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22 de marzo de 2023

A la caza del ecologista


Rebuscando entre toda la documentación que guardo de aquella lucha desigual contra la Estación de Esquí de La Covatilla para escribir el artículo anterior, apareció fotocopiado un más que interesante artículo de prensa en el desaparecido rotativo El Adelanto, del 3 de enero de 1999. Y digo interesante por lo inusual de su contenido en una prensa local que bien podíamos calificar de provinciana. Lo firma además Ignacio Francia, amigo personal y toda una institución en el mundillo periodístico de Salamanca, además de gran persona y muy querido por todos. Su columna de opinión la tituló "Comienza la caza del ecologista" y en él les sacaba las vergüenzas a los políticos locales y autonómicos cuando azuzaban a la sociedad salmantina contra Ecologistas en Acción por denunciar las irregularidades cometidas en la construcción de un puente en la ciudad de Salamanca. Que una administración pública inicie obras sin tener todos los permisos necesarios, además de otras anomalías económicas, es lo suficientemente grave como para que deba ser denunciado en los juzgados ante la negativa de hacer bien las cosas. Y así lo hicieron desde la ONG. Sin embargo, tanto el consistorio como algunos medios de comunicación les responsabilizaron ante la ciudadanía de que los tribunales ordenaran la paralización cautelar de dicha obra. La gente en las calles se indignó y los acusó de todo. Al igual que sucedió con La Covatilla, los ecologistas fueron vilipendiados y acusados de ir contra el progreso y contra el interés público. Se repetía una vez más exactamente el mismo patrón. De nuevo, una parte de la sociedad civil fiscalizó las irregularidades de una actuación municipal y la corporación, muy lejos de asumir responsabilidades, arengó a toda la ciudadanía contra ellos.

¿Por qué retrocedo tanto en el tiempo al recordar aquel hecho? Porque la historia se repite en un ciclo sin fin, en un bucle que constantemente nos hace tropezar con la misma piedra. Lo estamos viviendo en la actualidad con la protección del lobo, por ejemplo, o con los parques eólicos ubicados en según qué sitios: el que denuncia a las instituciones por la destrucción de nuestro patrimonio natural es el villano de la película, y el infractor se presenta ante el público como la víctima, utilizando el poder que le otorga su posición para desacreditar al denunciante, escurrir el bulto y manipular a la sociedad.

Y cuántas veces habremos comentado en los mismos círculos de amigos sobre el uso peyorativo que esas instituciones, entidades y personas, que se sienten atacadas en sus intereses particulares por las denuncias de los colectivos conservacionistas, hacen del término "ecologista".


Así es, en gran parte de la sociedad actual, y especialmente en las áreas rurales, ser ecologista es sinónimo de insolidario con los problemas de la sociedad, de urbanita egoísta que no tiene ni idea, además, de la realidad del campo. Y se ha interiorizado tanto en ciertas capas sociales ese mensaje mezquino del que han sido voceros e instigadores muchas de nuestras instituciones y de una parte de los medios de comunicación, que basta que un político mencione la palabra ecologista para que se pongan todos de su lado ipso facto, y se enfrenten a la ONG conservacionista de turno. Hubo una época en mi ciudad en la que la única oposición real que tuvo el Partido Popular fue precisamente Ecologistas en Acción, vigilantes ante cualquier actuación que afectara al interés público de la ciudad, o a la propia conservación del medio ambiente de la provincia. El PSOE estaba desaparecido y solo el grupo ecologista fiscalizaba las acciones del consistorio o la Diputación. El odio hacia los ecologistas transpiraba en cada rueda de prensa en la que se les mencionaba, en cada artículo publicado y en cada entrevista.

Nada ha cambiado desde entonces.

¿Por qué existe este odio en las instituciones hacia este colectivo? ¿Por qué se les difama y desprecia públicamente? Mi amigo Nacho Francia lo sintetizó mucho mejor de lo que yo nunca podría hacerlo, así que os voy a transcribir el párrafo con el que cerraba su artículo de opinión aquel 3 de enero de 1999:

"El logro de Las Quilamas libres, la satisfacción de Los Bandos sin agujero y la lección del puente de San José han cargado de resentimiento a quienes desean marcha militar para sus planes. Y ha comenzado la caza del ecologista. Al poder siempre le han molestado las razones."

La sierra de las Quilamas y su colonia de buitres negros se libraron por los pelos de que la sembraran de molinos de viento, con exactamente el mismo proceso de manipulación social entre la gente de la comarca que vimos en Béjar con La Covatilla. Los ecologistas estuvimos ahí. La Plaza de Los Bandos y sus árboles, a escasos 150 metros de la mismísima Plaza Mayor de Salamanca, en pleno casco antiguo, se libró también in extremis de que el consistorio del PP lo agujereara y desmantelara para construir un parking subterráneo que nadie en la ciudad quería en ese lugar, con numerosos edificios civiles y religiosos de los siglos XV a XVIII. Los ecologistas también estuvimos ahí. Y de lo del puente, poco más que decir pues ya lo he comentado más arriba. Los ecologistas también estuvimos ahí.

"Al poder siempre le han molestado las razones". Es una frase magistral. En plena democracia esa frase es tan actual como lo fue en los años de la dictadura, lo que no deja de ser una verdadera tragedia que inevitablemente me recuerda a la que Unamuno espetara ante Millán-Astray y su cohorte en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936: "Venceréis pero no convenceréis". Sí, son muchos los poderosos para los que las razones siguen siendo un estorbo en esta imperfecta democracia.

Siempre me ha llamado infinito la atención cómo la sociedad siempre ve con muy buenos ojos que esos ecologistas se jueguen la vida o la libertad en acciones llamativas muy lejos de nuestras casas, salvando maravillosos e indefensos cachorrillos de foca, impolutamente blancos con enormes ojos negros, de morir a golpes con un palo en la cabeza y dejando la nieve del ártico teñida con cientos de manchones rojos; o colgándose de un árbol enorme a cincuenta metros de altura en una selva de Borneo o de Nueva Guinea; o puede que de alguna chimenea altísima de a saber qué industria contaminante; o quizá impidiendo que un pesquero-factoría lance sus redes de arrastre sobre el lecho marino; o encadenándose delante de un bulldozer para que no arrase una parcela de la selva brasileña; y sin duda a esa sociedad dormida le parecerá heroico que se jueguen la vida interponiéndose con una frágil zodiac entre el arpón de un gran ballenero japonés y un cetáceo sentenciado. !Geniales, qué buenos son! Pero claro, que no me vengan a mi ciudad, a mi pueblo o a mi sierra a decirme cómo debo gestionar yo esos bosques, esa montaña, ese dinero público, esa especie silvestre que me molesta, etc. Que se vayan a su puñetera casa. En aquellos continentes lejanos y en los océanos sí son bien vistos; pero aquí no. Aquí que nos dejen tranquilos construyendo estaciones de esquí, minas a cielo abierto, parques eólicos, presas eléctricas, masacrando lobos, torturando toros, o maltratando animales de granja. Eso no es cosa suya. Que no metan sus narices donde no les llaman.

Hay que ser ridículos para llegar a decir públicamente, entre otros muchos eslóganes panfletarios, que los ecologistas tenemos montado el chiringuito solo para vivir de las subvenciones. Este argumento fabricado no cuela, y por mucho que lo repitan desde sus atriles no se lo cree nadie que analice la realidad. Pero más que ridículos deberíamos hablar de mala gente por aprovechar tribunas como la del parlamento Cántabro para atacarnos a los ecologistas con frases como la siguiente:

"... de cuatro vividores que se hacen llamar ecologistas, que lo único que les interesa es seguir manteniendo sus chiringuitos a base de subvenciones que pagamos todos los españoles con nuestros impuestos, para no pegar palo al agua, parásitos del sistema democrático, garrapatas que se han visto inmunes ante la llegada de los socialistas y los lilas al gobierno de España ..."

