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28 de febrero de 2024

La responsabilidad de la Junta

Esta vez intentaré ser conciso, lo juro, pero igual de claro que siempre. Hace solo dos días dedicaba la entrada previa a hacer algunas reflexiones personales -pero compartidas por un gran número de personas- sobre la necesidad de prohibir por Ley la caza en determinados espacios y circunstancias alegando, entre otras cosas, la larga experiencia acumulada que tenemos en muertes de osos por disparos durante la práctica de esta actividad (y otras especies, como linces, por ejemplo), en cuyos casos los cazadores implicados siempre han alegado en su defensa que el suceso solo fue un desafortunado "accidente de caza". En otras ocasiones directamente los osos han desaparecido para siempre sin dejar rastro justo al comenzar la temporada cinegética, ¡qué casualidad!. Y en otras ni siquiera se tiene constancia de su desaparición hasta que años después se localiza fortuitamente algún ejemplar en un estado de conservación tan malo que imposibilita ya conocer las causas de su muerte.


Hace solo dos días de esas reflexiones. Pues bien, ayer 27 de febrero la Fundación Oso Pardo se hacía eco de la reciente sentencia dictada contra el cazador que disparó y mató a una osa en noviembre de 2020 en un Espacio Natural Protegido que casi podríamos denominar como un "sumidero de osos", ya que es en lo que parece se ha convertido el norte de Palencia por la escandalosa gestión que viene haciendo la Junta de Castilla y León, y más concretamente en el Parque Natural Montaña Palentina. En esta sentencia se condena al delincuente a dos años de prisión y cuatro de inhabilitación para la caza, así como a pagar a la Junta de Castilla y León 17.505,95 € en concepto de responsabilidad civil, siendo esta una cantidad muy inferior a la solicitada por la fiscalía y la propia FOP. Según explica la misma fundación en su nota, esta "... reducción obedece a que la sentencia considera que debería haberse suspendido la cacería en el momento en el que se tuvo conocimiento de la presencia de la osa con el osezno en la zona a cazar". Esto es extraordinariamente relevante porque viene a decir que la Junta de Castilla y León es responsable también de la muerte de esa osa por AUTORIZAR la batida a sabiendas de su presencia con la cría. Vamos, lo mismo que venimos denunciando desde hace años sectores sociales en favor de la protección efectiva de las especies más vulnerables y contrarios a una actividad cinegética que ya se ha demostrado en demasiadas ocasiones como muy peligrosa, tanto para las personas como para las especies protegidas.

Ecologistas en Acción Palencia, entidad que se personó igualmente en la causa, llegó a solicitar la imputación por prevaricación por omisión del propio Director del Parque Natural Montaña Palentina, así como de la Directora de la Reserva Regional de Caza de Fuentes Carrionas (otra vez coincidiendo la fraudulenta protección de un espacio natural con la muerte legal de sus animales para diversión de una minoría), ya que " ... todas las pruebas y testigos coincidían en que la cacería no debió celebrarse de ningún modo en ese lugar y que ambos Directores disponían de información suficiente sobre la presencia de la osa y la cría. No es la primera vez que se ha disparado a ejemplares de oso pardo en el transcurso de la celebración de cacerías en la Reserva Regional de Caza (14 de octubre de 2012 en Vañes, el 18 de noviembre de 2917 en Pernía, el 1 de noviembre de 2022 en Vañes). Como han reconocido en sede judicial ambos directores, no es un problema nuevo y son plenamente conocedores del conflicto ...".

Por poner otro ejemplo de tantos, en el post que titulé Caza, furtivismo y descontrol denunciaba el caso de las actividades cinegéticas que se llevaron a cabo en el mismo lugar donde se había liberado un cachorro de oso rescatado por unos vecinos cuando estaba a punto de morir, y recuperado por los veterinarios de la Junta de Castilla y León: un rececho al corzo al día siguiente de la liberación y una batida al jabalí dos días después. Leerlo, sin desperdicio, pero os darán arcadas comprobar cómo la Junta de Castilla y León antepone la protección de la caza a la de la fauna. 

En fin, amigos, una completa vergüenza. Es más de lo mismo. Pero aunque el hartazgo de observar cada día este tipo de actuaciones administrativas -direccionadas en favor de la caza y en detrimento de la conservación de nuestra biodiversidad- sea tan mayúsculo, no vamos a cejar en nuestro empeño de señalar a los que consideramos directos responsables de esta caótica y surrealista gestión.

