Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
Mostrando entradas con la etiqueta Picos de Europa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Picos de Europa. Mostrar todas las entradas

8 de septiembre de 2014

Las piquigualdas

Regresamos Pablo y yo de darnos una pequeña paliza en busca de algunos rebecos que tengan a bien dejarse hacer alguna foto. Dentro de un rato estaremos en la carretera de regreso a nuestra casa, pero antes de bajar de estas montañas y juntarnos con el resto de la familia que espera abajo en el valle, decidimos probar suerte con las siempre espectaculares chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus). Para ello nos detenemos en unos prados junto a unos grandes precipicios sobre los que los días anteriores hemos observado que estas aves gustan de jugar con el viento. Vuelan en grupos realizando acrobáticas piruetas, yendo y viniendo, piando, reclamando, posándose cerca de montañeros y turistas, esperando obtener algo a cambio y volviendo a emprender el vuelo para alejarse hasta otro lugar. Se acercan y se alejan, posándose en las praderas alpinas en busca de insectos.

Descargamos, pues, nuestras espaldas del peso de las mochilas y nos sentamos en la hierba al borde del acantilado. Preparamos las cámaras y nos disponemos a esperar. La montaña se presenta increíble, con un espléndido cielo azul. Detrás, moles gigantescas de caliza; delante, el valle aún muy abajo tapizado de hayedos y praderas. En momentos como estos uno comprende por qué regresamos una y otra vez a las alturas. Me dan envidia estas aves alborotadoras, veleras como pocas, habitantes de las montañas más altas de Eurasia, desde China a la Cordillera Cantábrica, y en menor medida también del norte de África. En el Himalaya o Karakorum se las puede observar por encima de los ocho mil metros de altitud, visitando los campamentos de altura de las expediciones alpinísticas, llegando a criar allí en alturas cercanas a los cinco mil metros. Inteligentes como todos los miembros de la familia de los córvidos, repasan los lugares en los que los humanos hemos descansado previamente, batiendo la zona en busca de restos alimenticios. A menudo se posarán en las cumbres cuando nosotros las abandonamos.

A nosotros hoy nos es suficiente una hora de descanso en los prados junto a los cantiles para disfrutar de su presencia antes de iniciar el definitivo regreso al valle y a casa. Unas pocas fotos, unos pocos minutos de despedida en su compañía.






24 de enero de 2013

Picos de Europa entre bambalinas

¿Qué está sucediendo realmente en el Parque Nacional de los Picos de Europa? Hace tan solo dos días nos llegaba la lamentable noticia de que había sido abatido un segundo lobo con collar radiotransmisor, objeto de un estudio científico encargado por la administración de este emblemático espacio protegido, y encaminado a profundizar en su conocimiento y hacer más eficaz la gestión de la especie. Este animal, una hembra de dos años de edad, murió por los disparos de la guardería de la Junta de Castilla y Léon en este mes de enero y en la parte leonesa del parque. El primero, un macho apodado Marley, fue eliminado en el verano de 2012 por los mismos gestores del Parque Nacional que le habían colocado el collar, en lo que ya son, sin lugar a dudas, rutinarios controles de la especie dentro del mismo.

¿Cómo se gestiona la naturaleza en esta España de flauta y tamboril? ¿Qué se está haciendo mal para que en un espacio natural que se protege precisamente para salvaguardar sus valores medioambientales, se persiga implacablemente a una especie clave en el ecosistema? No se me puede olvidar el suceso de 2004 cuando un biólogo del Parque Nacional mató, a golpes en la cabeza, una camada completa de siete lobeznos de escasos días de edad. Pero sin ir tan lejos, hace unos meses se firmó la sentencia de muerte para seis ejemplares de la especie. Dos de los ya abatidos son los que llevaban collar emisor.

Se me ocurren varias reflexiones sobre las que cada uno puede informarse y opinar.

La primera es que alguien debería hacerse responsable de la malversación económica que representa llevar a cabo un costosísimo proyecto de investigación (que suma, solamente en 2010 y 2011, la nada desdeñable cifra de 503.631,96 €) con dinero público y luego mata los ejemplares objeto de estudio. Pero no debería bastar con la, a mi juicio, imprescindible y fulminante dimisión del director del parque como máximo y directo responsable de lo sucedido, sino con su patrimonio personal hasta compensar todo el dinero público despilfarrado.

En segundo lugar, me pregunto hasta qué punto es lícito llevar un "control tan descontrolado" contra una especie dentro de un Parque Nacional. Y digo "descontrolado" porque si se tirotean ejemplares radiomarcados es porque se dispara a lo primero que pasa. Eso no se puede llamar "control selectivo", ¿verdad?, sino eliminación sistemática. Cierto es que el conflicto con la ganadería está servido desde que el hombre domesticó los primeros ungulados, lo que entronca con la siguiente cuestión.



