¿Qué está sucediendo realmente en el Parque Nacional de los Picos de Europa? Hace tan solo dos días nos llegaba la lamentable noticia de que había sido abatido un segundo lobo con collar radiotransmisor, objeto de un estudio científico encargado por la administración de este emblemático espacio protegido, y encaminado a profundizar en su conocimiento y hacer más eficaz la gestión de la especie. Este animal, una hembra de dos años de edad, murió por los disparos de la guardería de la Junta de Castilla y Léon en este mes de enero y en la parte leonesa del parque. El primero, un macho apodado Marley, fue eliminado en el verano de 2012 por los mismos gestores del Parque Nacional que le habían colocado el collar, en lo que ya son, sin lugar a dudas, rutinarios controles de la especie dentro del mismo.
¿Cómo se gestiona la naturaleza en esta España de flauta y tamboril? ¿Qué se está haciendo mal para que en un espacio natural que se protege precisamente para salvaguardar sus valores medioambientales, se persiga implacablemente a una especie clave en el ecosistema? No se me puede olvidar el suceso de 2004 cuando un biólogo del Parque Nacional mató, a golpes en la cabeza, una camada completa de siete lobeznos de escasos días de edad. Pero sin ir tan lejos, hace unos meses se firmó la sentencia de muerte para seis ejemplares de la especie. Dos de los ya abatidos son los que llevaban collar emisor.
Se me ocurren varias reflexiones sobre las que cada uno puede informarse y opinar.
La primera es que alguien debería hacerse responsable de la malversación económica que representa llevar a cabo un costosísimo proyecto de investigación (que suma, solamente en 2010 y 2011, la nada desdeñable cifra de 503.631,96 €) con dinero público y luego mata los ejemplares objeto de estudio. Pero no debería bastar con la, a mi juicio, imprescindible y fulminante dimisión del director del parque como máximo y directo responsable de lo sucedido, sino con su patrimonio personal hasta compensar todo el dinero público despilfarrado.
En segundo lugar, me pregunto hasta qué punto es lícito llevar un "control tan descontrolado" contra una especie dentro de un Parque Nacional. Y digo "descontrolado" porque si se tirotean ejemplares radiomarcados es porque se dispara a lo primero que pasa. Eso no se puede llamar "control selectivo", ¿verdad?, sino eliminación sistemática. Cierto es que el conflicto con la ganadería está servido desde que el hombre domesticó los primeros ungulados, lo que entronca con la siguiente cuestión.
Y esta cuestión nos lleva a evaluar si las pérdidas económicas que este cánido provoca en la ganadería, son realmente proporcionales con el conflicto que genera y con la persecución de que es objeto. Cualquiera que tenga las cifras encima de la mesa verá que no. El escaso montante económico que supondría una generosa y eficaz indemnización de las pérdidas causadas, son perfectamente asumibles por una administración en la que debe primar la conservación de la biodiversidad como un valor irrenunciable en una sociedad que se llama así misma civilizada y moderna. Estas pérdidas son en realidad muy inferiores a las causadas por algunos herbívoros salvajes que, por el contrario, sorprendentemente no sólo no provocan igual conflicto social, sino que incluso son "cebados" en los cotos. Pensemos que los verdaderos problemas de la ganadería son estructurales, derivados de la economía global que impera en el mercado y a la que ha de adaptarse. No es, ni será nunca el lobo el que acabe con el sector, como demagógicamente desde algunos sectores profesionales se asegura, calentando el conflicto para obtener réditos de dudosa moralidad.
Por el contrario, en esta balanza nunca se valora económicamente lo que la propia presencia del lobo vivo representa para el turismo de naturaleza. Mientras que en otros lugares y sobre todo con otras especies (la invernada de las grullas, la berrea del ciervo, el lince de Sª Morena, el quebrantahuesos de Ordesa, el oso de Asturias,...) el turismo de observación se fomenta desde las instituciones como un reclamo turístico que atrae cada día a un mayor número de amantes de la naturaleza, con el lobo da la impresión de que las administraciones públicas tienen aún el convencimiento de que solo les traerá problemas y que, por lo tanto, el mejor lobo es el lobo muerto, aunque públicamente no lo quieran reconocer. El ejemplo más cercano de los beneficios que acompañan al lobo vivo, lo representa el turismo lobero que se acerca a la Sª de la Culebra a lo largo de todo el año, desde lugares tan dispares como Reino Unido, Francia y, evidentemente, cualquier punto de la geografía peninsular, y que supone una importantísima fuente de ingresos en la zona. Sin embargo, este tipo de "turismo de prismáticos" nunca ha sido comprendido por la administración castellano leonesa, ni la propia guardería de la Reserva Nacional de Caza de la Sierra de La Culebra, que aún parecen ver sólo el dinero que deja el "turismo de escopeta" a través de los cupos de lobo en las subastas de caza.
El cuarto punto en el que se me ocurre reflexionar es el que habla de la ineptitud de la propia gestión de la administración del parque, así como del intento de ocultación de la muerte de ambos lobos radiomarcados. Su opacidad en la transmisión de cualquier información relacionada con la muerte de ejemplares de esta especie, nos hace pensar en todos aquellos ejemplares que son igualmente muertos por disparos de la guardería sin que lleguemos nunca a enterarnos. Sumémosles, además, las muertes por furtivismo. El resultado es un desastre del que da miedo pensar.
Y enlazando con lo anterior, se me vienen a la cabeza las voces que claman sobre el riesgo de eliminar lobos sin control para los propios intereses ganaderos. Son muchos los expertos que aconsejan no desestructurar las manadas, ya que la eliminación de los ejemplares con mayor experiencia, conocedores de los peligros que entraña para ellos atacar al ganado doméstico, puede provocar un aumento de ataques a la cabaña ganadera por parte de ejemplares jóvenes y sin ese bagaje a sus espaldas.
En resumen, más de lo mismo. Más de lo de siempre. Posiciones irreconciliables y una mala gestión de la especie. Menos mal que al lobo, al gran proscrito que decía Félix, le queda su adaptabilidad y una parte de la sociedad que permanece fiel a su lado. Que el aullido de este ser único se oiga para siempre en las frías noches de invierno por los campos y sierras de esta geografía ibérica que fue siempre su hogar.