Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
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8 de mayo de 2014

La gestión del oso pardo cantábrico

El sol raso extrae de las laderas boscosas de la cordillera todos sus relieves y texturas. La incipiente primavera nos ofrece los colores intensos de los brotes y las hojas nuevas de los árboles, todavía tiernas. Grupos de rebecos pastan tranquilos a media ladera. Una familia de jabalíes hoza relajadamente mientras un pito negro deja oír su reclamo desde lo más profundo del bosque. Todo esto va sucediendo al tiempo que nosotros "barremos" con nuestros prismáticos y telescopios el paisaje que tenemos enfrente en busca del gran plantígrado ibérico, icono como pocos de lo salvaje, junto con los lobos, nuestros grandes proscritos, como los definió Félix. A lo largo de varias esperas seguimos los andares de algún ejemplar solitario, observamos las interacciones de grupos de tres individuos -en una ocasión dos machos flirteando con una hembra, en otra dos hembras atendidas por un solo macho-, vemos escarceos amorosos entre ellos, persecuciones, enfrentamientos y hasta varias cópulas.






Entre observación y observación y durante estas jornadas de intensas emociones, la conversación gira alrededor del oso, de su evolución poblacional y de los peligros que lo amenazan. Si bien es cierto que en los últimos años se ha constatado un cambio positivo de tendencia, con un aumento significativo del número de osas reproductoras, no es menos cierto que el estado de la especie continúa siendo muy delicado. Y en pos de la necesaria conexión de las dos subpoblaciones de oso que subsisten en la cordillera, no podemos por menos que satisfacernos de que el escandaloso proyecto que el gobierno castellano-leonés perseguía denodadamente para San Glorio haya sido definitivamente abortado, aunque para ello haya tenido que ser la justicia (una vez más) quien, a golpe de sentencias, impidiera a la administración autonómica realizar semejante despropósito. Solo se puede calificar de "subrealista" la actuación de la Junta de Castilla y León legislando en contra de la conservación de un espacio natural protegido. Acostumbrados como estamos en la citada comunidad a que sean los jueces los que impidan los reiterativos y continuados desmanes ambientales de esta administración autonómica, no fue de extrañar en su momento que finalmente numerosas ONGs solicitaran formalmente al gobierno estatal que retirara a la Junta las competencias en materia de medio ambiente. Enumerar los escándalos más conocidos sería comenzar por el propio proyecto de San Glorio, seguido de los casos judiciales de las Navas del Marqués y de la Ciudad del Medio Ambiente, pero también del masivo envenenamiento de los campos cerealistas con toneladas de rodenticidas, su dejación de funciones en el cierre de alguna conocida y poderosa mina a cielo abierto ordenado judicialmente, los trágicos parques eólicos ubicados en hábitats de urogallos, etc. En fin, que numerosos responsables de la gestión del medio ambiente en esta comunidad autónoma estén imputados en procesos judiciales precisamente por delitos ambientales no es un buen síntoma, ¿verdad?. Recordemos que incluso un ex-Consejero de Medio Ambiente fue denunciado por el SEPRONA por furtivismo, o que un Director General de Medio Natural autorizó en 2008 el uso de lazos ilegales en una zona osera (que se tenga constancia, pues probablemente haya sido una práctica autorizada en más ocasiones y en más lugares, puesto que ya lo fue también en Salamanca y Ávila en 2006).

Volviendo a la especie, podemos congratularnos del aumento paulatino del número de ejemplares de la población occidental, gracias principalmente a la adecuada gestión -aunque mejorable- que se ha hecho de la misma en el Principado de Asturias, y al interés y preocupación que se ha generado en la población local respecto de la misma, haciendo que se la sienta como algo propio que hay que conservar, e incluso como un activo que puede generar riqueza en las comarcas oseras. Esto está facilitando al oso pardo cantábrico la recuperación de antiguos territorios en valles y montañas de los que había desaparecido hacía muchas décadas. Este aumento en su área de distribución ha permitido así mismo el regreso de la especie a amplias áreas de la vecina comunidad castellano leonesa -que rápidamente se ha colgado las medallas que no le corresponden-, a pesar de esa pésima gestión a la que venimos aludiendo (por ejemplo, con batidas al jabalí autorizadas en manchas de monte en las que se tiene constancia de la presencia de osas con crías, por poner un ejemplo).

