Cuando veo las fotos de mis hijos compruebo cómo corren las manecillas del reloj.
Desde aquella primera excursión para la guía de Picos de Europa en la que el más pequeño de ellos subió a la cumbre de la Padiorna con sus cinco añitos, hasta la última cima de este largo verano en Pirineos, ha pasado mucho tiempo y se han sumado muchos metros de desnivel en nuestras piernas, peso en nuestras maltrechas espaldas y recuerdos en nuestros corazones. Montaña a montaña, y marcha tras marcha, vamos haciendo camino y poniendo cara a la geografía de numerosos rincones. Hasta que el cuerpo aguante.
Picos de Europa con Niños supuso redescubrir este maravilloso lugar al ritmo de los pequeños de la casa, más pausado pero no menos intenso, buscando lo que a veces el montañero pasa por alto camino de las cimas o las paredes verticales. El trabajo nos permitió sentirnos parte de estas montañas y verlas más cercanas y familiares, algo que ya no podremos olvidar y por lo que estaremos siempre en deuda.
Estas que veis ahora son solo unas cuantas ventanas al recuerdo.
6 de agosto de 2012
1 de agosto de 2012
Montañismo infantil: Gredos
Como ya había amenazado en la entrada del 7 de enero -Amar Gredos-, ya se puede adquirir en las librerías de toda España la nueva guía de montañismo infantil publicada por Ediciones Desnivel, y titulada Sierra de Gredos con Niños, 25 Excursiones. Para algunos de vosotros no será novedad pues apareció en los escaparates a principios de verano, justo cuando la familia y un servidor iniciábamos un largo periplo veraniego por los Pirineos. Es más, varios de vosotros ya habéis hecho publicidad de la guía entre vuestros contactos hace tiempo -algo que os agradezco mucho y muy sinceramente-, mucho antes incluso de que nosotros tuviéramos la oportunidad de sujetar entre las manos un ejemplar impreso. De regreso ya en mi estudio, me pongo manos a la obra para presentarla a través de Cuaderno de un Nómada. Esta guía, que en realidad es la cuarta publicación de la que soy autor, tanto de texto como de fotos, viene a sumarse así a la publicada hace 2 años sobre la misma temática y con un ámbito geográfico circunscrito a los Picos de Europa (de esta otra guía publicaré algo en la siguiente entrada del blog para aquellos que no la conozcan). Se me acumulan los quehaceres. De momento os dejo veinte pinceladas de lo que fue el trabajo de campo. Si os gusta Gredos tanto como me gusta a mi, siempre habrá rincones por descubrir.
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2 de julio de 2012
25 de junio de 2012
Momentos
Estamos llenos de momentos, efímeros instantes que, como fotogramas de una película, van formando nuestras vidas. Gotas de agua en un cristal, una ráfaga de aire, una mirada, un vistazo a algo, un encuentro fortuito, un sonido, un salto, un sobresalto, un juego, una sonrisa, una espera, una sorpresa,... Todos ellos se suman y acaban formando parte de nosotros mismos, como una cadena engarzada. Fotograma a fotograma.
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21 de junio de 2012
El desterrado
Érase una vez un cuento que empezaba "Érase una vez un vagabundo ...
... en una ciudad dormida, anestesiada, sumida en el letargo de sus propias vanidades, obscena de sus lujos y superficialidades, un vagabundo se desliza por la avenida bajo los luminosos de neón. Busca su cena en el contenedor de un restaurante mientras camina hacia las afueras, abandonando el centro opulento. Las luces de los escaparates embaucan a los transeúntes, seduciéndolos con objetos innecesarios. Él recoge un cartón. Un grupo de jóvenes pasa riendo a su lado mientras hablan de las últimas prendas que se han comprado y lo bien que les sientan. No le ven. Es invisible. Para ellas y para el matrimonio que lo adelanta mientras se cuentan sus problemas cotidianos. Él abre otro contenedor y con un palo hurga en el fondo del mismo. No encuentra nada valioso y continúa hacia los suburbios. Una señora se aparta de su lado cuando este le mendiga con la mano una limosna. Ni siquiera le ha mirado, pero sí le ha juzgado -sucio, quizás vago, probablemente alcohólico, debía irse a uno de esos albergues para indigentes-. Sale de la ciudad bajo las últimas farolas de un polígono industrial, ahora desierto. Luego abandona los haces de luz amarilla y se dirige a su refugio, más allá de las últimas naves. Sus ojos se hacen a la oscuridad y, sorteando la basura, penetra por un hueco y se adueña de su espacio en el viejo club de carretera, en ruinas, con ventanas sin ventanas, y puertas sin puertas. Salta entre los montones de desperdicios, busca un rincón oscuro medio limpio que le proporcione tranquilidad y descanso otra noche más, allí, en el más sórdido de los hogares. Extiende sus cartones y cierra por fin los ojos.
Sueña que vive la vida de otro".
... en una ciudad dormida, anestesiada, sumida en el letargo de sus propias vanidades, obscena de sus lujos y superficialidades, un vagabundo se desliza por la avenida bajo los luminosos de neón. Busca su cena en el contenedor de un restaurante mientras camina hacia las afueras, abandonando el centro opulento. Las luces de los escaparates embaucan a los transeúntes, seduciéndolos con objetos innecesarios. Él recoge un cartón. Un grupo de jóvenes pasa riendo a su lado mientras hablan de las últimas prendas que se han comprado y lo bien que les sientan. No le ven. Es invisible. Para ellas y para el matrimonio que lo adelanta mientras se cuentan sus problemas cotidianos. Él abre otro contenedor y con un palo hurga en el fondo del mismo. No encuentra nada valioso y continúa hacia los suburbios. Una señora se aparta de su lado cuando este le mendiga con la mano una limosna. Ni siquiera le ha mirado, pero sí le ha juzgado -sucio, quizás vago, probablemente alcohólico, debía irse a uno de esos albergues para indigentes-. Sale de la ciudad bajo las últimas farolas de un polígono industrial, ahora desierto. Luego abandona los haces de luz amarilla y se dirige a su refugio, más allá de las últimas naves. Sus ojos se hacen a la oscuridad y, sorteando la basura, penetra por un hueco y se adueña de su espacio en el viejo club de carretera, en ruinas, con ventanas sin ventanas, y puertas sin puertas. Salta entre los montones de desperdicios, busca un rincón oscuro medio limpio que le proporcione tranquilidad y descanso otra noche más, allí, en el más sórdido de los hogares. Extiende sus cartones y cierra por fin los ojos.
Sueña que vive la vida de otro".
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