Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

1 de febrero de 2014

Las manos de mi amigo

Erosionadas, gastadas, arañadas, marcadas por el trabajo duro en la huerta ecológica, sin insecticidas, sin abono químico o artificial, obteniendo de la tierra lo que la tierra ofrece de forma natural, sin extenuarla, sin exprimirla, sin modificarla. Conociendo su pulso, su tono vital. Escuchándola. Viendo crecer los regalos que la naturaleza nos ofrece. Judías, tomates, cebollas, lechugas, repollos, calabazas, pimientos, pepinos... Queridos, yo diría que hasta amados, productos que el suelo alimenta y engorda para luego regalárnoslos. Las manos de mi amigo me los enseña con el ritmo pausado del trabajo en el campo, me habla de ellos y de cómo los cuidan él, su mujer y su hijo. Inmersa en el paisaje cántabro, su verde huerta es su casa, rodeada de grandes árboles, con sus nidos y con su fauna. Todo esto y mucho más me lo enseñan las manos de mi amigo.



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