Sí, señores, estos improperios e insultos los dijo la diputada Marta García en un pleno del parlamento autonómico a finales del pasado marzo. Daría risa si no fuera por la gravedad de sus consecuencias que sea ella precisamente la que achaque a una ONG conservacionista (ASCEL) de cobrar subvenciones -lo que por otro lado, si fuera cierto, no solo no es ilegal, sino que debería ser lo lógico y deseable dadas las funciones públicas que estas asociaciones tienen en nuestra sociedad- cuando en realidad es ella la que cobra ayudas públicas que no debería. En concreto 301.916,41 € de ayudas de la PAC entre los años 2017 a 2020. Y digo que no debería cobrar esas subvenciones que SÍ le pagamos todos porque ese dinero se concede a las explotaciones agro-ganaderas que cumplen con unos requisitos de sostenibilidad ambiental, requisitos contra los que ella misma se revela prodigándose en las redes sociales exigiendo los controles del lobo con el mismo extremismo que en el pleno del parlamento cántabro. Y nos llama ella a nosotros "parásitos del sistema democrático". ¡Qué ironía!

Señora Marta García, si quiere ser una persona consecuente a la cual se deba escuchar le es suficiente con rechazar las subvenciones de la PAC que le pagamos entre todos para su ganadería Valdelmazo y así tener carta blanca para exigir controles de lobos, osos, águilas o lo que usted crea conveniente masacrar.

En fin, se ponen en evidencia y se califican a sí mismos: utilizan su poder y la visibilidad mediática que les otorga sus cargos públicos para manipular a la sociedad contra la razón que nos asiste.


Según la RAE, la palabra ecologismo tiene dos acepciones, a saber:

1.- Doctrina que propugna la defensa de la naturaleza y la preservación del medio ambiente.

2.- Movimiento sociopolítico que defiende el ecologismo.

Y de la palabra ecologista dice:

1.- Perteneciente o relativo al ecologismo.

 2.- Partidario del ecologismo.

Y también podría la sociedad intentar aprenderse qué es la ecología. Según la RAE de nuevo esta palabra tiene dos acepciones:

1.- Ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio, y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio.

2.- Medio ambiente.

Bien, leyendo todas estas definiciones y viendo el trabajo que llevan a cabo los grupos ecologistas en defensa de nuestro medio ambiente, ¿de dónde sacan sus perseguidores que el ecologismo vaya en contra del bien público? La sociedad tiene y debe conservar dos patrimonios fundamentales: el natural y el cultural, a cual más importante. A nadie se le ocurre hoy en día derribar una parte de una catedral, pero, sin embargo, nuestro patrimonio natural está constantemente en peligro porque dificulta en ocasiones los intereses particulares de algunos. Cuando esos "algunos" tienen poder, la lucha por defender la biodiversidad y la salud de nuestro planeta se vuelve más necesaria e imprescindible que nunca.

El ecologista es por ello, intrínsecamente, una persona altruista que emplea su tiempo y esfuerzo en defender ese patrimonio natural que resulta ser de todos los ciudadanos, y no solo suyo, con una conciencia cívica que el egoísmo de esos "algunos" no consiguen comprender, y sin obtener, además, nada a cambio, excepto la simple satisfacción de hacer una buena obra que redunda en el bien común. Ser ecologista es, pues, utilizar las incuestionables razones que la ciencia nos aporta sobre la necesidad de preservar ese patrimonio natural y usarlas para luchar contra su destrucción, de un modo razonado, cívico y generoso, poniendo a disposición de la sociedad su tiempo, su trabajo, sus conocimientos y sus desvelos. A veces incluso su dinero.

Pero, como siempre, tener razón molesta. Y saben que la tenemos.

16 de marzo de 2023

Pormishuevismo

Sí, amigos, "Pormishuevismo" es el nombre de la sección donde, en el programa de El Intermedio, de La Sexta, Erik Harley hace un repaso por algunos de los diferentes pelotazos urbanísticos a los que nos tienen tan acostumbrados nuestros gobernantes, y de los que muchos ciudadanos aún no llegamos a comprender cómo puede ser que no acaben en los tribunales atendiendo al despilfarro de dinero público que han supuesto y/o siguen suponiendo, como en el caso que vamos a recordar aquí. Ah, ya, que es que hay que demostrar que el político de turno que fue responsable del desaguisado en cuestión lo decidió con pleno conocimiento del perjuicio que causaba. Y digo yo, ¿no sería posible añadir un supuesto en el Código Penal para que se considerara también delito la ineptitud política? porque así, de golpe, muchos se lo pensarían antes de dilapidar caudales públicos o hipotecar nuestra naturaleza sabiendo que no se les puede probar la mala intención, y se dejarían de agarrar a esa disculpa que suena a pretexto y excusa, y que ya nadie se cree, de que hicieron las obras verdaderamente por el interés general, aunque finalmente el proyecto acabara saliendo mal.

¿Que a qué viene todo esto y qué relación tiene con el espíritu de este blog?, muy sencillo, ahora lo entenderéis.

Hace unos cuantos días, el sábado 4 de marzo, visité la zona norte de la sierra de Béjar, tras las intensas nevadas que han barrido la península. La nieve aún se veía en cotas realmente bajas mientras me acercaba por las carreteras que rodean la sierra, con los manchones de nieve aún en sus cunetas. Y sí, había nieve muy abajo, lo que no deja de ser algo excepcional pero que ocurre todos los inviernos una o dos veces. Y al igual que ocurre esto, ocurre también que esas borrascas no implican necesariamente que en la cordillera del sistema central los centímetros acumulados en forma de nieve sean muchos. No, ni mucho menos. Ver a comienzos del mes de marzo la Estación de Esquí Sierra de Béjar - La Covatilla, después de las nevadas que por fin le llegaron cuando la temporada de esquí se acerca a su final, con la mayoría de las pistas cerradas y vacías de usuarios no puede por menos de hacerme pensar en eso, en el "Pormishuevismo" español.

Ahora ya lo entendéis, ¿a que sí?

Imaginaros la escena: el aparcamiento casi completo de vehículos y un sábado radiante, peeeeeeero ... las pistas están vacías y cerradas, y todo el mundo permanece apiñado en las de debutantes y en los alrededores del propio aparcamiento. Familias con niños pequeños, con sus trineos y plásticos, o iniciándose en el esquí aglomerados todos en apenas un puñado de metros cuadrados de pista plana.


En la imagen superior  vemos una de las pistas, la del Regato del Oso, completamente cerrada por encima de la zona de debutantes, donde se congregaban casi todos los usuarios el sábado 4 de marzo de este 2023.

Pero no sería un "Pormishuevismo" de libro si no fuera porque desde el principio se advirtió sobradamente de que la escasez de nieve era notoria hace ya más de 20 años, cuando el entonces alcalde de Béjar, Alejo Riñones, del Partido Popular, se empeñó en levantar esta infraestructura con la inestimable ayuda de su amigo, el entonces Consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Francisco Jambrina Sastre (me niego a llamarlos señores) que, por cierto, fue denunciado por agentes de la Guardia Civil por un delito contra la fauna (abro de nuevo paréntesis: ¡vaya patético nivel de políticos que tenemos en España! ¡un Consejero de Medio Ambiente denunciado por un delito contra la fauna! ¡¡¡Vaya nivelazo!!!, señores, ¿alguien ofrece más?).