Y esta cuestión nos lleva a evaluar si las pérdidas económicas que este cánido provoca en la ganadería, son realmente proporcionales con el conflicto que genera y con la persecución de que es objeto. Cualquiera que tenga las cifras encima de la mesa verá que no. El escaso montante económico que supondría una generosa y eficaz indemnización de las pérdidas causadas, son perfectamente asumibles por una administración en la que debe primar la conservación de la biodiversidad como un valor irrenunciable en una sociedad que se llama así misma civilizada y moderna. Estas pérdidas son en realidad muy inferiores a las causadas por algunos herbívoros salvajes que, por el contrario, sorprendentemente no sólo no provocan igual conflicto social, sino que incluso son "cebados" en los cotos. Pensemos que los verdaderos problemas de la ganadería son estructurales, derivados de la economía global que impera en el mercado y a la que ha de adaptarse. No es, ni será nunca el lobo el que acabe con el sector, como demagógicamente desde algunos sectores profesionales se asegura, calentando el conflicto para obtener réditos de dudosa moralidad.



Por el contrario, en esta balanza nunca se valora económicamente lo que la propia presencia del lobo vivo representa para el turismo de naturaleza. Mientras que en otros lugares y sobre todo con otras especies (la invernada de las grullas, la berrea del ciervo, el lince de Sª Morena, el quebrantahuesos de Ordesa, el oso de Asturias,...) el turismo de observación se fomenta desde las instituciones como un reclamo turístico que atrae cada día a un mayor número de amantes de la naturaleza, con el lobo da la impresión de que las administraciones públicas tienen aún el convencimiento de que solo les traerá problemas y que, por lo tanto, el mejor lobo es el lobo muerto, aunque públicamente no lo quieran reconocer. El ejemplo más cercano de los beneficios que acompañan al lobo vivo, lo representa el turismo lobero que se acerca a la Sª de la Culebra a lo largo de todo el año, desde lugares tan dispares como Reino Unido, Francia y, evidentemente, cualquier punto de la geografía peninsular, y que supone una importantísima fuente de ingresos en la zona. Sin embargo, este tipo de "turismo de prismáticos" nunca ha sido comprendido por la administración castellano leonesa, ni la propia guardería de la Reserva Nacional de Caza de la Sierra de La Culebra, que aún parecen ver sólo el dinero que deja el "turismo de escopeta" a través de los cupos de lobo en las subastas de caza.



El cuarto punto en el que se me ocurre reflexionar es el que habla de la ineptitud de la propia gestión de la administración del parque, así como del intento de ocultación de la muerte de ambos lobos radiomarcados. Su opacidad en la transmisión de cualquier información relacionada con la muerte de ejemplares de esta especie, nos hace pensar en todos aquellos ejemplares que son igualmente muertos por disparos de la guardería sin que lleguemos nunca a enterarnos. Sumémosles, además, las muertes por furtivismo. El resultado es un desastre del que da miedo pensar.

Y enlazando con lo anterior, se me vienen a la cabeza las voces que claman sobre el riesgo de eliminar lobos sin control para los propios intereses ganaderos. Son muchos los expertos que aconsejan no desestructurar las manadas, ya que la eliminación de los ejemplares con mayor experiencia, conocedores de los peligros que entraña para ellos atacar al ganado doméstico, puede provocar un aumento de ataques a la cabaña ganadera por parte de ejemplares jóvenes y sin ese bagaje a sus espaldas.

En resumen, más de lo mismo. Más de lo de siempre. Posiciones irreconciliables y una mala gestión de la especie. Menos mal que al lobo, al gran proscrito que decía Félix, le queda su adaptabilidad y una parte de la sociedad que permanece fiel a su lado. Que el aullido de este ser único se oiga para siempre en las frías noches de invierno por los campos y sierras de esta geografía ibérica que fue siempre su hogar.

14 de diciembre de 2012

12 meses

Doce meses se cumplen hoy día catorce de la andadura de este blog. Doce meses en los que mi aspiración ha sido que algo más de medio centenar de entradas os hayan contado algo más de medio centenar de historias. Sobre naturaleza unas veces, urbanas otras, sociales o personales también. Las cerca ya de diez mil visitas que este nómada ha tenido en este tiempo, le animan a seguir caminando la misma vereda, pues queda mucho que contar en un mundo que evoluciona rápidamente y en donde se suceden los cambios a velocidad de vértigo. Para soplar entre todos la primera vela del deambular de este cuaderno, y aprovechando también que tan solo hace tres días se conmemoró el Día Internacional de las Montañas, os dejo doce imágenes de otras tantas cumbres. Doce rincones del planeta para recordar los doce meses de este primer aniversario. Una docena de fotografías que quieren ser un homenaje a esa gran protagonista de la naturaleza más salvaje e indomable, la montaña, alta, lejana, fría e hinóspita, siempre peligrosa, pero a la vez bella como pocos escenarios de esta muestra casa. La Montaña, con mayúsculas.