Los últimos datos que proceden de la población oriental de oso pardo cantábrico pudieran indicar también que nos hayamos en un punto de inflexión, ante un cambio de tendencia quizás histórico, con un aumento -aún realmente tímido, no podemos olvidarlo- del número de hembras reproductoras, pero aumento al fin y al cabo. Si ese cambio de tendencia se confirma en los próximos años podrá suponer para este núcleo oriental dejar atrás el fantasma de la extinción. Hasta que ese cambio de tendencia se pueda constatar, lo cierto es que este núcleo se encuentra en una situación de extrema gravedad, cercana al colapso desde hace ya demasiadas décadas, y que podríamos calificar sin temor a exagerar de "límite", con un número muy bajo de hembras reproductoras rodeadas de ejemplares machos dispuestos cada temporada a cometer infanticidios, aislada, con problemas de consanguinidad, con escasos e insuficientes intercambios genéticos con la población occidental, baja producción de nuevos ejemplares, numerosos casos aún de furtivismo, con una gran presión cinegética contraproducente para su tranquilidad y bajo la espada de Damócles que supone la nefasta gestión de la administración autonómica.




Quiero ser positivo, en cualquier caso. El mero hecho de observar a uno de estos animales, poderoso, caminar con increíble agilidad por los escarpes más temerarios de nuestra cordillera cantábrica, o buscar su sustento en las cercanías de las aldeas y las brañas sin ser detectado, me insufla ánimos de que lo van a conseguir. Solo tenemos que poner un poco de nuestra parte, los osos pardo cantábricos simplemente nos piden una cosa: sentido común. Si actuamos con sensibilidad y si las administraciones gestionan nuestros montes aplicando la simple lógica, el oso lo conseguirá, y podrá salir del oscuro agujero a donde la prepotencia del hombre lo abocamos hace mucho tiempo, poniéndolo al borde mismo de la extinción.


24 de enero de 2013

Picos de Europa entre bambalinas

¿Qué está sucediendo realmente en el Parque Nacional de los Picos de Europa? Hace tan solo dos días nos llegaba la lamentable noticia de que había sido abatido un segundo lobo con collar radiotransmisor, objeto de un estudio científico encargado por la administración de este emblemático espacio protegido, y encaminado a profundizar en su conocimiento y hacer más eficaz la gestión de la especie. Este animal, una hembra de dos años de edad, murió por los disparos de la guardería de la Junta de Castilla y Léon en este mes de enero y en la parte leonesa del parque. El primero, un macho apodado Marley, fue eliminado en el verano de 2012 por los mismos gestores del Parque Nacional que le habían colocado el collar, en lo que ya son, sin lugar a dudas, rutinarios controles de la especie dentro del mismo.

¿Cómo se gestiona la naturaleza en esta España de flauta y tamboril? ¿Qué se está haciendo mal para que en un espacio natural que se protege precisamente para salvaguardar sus valores medioambientales, se persiga implacablemente a una especie clave en el ecosistema? No se me puede olvidar el suceso de 2004 cuando un biólogo del Parque Nacional mató, a golpes en la cabeza, una camada completa de siete lobeznos de escasos días de edad. Pero sin ir tan lejos, hace unos meses se firmó la sentencia de muerte para seis ejemplares de la especie. Dos de los ya abatidos son los que llevaban collar emisor.

Se me ocurren varias reflexiones sobre las que cada uno puede informarse y opinar.

La primera es que alguien debería hacerse responsable de la malversación económica que representa llevar a cabo un costosísimo proyecto de investigación (que suma, solamente en 2010 y 2011, la nada desdeñable cifra de 503.631,96 €) con dinero público y luego mata los ejemplares objeto de estudio. Pero no debería bastar con la, a mi juicio, imprescindible y fulminante dimisión del director del parque como máximo y directo responsable de lo sucedido, sino con su patrimonio personal hasta compensar todo el dinero público despilfarrado.

