Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

10 de octubre de 2013

Cicatrices rectas

En el horizonte los últimos manchones de nieve aún contrastan con el color de los bosques y roquedos. Yo camino despacio sobre la losa plana y caliente de granito, con curiosas formas serpentiformes creadas por el agua. Me acerco a los enormes bloques redondeados y camino entre los pasillos frescos que se estrechan entre ellos, a su sombra. Fuera de los umbríos recovecos el calor rebota denso de la superficie rugosa de la piedra. 

Rectas líneas paralelas recorren lo que un día fue el corazón de algunas rocas, desde entonces geometrizadas sin piedad. Paso las yemas de los dedos por su piel mineral y acaricio las líneas, cicatrices puras que en otra época abrieron a la luz su interior insondable. 

Hoy el abandono y el paso del tiempo parecen querer curarlo todo. Las manecillas del reloj dan vueltas incansables y las hojas del calendario caen sin parar, insatisfechas. 

El silencio y el olvido hace mucho tiempo que se adueñaron del lugar.

25 de septiembre de 2013

Los primeros vuelos

Se acaba el tiempo estable y los cielos azules a finales de este septiembre de 2013. En nuestras observaciones de la pareja de elanios -de la que ya habéis visto una entrada hace unos pocos días-, veíamos reiteradas cópulas y el transporte de pequeñas ramitas, lo que nos hacía pensar en una hipotética nueva puesta, realmente muy tardía. Aunque se pueden encontrar estas reproducciones a finales de temporada (conocemos algún caso en octubre), nos parecía demasiado forzada para que pudiera prosperar esta segunda nidada, pues con un mes de incubación y otro de estancia en el nido, los pollos deberían comenzar a volar como pronto a mediados de noviembre, lo que no vaticinaba un final feliz. Pero hace tan solo unos pocos días se desveló el misterio. Cópulas y aporte de ramas al nido no suponían en realidad una nueva puesta, sino parte del proceso habitual de la ya existente, pues en alguna encina cercana pollos ya grandes estaban a punto de abandonar el nido, y tanto el macho como la hembra permanecían lejos de él cazando. Y por fin, hace apenas unos días, tres preciosos polluelos volantones iniciaban sus primeras aventuras fuera de la protectora encina que les había servido de hogar durante aproximadamente un mes.

Hoy por la mañana, a pesar del pronóstico de tiempo inestable y la consecuente incertidumbre sobre el cielo, me acerqué para intentar retratar a estas bellezas aladas. Muy de madrugada, una buena luna que iluminaba el campo y algunas estrellas en el firmamento me hacían cobrar esperanzas de que el cielo amanecería de un bonito color azul. Pero a medida que clarea, un manto de neblinosas nubes lechosas van cubriendo el paisaje y estropeando las fotografías de estas pequeñas aves cazadoras. Aún así no importa, nadie me quita el lujo de disfrutar de los primeros albores de la jornada y de estos pequeños revoltosos.

Con las primeras luces, dos de los hermanos se posan juntos mientras el tercero lo hace no muy lejos. Incluso por un momento, más avanzada la mañana, uno de los pollos se deja fotografiar con un cielo de fondo que recuerda vagamente al azul de hace unas semanas.



Ahora la cuestión es cuánto tiempo van a permanecer junto a sus padres en el cazadero. Espero que nos volvamos a ver pronto, con mejores cielos y buenas luces de amanecer y atardecer, pasadas ya las próximas jornadas, que vienen cargadas de los chubascos de una borrasca atlántica.

Me alejo del lugar, no sé por cuantos días, mientras alguna avutarda se enseñorea a lo lejos. Alcaudones y papamoscas se apartan del rum-rum del coche mientras pienso en el futuro que les espera a estos tres jóvenes elanios.

23 de septiembre de 2013

Sarín



Parece muy sencillo: el simple bloqueo de una encima -la colinesterasa-, necesaria para el normal funcionamiento del sistema nervioso de los seres vivos, es el causante de que el organismo hiperestimule los tejidos musculares provocando la contracción de los músculos cardíacos y respiratorios, entre otros, lo que conlleva dificultad respiratoria, convulsiones, pérdida de visión, salivación, sudoración, etc, hasta que los afectados, en este caso las personas, mueren por asfixia o colapso cardíaco a los pocos minutos de haberlo inhalado, o en varias horas si solo se ha estado en contacto con él. Todo esto es muy sencillo de provocar con la simple expansión del gas así llamado, Sarín, en referencia a los científicos que lo inventaron en la antigua Alemania como pesticida agrícola. Se trata de un agente nervioso que asesina igual a los niños y mujeres que a los combatientes enemigos, a los ancianos que a los adultos en edad de empuñar un arma. Da igual, todos son objetivo a eliminar. No hay discriminación, se trata sencillamente de masacrar, de hacer daño y causar dolor. No hay estrategia, simplemente odio.

