Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

12 de junio de 2012

Motilando

Ayer os presenté una entrada en este cuaderno en el que centraba mi atención en algo que siempre me ha llamado poderosamente la atención: los ojos de las ovejas y su expresión de temor cuando se las está manipulando, por ejemplo cuando se las esquila con la llegada del calor, lo que por estas tierras se denomina más comúnmente como “motilar”. Quizás esa expresión en sus ojos, que a veces más parece de terror que de simple miedo, se deba a la forma de su pupila horizontal, adaptación de la que la evolución las ha dotado junto con la posición lateral de los ojos -al igual que a otros ungulados, presas de numerosos depredadores- para mantener una buena visión periférica mientras permanecen pastando con la cabeza a ras de suelo.

Si las imágenes de ayer eran en la mayoría de los casos recortes que nos presentaban detalles de sus miradas, las de hoy son todas sin reencuadre, en las que se muestra el trabajo del esquilador de un modo general, la acción tal cual la vemos desde fuera, sin detenernos en el detalle.

Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/9 - 1/50 sg. 200 ISO. Flash.

Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/7.1 - 1/160 sg. 200 ISO. Flash.


 Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/9 - 1/50 sg. 200 ISO. Flash.

Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/7.1 - 1/50 sg. 200 ISO. Flash.



Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/7.1 - 1/50 sg. 200 ISO. Flash.

Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/7.1 - 1/50 sg. 200 ISO. Flash.

 Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/5.6 - 1/40 sg. 200 ISO. Flash.

 Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/9 - 1/40 sg. 320 ISO. Flash.

Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/9 - 1/40 sg. 320 ISO. Flash.

 Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/9 - 1/40 sg. 320 ISO. Flash.


Canon EOS 5D. Objetivo EF 17-40 mm / 4 L USM. Manual, F/9 - 1/40 sg. 320 ISO. Flash.

11 de junio de 2012

Las miradas del miedo

Miro sus ojos y siento su angustia, el pánico a lo que les pueda hacer ese ser que los controla; que los alimenta, los cuida y los mata. Puedo respirar su tensión, su pavor irracional. Si miro al interior de sus extraños ojos horizontales puedo ver cómo es el terror. Son ojos que parecen estar hechos para mostrarlo, capaces sólo de transmitir temor, desesperación y ahogo. No busques en ellos ternura, afecto, inteligencia, comprensión, curiosidad,… busca automatismo, instinto de supervivencia y miedo. El miedo que ayuda a sobrevivir.









2 de junio de 2012

Nieva algodón

Pues no, señores, como veis no mentía en Mi pared cuando ya advertía que los remansos se tapizaban de blanco: estos días de primavera nieva algodón en mis riberas. Son copos aterciopelados que sobre mi mundo se mecen flotando en la brisa cálida,  para al final caer sobre el agua, que los arrastra hasta la aceña formando balsas de espuma blanca.

Son témpanos a la deriva de escarcha blanda.



29 de mayo de 2012

Mi pared

Este blog es la pared de mi oficina, igual que la de cualquier oficina en la que un funcionario agobiado entre pilas de papeles y burocracia pincha con unas chinchetas las fotos de sus hijos. Al lado del perchero tiene un póster en el que un cocotero, enraizado en una sábana de arena blanca inmaculada, parece desafiar las leyes de la gravedad rozando un increíble mar azul turquesa. Igual que a él el póster le sirve para sobrellevar las horas en el interior de la hura, a mi las fotos pinchadas en mi pared virtual, pintada de gris neutro, me ayudan a recordar historias pasadas y a evadirme ahora también, ¿por qué no?, del presente y de los calores que ya empiezan a hacer acto de presencia y que tan poco me gustan.

Pasadas algo las 9:00 de la mañana de hoy, ya caminaba a lo largo de la orilla del río buscando las sombras de los chopos, que estos días tapizan de blanco los remansos de agua con su pelusa algodonosa. Media hora antes, la hembra de halcón ha dado en círculo varias vueltas y ha entrado en el nido tras haber recogido una presa que tenía abandonada en un posadero, mientras el macho permanecía en su atalaya habitual. La semana pasada pude ver un pollo encaramado a unos metros del nido; ya tiene el tamaño de los adultos, pero hoy no he podido comprobar si ya vuela o aún permanece en su cálido hogar, orientado a la salida del sol. No sé, siquiera, si hay uno o varios hermanos. 

Mi mente abandona estos momentos recién pasados y bruscamente vuelve a la realidad buscando la sombra mientras acelero el paso. Los reclamos de verderones, ruiseñores bastardos y carriceros tordales me relajan, lo mismo que la presencia de un azulón, que al verme se aleja de la orilla dejando ver tras de sí con movimientos rítmicos sus patitas naranjas. Voy pensando en el invierno pasado y huyo con sus imágenes y recuerdos. Y cuando se termina la sombra y el sol me da de nuevo una bofetada de calor en la cara, decido vengarme y pinchar en mi pared dos recuerdos que me ayuden a olvidarme de lo que aún es futuro, del verano que se acerca y del calor que ya nos lo anticipa; dos recuerdos de escarcha y rocío, de mañanas húmedas en Villafáfila y Doñana.

Dos fotos de frío en mi pared.


17 de mayo de 2012

El arpón (Ixobrychus minutus)

Llevo más de una hora en el interior del hide cuando, para mi sorpresa, descubro delante de mí a una hembra de avetorillo (Ixobrychus minutus) que no sé ni cómo ha llegado al lugar, ni desde cuándo está ahí quieta. Llevo planeando la fotografía de esta especie desde hace unas semanas, pero no imaginaba que se me presentara tan pronto: esta es sólo mi segunda sesión de hide. ¿Pero cómo diablos ha llegado hasta ahí sin que la viera?. Probablemente abriéndose paso entre las cañas desde el otro lateral del brazo de vegetación que tengo delante de mí. Bueno, no importa, el caso es que ahí la tengo por fin, todo mimetismo, tensión muscular, una mirada que hipnotiza y atraviesa y un arpón que no perdona, a tan sólo trece metros de distancia. Se mueve pausadamente y permanece inmóvil mucho tiempo a la espera de que sus presas se pongan a tiro de pico. Así pues, no hay prisa, haz las cosas despacio y con calma; pensando; si tienes suerte quizás se pase buena parte de la tarde posando para ti.

Mientras la inmortalizo repetidas veces, ella se mueve sigilosamente entre las cañas de enea con la mirada fija en algún pececillo que, por fortuna para él, no llega a ponerse a la distancia adecuada. Pero para mi disgusto, no tarda mucho en cansarse del lugar. Veinte intensos minutos después de aparecer en escena trepa por las espadañas hasta lo alto de las mismas, se mantiene allí un poco más y levanta el vuelo en busca de otro lugar diferente. Apenas me ofrece tiempo para un pequeño puñado de fotos de este último momento, cuando el cuerpecillo de la más pequeña de las garzas españolas sobresale limpiamente de entre la vegetación.

Después de haberla tenido tan cerca, sin duda me quedo con su mirada.
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500 mm / 4 L IS USM. Teleconvertidor 1,4x III. Trípode Manfrotto 055 NAT y rótula Tripo DG3. Prioridad a la Velocidad, F/8 - 1/400 sg. 100 ISO. Imagen sin recorte, ni reencuadre.