En segundo lugar, me pregunto hasta qué punto es lícito llevar un "control tan descontrolado" contra una especie dentro de un Parque Nacional. Y digo "descontrolado" porque si se tirotean ejemplares radiomarcados es porque se dispara a lo primero que pasa. Eso no se puede llamar "control selectivo", ¿verdad?, sino eliminación sistemática. Cierto es que el conflicto con la ganadería está servido desde que el hombre domesticó los primeros ungulados, lo que entronca con la siguiente cuestión.



Y esta cuestión nos lleva a evaluar si las pérdidas económicas que este cánido provoca en la ganadería, son realmente proporcionales con el conflicto que genera y con la persecución de que es objeto. Cualquiera que tenga las cifras encima de la mesa verá que no. El escaso montante económico que supondría una generosa y eficaz indemnización de las pérdidas causadas, son perfectamente asumibles por una administración en la que debe primar la conservación de la biodiversidad como un valor irrenunciable en una sociedad que se llama así misma civilizada y moderna. Estas pérdidas son en realidad muy inferiores a las causadas por algunos herbívoros salvajes que, por el contrario, sorprendentemente no sólo no provocan igual conflicto social, sino que incluso son "cebados" en los cotos. Pensemos que los verdaderos problemas de la ganadería son estructurales, derivados de la economía global que impera en el mercado y a la que ha de adaptarse. No es, ni será nunca el lobo el que acabe con el sector, como demagógicamente desde algunos sectores profesionales se asegura, calentando el conflicto para obtener réditos de dudosa moralidad.



Por el contrario, en esta balanza nunca se valora económicamente lo que la propia presencia del lobo vivo representa para el turismo de naturaleza. Mientras que en otros lugares y sobre todo con otras especies (la invernada de las grullas, la berrea del ciervo, el lince de Sª Morena, el quebrantahuesos de Ordesa, el oso de Asturias,...) el turismo de observación se fomenta desde las instituciones como un reclamo turístico que atrae cada día a un mayor número de amantes de la naturaleza, con el lobo da la impresión de que las administraciones públicas tienen aún el convencimiento de que solo les traerá problemas y que, por lo tanto, el mejor lobo es el lobo muerto, aunque públicamente no lo quieran reconocer. El ejemplo más cercano de los beneficios que acompañan al lobo vivo, lo representa el turismo lobero que se acerca a la Sª de la Culebra a lo largo de todo el año, desde lugares tan dispares como Reino Unido, Francia y, evidentemente, cualquier punto de la geografía peninsular, y que supone una importantísima fuente de ingresos en la zona. Sin embargo, este tipo de "turismo de prismáticos" nunca ha sido comprendido por la administración castellano leonesa, ni la propia guardería de la Reserva Nacional de Caza de la Sierra de La Culebra, que aún parecen ver sólo el dinero que deja el "turismo de escopeta" a través de los cupos de lobo en las subastas de caza.



El cuarto punto en el que se me ocurre reflexionar es el que habla de la ineptitud de la propia gestión de la administración del parque, así como del intento de ocultación de la muerte de ambos lobos radiomarcados. Su opacidad en la transmisión de cualquier información relacionada con la muerte de ejemplares de esta especie, nos hace pensar en todos aquellos ejemplares que son igualmente muertos por disparos de la guardería sin que lleguemos nunca a enterarnos. Sumémosles, además, las muertes por furtivismo. El resultado es un desastre del que da miedo pensar.

Y enlazando con lo anterior, se me vienen a la cabeza las voces que claman sobre el riesgo de eliminar lobos sin control para los propios intereses ganaderos. Son muchos los expertos que aconsejan no desestructurar las manadas, ya que la eliminación de los ejemplares con mayor experiencia, conocedores de los peligros que entraña para ellos atacar al ganado doméstico, puede provocar un aumento de ataques a la cabaña ganadera por parte de ejemplares jóvenes y sin ese bagaje a sus espaldas.

En resumen, más de lo mismo. Más de lo de siempre. Posiciones irreconciliables y una mala gestión de la especie. Menos mal que al lobo, al gran proscrito que decía Félix, le queda su adaptabilidad y una parte de la sociedad que permanece fiel a su lado. Que el aullido de este ser único se oiga para siempre en las frías noches de invierno por los campos y sierras de esta geografía ibérica que fue siempre su hogar.