Bueno, el proceso fue el de siempre, recurrente en todas las grandes infraestructuras urbanísticas, industriales o de cualquier otra índole que se quieren instalar por nuestra geografía, ya sean minas a cielo abierto, macroproyectos eólicos, macrogranjas, estaciones de esquí (no nos olvidemos de la de San Glorio, que también tuvo lo suyo y da para varios capítulos, y el macroproyecto actual de unir por Canal Roya las estaciones de Formigal con Astún y Candanchú -no escarmentamos a pesar del evidente calentamiento global), urbanizaciones o puertos deportivos en espacios protegidos, etc. etc. etc. El politicucho de turno se empeña enarbolando la bandera de la prosperidad para su comarca y cuatro puestos de trabajo, predicando soflamas de que "los de fuera" no les vamos a decir lo que tienen que hacer con lo que consideran "su casa", porque además somos todos unos ecologistas de salón que vivimos de las subvenciones y nos rascamos la barriga en una oficina calentitos mientras ellos llevan una dura vida de labriegos o ganaderos, a lo que hay que sumar que esos ecologistas insolidarios preferimos el bienestar de los animales al de las personas del campo y bla, bla, bla, bla, bla, bla y más bla, bla, bla. 

Con esto ya está dicho todo, señores, ya se han ganado para la causa a toda la comarca, que, además, ya parte enfadada contra quien pueda opinar diferente. Da igual que el dinero en vez de quedarse en la zona acabe realmente en la empresa minera de turno -siempre extranjera-, o en las arcas de esa multinacional que se vende como verde mientras destruye los ecosistemas fragmentando los proyectos, o en la caja de la constructora. Da igual que la inocuidad ambiental de los molinos esté seriamente en entredicho incluso por las propias personas que reclaman energías renovables. Dará igual que incluso una entidad tan objetiva como la Universidad opine distinto. Y dará también lo mismo que los datos no avalen las bondades del proyecto. Lo mismo que importará menos que poco que la destrucción de lo que ellos creen "su casa" sea irreversible. El megaproyecto del momento se levantará gracias al clamor popular.

Si los juzgados no lo impiden, claro, porque al final serán los jueces los que tendrán la última palabra en la defensa del interés general. 

Este fue también el proceso en la construcción de esta estación de esquí que solo ha asumido pérdidas económicas desde que se construyó en lo que Ecologistas en Acción denominó en su momento Un pozo sin fondo de dinero público.

Y no estamos muy equivocados respecto del quebranto económico que supone cada temporada mantener abierta esta ridícula estación cuando el propio promotor de la misma, sí, ese tal Alejo Riñones, actualmente en la oposición, echaba ya en cara en 2021 al actual equipo de gobierno del consistorio el millón de euros anuales que eran necesarios para mantener abierta la estación, o los cerca de 4.000.000 € de pérdidas que acumulaba la Covatilla en 2023 durante los años de legislatura socialista, llegando a considerar la continuidad de la instalación de inviable, y pidiendo ahora que se privatice, reconociendo post mortem, cuando el daño está ya hecho y es irreversible, que "... es una estación pequeña, donde nieva poco, para mantenerla abierta 3 o 4 meses ...". Que nieva poco dice ahora el tío, y que solo es válida para abrirla 3 o 4 meses, mientras que cuando la promovió parecía que sería la mejor estación del país con al menos seis meses de nieve asegurada de arriba a abajo. ¡Increíble! Una auditoría externa e independiente sería saludable en esta endeble democracia que los ciudadanos sufrimos para conocer con exactitud realmente cuánto dinero nos ha costado este delirio absurdo, porque ni siquiera las cuentas oficiales de ingresos o gastos que nos han venido contando los políticos locales son fiables. Y si no echar un vistazo al artículo titulado "¿Qué pasa con el IVA de La Covatilla?" donde se dejan en entredicho las cuentas que han aireado públicamente, dado que no contabiliza el pago del IVA de algunos conceptos. Los dos últimos párrafos resumen muy bien los tejemanejes del Ayuntamiento bejarano en la época de Alejo Riñones como alcalde para maquillar un menoscabo económico difícil de esconder.

Y que por favor tampoco nos vendan como ganancias las subvenciones que hemos venido pagando solidaria y obligadamente -porque a nadie nos han consultado- entre todos para que los escolares de la provincia tengan su semana blanca; o mejor dicho, perdón, para que La Covatilla tenga algún ingreso más, que es el motivo principal de esos bautismos blancos que, en parte, seguimos sufragando entre todos.


En la imagen superior vemos un único surfero bajando por la pista La Covatilla, sin espesor suficiente para permanecer abierta, y algunos usuarios, tanto subiendo como ¡bajando!, sentados en las sillas del remonte. La imagen no puede ser más dolorosa y elocuente, cuando el sentido común pudo haber evitado semejante destrucción ambiental y despilfarro de dinero público. En la de debajo, la pista Las Cimeras igualmente cerrada por falta de nieve este 4 de marzo.


Pero vayamos por partes. Que una infraestructura de este tipo se lleve a cabo basada en un proyecto chapucero no tiene perdón, y somos muchos los que opinamos que debería tener consecuencias penales, dado que el resultado final muy bien puede ser considerado como un delito contra el medio ambiente, además de la evidente dilapidación de dinero público. Veamos algunas cuestiones más que relevantes que lo demuestran.

1.- El Proyecto de Instalación del Centro Turístico "Sierra de Béjar" (Telesilla /Telesquí), que es así como se le denominó intentando camuflar la envergadura del mismo (suena mucho más agresivo ambientalmente hablar de una estación de esquí que de un telesilla, ¿verdad?), NO HIZO NUNCA UN ESTUDIO DE LA NIEVE INVERNAL.

¿Alguien me lo puede explicar? Parece ser que la nieve existía porque lo decían ellos, y punto. No era necesario conocer ni los espesores que se acumulaban en los diferentes meses del inverno, ni en qué cotas altitudinales, ni la fuerza de los vientos que soporta la zona y que barren del suelo y hacen desaparecer la nieve, ... nada, no era necesario conocer nada de nada sobre la nieve. ¿Pa'qué? Eso solo sería necesario si fuéramos a levantar una estación de esquí, pero esto no va a serlo, hombre, por Dios, si ya en la misma Declaración de Impacto Ambiental lo dejaron claro: "... y dado que no se trata de proyectar una estación de esquí, sino de la construcción de un núcleo de servicio con las infraestructuras necesarias, pero las mínimas,..." ¡¡Cachis, estos ecologistas no se enteran de nada!!



2.- Si no existió nunca un estudio previo de la materia prima en la que se basa esta actividad, no pudo haber nunca tampoco un ESTUDIO DE VIABILIDAD ECONÓMICA. Aquí ponemos otro "pa'qué"

¿Cómo vas a saber si es viable si no sabes ni con cuánta nieve vas a contar, ni a qué alturas, ni durante cuántos días al año? Lo cierto es que se limitaron a aportar unos datos meteorológicos obtenidos en dos estaciones meteorológicas situadas a 950 m.s.m. (Béjar) y 1.240 m.s.m. (Presa de las Angosturas, Candelario) y que para nada se pueden extrapolar a las condiciones de la alta montaña donde se iba a ubicar el proyecto, además de que ni siquiera se realizó de ellas una interpretación científica, seria y rigurosa. Simplemente los aportaron y punto.