- Se autoriza a unos privilegiados cazar en manchas de monte en las que se refugian especies protegidas, arriesgando las vidas de dichos animales.

- Cuanto menos, se autoriza a los cazadores a molestar y perturbar a dichas especies, algo que en realidad está prohibido por la ley.

- Se autoriza todo ello a pesar de los numerosos "desafortunados accidentes de caza" ya ocurridos. 

- Por el contrario, se prohibe el tránsito al resto de ciudadanos y se nos echa del lugar si en la zona se va a cazar.

- Pero es que, además, los responsables últimos de la administración conceden las autorizaciones aun sabiendo de la presencia de estos animales, poniendo por lo tanto en un grave peligro su integridad.


Y volvemos al conflicto increíble que comentábamos en el blog hace tan solo un par de días: todo esto sucede a menudo en terrenos cinegéticos que forman parte de los Espacios Naturales Protegidos, siendo en muchas ocasiones Reservas Regionales o Nacionales de Caza, es decir cotos públicos que nos cuestan dinero a todos los españoles. Las administraciones se lo tienen que hacer mirar. Desde el gobierno central para aprobar leyes que, no solo prohiban la caza en todos los ENPs del país, sino que endurezcan las condiciones en las que esta actividad peligrosa para el resto de los ciudadanos se pueda practicar, hasta los autonómicos para que de una puñetera vez legislen de verdad en materia de medio ambiente con un poco de cordura, anteponiendo la conservación efectiva de la fauna y el derecho de la ciudadanía a disfrutar de un medio ambiente sano y protegido, a los intereses de un colectivo minoritario cuya actividad resulta peligrosa para la conservación de las especies vulnerables y para la integridad de las propias personas.

¿Verán nuestros ojos el reconocimiento institucional de estos problemas? ¿Entonarán alguna vez el mea culpa y pondrán sobre la mesa las herramientas que solucionen estos conflictos? ¿Legislarán por fin en favor del interés general y de la verdadera y escrupulosa conservación del medio ambiente? ¿Se restringirá algún día la caza en determinadas circunstancias para velar por los derechos de la mayoría de los ciudadanos y de la propia conservación ambiental? ¿Se endurecerán por fin las condiciones en las que esta actividad se podrá realizar como esparcimiento?

Soy pesimista, pero seguiremos atentos a las barbaridades de las administraciones.

15 de septiembre de 2022

El gato bravo: desmontando un tópico


Resulta difícil contradecir la creencia generalizada de que el gato montés (Felis silvestris) es un depredador eminentemente forestal. Todos lo hemos creído a pies juntillas desde siempre y hemos dado por sentado un error que se viene transmitiendo desde los años 70 del siglo pasado hasta nuestros días a raíz de algunos estudios centroeuropeos que así lo hacían ver, a pesar de que no eran investigaciones específicas sobre el hábitat propiamente dicho de este felino, (Guggisberg, 1975; Parent, 1975; Ragni, 1978; Schauenberg, 1981; y otros autores). No existiendo entonces estudios concretos dirigidos a conocer sus preferencias en cuanto al hábitat se refiere, se fue afianzando la creencia general de que se trataba de una especie asociada principalmente a medios forestales, transmitiéndose durante décadas este supuesto. Los medios divulgativos solo contribuyeron a consolidar esta equivocación, a pesar de que ya había indicios científicos evidentes que apuntaban a que las cosas no eran así exactamente. En 1991 Easterbee y colaboradores publicaron un informe técnico específico sobre este aspecto realizado a gran escala -ya que abarcó todo el territorio escocés- y los resultados fueron sorprendentes, dado que demostró que, entre todos los hábitats posibles (y Escocia tiene grandes superficies boscosas), el gato montés escogió preferentemente áreas abiertas, heterogéneas, en mosaico y en gran medida desarboladas o con una cobertura forestal variable, contradiciendo así la creencia generalizada de que el bosque resultaba fundamental para la presencia de este felino. El valor de este informe fue, no obstante, menospreciado el mismo año de su publicación al advertirse que el caso de Escocia se trataría de una excepción a la norma (Kitchener, 1991), a pesar de que se trataba del primer y único estudio a gran escala que se había realizado hasta la fecha sobre las preferencias ecológicas de nuestro protagonista.

