollas, y al mismo tiempo acusa al Gobierno de mentirnos a todos los ciudadanos y de falsear los datos. Él, precisamente él, acusa a otros de mentir y de falsear los datos; es que es genial, ¿no es bromista de verdad este hombre? Falsear datos, dice, ¡qué tío!. El caso es que debe estar mayor ya y por eso se olvida (siempre) de mencionar en las ruedas de prensa y ante los medios de comunicación pequeños detalles ..., ¡na', minucias sin importancia!, como que NO ES EL GOBIERNO el que decide si el estado de conservación de una especie es o no favorable, y mucho menos aún su comunidad autónoma (¡Dios nos libre de semejante posibilidad!), sino un Comité Científico que valora de manera independiente y en base a criterios objetivos el estado de conservación de una especie, y que esto se hace de una manera global en su área de distribución, no por circunscripciones administrativas, que los bichos silvestres hasta ahora no votan por Comunidades Autónomas, que yo sepa. 


¡Qué majo el hombre!, ¿no? Yo creo que no es mal chico, lo que pasa es que desde la altura de su poltrona no vislumbra bien el mundo real. Si alguien tiene alguna palanca para desgraparlo de su trono seguro que lo agradecerá, os recompensará con su sabiduría y demostrado buen hacer. 

31 de octubre de 2024

El verbo "dimitir"

Ayer numerosos medios de comunicación (1,2,3, etc) se hacían eco de la nueva sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León que acaba de declarar ilegal la autorización de cazar 339 lobos (entre 2019 y 2022) aprobada por nuestro penoso gobierno autonómico, ratificando así una vez más la gestión contraria al bien público que ha venido haciendo la Junta en materia de medioambiente, y en especial en la protección de la biodiversidad de nuestra región, de la que el lobo (Canis lupus signatus) es una pieza fundamental y necesaria. Desde la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico, garante de la especie y denunciante ante los tribunales de dicho plan ejecutor, piden que se asuman por ello responsabilidades políticas y sean cesados todos los implicados de este enésimo varapalo judicial.


Que la Junta de Castilla y León ha sido verdugo directo o instigador de la muerte de cientos de lobos, tanto al norte como al sur del Duero -muchos de ellos con recursos públicos, tanto humanos como económicos- es lo suficientemente grave como para que rueden ahora algunas cabezas políticas. Desde el año 2008 autorizaron sin ningún escrúpulo el sacrificio, nada más y nada menos, que de 1.847 ejemplares de una especie que en realidad se encontraba en un Estado de Conservación Desfavorable e Inadecuada -que es algo que no decide ningún gobierno autonómico, y tampoco la Junta de CyL-, con una población falta de variabilidad genética que actualmente es solo algo mayor que la del lince ibérico, de unos 2.500 individuos frente a los más de 2.000 del felino. La obstinación por acabar con cuantos más lobos mejor al mismo tiempo que decían querer su conservación ha parecido tener rasgos sencillamente psicopáticos. La obsesión lobicida del Consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación Territorial, ese ser llamado Juan Carlos Suárez-Quiñones, y del Director General de Patrimonio Natural y Política Forestal, el no menos incalificable José Ángel Arranz Sanz, vuelve a quedar en evidencia con esta nueva sentencia contraria al gatillo y la mira telescópica, y pone en un brete la capacidad de estos señores para llevar a cabo su trabajo.


Es un suma y sigue de desencuentros judiciales que deberían ser suficientes para que los ceses se hicieran efectivos ya: el primer plan de gestión del lobo de 2008 también fue echado abajo en los tribunales, como lo sería unos años más tarde el segundo de 2016, y como fueron tumbados por los jueces los odiosos Planes de Aprovechamientos Comarcales para la especie de la temporada 2010-2011, primero, los de la temporada siguiente, después, lo mismo que los de 2015-2016, y finalmente los de 2018-2019. El último tirón de orejas se lo dio incluso Europa con la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la manifiesta ilegalidad de matar esos 339 lobos. Ahora esta última sentencia de la justicia española solo certifica que ese curioso modelo de "protección y conservación" del cánido no es el correcto. Vamos, que no es ni medio normal masacrar institucionalmente una especie que presenta un estado de conservación malo. Y son los ciudadanos, principalmente a través de esta ONG, y los jueces quienes se lo tienen que recordar a esta cada vez más patética Junta de Castilla y León: NO SE PUEDE MATAR LOBOS. ¿Cómo hay que decírselo a estos señores?


Pero claro, ¿qué podemos esperar de una administración que si por algo se ha caracterizado ha sido por fomentar e inflar peligrosamente el conflicto, en vez de por minimizarlo, mintiendo con el estado de conservación del depredador, y polarizando el problema con demagogia y falsas dicotomías entre "lobo o ganadería", dando cancha a los intereses de un sector privado que muy a menudo se niega a poner medios de protección en sus explotaciones, y despilfarrando el dinero público en matar y matar ejemplares, mientras critica a la sociedad civil por defender un interés común y público como lo es nuestra biodiversidad. Y todo esto con el único fin de rascar votos en el medio rural. La indecencia política de estos señores es mucho más que descomunal, es infinita. Esto ya quedó muy bien demostrado tras el desastre de los incendios de la sierra de La Culebra cuando ningún alto cargo dimitió o fue cesado, y cuando ni siquiera se hizo autocrítica de la nefasta responsabilidad que se tuvo en la gravedad final de lo ocurrido como consecuencia de las decisiones políticas tomadas a priori.



En este blog ya he pedido varias veces la dimisión de este horrible Consejero y lo vuelvo a hacer ahora. No sabes hacer tu trabajo, Juan Carlos Suárez-Quiñones, y tu ineptitud y torpeza nos cuesta mucho dinero a la sociedad; no te ganas el sueldo que cobras, ni lo mereces, porque además lo haces con pleno conocimiento de causa. Si hubiera un delito en nuestro Código Penal que condenara la incompetencia política que costara dinero al erario público, serías juzgado y condenado, no lo dudes. Pero lo peor es el coste que tus decisiones han tenido a nivel ambiental. En el futuro lo sucedido en La Culebra y la gestión del lobo en nuestra región serán dos símbolos de cómo la sucia política puede destruir nuestra naturaleza, y de cómo lo peor de aquella afecta de un modo directo a nuestro medioambiente, por ejemplo con una pésima política forestal o autorizando el exterminio de cientos de lobos.


"Dimitir" es el infinitivo de un verbo intransitivo que significa que un ser que nos produce un gran desprecio renuncia a su poltrona para siempre y nos deja por fin tranquilos a los demás, ciudadanos de bien a diferencia del susodicho. Existe el verbo "dimitir", señor Juan Carlos Suárez-Quiñones, se lo subrayo por si no es de su conocimiento; úselo, por favor, en primera persona del singular de indicativo. Y si lo hace en plural junto con José Ángel Arranz y algún otro responsable de la muerte de cientos de nuestros lobos ibéricos, pues muchísimo mejor, ¡'ande va usted a parar!, la sociedad se lo agradecerá, téngalo por seguro, en la misma medida en que lo hará nuestra naturaleza.

Dimitan, pues, no les cabe otra salida si tienen un mínimo de verguenza.