3.- Ejemplo de la mierda que fue el proyecto (abro paréntesis, me olvidaré por irrelevante de las diversas faltas ortográficas, de concordancia y de sintaxis que encontramos en él, además de algunas erratas no corregidas que adornan con elocuencia lo deplorablemente chapucero del mismo, como podemos ver en el primer renglón de la siguiente imagen:"... desde el punto de vista climatológico se trata de un viejo macizo granítico ...", cierro paréntesis) es que en el anteproyecto el redactor estimó que la estación podría abrir 29 días en diciembre, 32 EN ENERO, 33 EN FEBRERO Y 35 EN MARZO ¡¡¡¡¡¡DE MEDIA!!!!!!!! Estas medias se calcularon sumando los días de diario y festivos en los que sí se podrían usar las instalaciones, y ¡¡¡descartando incluso!!! las jornadas invernales en las que los fuertes vientos o la climatología muy adversa impediría por seguridad el funcionamiento de los remontes. ¡Qué optimistas!, sí que tenían razón de que iba a ser una de las mejores estaciones de esquí de Europa, y yo diría que del mundo: ¡¡¡¡se puede en ella esquiar más días de los que existen mensualmente!!!!. ¡Cojonuuuuudo!

4.- Por supuesto tampoco se presentó ningún ESTUDIO DE MERCADO (poner vosotros aquí el "pa'qué", que yo ya me canso) que estimara en aquel momento la potencialidad de la demanda social para justificar la innegable destrucción de la sierra y la descomunal inversión a realizar en aras de alcanzar un interés general que pudiera ser superior: revitalizar económicamente la comarca. Por ejemplo, en 1998 la Estación de Esquí de Navacerrada (cerrada desde el año pasado) acabó la temporada con unas pérdidas de 100 millones de pesetas (El País, 8/marzo/1998) a pesar de contar con una masa de usuarios potencial de casi diez millones de personas al estar ubicada entre Madrid y Segovia. Pues bien, ¿qué potencialidad de usuarios creéis que calcularon para La Covatilla los redactores del proyecto? Ah, pillines, ya os imaginabais que ninguna; pues habéis acertado ya que no hicieron ningún estudio al respecto. Pos'mu'bien, señores, perfecto, la seriedad al poder en la gestión del erario público, de nuestro patrimonio natural y de las ilusiones y expectativas de la gente de la comarca. Se limitaron a presuponer la afluencia de esquiadores, nada más. Así en la página 5 del proyecto indican literalmente -y digo literalmente porque fijaros en la patética redacción de la frase que transcribo tal cual es- que "Además, por el tipo de clima, esta nieve se garantiza completamente también su perfecto estado y cantidad durante todo el tiempo que dura la "Temporada Banca", y por tanto la afluencia masiva de la gente". El que lo redactó no asistió a clase el día que hablaron de las comas y esas cosas.


En cualquier caso, ya'tá, argumentado que la demanda cubrirá gastos y aportará unos beneficios extraordinarios. Venga, pa'lante con el proyecto.

5.- En el capítulo económico aparecen 13.700.000 Pts. de beneficios netos anuales. Sin embargo, se "olvida" de descontar, y no sé si es más grave que sea por negligencia o intencionadamente, diversos conceptos que el mismo proyecto sí enumera, dando como resultado que, una vez descontados esos gastos según sus propias estimaciones (optimistas, dicho sea de paso), se arrojaban unas pérdidas económicas totales de 7.144.807 Pts. anuales.

6.- En el Estudio de Impacto Ambiental fue declarado un proyecto de utilidad pública o de interés social para la comarca, y en ello no tuvo peso alguno la PROPUESTA DE DECLARACIÓN DE IMPACTO AMBIENTAL DESFAVORABLE que elevaron los propios técnicos de la Junta en la Ponencia Técnica Provincial del 28 de julio de 1998 "en base a la afección del mismo a los valores naturales del futuro Espacio Natural de Candelario".


Al final, fue imposible luchar y vencer a la maquinaria puesta en marcha tras el verdadero lavado de cerebro que soportó la comarca y los amiguismos políticos del Partido Popular. De nada sirvieron las al menos 459 Alegaciones particulares y colectivas registradas en la Junta de Castilla y León en el preceptivo trámite de Información Pública y que deberían sacarle los colores a quien firmó la autorización el 10 de diciembre de 1998. En la citada Declaración de Impacto Ambiental se dice:

"1.- Evaluados y analizados los impactos ambientales derivados de la ejecución de la actuación se considera que estos son compatibles con la conservación de los valores botánicos, faunísticos, geomorfológicos y paisajísticos de la zona. Se ha tenido en cuenta que uno de los objetivos de la ordenación, el uso y gestión de espacio natural de Candelario está basado en favorecer el desarrollo socioeconómico con un uso racional de los recursos propios, promoviendo, entre otras, aquellas acciones que fomenten el turismo ligado a los valores del Espacio Natural Protegido, como forma activa de preservación del medio natural, y dado que no se trata de proyectar una estación de esquí, sino de la construcción de un núcleo de servicio con las infraestructuras necesarias, pero las mínimas, .../... y tener en cuenta que dificultar esta posibilidad de desarrollo podría provocar reacciones por parte de la población en contra de la propia naturaleza ..."

Da una vergüenza ajena infinita leer que, una vez analizados los impactos que en la Ponencia Técnica eran DESFAVORABLES, sean considerados después compatibles con la conservación del entorno. O que la construcción de una estación de esquí fomente los valores ligados a un Espacio Natural Protegido, como forma activa de preservación del medio. O incluso que negaran, haciendo gala de una descomunal desfachatez, que se trataba de construir una estación de esquí. O que para no enfadar a algunos comarcanos se debía construir la infraestructura por encima del interés general del resto de los españoles. Leer esto me da de verdad, repito, una vergüenza infinita por vivir en un país así, mediocre y bananero.

Y dos piezas fundamentales en la gestación de esta tragedia la constituyeron, junto a los políticos responsables, por un lado los medios de comunicación del momento, y muy especialmente la prensa escrita de la provincia que tomó un decidido partido por el proyecto del PP, ninguneando las argumentaciones contrarias al mismo y dando pábulo a sus defensores. Aquí destacó de manera importante La Gaceta.

Y, por otro lado e increíblemente, el Grupo Bejarano de Montaña, y su entonces Presidente, José Enrique Rodríguez, que, lejos de defender la conservación de la montaña, se involucró en una intensísima campaña directa por la construcción de la infraestructura con argumentaciones tan científicas como que "El Grupo Bejarano de Montaña, formado por montañeros que han llegado a conocer la Sierra de Béjar por sus incalculables ascensiones a través de los tiempos, llegó a la conclusión en el año 1970 que las pistas de esquí de La Covatilla eran aptas para la práctica del esquí en toda su extensión, por las causas siguientes: ... duración de la nieve hasta los meses de mayo y junio .../..." (El Adelanto, 2/julio/1997). Y no menos magnífico argumento fue también decir en la misma nota de prensa que "La calidad de la nieve en la época de esquí es en polvo, totalmente esquiable y desprovista de percances". Magnífico, repito. Aplausos y reverencias para estos señores, por favor. ¿Nieve decía este hombre hasta junio para esquiar? ¿Nieve polvo toda la temporada? ¿Y qué diablos era eso de que era nieve desprovista de percances? Es simplemente alucinante cómo se podían normalizar semejantes mentiras cuando en el sistema central lo que predomina es precisamente todo lo contrario, la nieve dura, la nieve costra y las chapas de hielo causados por los fuertes vientos y el clima continental, con nevadas casi reducidas a enero y febrero. 


También se dio buena propaganda de que no existiría impacto ambiental en la zona -el otro caballo de batalla del conflicto- porque, según el mismo Grupo Bejarano de Montaña: "... no encontramos ningún río, laguna o bosque que pueda sufrir deterioro o impacto ambiental, ya que solo viven pequeños animales como ratones de campo, topillos y lagartijas, aunque en verano hay perdices, conejos y otras especies de pájaros y a ninguno de estos animales se les considera en peligro de extinción" (La Gaceta 16/octubre/1997). Bueno, gente, pues ante argumentos como estos estamos completamente desarmados. Igual que están desarmados los que pretendan conservar La Antártida o los océanos, o los desiertos del planeta, puesto que nos damos de bruces contra la evidencia de que allí tampoco hay ni ríos, ni lagunas, ni bosques. 