Estudios posteriores a menor escala parecen apuntar a que el factor determinante para el establecimiento de la especie depende más de la propia cobertura existente en el medio que de si esta es arbolada o no. De este modo, por ejemplo, Lozano y colaboradores en 2003 para Madrid y alrededores (escala regional) vino a demostrar que el gato montés seleccionaba positivamente áreas en mosaico con matorral denso y pastizal, por delante de las propiamente forestales. El mismo autor en 2007 publicó que en el Parque Nacional de Monfragüe también era más abundante en áreas de matorral que de bosque. De la misma manera que ya no me sorprende que en el Parque Regional de la Sierra de Gredos sea un habitual en puntos elevados de las cuerdas, por encima incluso de los 2.000 m.s.m., lejos por lo tanto de los bosques. 

Visto todo lo anterior, los conocimientos científicos actuales parecen indicar que la variable fundamental para la existencia de poblaciones de gato montés no sería la presencia de masas forestales en sí, sino la cobertura propiamente dicha que pueda presentar el lugar, ya sea de matorral denso (sí, eso que algunos incultos se empecinan en denominar "maleza"), de bosques acompañados por un sotobosque bien desarrollado (sí, eso a lo que se refieren los mismos incultos cuando aseguran que "el monte está sucio"), o de roquedos que proporcionen refugio y descanso; además, por supuesto, de espacios abiertos donde poder alimentarse, tales como praderas o prados de siega, grandes claros en el bosque o el matorral, cultivos o barbechos, etc.

Para nosotros, humanos ruidosos e impacientes, patosos incorregibles en la naturaleza, resulta obviamente difícil observarlos en zonas cerradas de matorral o bosque, y si tenemos alguna oportunidad de disfrutar de esos ojos felinos increíbles es, desde luego, cuando salen de caza a espacios abiertos. Las praderas de la Cordillera Cantábrica son un lugar cercano para mí y resulta ya difícil contener las ganas de acercarse a ellas con intención de observar a este pequeño gran matador. Pudiéramos pensar que en esas praderas es demasiado visible para sus presas, pero cuántas veces habremos pasado cerca de ellos y no los habremos identificado, camuflados por su pelaje pardo, mimetizados en medio de la nada.


En la distancia apenas se hacen visibles; a veces solo su sombra los delata en función de su posición respecto de nosotros y del sol. En la lejanía, inmutables, con paciencia infinita en el medio de la pradera, a la espera de algún sonido que delate la presencia de alguna presa, se hacen invisibles a nuestros ojos. O casi. Yendo atentos y educando la mirada, acabaremos descubriéndolos.

Un poco la experiencia y "un mucho" la fortuna quiso que un ejemplar se acercara a mi posición, agazapado como estaba junto a una mancha de matorral, lo que me facilitó no solo la oportunidad de tomar un centenar de imágenes, sino, sobre todo, el privilegio de observar su comportamiento. De caza a media tarde, deambula por entre un grupo de vacas y caballos que pastan tranquilos en los prados. Escucha con atención cada sonido de alrededor. Se detiene y se sienta, pudiendo permanecer en esta posición erguida largo rato. Después reanuda la marcha explorando la pradera, zigzageando de vez en cuando para hacer una prospección más intensa del espacio. Se detiene, escucha, identifica algún roedor sacando tierra al exterior desde sus galerías subterráneas, o asomando el hocico al aire tibio de la tarde, se acerca, ... y ..., desaparece de nuevo el sonido. Se vuelve a sentar.





Aunque la efectividad del gato bravo en la caza es alta, en esta ocasión no hubo lance, como sí los hubo en otros encuentros distintos en los que los telescopios nos permitieron disfrutar de otros ejemplares recechando y atrapando topillos o ratas toperas. Sin duda, un privilegio para cualquier enamorado de la vida salvaje. 

El gato decidió descansar, y con un galope corto se fue, dejándome con las ganas de un acercamiento mayor o de una captura entre su fauces. Pero fue suficientemente intenso como para no olvidarlo en el futuro; y es que esa mirada es simplemente hipnotizante. Es nuestro gato bravo.

