Como vengo contando en anteriores entradas, desde hace algún tiempo me acerco a mi cita anual en algún rincón de nuestras sierras con uno de los momentos estelares que nos proporciona la fauna ibérica: los comportamientos de cortejo de una de las especies de mamíferos de porte más noble y señorial que podamos encontrar en nuestros campos, la cabra montés (
Capra pyrenaica). La guinda del pastel lo supone el coincidir con el combate de alguno de esos colosos que deambulan por las laderas, negros como el tizón, imponentes. Y digo "coincidir" con uno de esos combates porque generalmente se queda en eso, en una esperanza pocas veces alcanzada. Los machos aparecen por estas fechas en mi blog con frecuencia, ya lo sabéis. Tras presenciar algún que otro enfrentamiento a lo largo de estos años, debo decir que no es sencillo ser testigo de sus luchas, o por lo no menos no bajo unas circunstancias que posibiliten la obtención de un buen reportaje fotográfico; condiciones orográficas y de distancia, entre otras. A veces he estado demasiado lejos -las más de las veces- y en alguna que otra ocasión tan cerca que no me entraban en el encuadre y sin posibilidad de alejarme debido a lo escarpado del terreno. Sea como fuere, este año no parece ser tampoco el de la lotería y, aunque he podido observar alguna de estas refriegas, sigo sin estar satisfecho. Pasada ya buena parte del celo del presente período, sospecho que tendré que volver a intentarlo la temporada que viene.
¿Cómo son estos combates?, pues nunca se sabe, a veces duran horas, a menudo bastantes minutos y en otras oportunidades solo unos pocos. En algunas ocasiones son verdaderas guerras de titanes, mientras que en otras son únicamente pequeñas reyertas para tantear la fortaleza y resistencia del contrincante. Por todo ello, tener a la distancia adecuada de nuestros objetivos una lucha igualada durante mucho tiempo es aún más complicado, si cabe. En gran medida será cuestión de suerte.
Los grandes machos mantienen una jerarquía que puede estar muy clara si la diferencia de tamaño y corpulencia es evidente, o puede no estarlo tanto. Juega aquí una gran importancia no solo el factor físico, el cansancio o la experiencia, sino también el propio "hambre" por cubrir a las hembras. Muchas veces ni los propios contendientes están completamente seguros de sus propias posibilidades, como en el siguiente caso.
13:23 p.m.
Un macho adulto, muy fácilmente distinguible porque en su cuerno izquierdo presenta una melladura importante visible principalmente desde detrás, lleva un rato cortejando a una hembra que se encuentra en una ladera sur de la sierra de Gredos. Todo parece normal.
13:23 p.m.
El macho de pronto pierde el interés por la cabra y mira ladera arriba, dejando claramente visible el defecto de su cuerno izquierdo, lo que nos permitirá seguir el desarrollo de los acontecimientos inmediatos. Momentos después abandonará a la hembra y se alejará de nuestra posición.
13:28 p.m.
Se ha dirigido al encuentro con otro macho procedente de lo alto de la ladera. Hasta este momento no hemos prestado mucha atención a lo que estaba sucediendo, pero a partir de aquí vemos cómo el animal recién llegado comienza a perseguir al ejemplar que presenta el cuerno astillado. Caminan un trecho ladera abajo, alejándose más aún de nosotros.
13:29 p.m.
Por un momento ambos machos se plantan uno frente al otro. Se están "testando", se chequean y se observan como midiendo sus posibilidades. Parece que el de la cuerna mellada se ha cansado de ser hostigado y se va a enfrentar al recién llegado. Llega a colocarse en la parte superior de la ladera como para iniciar un topetazo ...
13:29 p.m.
... pero no. A los pocos segundos reanuda el descenso perseguido muy de cerca por el otro contendiente, que lo acosa con insistencia. Así descienden un pequeño tramo de la falda de la montaña alejándose del rebaño de cabras que pasta en ella y haciendo que el plano de nuestras imágenes sean cada vez más picado.
13:30 p.m.
Finalmente el primer macho parece cansarse de huir y se planta mirando hacia arriba. El ejemplar que hasta ahora perseguía hace un amago de levantarse para lanzar un primer topetazo. Parece un aviso de que va en serio, no un simple farol sobre la seguridad que muestra en sí mismo. El caso es que el otro no retrocede, sigue firme.
13:30 p.m.
Cambian ligeramente de posición y tiene lugar lo que ya parecía inevitable: el primer topetazo. El que perseguía se sitúa en la parte superior, mientras que el ejemplar con el cuerno desgastado lo recibe abajo. El golpe es brutal, como siempre. Por fin oímos el retumbar del encontronazo en la ladera.
13:31 p.m.
Viene una segunda colisión. El que al principio era perseguido, ahora se presenta firme y no retrocede un palmo. Recibe la fuerza y el impulso de un animal que rondará los cien kilogramos de peso y que le arremete como un tren de mercancías, afianzando sus pezuñas sobre el terreno y empujando a
su vez contra la mole que se le viene encima.
13:31 p.m.
Se miden los dos ejemplares.
13:31 p.m.
Y nuevo testarazo. Hasta seis pasos dio el ejemplar de la izquierda levantado sobre sus dos patas traseras antes del encontronazo de sus cornamentas. El choque resuena en la vertiente sur de Gredos, y rebota en sus laderas como si del estallido de un trueno se tratara.
13:32 p.m.
Ahora es el de la cuerna mellada, situado abajo, el que toma la iniciativa, se incorpora y lanza otra sacudida contra su contrincante.
13:32 p.m.
Parece que el valiente que vino a incordiar al macho del cuerno mellado ha perdido rápidamente su arrojo y la seguridad que mostraba al principio en sí mismo. Por el contrario, aquel que comenzó replegándose amilanado, ha recobrado la confianza y el arrojo. Ha vencido por el momento y las tornas han cambiado; han sido suficientes un puñado de testarazos para poner a cada uno en su sitio. El perdedor de la refriega comienza ahora, tras su rápida derrota, a perder altura en la ladera, arreado muy de cerca por el vencedor.
13:37 p.m.
Nuestro ejemplar con la funda izquierda gastada y deteriorada por otros muchos combates acaba expulsando al macho vencido y en pocos minutos regresa ladera arriba junto al rebaño de hembras y machos jóvenes. Por ahora ha vencido, pero ... ¿será por mucho tiempo?
Todas las fotografías están mostradas en su formato original -sin ningún recorte- para mostrar con fidelidad la situación real sobre el terreno. No hubo opciones de acercarnos más a la lucha. Quizás, de haber durado mucho tiempo hubiéramos tenido alguna opción; pero ni aún así es seguro, pues cuando dos contendientes de estos se ponen a caminar entre topetazo y topetazo no hay ser humano que sea capaz de seguirlos por la montaña, y menos aún cargados con el equipo fotográfico.
Lo dicho, habrá que regresar para volverlo a intentar, el espectáculo lo merece.