Cuando el pasado 21 de agosto este arma de destrucción masiva fue usada en un suburbio de Damasco llamado Ghouta contra la población siria indefensa, no lo hacía por primera vez, ya que su utilización había sido constatada en más de una terrible docena de oportunidades anteriores durante el conflicto armado. En este último ataque perdieron la vida no menos de mil cuatrocientas personas y fue el causante de las amenazas internacionales más contundentes contra el régimen sirio. Los inspectores de la ONU tan solo hace unos días han certificado el uso del citado gas, y aunque no han tenido autoridad para determinar quién fue el autor del crimen de guerra, sí han aportado pruebas que apuntan al régimen de Bashar al-Asad que, a la sazón, mantiene uno de los mayores arsenales del mundo de armas químicas, calculado en más de mil cuatrocientas toneladas. No en vano, Siria es uno de los cinco estados, junto con Egipto, Angola, Sudán y Corea del Norte, que no han firmado el tratado conocido como Convención sobre Armas Químicas que considera ilegales el desarrollo, la producción, almacenaje y uso de este tipo de armas.

Así las cosas, entre tanto, la comunidad internacional se pelea y discute sobre cómo intervenir en este largo conflicto que se inició como respuesta a la dictadura y la falta de libertades en una Primavera Árabe que ya quedó extremadamente lejana. Mientras los estados se reúnen en foros internacionales en busca de soluciones, la muerte sigue campeando en Siria, y su pueblo sigue siendo masacrado y expulsado.

Sarín. Podría ser el nombre de una persona, ¿verdad?. Pero no lo es, es simplemente el de la muerte.

19 de septiembre de 2013

Noche de lobos

La penumbra que anuncia la inminente noche se apodera del paisaje y atenaza a los seres diurnos, que se encaman y se acomodan en sus dormideros y refugios. Nosotros, ya poco podemos ver, así que plegamos el telescopio, el equipo fotográfico y los prismáticos, y echamos al hombro sillas y taburetes, mientras que las viandas, cantimploras y otros chismes entran en la mochila. Caen las últimas luces de la jornada y encaminamos nuestros pasos hacia el rincón oculto en donde ha permanecido toda la tarde nuestra furgo. El ulular de un cárabo se convierte en la banda sonora que nos acompañará durante la pequeña marcha de regreso, junto al reclamo de algún chotacabras.

Ya noche cerrada, llegamos a nuestro vehículo. Picamos algo, comentamos, ordenamos todos los aperos y nos sentamos cada uno en su asiento. La llave gira en el contacto y arranco el motor, que rompe odiosamente el silencio que invade el monte. Enciendo las luces y la negrura de la noche se vuelve más oscura, si cabe. Ahora, los lobos que no se han dejado ver por la tarde habrán salido de sus encames y merodearán por los pinares. Quizás por este pinar que tenemos delante, oscuro, tenebroso y misterioso; silencioso como una caverna bajo tierra. Lo miramos y lo pensamos: ahora están ahí, ahí dentro, dentro del negro de la noche, en lo más oscuro del bosque, amparados por sus tinieblas. Miramos un lugar insondable más allá de los últimos árboles iluminados por los focos, y nos los imaginamos, allí, donde nuestros ojos no los pueden ver, observándonos al amparo de la noche cerrada. Noche cerrada como boca de lobos.
 

13 de septiembre de 2013

La bruja

Paseando un día por mi ciudad me encontré con una bruja de labios fríos y ojos profundos, mirada misteriosa y piel ambarina, quién sabe si nacida de la noche o del día. Camuflada en un rincón de hormigón liso, escondida, misteriosa y mágica, no sé si tropecé con ella, o si ella me arrastró, si el encuentro fue fruto del azar  o de su premeditación. En mi ciudad se esconde una bruja.