13 de marzo de 2014

El baile de los estorninos

Se apagan las últimas luces de esta tarde solitaria, un viernes cualquiera en las postrimerías del invierno. Los tonos rosados del ocaso se reflejan en las mansas aguas de la palentina laguna de La Nava, entre carrizos y juncales. Llevo varios días viajando solo en mi casa con ruedas y recalo en estos campos amplios este atardecer pausado y tranquilo, suave, con los mejores colores aterciopelados del día. Estoy solo. Los aparcamientos están vacíos y el silencio me recarga de energía. Disfruto de esta soledad en el campo. Las fochas se persiguen aún con los últimos escarceos amorosos de la jornada, aunque mañana, sin duda, habrá más. Escucho los reclamos de los patos. Algún grupito pequeño de ánsares aún me sobrevuelan en un par de ocasiones, perezosos ante la inminente migración, no en vano el grueso de sus compañeros ya iniciaron hace días el largo regreso a sus cuarteles estivales. Los últimos vuelos del aguilucho lagunero baten el terreno una última vez, provocando el miedo en los habitantes de la laguna. El espectáculo indescriptible del atardecer en el humedal se ve culminado por los vuelos acrobáticos de los grandes bandos de estorninos, dibujando figuras blandas y garabateando esponjosas bolas negras que se estiran y se encogen, se unen y se separan, elásticas, mullidas. Pasan sobre mi cabeza con el ruido denso del aleteo de miles de alas. Van y vienen, posándose y levantándose de nuevo, para, instantes después, volverse a posar, en lo que parece ser el acto final de la jornada. Poco a poco, lentamente, muere sin hacer ruido la levedad rosada de este cuadro apaisado en los lavajos de La Nava. Agoniza el día y crecen las sombras de la noche.





22 de octubre de 2012

Oso herido de un disparo en la montaña palentina

El domingo 14 de este mes de octubre tuvo lugar un nuevo incidente en la montaña palentina, en el que un ejemplar de oso pardo cantábrico fue herido por el disparo de un cazador que participaba en una montería al jabalí. El animal huyó y se desconoce su estado actual, a pesar de que las autoridades responsables han elaborado un plan de búsqueda y captura del mismo, para su traslado a un centro donde se le podrían practicar las curas necesarias con vistas a su recuperación y devolución al medio natural. Podría perfectamente estar ya muerto.

Algo no se está haciendo bien cuando de este núcleo de la población osera cantábrica sólo nos llegan malas noticias sobre la especie, incluyendo furtivismo y envenenamiento. Son muchos los que nos preguntamos por qué se permite en zonas oseras esta modalidad cinegética en lugar de otras diferentes, como específicamente establece el artículo 57 punto 4º del Decreto 149/1998 de 16 de julio del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente de Cobre-Montaña Palentina. Mediante este artículo se restringe la caza mayor sólo a la modalidad de rececho y se establece que únicamente cuando los daños sean excepcionales a la ganadería o agricultura se podrán autorizar ganchos y batidas -previo informe favorable de la Administración del Parque Natural- en aquellas áreas catalogadas como "críticas de refugio para el oso pardo y críticas de alimentación otoño-invernal" y en unas fechas determinadas. El riesgo que se asume con las batidas es enorme para una población insostenible que cuenta con escasas tres decenas de ejemplares y, lo que es peor, un puñado minúsculo de hembras. Una batida, como mínimo provoca un gran estrés en los osos que se traduce en una mayor movilidad, desplazamientos de sus áreas de alimentación o refugio, y pérdida de la tranquilidad que necesita en esta época del año para afrontar con garantías el período invernal. Eso como mínimo, por lo que, aunque no surgieran más problemas como ya hemos visto con este nuevo incidente, debería ser suficiente para que las batidas fueran radicalmente prohibidas en zonas oseras.

¿Qué responsabilidad tiene la Administración en este suceso? Desde mi punto de vista tanta o más que la persona que apretó el gatillo, puesto que las batidas se están concediendo sin ninguna excepcionalidad como indica el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales. ¿Se lavarán las manos los responsables que gestionan el medioambiente palentino y castellano leonés, así como los del propio Parque Natural?

Miedo me da que el ejemplar herido o muerto sea una de las hembras.


25 de junio de 2012

Momentos

Estamos llenos de momentos, efímeros instantes que, como fotogramas de una película, van formando nuestras vidas. Gotas de agua en un cristal, una ráfaga de aire, una mirada, un vistazo a algo, un encuentro fortuito, un sonido, un salto, un sobresalto, un juego, una sonrisa, una espera, una sorpresa,... Todos ellos se suman y acaban formando parte de nosotros mismos, como una cadena engarzada. Fotograma a fotograma.