14 de diciembre de 2012

12 meses

Doce meses se cumplen hoy día catorce de la andadura de este blog. Doce meses en los que mi aspiración ha sido que algo más de medio centenar de entradas os hayan contado algo más de medio centenar de historias. Sobre naturaleza unas veces, urbanas otras, sociales o personales también. Las cerca ya de diez mil visitas que este nómada ha tenido en este tiempo, le animan a seguir caminando la misma vereda, pues queda mucho que contar en un mundo que evoluciona rápidamente y en donde se suceden los cambios a velocidad de vértigo. Para soplar entre todos la primera vela del deambular de este cuaderno, y aprovechando también que tan solo hace tres días se conmemoró el Día Internacional de las Montañas, os dejo doce imágenes de otras tantas cumbres. Doce rincones del planeta para recordar los doce meses de este primer aniversario. Una docena de fotografías que quieren ser un homenaje a esa gran protagonista de la naturaleza más salvaje e indomable, la montaña, alta, lejana, fría e hinóspita, siempre peligrosa, pero a la vez bella como pocos escenarios de esta muestra casa. La Montaña, con mayúsculas.













7 de diciembre de 2012

Riaño, o la historia de un crimen anunciado

El 31 de diciembre de 2012 se cumplen 25 años del sellado y cierre definitivo de la presa de Riaño, a partir de cuyo momento el agua comenzó a anegar el valle. Bajo sus aguas nos miran silenciosos los fantasmas de los hombres que habitaron aquel valle maravilloso, con una economía fructífera y una de las rentas per cápita más elevadas de España en aquel momento. Sus espíritus nos miran desde las profundidades mientras deambulan buscando bajo el fango sus casas, sus calles, los chopos en los que criaban las cigüeñas, las parcelas en las que guardaban sus vacas. Nos hablan pidiendo que no nos olvidemos.


La vega de Riaño en el verano del 87.
Se observan en las laderas las cicatrices que corresponden a la construcción del nuevo Riaño, mientras que el viejo, ya derruido, estaba en la esquina inferior derecha de la foto, bajo los pilares del viaducto

Unos meses antes, en diciembre de 1987, Simón Pardo, un vecino riañense, se abría el costado izquierdo de un escopetazo que él mismo se descerrajó, desesperado ante el desalojo de su casa, de su pueblo, de su valle y de sus tierras. Perdía con el desalojo mucho más que su hogar. Perdía la memoria, sus recuerdos, su infancia, la vida heredada de sus mayores, sus costumbres, la seguridad que le ofrecía vivir y dejar pasar la vida allí, en el lugar donde nació. Perdía su vida. Se perdía a sí mismo, desahuciado. Cuando se disparó en el costado izquierdo, Simón Pardo llevaba meses muerto. Lo habían matado los políticos y los técnicos que se empeñaron en construir su tumba de agua y lodo.

¿Para qué se construyó el embalse de Riaño? Buena pregunta. Los políticos dijeron que para cubrir los campos leoneses con 100.000 hectáreas de regadío, enarbolando el desarrollo económico para justificarlo, como siempre que se levanta una infraestructura polémica. La falacia de la prosperidad para el campo se esgrimió una vez más (¡y ya son tantas!) para que agricultores de la llanura abanderaran con su apoyo la mayor salvajada que se había cometido en nuestros campos desde el inicio de la democracia. ¿Dónde está el regadío 25 años después? ¿Dónde las voces de los agricultores del sur, engañados también por los de siempre? No sabemos cuándo se olvidó la idea original de fomentar el regadío y mutó en otro proyecto. Como de costumbre, lo que se cocina en los despachos es mucho más oscuro y menos transparente de lo que el ciudadano quisiera. Para algunos, la realidad es que se aprovechó el proyecto original ya en marcha, para compensar a la empresa Iberduero por el abandono y desmantelamiento de la central nuclear de Lemóniz, en Vizcaya, coaccionada por los atentados y la sangre derramada por ETA entre 1977 y 1982. Ese pudo ser el detonante de la metamorfosis del proyecto, así como de su impulso definitivo, y las centrales hidroeléctricas puestas en marcha aguas abajo del embalse de Riaño así parecen demostrarlo. No deja de ser irónico que ahora nuestros políticos autonómicos de nuevo nos vendan la demagogia del interés general para justificar lo injustificable en San Glorio, y que veamos de nuevo cómo el mayor de los peligros se cierne sobre la naturaleza leonesa.

