Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
Mostrando entradas con la etiqueta Retrato. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Retrato. Mostrar todas las entradas

25 de junio de 2012

Momentos

Estamos llenos de momentos, efímeros instantes que, como fotogramas de una película, van formando nuestras vidas. Gotas de agua en un cristal, una ráfaga de aire, una mirada, un vistazo a algo, un encuentro fortuito, un sonido, un salto, un sobresalto, un juego, una sonrisa, una espera, una sorpresa,... Todos ellos se suman y acaban formando parte de nosotros mismos, como una cadena engarzada. Fotograma a fotograma.












16 de marzo de 2012

El trapecio

Poeta de lo cotidiano donde los haya, dice el maestro Manolo García en una de sus letras: “prefiero el trapecio, para verlas venir en movimiento”.

Suenan sus acordes en mis sienes. Sobre mi cabeza sus aviones sobrevuelan plateados y miro al cielo buscándolos, mientras me concentro en lo que hago. Mi patria en mis zapatos, dice. Tarareo su letra y busco con la mirada el siguiente agarre o anticipo el próximo apoyo. Chequeo que sean firmes y cargo mi peso sobre su pequeña superficie. Me incorporo un metro más como un nuevo triunfo en esta vida vertical. Otro efímero logro. Y voy subiendo peldaños en esta montaña huidiza, como voy sumando días en mi existencia. Días que son un logro; logros que son peldaños. Extenuantes. Urgentes. Rabiosos. Intensos porque si no, no merecen la pena caminarlos. Peldaños que son vaivenes. Los vaivenes de un trapecio que te permite vivir a inspiraciones hondas cada día de tu viaje.

Como dijo algún navegante atribulado, prefiero el trapecio para verlas venir en movimiento”.

Vivo; no me arriesgo. No me arriesgo a no hacerlo, a no vivir.

Se arriesgan quienes ven de lejos el vaivén, paralizados. Se arriesgan aquellos que no se arriesgan; se arriesgan a no vivir; se arriesgan a no subir. A no sentir. A vegetar.

Por eso, yo vivo en el trapecio y su balanceo me arrulla.

Y por eso, levanto mi vaso y brindo por todos los que vivís y habéis vivido en el temblor de vuestro vaivén, por todos los que en el trapecio os habéis mecido. Por todos los que habéis hecho de él vuestra inspiración. Vuestra respiración. Vuestra razón. Vuestra razón de ser.


Llegando a la cumbre del Lustou, en el Pirineo francés

Descendiendo hacia las profundidades de un jou, solos en la inmensidad de Picos de Europa


Llegando a la cumbre del Mont Blanc en medio de una fuerte tormenta, tras haber subido por la cumbre del Tacul y el hombro del Maudit

Destrepando por la derecha para bajar de una pared en Sierra Nevada

Recorriendo los últimos metros a la cumbre del Huayna Potosí. Unos minutos después una tormenta eléctrica envuelve la montaña 

Tras la tempestad viene la calma: regresando al refugio tras un intento al Cotopaxi,
frustrado ya cerca de su cráter

Belleza y mar de nubes desde la cumbre del Naranjo de Bulnes


Tu sombra, tu alma. Cris, va por ti

7 de enero de 2012

Amar Gredos


Coincidiendo con el paso de 2011 al nuevo año, mi familia y un servidor hemos concluido las últimas excursiones que nos restaban de la nueva guía sobre montañismo infantil -esta vez por la sierra de Gredos- que en estas semanas estamos ultimando, y que se vendrá a sumar a la ya publicada en el verano de 2010, titulada "Picos de Europa con Niños". Ambas son editadas por Ediciones Desnivel. En su momento daré aviso a través de este cuaderno de su presentación en sociedad, que presumiblemente tendrá lugar finalizando la primavera. De momento he querido compartir una quincena de fotografías extraídas de entre casi 70 GB de archivos obtenidos en el último año; imágenes que salpican algunas de las jornadas pasadas en estas montañas, para mí tan familiares y tan queridas. Tan sólo quince pinceladas. Quince botones de muestra de la diversidad paisajística de esta verdadera espina dorsal de nuestra "piel de toro".

He re-descubierto junto a mi familia, viejas gargantas en la fachada meridional, que a buen seguro son más salvajes ahora que cuando yo las recorrí por primera vez siendo un adolescente. Hemos subido cumbres, algunas de ellas viejas conocidas, otras nuevas para todos. Esquivado tormentas. Visitado pozas cristalinas. Jugado. Aprendido de lo que las rocas nos cuentan. Acariciado árboles muchas veces centenarios. Olido el intenso aroma de los piornos pintando de amarillo la primavera. Hemos dormido en rincones perdidos y apacibles. En definitiva, hemos disfrutado compartiendo los cuatro frío, calor, viento, cansancio,... pero también y sobre todo la extraordinaria belleza de estas gargantas y cumbres, donde muchos otros antes que yo han crecido como montañeros, y donde muchos más lo harán después. Lugares donde yo me crié y que son para mí como mi hogar.

Sólo quince rincones.

Descendiendo de los Riscos del Castillejo hacia el puerto de Mijares

El castañar del Tiemblo, siempre apacible y diferente en cada época del año

Descansando durante un recorrido por la garganta de los Caballeros

Observando un pie de enebro centenario en la garganta de Tejea. No es el único

Garganta de Tejea, aislada y por lo tanto solitaria, complicada de recorrer. Perfecta 

Saliendo de la plataforma de Gredos rumbo a ... Todo por delante

Contemplando la laguna Grande y el circo de Gredos 

Caminando en el filo de dos gargantas, entre la del Pinar y la de Gredos

Ascendiendo por las "zetas" del carril de Galayos hacia el refugio Antonio Victory un día de diario, solitario, todo el Galayar para nosotros

Acompañando al arroyo de Las Pozas, camino del Morezón

Recorriendo la larga garganta de Navamediana, desde la encina a los prados alpinos

Dejando atrás las tres lagunas del Trampal, tras bajar de La Ceja. Un día completo

Atravesando los inmensos robledales de la garganta de Santa María

Últimos metros antes de alcanzar la cumbre del Torozo

Por la garganta de Valdeascas o del Jabalí camino del Peñón del Mediodía