Este fue el nivel, amigos. No es posible luchar con argumentos contra la más absoluta ignorancia, sobre todo cuando el ignorante quiere seguir siéndolo. Porque una de dos: o eres realmente un ignorante al decir semejantes barbaridades o, por el contrario, conoces sobradamente lo erróneo de esas incontinencias verbales y entonces eres un mentiroso y estás manipulando a la opinión pública. Yo, ante esa disyuntiva preferiría ser un ignorante a un manipulador. Y, por favor, no me tachéis de prepotente por todo lo que acabo de escribir, el propio Alejo Riñones, alcalde promotor de la Covatilla, llegó a decir que "Hablan de que hay unas especies que se deben conservar como son el desmán y la nutria. Nunca he visto un desmán o una nutria en esa zona, ni muchísima gente, ni los propietarios de las fincas" (Tribuna de Salamanca, 4/mayo/1997) No se supo nunca de dónde obtuvo que nosotros dijéramos que la nutria fuera propia de la alta montaña, pero como argumento en su conjunto no deja de ser igual de vomitivo que los anteriores: "Como yo no los he visto allí, no los hay. Punto." Estas diarreas argumentales fueron habituales y marcaron su nivel, haciendo imposible cualquier diálogo o entendimiento.

Y no menos emético fue que, en medio de aquel tiempo convulso, cuando los detractores de la estación éramos mirados con odio y algunos llegaron a sufrir represalias de algún tipo, el propio alcalde bejarano del Partido Popular llegara a pedir en la prensa que se supiera con nombres y apellidos quiénes éramos los ecologistas que estábamos en contra del proyecto, "... para que sepamos a quienes tenemos que dirigirnos" (La Gaceta, 11/noviembre/1997), haciendo un señalamiento y hostigamiento claro, casi podríamos decir que mafioso, hacia aquellos ciudadanos que estábamos en contra del mismo, tensión que sufrieron en sus propias carnes algunos vecinos de la propia comarca.



No os riais de lo que voy a decir, pero podría aportar documentación por kilos de aquellos tres años de conflicto por preservar la sierra de Béjar. Exactamente 8,9 kilogramos de informes, de alegaciones, de denuncias en Bruselas, de citaciones en los juzgados como testigo, de recortes de periódico, de artículos de prensa, de mediciones del manto de nieve, ... incluso de alguna reunión con el mismísimo Consejero de Medio Ambiente en Valladolid.



Como podéis ver por estas pequeñas pinceladas de cómo se gestó la construcción de la famosísima e inigualable Estación de Esquí Sierra de Béjar - La Covatilla, quizá la mejor estación de esquí de España, si no del mundo, que apenas provocó impactos negativos en el medio natural porque no había en el lugar bosques, ríos o lagos, en donde no había especies que proteger porque ni el alcalde ni los socios del Grupo Bejarano de Montaña las habían visto, y que sin duda ha provocado un importante revulsivo económico para la zona a costa de tener que poner un año sí y otro también dinero público para su supervivencia, puede subir al podium de los Pormishuevismos del país, junto con aeropuertos sin aviones o circuitos de Formula 1 sin carreras.

Y sobre todo por construir una estación de esquí sin estudiar si había o no nieve suficiente, lo que llevamos comprobando desde el mismo momento en el que se abrió tan destructiva infraestructura. El Pormishuevismo caciquil de nuestra provincia y autonomía ha destruido de un modo irreversible la sierra de Béjar. La casa de los bejaranos ha sido, en parte, derribada por los propios bejaranos. Esta ya nunca será la misma, y que las limitaciones que la autorización de Medio Ambiente les impuso fueran obviadas constantemente no tiene ya mayor importancia. Cuando en dicha autorización se prohibe afectar a la cubierta vegetal o hacer movimientos de piedras a una estación de esquí, es evidente que el que concede la autorización sabe que semejante prohibición no es posible cumplirla: el movimiento de piedras y la transformación de la superficie del suelo, incluida su vegetación, es algo inherente a todas las pistas de esquí. Hasta en eso nos engañaron los políticos. En la construcción final de la Estación de esquí Sierra de Béjar - La Covatilla se transgredieron muchas de estas prohibiciones reflejadas en la autorización resuelta por el Consejero de M.A., el susodicho Jambrina Sastre, e incluso se violó el mismísimo apartado 1º de la Ley 4/1989 de 27 de marzo que trata sobre la Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres, que prohibe taxativamente la transformación física y biológica de un lugar mientras se esté tramitando el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de un Espacio Natural, caso que fue en aquel momento el de Candelario. Las leyes garantistas parece que son de obligado cumplimiento solo por el ciudadano; las administraciones se las pueden saltar a su antojo.

¿Y todo para qué? pues para no alcanzar nunca ese esperado revulsivo económico y laboral en la comarca que vendieron a la gente, y que aún siguen esperando transcurridos 22 años desde su inauguración. Todo para acabar siendo solo un chorreo de dinero público y de devastación ambiental, además de una enorme decepción y frustración para la gente de la zona que se lo creyó todo.

Vamos, lo que viene siendo un Pormishuevismo de libro.

De todo aquello me quedo con el apoyo y la lucha de todos y cada uno de quienes se implicaron en la protección de esta pequeña sierra: a todos, grupos ecologistas y de montaña, Federación Castellano Leonesa de Montaña, Universidad de Salamanca y muchos particulares, GRACIAS. Me quedo con que la bronca que durante varios años se vivió y sufrió en esta provincia no se quiso repetir en las laderas norte de La Mira, en Gredos, y que la propuesta de la Cámara de Comercio y otras entidades de Ávila en el invierno de 1998-99 de levantar allí otra estación de esquí se archivara antes de que ningún otro político mediocre se lo tomara de nuevo en serio; ¿quién sabe si el conflicto social que vivimos con La Covatilla fue la puntilla del proyecto de La Mira?, yo siempre lo he creído así. Me quedo con que nuestra lucha fue sincera y con la verdad por delante, sin falsedades ni mentiras. Me quedo con que fue la correcta. La lucha de dos modelos de desarrollo para nuestro planeta: el sostenible contra el suicida, el de la cordura contra el del sinsentido, el de la verdad contra el de las mentiras y la manipulación, el del interés general contra el partidista de un grupo político. Me quedo con que obramos bien, lo que nos permite seguir caminando con la cabeza alta.

Os dejo dos últimas fotos que nos hablan una vez más de las penosas cantidades de nieve que llevamos décadas observando en la sierra de Béjar. La primera del 2 de febrero de este 2023, en plena temporada de esquí, cuando todo lo que aparece en la foto debería ser de un blanco inmaculado, y no lo es. Y la segunda, del mismo 4 de marzo de este invierno cuando, tras mi paso matinal por La Covatilla, me tuve que desintoxicar observando la todavía mucha belleza que conserva esta sierra, con un atardecer precioso lejos de aquel aniquilamiento ambiental tan absurdo y doloroso. Pura belleza, sin duda, pero en la que tampoco podemos negar la más que evidente escasez de nieve: esta debería ocupar desde la línea superior de árboles hacia arriba. Y este invierno tampoco lo hace.

¡Viva el Pormishuevismo!

He dicho.