¿Pero cómo fue realmente la historia de este desastre humano y ambiental? Todo comenzó como una mala pesadilla muchos años antes, en algún oscuro y aséptico despacho, muy lejos del olor del ganado, del crotorar de las cigüeñas y del humo de las chimeneas que anunciaba un nuevo día en la montaña oriental leonesa. Esta es la historia de un crimen que nunca se debió cometer. Hoy, en las postrimerías de 2012, su recuerdo sirve para que aquellos que pasen por el embalse y el nuevo Riaño conozcan la historia, y con su recuerdo alivien el sufrimiento de los fantasmas que siguen sumergidos bajo las aguas. Porque su sufrimiento es mayor cuanto más pequeña es nuestra memoria. Cuanto más lejanos están los recuerdos. Recupera, pues, su historia y no la olvides, conócela y súbete a los tejados de Riaño para aliviar la desesperación de quienes murieron en vida cuando los derribaron. Todos somos Simón Pardo.


Paisaje de la vega de Riaño en el verano de 1987, antes de la inundación del valle

La primera vez que se habla del proyecto fue en un lejanísimo año de 1902 cuando un Decreto Ley aprueba la construcción del embalse de Riaño. Aquella primera idea grandilocuente se acaba olvidando, pero hasta en tres intentos posteriores -1928, 1931 y 1939- se reconsidera su construcción. No obstante la idea vuelve a caer en el olvido, oculto el proyecto en algún cajón polvoriento, hasta que en 1962 se retoma definitivamente dentro del marco de lo que posteriormente sería de manera oficial a partir de 1965, el Plan Tierra de Campos, que pretendía dar un fuerte impulso a la agricultura.

Al año siguiente -1963- se aprueba el Anteproyecto y el 22 de febrero del 66 el Consejo de Ministros de la Dictadura hace lo propio con el proyecto definitivo. Ya no hay vuelta atrás. El reloj comienza a caminar, despacio pero de forma inexorable. Cada segundo que pasa, es un segundo menos en la feraz vega de Riaño. Un día menos. Una noche menos. Así, aunque aún restarán muchos años hasta el anegamiento del valle, día a día se acaban los días.

Tan sólo unos meses después, en agosto de ese mismo año, cuatrocientos obreros y sus maquinarias toman al asalto la montaña leonesa infiriendo las primeras heridas en su roca. La presa proyectada tiene una longitud de 337 metros y una altura de 91, suficientes para embalsar el agua que ahogaría a los pueblos de Riaño, Burón, Pedrosa del Rey, La Puerta, Escaro, Vegacerneja, Huelde, Salio y Anciles. Y con ellos se ahogarán la vida, los sueños, las esperanzas y la justicia de todos sus habitantes. Lo que en un principio iban a ser cuatro años de obras, se prolongan y se paralizan durante mucho tiempo. Se tarda también mucho en iniciar los pagos de las indemnizaciones, pero en 1977 están casi todas abonadas.

El 13 de mayo de 1984 amanece en el muro de la presa escrita la palabra DEMOLICIÓN, de cinco metros de alto y pintada en rojo sangre. Durante años fue el símbolo de la resistencia de todo un valle. Aún tengo bien grabada en mi memoria, como si la hubiera visto ayer mismo, la palabra gritando justicia cada vez que viajaba por aquella carretera, hoy bajo las aguas turbias del embalse.


