Hace semanas que la primavera irrumpió con fuerza a golpe de chaparrones y lluvias persistentes que dejaron los paisajes intensamente saturados de verde. La explosión de amplios tapices de flores en nuestros campos parecía algo ya olvidado en esta reseca meseta, sedienta desde hacía muchos meses antes tras un otoño y un invierno rotundamente secos. Por fin los embalses se llenaron hasta necesitar soltar agua, agua que se llevó algunas porciones de las orillas del río (desprotegidas por la absurda acción del hombre empeñado en ajardinarlas, descuajándolas de su protección vegetal; aunque eso sea ya otra historia). Las aves comenzaron a desplegar todo su repertorio sonoro y la naturaleza se vio bruscamente inundada por la efervescencia de miles de criaturas que iniciaron al unísono su período de amoríos y cortejos. En aquellos días que parecieran ya lejanos, descubrí un campo cercano que se había tapizado repentinamente con una maravillosa alfombra de saxifragas blancas de porte pequeño. Perfecto por su altura para las abubillas (Upupa epops) que merodeaban por los alrededores buscando gusanos, larvas y pupas de pequeños insectos. Sin más protección que una red de camuflaje por encima y con la espalda apoyada en una gran piedra para soportar unas cuantas horas hasta el atardecer, con la sencillez que otorga el oportunismo las tres sesiones dedicadas a lo largo de una semana me depararon algunas fotografías que consiguieron ponerme esa cara de incrédulo ante la realidad. La sencillez de la oportunidad es posible. Existe.
En mi tercera y última tarde con las abubillas la pradera ya no presenta ni la mitad de flores que una semana antes. Sigue verde, por supuesto, pero estas delicadas plantas que eran mecidas suavemente por el aire, pierden sus pétalos velozmente. Unas pocas jornadas de calor han bastado para que cumplan su función polinizadora y se marchiten y desaparezcan casi por completo. El mullido tapizado blanco es ya un indeleble recuerdo en mis archivos digitales, como si una suave neviza primaveral hubiera visitado fugazmente la pradera. Habrá que cambiar a nuevos escenarios con otros terciopelos de colores, porque se agostan unos pero florecen otros. La primavera continúa, intensa, como hacía tiempo que no disfrutábamos; pero al igual que sucede con las flores, esta también pasa de un modo fugaz sobre nuestras llanuras y estepas.
NOTA: Imágenes en su formato original, sin recortes ni reencuadres.
Te quedaron muy lindas. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar y comentar; me alegra que te hayan gustado. Un saludo, Teresa.
Eliminarmagnifica serie,gran trabajo.un saludo
ResponderEliminarGracias Ferreiro, me alegra que sean de tu agrado, aunque yo suelo ser excesivamente crítico con mis imágenes, lo cierto es que con estas he quedado moderadamente satisfecho.
EliminarUn saludo