1 de enero de 2023

Nuevos propósitos

Hoy es por fin 1 de enero de 2023. Atrás ha quedado otro año gastado y viejo, otro espacio de tiempo perdido, otro intervalo horríbilis, una vez más. 365 días penosos, donde, por poner solo unas pinceladas, los tambores de guerra han vuelto a redoblar en la vieja Europa, donde las mujeres afganas son anuladas e invisibilizadas cada día un poco más, donde en la antigua Persia se reprime a disparos, con la cárcel o la horca a un pueblo que solo exige un poco de libertad e igualdad para las mujeres, donde los movimientos neofascistas se hacen fuertes una vez más a nuestro alrededor, al mismo tiempo que aumentan el racismo y demasiadas fobias. Y si nos miramos el ombligo, en nuestro último diciembre hemos batido récords de mujeres asesinadas en España. 2022 no ha sido un año bueno, no. Como tampoco lo fue el 21 o el 20. Y como tampoco lo fueron los anteriores. Porque si hurgamos un poco en nuestros recuerdos, si rascamos en ellos, casi podríamos decir que cada año que pasa es en realidad un poco peor que el anterior. 

Pero la humanidad comienza 2023 cargada de buenos y grandes propósitos que, sabemos, no vamos a cumplir. Y no me refiero a ir por fin al gimnasio, o ponernos definitivamente con esas clases de inglés que siempre hemos ido posponiendo. No. No me refiero a esas superficialidades que cada nuevo 1 de enero escuchamos a unos y a otros en nuestros acomodados países occidentales, en esos mismos civilizados estados donde la democracia perfecta podría parecernos que campa a sus anchas (lo que, no solamente es falso, sino que nos vuelve peligrosamente, más que en sumisos y condescendientes ciudadanos, en ignorantes intencionados, en cazurros con conocimiento de causa). No, tampoco me refiero a todo eso. Todos nos deseamos un próximo año lleno de felicidad, en el que nuestros sueños, deseos y esperanzas de amor y paz en el mundo se cumplan, además de, ya de paso, algunos caprichos personales que aún nos podemos permitir algunos privilegiados con mayor o menor esfuerzo; ese viaje, esa casita sin hipoteca, ese cochecito nuevo, ese ...

Mientras oímos hasta aburrirnos todos esos buenos propósitos para 2023, a unos pocos la riqueza les rebosa de los bolsillos a costa de la miseria de la inmensa mayoría; y a costa del planeta, of course. Mientras a unos países se nos caducan las vacunas, a otros no les llegan. Mientras unos nos formamos intensamente en excelsas universidades para asegurarnos un futuro que seguro llegará, a muchas mujeres sin él se les prohibe la educación más elemental, impidiéndolas que algún día puedan alcanzarlo, robándoselo pues. Mientras nosotros vivimos con entusiasmo, viajando, visitando países y lugares, otras mujeres ven el minúsculo mundo que les rodea desde el interior del burka, y cuántos desde la borda de una patera. Mientras muchos de nosotros reímos, continúan muriendo demasiadas mujeres en silencio a manos de hombres cobardes y despreciables. Mientras nosotros disfrutamos de las fiestas y los amigos, de las luces navideñas y sus comidas en familia, otros aguantan en los refugios subterráneos las bombas y los drones kamikazes, con los varones en el frente. El mundo está lleno de egoísmo, de ansias de poder, de obsesión por la riqueza, de misogínea, de política de mierda, y de políticos narcisistas y arrogantes, sordos y ciegos al sufrimiento de sus ciudadanos y vendidos al poder económico; ¡cuántos pantalones bajados hay en la política! El planeta, así, está abocado al desastre. Y el desastre ya está aquí, empieza a ser patente, pero nuestra miopía que solo nos deja ver a muy corto plazo no nos deja comprender que empieza a ser irreversible. ¿Qué mundo dejamos a nuestros hijos? ¿y qué mundo verán nuestros nietos?

No, no hay buenos propósitos donde tiene que haberlos, allí, en lo alto de la pirámide. De allí solo nos llegan muchas palabras vacías que nos creemos los inocentes que dormimos en los peldaños de abajo. 2023 será como 2022, no lo dudéis. Y como 2021, y el anterior, y el anterior. Y todos los anteriores.

Si no peor, claro.

Todavía me acuerdo de que tras la pandemia saldríamos mejores. Eso se decía una y otra vez, y mirar dónde estamos ahora, apenas solo unos meses después de alcanzar definitivamente la antigua normalidad. Ya nos hemos olvidado de todo.

¡Y tan rápido!









21 de diciembre de 2022

Feliz próximo 2023

Con mis mejores deseos para este 2023 que se nos echa encima, espero que sea para todos vosotros un año cargado de amor, amigos, viajes, naturaleza, sensaciones, experiencias, ... utopías que cumplir, ... sueños, esperanzas, ideales, proyectos, ... fantasías,... 

Cargado, en definitiva, de todo aquello que anheléis. Yo no me conformo con menos.

Feliz 2023 para todos.



20 de diciembre de 2022

Hablemos de política

Sí, hablemos de política, porque la política cada vez impregna más con sus espurios intereses la conservación de la naturaleza.


Hace ahora 15 meses que el lobo fue incluido en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (LESRPE) como correspondía por ley a una especie prioritaria en EU y con un estado de conservación desfavorable según los informes técnicos. Se equiparaba así a la conservación de otras especies en situación similar, enmendando lo que hasta ese momento había sido un flagrante caso de agravio comparativo, y corrigiendo una situación absurda desde el punto de vista jurídico y biológico, es decir, que se gestionara de manera diferente una misma población animal según la región administrativa en la que habitara y, por lo tanto, de forma desordenada y anárquica en función de lo que determinaran unas decisiones políticas, muy alejadas de los criterios reales de conservación de la especie. De facto, esto acarreaba una inevitable debacle en su protección. Como ya toda la población española sabe, este logro sin precedentes fue conseguido por una modesta ONG que trabaja muy duro por el estudio y la conservación del depredador, y que hoy en día está en boca de todos los políticos regionales del noroeste español en cada uno de sus discursos, y no precisamente para ser alabada: ASCEL y todos sus socios pueden estar muy orgullosos de haber conseguido un hecho histórico en nuestro país, obligando al Gobierno de España a proteger a esta especie como correspondía. Sabíamos que las comunidades autónomas que durante décadas solo han sabido o querido gestionar la especie mediante su persecución letal no se iban a quedar calladas tras su cambio jurídico. Esto era evidente, los políticos regionales tenían que demostrar ante sus potenciales electorados del mundo rural que hacían todo lo posible por defender los supuestos intereses del campo, o al menos los intereses de aquellos que más alto alzan su voz, estridentes asociaciones agrarias incluidas, aunque no representen al conjunto del colectivo, ya que cada vez son más los que dirigen sus negocios de manera sostenible y no comparten la política radical de la mira telescópica y el gatillo.


Pero los políticos saben que aún para una parte muy relevante del mundo rural, para esa que sigue gritando y a la que se le hincha la vena del cuello si algo representa un obstáculo en su explotación agro-ganadera, el único manejo que conoce de la naturaleza es... simplemente la eliminación de lo que estorba; y es que todavía hay algunos que no conciben otro modo de relacionarse con el medio ambiente: estorban el matorral, las zarzas, los sotos y los setos, los árboles viejos, y los no tan viejos en mitad de la parcela, la vegetación de las cunetas y las lindes, los árboles que en otoño se desprenden de sus hojas y "lo dejan todo perdido", las "malas hierbas", los insectos, los micromamíferos, las "alimañas" que para muchos siguen existiendo aunque se alimenten de esos micromamíferos, los conejos que producen daños en los cultivos, los zorros que se comen esos conejos además de miles de esos micromamíferos, los jabalíes que producen más daños, los lobos que se comen esos jabalíes, además de cabras monteses o ciervos o corzos o carroñas, muchas veces las mismas carroñas que ellos abandonan en el campo, los abejarucos, los cormoranes, ... Todo lo que no produce acaba estorbando, y lo que estorba se elimina. Esto es así aún en el modus operandi de mucha gente del campo, sin malicia alguna en la mayoría de los casos, porque simplemente es la visión utilitaria de la naturaleza que han conocido desde niños.