DEMOLICIÓN, el símbolo de la resistencia de toda una comarca a morir ahogada

Esa primavera de 1984 el recién estrenado gobierno autonómico quiere iniciar los desalojos. La policía toma los pueblos como si de la guerra se tratara, mientras trescientos ecologistas impiden la entrada de unos técnicos al Ayuntamiento. El 10 de marzo de 1986 la CHD envía las cartas de desalojo y se producen peleas y encontronazos con la policía. El 27 de octubre tiene lugar una carga policial de los antidisturbios ante el impedimento de ecologistas y paisanos de dejar trazar una zanja a operarios de telefónica. Finalmente, una fría mañana de noviembre, los que permanecen de guardia en el campanario de la iglesia hacen repicar las campanas para que los vecinos salgan a las calles a defender sus casas, ante la invasión de la Guardia Civil, que hace gala de un poderío propio del régimen anterior. Decenas de Guardias Civiles a caballo, muchos más a pie, otros con perros, además de un robot antiexplosivos y hasta un helicóptero se despliegan y toman el pueblo.

No es hasta diciembre de ese 1986 cuando se producen las primeras demoliciones, aunque tan solo unos días después, durante las Navidades, se aplazan temporalmente las órdenes de desalojo y derribo de las casas, hasta la segunda quincena de enero. Cuarenta jóvenes aguantan las heladas y el frío subidos a los tejados durante semanas, son los tejadistas. El 17 de mayo de 1987 el actor nacido en Riaño, Imanol Arias, lee un manifiesto con sabor a despedida. Todos saben que el rodillo comenzó a aplastar la justicia de los comarcanos hace mucho tiempo y ya no puede ser detenido. El 7 de julio de 1987 se retoman definitivamente las demoliciones de algunos de los pueblos- Riaño, Huelde, Pedrosa, La Puerta, Escaro y Anciles-, a pesar de la presencia de tejadistas. Varios centenares de Guardias Civiles tienen tomado el pueblo.


Construcción del nuevo Riaño por encima del cadáver del verdadero Riaño

Veo algunas de mis viejas diapositivas y revivo los días pasados en el valle a lo largo de aquel triste verano. Mi memoria me devuelve al presente el pueblo recién arrasado. Es domingo y los paisanos, como almas en pena, escuchan misa entre las ruinas del pueblo junto a un gran montón de pacas de paja. Allí está el párroco. Lo veo ataviado de blanco, ofreciendo una homilía a los feligreses, que la escuchan de pie, rodeados de destrucción en una escena surrealista, con el cielo por techo y los árboles por paredes. Como un paisaje bélico, los escombros de lo que hasta hacía poco había sido un pueblo, se cubrían de silencio, lágrimas y muerte. Aún estaban todos los chopos sin cortar y las cigüeñas aún no los habían abandonado camino de sus cuarteles de invierno en África. Recuerdo con precisión pasear por lo que un día fueron sus calles, ahora reducidas a meros caminos entre la ruina de los antiguos hogares arrasados.


Centro de Riaño un domingo festivo. No había niños jugando. Ni ancianas hablando camino de la iglesia. Ni ganaderos en la tasca hablando de sus problemas cotidianos. Nada. Solo vacío


La realidad de la tragedia: desolación e impotencia

Más adelante se iniciarán las demoliciones de Burón y Vegacerneja, hoy en día apartados a un lado del embalse, y que se vieron afectados sólo parcialmente por el agua. Un par de sabotajes ocurridos por aquellos tiempos no son si no los últimos coletazos de una resistencia que no llegó a cambiar el rumbo del destino: se quema alguna maquinaria y se hace estallar algún artefacto explosivo en uno de los pilares de un puente. Nunca se supo la autoría de los mismos.


El viaducto que da acceso desde el sur atravesando las ruinas de un pueblo masacrado

El 31 de diciembre de 1987, a las 15:30 se lleva a cabo el cierre oficial de la presa a cargo del Ministro socialista de Obras Públicas, el mismo partido que 6 años antes, cuando estaba en la oposición, se oponía  y solicitaba el derribo de la presa. Tras unas riadas que se revelan contra la obra, se inicia el llenado definitivo del embalse y el anegamiento del valle unos meses después.