10 de septiembre de 2012

Rebeco (Rupicapra pyrenaica parva)

A veces me preguntan si es necesario o no solicitar los permisos para fotografiar dentro de un espacio natural protegido ciertas especies animales que mantienen poblaciones abundantes, que no están en peligro de extinción y que, además, se muestran enormemente confiadas ante la presencia humana, como es el caso del rebeco cantábrico (Rupicapra pyrenaica parva), por poner un ejemplo.




Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f7.1 - 1/640 sg. 200 ISO

Es cierto que puede parecer un poco absurdo precisar de un permiso para fotografiar algo a lo que todo el mundo fotografía sin solicitarlo. Sin embargo, si estamos en el interior de alguno de nuestros espacios protegidos, debemos tener presente que, primero, el referido permiso es algo que exigen las normativas de uso y gestión de los mismos, nos guste o no.


Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f8 - 1/250 sg. 200 ISO

En segundo lugar, nos asegura la tranquilidad de poder trabajar sin ser molestados por la guardería que, en caso contrario y cumpliendo con su deber, se van a acercar hasta donde estemos (y esto, independientemente de si se espanta el rebaño o no) y nos lo va a exigir, por muy estricto que le pueda parecer al visitante.


Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f8 - 1/400 sg. 200 ISO

Por último, nos permite, en según qué casos, movernos legalmente por áreas que pueden estar restringidas al resto de visitantes, alejándonos de los senderos y caminos habilitados para el turismo en general. Esto representa una ventaja muy interesante en diversas oportunidades, puesto que los animales pueden llegar a estar muy separados del trasiego humano.


Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f8 - 1/320 sg. 200 ISO

Por lo tanto, y por muy innecesario que pueda parecer tener que pedir un permiso para fotografiar, por ejemplo, cabras monteses en el Parque Regional de la Sierra de Gredos, o rebecos en el Parque Nacional de los Picos de Europa, no podemos dejar de aconsejar al fotógrafo dedicar algo de tiempo a la burocracia y solicitar con suficiente antelación los permisos pertinentes. Incluso para especies tan confiadas y comunes como estas. Sólo así, podremos trabajar tranquilos -a veces con la inestimable ayuda de la propia guardería- y movernos por donde la especie lo requiera.

Todo ello, independientemente de que necesitar un permiso para fotografiar un animal que en ocasiones incluso se acerca a los excursionistas para pedir comida, pueda ser o no un poco absurdo.

Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f8 - 1/320 sg. 200 ISO

12 de agosto de 2012

Compañeras de ascensiones y descansos

Llegamos a la cima de una torre en Picos de Europa. Nos sentamos fatigados sobre su áspera caliza y descargamos las mochilas para liberar durante un ansiado respiro nuestras espaldas, y ellas ya están allí. Envidio sus equilibrios y sus quiebros. ¡Quién pudiera sentir el vendaval en la cara y regatear su violencia!. Son las chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus), esas modestas aves del color de la noche, con llamativos picos amarillos como la flor del tojo. Nos rodean y nos observan cuando paramos. Compañeras de ascensiones y descansos, se posan a nuestro lado y esperan a que nos marchemos de sus dominios, para revolotear sobre las migajas que podamos dejar entre las piedras de sus cumbres.




6 de agosto de 2012

Montañismo infantil: Picos de Europa

Cuando veo las fotos de mis hijos compruebo cómo corren las manecillas del reloj.

Desde aquella primera excursión para la guía de Picos de Europa en la que el más pequeño de ellos subió a la cumbre de la Padiorna con sus cinco añitos, hasta la última cima de este largo verano en Pirineos, ha pasado mucho tiempo y se han sumado muchos metros de desnivel en nuestras piernas, peso en nuestras maltrechas espaldas y recuerdos en nuestros corazones. Montaña a montaña, y marcha tras marcha, vamos haciendo camino y poniendo cara a la geografía de numerosos rincones. Hasta que el cuerpo aguante.

Picos de Europa con Niños supuso redescubrir este maravilloso lugar al ritmo de los pequeños de la casa, más pausado pero no menos intenso, buscando lo que a veces el montañero pasa por alto camino de las cimas o las paredes verticales. El trabajo nos permitió sentirnos parte de estas montañas y verlas más cercanas y familiares, algo que ya no podremos olvidar y por lo que estaremos siempre en deuda.

Estas que veis ahora son solo unas cuantas ventanas al recuerdo.