El caso es que la evolución del conflicto inventado sigue el previsible curso de los acontecimientos. Así, algunas comunidades autónomas se revelan ante la nueva situación jurídica e intentan soslayar la nueva protección de la especie. Y es que se acerca el año electoral y nuestros políticos ya están de campaña en nuestros pueblos. Los actos preelectorales han comenzado, señores, llegan las rebajas y estamos que lo regalamos todo, mentiras, demagogias, adulaciones, frases hechas, tópicos y sonrisas falsas; oigan, cómprennoslo ya, que nos los quitan de las manos. Nuestros gobernantes autonómicos han dado el pistoletazo de salida y cada vez con más frecuencia de aquí a mayo de 2023 se van a dejar ver en los establos acariciando vacas, pisando hierba en algún prado verde -que, por supuesto, estará junto a la carretera, no se les vayan a manchar mucho sus lustrosos zapatos- y en los platós de televisión o detrás de los atriles en tribunas elevadas "defendiendo a capa y espada el mundo rural contra los ecologistas radicales que protegen a ultranza a esa especie sanguinaria, única y exclusiva responsable de la inminente extinción del ganadero y del abandono total de nuestros pueblos". Y bla, bla, bla, bla, y más bla, bla, bla.


Enmarcada dentro de esas actuaciones que solo pretenden contentar a ese sector aún mayoritario del electorado rural que se ha creído esa gran mentira de que el lobo es el causante de todos sus males, Cantabria, por ejemplo, se enfrenta al Ministerio y con una bochornosa chulería se planta ante la ley, y haciendo declaraciones que muy bien podrían ser calificadas de macarras, su Consejero de Desarrollo Rural y Medio Ambiente (le tiene alguien que explicar qué significan estas dos últimas palabras), el Sr. Guillermo Blanco, soltaba en primavera una perla que sonaba a amenaza al decir que "¿Nos piden que pongamos lazos? Los vamos a poner, y nos tienen que decir una dirección de correo donde enviarles los lobos", haciendo una irresponsable apología del furtivismo. Así las cosas, la obcecación del gobierno cántabro y el enfrentamiento intencionado con el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico en busca de la simpatía de sus posibles votantes hace que en junio emita nuevas autorizaciones para seguir matando lobos. La fijación enfermiza que el propio presidente de la comunidad cántabra, Miguel Ángel Revilla, tiene con el cánido desde niño es ya pública desde hace tiempo y notoria (en febrero declaraba en El Independiente, entre otras cosas, que "Cuando a mí me comieron mis ovejas con ocho años había muchos menos lobos que ahora" y afirma que "La presencia del lobo es una ruina. Me parece bien que habiliten espacios para proteger al lobo, en recintos cerrados. Pero lobo y ganadería son incompatibles"), y se ha transformado en un evidente enfrentamiento con los jueces que hacen cumplir la nueva situación jurídica de la especie: "Revilla abroncó a uno de los jueces que suspendió la caza de lobos en Cantabria", informaban diversos medios de comunicación a finales de septiembre de 2022. 

Hay que vivir anclado en la Edad Media para decir que una especie animal solo merece vivir en recintos cerrados. A lo mejor somos los hombres los que, visto el estado deplorable en el que está el planeta, deberíamos encerrarnos a nosotros mismos para protegerlo. Declaraciones tan bestias y tan antiguas como las que hace el presidente Miguel Ángel Revilla solo consiguen enconar el conflicto social alrededor del lobo y magnificarlo un poco más cada vez que abre la boca, además de venir a demostrar porqué el planeta se encuentra en esta situación límite actual.

La aparición en los medios de comunicación de la problemática que suscita esta especie es inevitablemente abrumadora, y lo es de modo intencionado en busca de votos por parte de partidos políticos de cualquier signo. Todos ellos se suben al carro en busca de los réditos políticos que supone vilipendiar al lobo. Inevitablemente también, cada actuación del gobierno cántabro que pretenda driblar la protección del cánido es recurrida en los tribunales por ASCEL y, como no podía ser de otra manera, los tribunales le dan la razón a la asociación conservacionista, lo que nos hace comprender lo lamentable que es nuestra clase política cuando vemos que una y otra vez es la sociedad civil la que tiene que obligar en los juzgados a nuestras instituciones autonómicas a ajustarse a la ley, cuando sus acciones y decisiones en materia de medio ambiente deberían estar regidas por lo que indica la ciencia. 


Por su parte en Asturias las cosas se desarrollan de manera paralela a Cantabria, y será una vez más desde el mismísimo Parque Nacional de los Picos de Europa (PNPE) desde donde se sigue alimentando la ignominia.


Y esto es así debido a que este parque nacional se ha erigido desde hace décadas en reconocido estandarte de la más bochornosa persecución institucional del depredador en nuestro país, en donde funcionarios públicos pagados por todos han llegado a matar a tiros incluso a lobos radiomarcados con collares GPS, pertenecientes a caros estudios científicos que han sido encargados por instituciones públicas, o donde el propio biólogo responsable de la conservación de la fauna -el supuesto "experto en lobos" Borja Palacios Alberti- llegó a matar (a golpes en la cabeza) a una camada de siete lobeznos de muy pocos días de edad y en donde, en vez de ser cesado y expulsado del PNPE, fue poco tiempo después recompensado por la dirección del parque con un cargo de mayor responsabilidad.


Pues es de nuevo allí, en este parque nacional, máxima figura de la hipócrita protección ambiental en nuestro país, donde el consejero de Medio Rural y Cohesión Territorial del Principado de Asturias, el Sr. Alejandro Calvo, procede a autorizar la muerte de otro ejemplar, contraviniendo la nueva jurisdicción que lo protege, y haciendo de nuevo inevitables las denuncias ante la ilegalidad que se pretende justificar. Pero ya lo último y más vergonzante que esgrime el "Paraíso Natural" asturiano para justificar la muerte de ejemplares de lobo es alegar que su presencia amenaza la seguridad de las personas, llevando la aberración a cotas difíciles de superar.

Entre tanto, el PP de Castilla y León, sin llegar tan lejos en las acciones realizadas, también busca venderse ante el electorado castellano-leonés como valedor del mundo rural. El mismísimo responsable de que la magnitud de los incendios de Zamora fuera histórica en España al negarse a ampliar el nivel de riesgo de incendios durante el verano extremo que hemos pasado (con temperaturas récord y durante períodos de tiempo igualmente históricos) porque ¡¡aún no estábamos en julio!!, el denostado político Juan Carlos Suárez-Quiñones, ahora dice luchar por el mundo rural pidiendo hacer controles de lobos y alegando que protegiendo de ellos a la ganadería extensiva se minimiza el riesgo de incendios en nuestros montes. ¡¡¡Alucinante, chicos, verdaderamente alucinante!!! Hay que tenerlos muy gordos para pretender relacionar la presencia del lobo con la proliferación de los incendios, pero que además lo haga el responsable de lo acontecido hace unos meses en Zamora sobrepasa lo obsceno, la desfachatez y la burla. Se debe pensar que somos imbéciles.


Lejos de dimitir, que es lo que tenía que haber hecho este sujeto en verano y lo que todos le seguimos exigiendo, se permite el desparpajo de usar dinero público para viajar a Bruselas a hacer el paripé de que le importa el mundo rural, como si nos lo fuéramos a creer. Esto lo hace de cara, sin duda, a recuperar ese electorado que probablemente perdiera el PP en Zamora y CyL por su irresponsable gestión de los incendios. Y para ello utiliza la figura del lobo, manoseando un conflicto artificial y amplificándolo en el Parlamento Europeo. En definitiva, utilizándolo como arma política. El objetivo de su viaje (insisto, solo de cara a la galería) es pedir a la Eurocámara que se rebaje el grado de protección del lobo en Europa, en una acción que podemos considerar de puro marketing electoral, en tanto que el Parlamento Europeo no es quien puede tomar dicha decisión, sino la Comisión Europea. Su lucha por los votos frente a VOX en Castilla y León está detrás de estas maniobras que, sabían, no iban a recalar en ningún puerto, por lo que solo se pueden entender en clave electoral. Como ya todos sabíamos, y ellos los primeros, su visita a Bruselas y el despilfarro de nuestro dinero que aquel viaje supuso, no les aportó ningún rédito en cuanto a la desprotección del lobo (queda por ver si la gente del campo castiga en las urnas al PP o si son de memoria frágil, que es lo que verdaderamente se juega el PP de CyL con estas actuaciones) y, aunque el Parlamento Europeo votó a favor de una resolución a través de la cual solicitó a la Comisión Europea que se relajara la protección de los grandes carnívoros (lobo y oso), Bruselas rechazó rotundamente modificar la protección de los mismos dado sus estados de conservación desfavorables. Por si fuera poco contundente esta decisión, el Consejo de Europa redactó un informe categóricamente contrario a relajar la protección del lobo. Dicho informe fue llevado y discutido en la reunión celebrada el 1 de diciembre del Convenio para la Conservación de la Vida Silvestre y los Hábitats en Europa -el conocido como Convenio de Berna-, y ratificado en dicho foro, manteniendo el nivel de protección del cánido en toda Europa y respaldando así las tesis de ASCEL para España, bien argumentadas jurídica y biológicamente.


Pero estamos en precampaña electoral. Que el PSOE se haya visto obligado a proteger al lobo por mandato europeo, no significa que esté contento de manejar esa patata caliente, y parece que ya empieza a perfilarse en "modo elecciones" cuando, al contrario de la postura firme mantenida hasta ahora por el Ministerio ante los ataques que recibía de las CCAA con presencia mayoritaria del lobo, parece querer suavizar su discurso y admite que se dan dos de los tres supuestos que la ley exige para que se puedan llevar a cabo legalmente esas muertes de lobos a manos de las instituciones asturianas. Una de esas dos situaciones que, según el Ministerio, sí se dan en el caso de la solicitud del Principado para eliminar un lobo en el Parque Nacional de los Picos de Europa es que "existen razones imperiosas de interés público de primer orden, incluidas las de carácter socioeconómico y consecuencias beneficiosas de importancia primordial para el medio ambiente". Es interesante analizar este argumento que justificaría uno de los tres requisitos necesarios para regresar a los controles. Por un lado, muchos ciudadanos no van a entender como "razones imperiosas de interés público" los intereses privativos de un colectivo profesional; no lo tiene nada fácil el MITECO para explicar a la sociedad cómo puede prevalecer el interés particular e individual de un sector sobre el beneficio público (ahora sí que sí) y social de la conservación de la biodiversidad y de la protección real de una especie protegida, máxime cuando los perjuicios que la especie pueda causar son meramente económicos y, como tales, se pueden compensar de igual manera. Pero es que, además, ¿cómo se justifica que matar un lobo tenga "consecuencias beneficiosas de importancia primordial para el medio ambiente"?, alguien se lo tendrá que explicar a esta sociedad, porque parece una enorme y descomunal tomadura de pelo. Pero por si no fuera ya imposible comprender semejantes argumentos, que no se sostienen ni con pinzas, el último equilibrio que hace el departamento de Teresa Ribera es aceptar como demostrada la ya mencionada tesis del Principado de Asturias que considera acreditado que la presencia de lobos en Cabrales ¡¡¡¡¡amenaza la salud y la seguridad de las personas!!!!!

Pura ciencia ficción. ¡Increíble, pero cierto!, menuda filigrana pretenden colarnos. 

El lobo, señores, se ha situado desde hace mucho tiempo en el centro del debate político en estas comunidades autónomas. Las dimensiones del conflicto son desproporcionadas en relación a las pérdidas económicas que realmente ocasiona, y desde las instituciones se obvia, con premeditación y alevosía, tanto los beneficios ecosistémicos que proporciona la especie, incluso para el propio sector agro-ganadero (beneficios cuantificables muy superiores a las posibles pérdidas económicas de las que él pudiera ser responsable), como de la magnificación artificial de la problemática por la concurrencia de otros factores de gran incidencia en las pérdidas como lo son los fraudes, la responsabilidad de los perros en muchos de los ataques, los inconsistentes peritajes de ataques que se hacen en España y que para nada pueden ser calificados de científicos, etc.

Nada de todo esto último importa. Solo importa culpabilizar a un enemigo que se pretende sea común para que el populacho se crea mis mentiras, me vote contento y yo pueda seguir gobernando otros cuatro años más. A esto se limita realmente el conflicto del lobo. Y si alguien no me cree, que pregunte a todos esos ganaderos que sí conviven con él en armonía, que no tienen pérdidas porque ponen realmente los medios para evitarlas y no comulgan ni con sindicatos extremistas, ni con políticos mentirosos y manipuladores.

14 de diciembre de 2022

11 años ya

Un 14 de diciembre más recopilo algunas de las fotos aparecidas en este último año para celebrar un nuevo cumpleaños que añadir a este modesto Cuaderno de un Nómada. Once ya. A mí me parecen pocos para esta andadura de la que tengo la sensación de haberse iniciado mucho tiempo antes. Este año cumplido lo despido con menos fotos de fauna de las que hubiera querido, pues me han faltado muchas mañanas en el hide para lo que venía siendo habitual en años previos. Pero es que el tiempo mucha veces no está ahí para lo que quisiéramos.

No obstante, campo ha habido mucho, que es lo principal. Han sido muchos los pateos realizados por las sierras y montañas de mi zona de confort: Gredos, Béjar, sierra de Francia, de la Culebra, ... cordillera Cantábrica, ... Gallocanta, ... Y amigos, por supuesto, también ha habido muchos amigos sin los cuales el campo no hubiera sido lo mismo. Con ellos hemos gastado las suelas de las botas, hemos arrancado a caminar antes de amanecer para hacer imborrables esperas a nuestros grandes carnívoros, o hemos llegado de ellas ya de noche a nuestras furgos. Nos hemos reído y hemos hablado; ya lo creo que hemos hablado, largo y tendido, de naturaleza, de la política que afecta a nuestra naturaleza, ... y de los indeseables cuyas acciones y decisiones afectan a nuestra naturaleza. Ya lo creo que hemos hablado de todo ello y de todos ellos. Y también nos hemos reído (¿no lo había dicho ya?). Pues eso, que sin los amigos nada hubiera sido lo mismo.

Ha habido buenos momentos, pero también momentos amargos como la pesadumbre que nos provoca recorrer los grandes incendios de Zamora y de la sierra de Francia/Hurdes, cuyas cenizas hemos pisado cuando aún humeaban algunos rescoldos calientes. 

Este año no puedo ni quiero quedarme solo con los buenos recuerdos, aunque espero que sea solo una excepción. Será necesario recordar también los malos, porque olvidar nos hace tropezar de nuevo con el mismo problema, y porque olvidar nos puede hacer cómplices de que algunos desastres ambientales se vuelvan a repetir. No, no quiero olvidar, para saber a quién no he de votar.

Esta vez os dejaré, como excepción a la norma, alguna foto más de las doce con las que en otros cumpleaños he salpicado esta celebración; os dejo, pues, un bonus track. Espero que, aunque menos prolífico en lo fotográfico para mí, haya sido al menos un buen año en lo viajero para todos, porque el destino no es el objetivo, sino el camino. 

Feliz espíritu de lo salvaje, amigos.