Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

1 de enero de 2022

Atardeceres color púrpura

Cada época del año tiene sus momentos emblemáticos, esos encuentros ya clásicos con escenas miles de veces repetidas, pero que caracterizan fielmente cada estación. Para mí el invierno son, por encima de todo, dos vivencias distintas: la nieve en la montaña y los coros de grullas sobre nuestros campos. 

Como cada año, los grandes viajeros que llegan del lejano norte inundan los cielos ibéricos de uves y trompeteos. Grullas comunes (Grus grus) y ánsares comunes (Anser anser) llenan el cielo sobre lagunas endorreicas, embalses y marismas. Algunos bandos de gaviotas sombrías (Larus fuscas) también se unen al espectáculo, aunque esta vez de manera silenciosa. Y no hay momento mejor para empaparse de las escenas que estos visitantes nos regalan que los atardeceres fríos y secos tornando del azul al rosado y púrpura. Sus siluetas se recortan contra un cielo que acaba pareciendo de caramelo, mientras sus parloteos se derraman en nuestros oídos desde lo más alto. Van y vienen, de los campos al agua, de allá para acá; se levantan, se posan; se vuelven a levantar y desaparecen, para volver a regresar con sus animadas conversaciones. Así una y otra vez, hasta que la oscuridad lo envuelve todo.

Disfrutar de los tonos pastel en el declinar de estos atardeceres invernales, con la banda sonora de estos increíbles nómadas, parece una buena manera de comenzar el año; Feliz 2022.

















NOTA: Todas las imágenes se muestran en formato original, sin recorte alguno, excepto la última, que sí lleva un reencuadre importante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario