Desaparecidos como por arte de magia al sentarnos dentro del hide, comenzamos a espiar la fauna del río al tiempo que clarea un nuevo amanecer, acomodados tras unas grandes piedras y al resguardo de un talud arenoso y un pequeño fresno que ya barrunta el otoño. Casi sin luz todavía, nuestro martín pescador pasa de largo mientras emite su característico reclamo. Entre tanto el modelo se digna a posar para nosotros, a tiro de nuestros clicks, disfrutamos de las andanzas, río arriba, río abajo, del modesto andarríos grande (Tringa ochropus), elegante, discreto como todos los limícolas, sin colores chillones ni patrones de actividad que reclamen la atención del público en general. Cansados del largo viaje migratorio desde la lejana Laponia donde se reproducen, un par de ejemplares de esta especie han recalado en este río solitario, en donde sin duda encontrarán la tranquilidad suficiente para recuperarse y alimentarse. Acostumbrados como estamos nosotros en el sur de Europa a observarlos alimentándose en el suelo, nos resultaría muy curioso verlos anidar en las ramas de los árboles, allí, en sus baluartes del gran norte, utilizando viejos nidos de otras especies, o incluso de ardillas. Aquí, por el contrario, observaremos a estas delicadas aves siempre caminando por orillas fluviales y lacustres, dejando las huellas de sus patitas de color verde aceituna en el fango y el limo blando, picoteando en lodazales y arenales en busca de invertebrados y alevines de peces, haciendo lo que mejor saben hacer: andar ríos.
Los disparos de las cámaras se suceden, animando la mañana. Cada poco tiempo levantan el vuelo, desplazándose por las orillas en un ir y venir constante, con sus largos ratos de aseo y de descanso, intercalados con sus paseos "culinarios" a lo largo de la ribera, entre los caozos y las marmitas en donde, una mañana más, furtivamente nos hemos hecho desaparecer.
19 de septiembre de 2015
10 de septiembre de 2015
Entre caozos y marmitas I: aquel zorro de la carretera
Voy quemando kilómetros por la carretera mucho antes de que por un extremo del horizonte comience a perfilarse ese tenue cambio de color que nos viene a indicar que por aquel lugar dentro de un buen rato amanecerá. Muy de noche aún observo a un zorro que a las luces de mi vehículo desaparece escurridizo por entre las hierbas altas de la cuneta. Y apenas unos pocos minutos después, mientras en mi mente seguía recordando el fugaz encuentro con el raposo que había tenido lugar unos instantes antes, veo otro más en el medio de la carretera. Me acerco veloz con las largas esperando su reacción, pero a medida que la distancia se reduce comprendo que está enfrascado en lo que probablemente es la captura de algún ratón, justo sobre las marcas blancas discontinuas que marcan el centro de la calzada. Levanto el pie y aminoro la velocidad convencido de que se apartará, pero, muy por el contrario, sigue revolviéndose con su hocico sobre algo que no alcanzo a ver y que tiene entre sus pezuñas. Comienzo contrariado a pisar el freno y no parece percatarse ni de mi presencia, ni del peligro que supone esa luz cegadora que se acerca a gran velocidad. Instintivamente asumo que el atropello va a ser inevitable y freno con ímpetu la furgoneta. Todo lo que en el interior de la misma no está sujeto se desplaza bruscamente: los trípodes y los dos hides que duermen apoyados sobre el suelo, así como algún que otro objeto que va en la parte de atrás del vehículo. Una cámara compacta, con la que jugueteo en los ratos de aburrimiento en el interior del hide y que llevaba en el asiento del copiloto, acaba rebotando por los suelos. El animal por fin se vuelve consciente del peligro, mucho más que inminente, cuando los metros que todavía nos separan parece que se han reducido a la mínima expresión, y se desplaza hacia la izquierda intentando esquivarme justo por donde lo iba a evitar yo. Aprieto aún más el freno sin que suponga un peligro de accidente para mí, y, sujetando fuertemente el volante, lo sobrepaso justo a su lado a poco más de un metro perdiéndose en la oscuridad de la noche, en una carretera olvidada, rodeada de campos adehesados.
Suspiro. Por los pelos. ¡Qué ... poquito ... le ha faltado!
En todo esto pienso unas horas más tarde cuando, ya tranquilamente sentado en el interior del hide, observo con entusiasmo a otro ejemplar de esta especie deambular por entre los caozos y marmitas de gigante que ocupan el cauce seco de un arroyo de cañones arribeños. Hasta aquí regresaremos en varias ocasiones más y siempre nos amenizarán el amanecer el par de zorros residentes que os muestro debajo. Ellos solos se han bastado para mantener la emoción de cada mañana, en aquel rincón apartado, rodeados de pozas de agua estancada, teñida de algas verdes, mientras mi hijo y yo pasábamos las horas intentando fotografiar algunas de esas especies de nuestra fauna que obtienen su sustento en estos reductos de vida, y principalmente al siempre espectacular martín pescador, esa flecha azul que hipnotiza a quien lo observa de cerca. Nuestro martín pescador, sí, pero eso será ya otra historia.
Etiquetas:
Castilla y León,
Fauna,
Mamíferos,
Naturaleza,
Salamanca,
Zorro
21 de agosto de 2015
Inspiración
Que el arte urbano me inspira lo sabéis todos los que visitáis este Cuaderno de un Nómada. Con la costumbre que da la cotidianidad, sus páginas se nutren sistemáticamente de fotos de naturaleza y viajes, pero también, y cómo no, de pintadas y murales que invaden mi ciudad. Centenares de ellas se archivan en mi ordenador en varias carpetas a la espera de que un impulso interno me obligue a aflorarlas. Historias que tengo la necesidad de contar, o relatos que tienen la imperiosa urgencia de que alguien los narre. Yo, sumiso, les obedezco y los transmito a través de este espacio virtual. A veces -a menudo- unos ojos me esperan durante días o semanas desde el enfoscado de una pared a que un buen día me decida a tomar la cámara, cargar con ella y acercarme al lugar donde reposan y me reclaman, y los fotografío, guardando su mirada para siempre, para que ya el tiempo no haga mella en ella. Y lo siento, me da vergüenza reconocerlo pero a veces son en realidad meses de espera, en ocasiones puntuales incluso años -ellas me esperan allí, fieles, pacientes sabedoras de que no faltaré a la cita antes o después-. Las miradas de Caín Ferreras han aparecido varias veces en este blog, lo mismo que las del colectivo Alto Contraste, Jorge Nego y las de muchos otros artistas, urbanos los unos, callejeros los otros. Como ejemplo, yo os recomendaría que no os perdáis un parsimonioso recorrido por la galería urbana que es en realidad el barrio del Oeste, en Salamanca. A menudo, la pintada te inspira una imagen, frontal, limpia y directa: un muro bidimensional no da para muchos excesos fotográficos, generalmente. Pero hay ocasiones excepcionales en las que una obra se sale del muro donde la crearon. Y te inspira diferentes lecturas, variados puntos de vista; distintas historias, en definitiva. Esas las disfruto, las saboreo una y otra vez, y lo hago no solo con la propia observación, reconociendo el valor mismo del grafiti como la obra artística que es, sino también con la cámara fotográfica, explorando las posibilidades plásticas de la pintura y su contexto. No sé a vosotros, pero a mí cualquiera de las siguientes opciones me transmite algo diferente, aunque si me tengo que quedar con algo es, cómo no, con la expresión de su mirada.
Etiquetas:
Arte,
Castilla y León,
Graffiti,
Salamanca,
Urbano
17 de agosto de 2015
Bellezón
Lo veo aparecer por la ventanuca izquierda de mi hide. Baja por una gran piedra de granito y de un ágil salto aterriza en el mullido prado de montaña mientras el murmullo del arroyo que regatea piedras y pozas nos acompaña durante esta mañana soleada en la sierra bejarana. Él desaparece por entre las sombras de los socavones y huecos existentes entre los bolos de granito y los prados fruto de la escorrentía del agua, apareciendo repentinamente delante nuestro cuando ya lo dábamos por desaparecido del todo, un buen rato más tarde. El precioso y macizo macho de lagarto nos anima la mañana mientras esperamos pacientemente la llegada de un pechiazul, que finalmente no tendrá a bien hacer acto de presencia. Para compensar, el reptil toma su baño de sol largamente a escasos metros de distancia, permitiéndonos disfrutar de su hermosura. El lagarto verdinegro (Lacerta schreiberi) es un reptil de mediano tamaño, que raramente alcanza los 40 cm de longitud, de los que la cola suele suponer el doble o casi el doble de la longitud del cuerpo. Probablemente sea el reptil de colores más llamativos de la Península Ibérica, aunque en este caso nos estemos refiriendo únicamente a los machos durante el período de celo, cuando el color amarillo de su cuerpo contrasta con el intenso tono azul que adquiere en ese periodo su cabeza. Sin lugar a dudas un bellezón entre nuestros, generalmente modestos, reptiles ibéricos.
Etiquetas:
Castilla y León,
Fauna,
Lagarto verdinegro,
Naturaleza,
Reptil,
Salamanca,
Sierra de Béjar
13 de agosto de 2015
Lejana primavera
Cuando las altas temperaturas de este tórrido verano hace ya muuuuchas semanas que nos dejaron los campos castellanos de colores ocres y paisajes agostados por el estrés hídrico, hago balance de mis sesiones fotográficas de primavera y tengo que reconocer que el resultado de las mismas ha sido bastante pobre y desalentador. A las imágenes de abubilla o patiamarilla que ya habéis podido contemplar en este diario, tengo que sumar pocas especies más. Y no será por no haber hecho intentos o no haber planificado la temporada por especies, lugares y/o fechas. Pero lo cierto es que cuando no se dan las circunstancias adecuadas simplemente no queda otra cosa por hacer que recapitular y aprender de la experiencia.
Y así, asumo la filosofía que nos transmite una pintada que se puede ver en un muro de mi ciudad, y que dice:
"Unas veces se gana y otras ... se aprende"
Pues eso, que la mejor primavera estar aún por llegar. Salud, compañeros.
Y así, asumo la filosofía que nos transmite una pintada que se puede ver en un muro de mi ciudad, y que dice:
"Unas veces se gana y otras ... se aprende"
Pues eso, que la mejor primavera estar aún por llegar. Salud, compañeros.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)