Ya no hay cigüeñas criando sobre los chopos en el esperpento del nuevo Riaño. Ya no hay vega. Ya no hay prados, ni setos, ni el oso cruza ni campea por sus llanos; ahora tiene que rodear una banda árida cuando se deja caer por allí. Se inundó el valle, y el valle se transformó en la tumba de las ilusiones y la esperanza de la gente, a medida que el nivel del agua subía y se tragaba los prados fértiles en los que, hasta entonces y desde hacía centenares de años, había pastado el ganado. El Esla que había fertilizado la llanura rodeada de montañas, ahora ahogaba sin quererlo el valle de Riaño, crecía y engordaba, constreñido entre las laderas de la montaña leonesa, convertido en un féretro de agua.

El tiempo va pasando desde aquel fatídico año, ya lejano para muchos. Mueren los más viejos del lugar, haciendo que el olvido engulla la memoria y que se desvanezcan y diluyan los recuerdos. Se anestesian y desaparecen.


El valle del Esla unos kilómetros río arriba de la presa en el verano del 87


El mismo tramo del Esla en el verano del 88


Durante el verano del 88. El símbolo de la resistencia está ya casi engullido por el agua

Pero mi alma sangra y mi mente no olvida. No quiero, me niego a olvidar.

Ya no vemos el grito reclamando justicia con letras en rojo sangre, pero en todos los que fuimos testigos de aquella atrocidad, sigue presente en lo más profundo de nuestro corazón:

DEMOLICIÓN

22 de octubre de 2012

Oso herido de un disparo en la montaña palentina

El domingo 14 de este mes de octubre tuvo lugar un nuevo incidente en la montaña palentina, en el que un ejemplar de oso pardo cantábrico fue herido por el disparo de un cazador que participaba en una montería al jabalí. El animal huyó y se desconoce su estado actual, a pesar de que las autoridades responsables han elaborado un plan de búsqueda y captura del mismo, para su traslado a un centro donde se le podrían practicar las curas necesarias con vistas a su recuperación y devolución al medio natural. Podría perfectamente estar ya muerto.

Algo no se está haciendo bien cuando de este núcleo de la población osera cantábrica sólo nos llegan malas noticias sobre la especie, incluyendo furtivismo y envenenamiento. Son muchos los que nos preguntamos por qué se permite en zonas oseras esta modalidad cinegética en lugar de otras diferentes, como específicamente establece el artículo 57 punto 4º del Decreto 149/1998 de 16 de julio del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente de Cobre-Montaña Palentina. Mediante este artículo se restringe la caza mayor sólo a la modalidad de rececho y se establece que únicamente cuando los daños sean excepcionales a la ganadería o agricultura se podrán autorizar ganchos y batidas -previo informe favorable de la Administración del Parque Natural- en aquellas áreas catalogadas como "críticas de refugio para el oso pardo y críticas de alimentación otoño-invernal" y en unas fechas determinadas. El riesgo que se asume con las batidas es enorme para una población insostenible que cuenta con escasas tres decenas de ejemplares y, lo que es peor, un puñado minúsculo de hembras. Una batida, como mínimo provoca un gran estrés en los osos que se traduce en una mayor movilidad, desplazamientos de sus áreas de alimentación o refugio, y pérdida de la tranquilidad que necesita en esta época del año para afrontar con garantías el período invernal. Eso como mínimo, por lo que, aunque no surgieran más problemas como ya hemos visto con este nuevo incidente, debería ser suficiente para que las batidas fueran radicalmente prohibidas en zonas oseras.

¿Qué responsabilidad tiene la Administración en este suceso? Desde mi punto de vista tanta o más que la persona que apretó el gatillo, puesto que las batidas se están concediendo sin ninguna excepcionalidad como indica el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales. ¿Se lavarán las manos los responsables que gestionan el medioambiente palentino y castellano leonés, así como los del propio Parque Natural?

Miedo me da que el ejemplar herido o muerto sea una de las hembras.


10 de septiembre de 2012

Rebeco (Rupicapra pyrenaica parva)

A veces me preguntan si es necesario o no solicitar los permisos para fotografiar dentro de un espacio natural protegido ciertas especies animales que mantienen poblaciones abundantes, que no están en peligro de extinción y que, además, se muestran enormemente confiadas ante la presencia humana, como es el caso del rebeco cantábrico (Rupicapra pyrenaica parva), por poner un ejemplo.




Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f7.1 - 1/640 sg. 200 ISO

Es cierto que puede parecer un poco absurdo precisar de un permiso para fotografiar algo a lo que todo el mundo fotografía sin solicitarlo. Sin embargo, si estamos en el interior de alguno de nuestros espacios protegidos, debemos tener presente que, primero, el referido permiso es algo que exigen las normativas de uso y gestión de los mismos, nos guste o no.


Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f8 - 1/250 sg. 200 ISO

En segundo lugar, nos asegura la tranquilidad de poder trabajar sin ser molestados por la guardería que, en caso contrario y cumpliendo con su deber, se van a acercar hasta donde estemos (y esto, independientemente de si se espanta el rebaño o no) y nos lo va a exigir, por muy estricto que le pueda parecer al visitante.


Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f8 - 1/400 sg. 200 ISO

Por último, nos permite, en según qué casos, movernos legalmente por áreas que pueden estar restringidas al resto de visitantes, alejándonos de los senderos y caminos habilitados para el turismo en general. Esto representa una ventaja muy interesante en diversas oportunidades, puesto que los animales pueden llegar a estar muy separados del trasiego humano.


Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f8 - 1/320 sg. 200 ISO

Por lo tanto, y por muy innecesario que pueda parecer tener que pedir un permiso para fotografiar, por ejemplo, cabras monteses en el Parque Regional de la Sierra de Gredos, o rebecos en el Parque Nacional de los Picos de Europa, no podemos dejar de aconsejar al fotógrafo dedicar algo de tiempo a la burocracia y solicitar con suficiente antelación los permisos pertinentes. Incluso para especies tan confiadas y comunes como estas. Sólo así, podremos trabajar tranquilos -a veces con la inestimable ayuda de la propia guardería- y movernos por donde la especie lo requiera.

Todo ello, independientemente de que necesitar un permiso para fotografiar un animal que en ocasiones incluso se acerca a los excursionistas para pedir comida, pueda ser o no un poco absurdo.

Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Triopo DG3. Prioridad a la Apertura, f8 - 1/320 sg. 200 ISO

12 de agosto de 2012

Compañeras de ascensiones y descansos

Llegamos a la cima de una torre en Picos de Europa. Nos sentamos fatigados sobre su áspera caliza y descargamos las mochilas para liberar durante un ansiado respiro nuestras espaldas, y ellas ya están allí. Envidio sus equilibrios y sus quiebros. ¡Quién pudiera sentir el vendaval en la cara y regatear su violencia!. Son las chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus), esas modestas aves del color de la noche, con llamativos picos amarillos como la flor del tojo. Nos rodean y nos observan cuando paramos. Compañeras de ascensiones y descansos, se posan a nuestro lado y esperan a que nos marchemos de sus dominios, para revolotear sobre las migajas que podamos dejar entre las piedras de sus cumbres.




6 de agosto de 2012

Montañismo infantil: Picos de Europa

Cuando veo las fotos de mis hijos compruebo cómo corren las manecillas del reloj.

Desde aquella primera excursión para la guía de Picos de Europa en la que el más pequeño de ellos subió a la cumbre de la Padiorna con sus cinco añitos, hasta la última cima de este largo verano en Pirineos, ha pasado mucho tiempo y se han sumado muchos metros de desnivel en nuestras piernas, peso en nuestras maltrechas espaldas y recuerdos en nuestros corazones. Montaña a montaña, y marcha tras marcha, vamos haciendo camino y poniendo cara a la geografía de numerosos rincones. Hasta que el cuerpo aguante.

Picos de Europa con Niños supuso redescubrir este maravilloso lugar al ritmo de los pequeños de la casa, más pausado pero no menos intenso, buscando lo que a veces el montañero pasa por alto camino de las cimas o las paredes verticales. El trabajo nos permitió sentirnos parte de estas montañas y verlas más cercanas y familiares, algo que ya no podremos olvidar y por lo que estaremos siempre en deuda.

Estas que veis ahora son solo unas cuantas ventanas al recuerdo.