Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

19 de agosto de 2021

El gato bravo

En la península ibérica solo podemos disfrutar de dos especies de felinos, el archiconocido lince ibérico (Lynx pardinus), un carnívoro de tamaño medio del que nos llega todo tipo de información y a través de todos los medios habidos y por haber como consecuencia de su precaria situación poblacional y de los ingentes esfuerzos -humanos y económicos- que se han llevado a cabo para evitar in extremis la que parecía su inminente extinción, y el gato montés europeo (Felis silvestris silvestris), una subespecie de gato montés de menores dimensiones que su primo, pero no menos interesante y bello. Sea como fuere, en el campo nos acabará pareciendo un gato más, como muchos de nuestros felinos domésticos, aquellos a los que denominamos romanos. Bajo estas líneas una hembra de gato montés nos clava su mirada de ojos verdes, del mismo color que el prado al que sale a cazar, y nos demuestra que la hermosura de cualquier felino hipnotiza independientemente de su tamaño.


Varias características morfológicas nos ayudarán a distinguirlos de los domésticos. La más popular es la gruesa cola con dos anillos bien marcados -a veces alguno más, más difuminados- y acabada en una borla negra. Presenta una línea dorsal negra que, arrancando en la base del cuello, termina bruscamente en la zona lumbar. Sobre la cabeza unas rayas negras se convierten en cinco en la parte superior del cuello, y otras dos franjas listan los laterales de su cara, una de ellas desde los ojos. Su trufa o rinario (la nariz) es rosada y sus poblados bigotes suelen estar caídos hacia abajo. Muchos tienen una característica mancha blanca en el pecho, bajo el cuello, a modo de medalla, y que a mí me recuerda enormemente a las medallas de algunos pechiazules. Además, el pelaje de las partes interiores de las patas, así como las posteriores de las orejas tienen un notorio color crema, pardo amarillento. El resto del pelaje puede ser más o menos barrado o moteado, pero de tonos siempre grisáceos homogéneos, con un par de franjas negras en las patas delanteras, así como los pies negros. Este es el aspecto general de nuestro otro felino ibérico, el olvidado, el que pasa desapercibido en la mayor parte de la Península y del que no nos llega casi ninguna información y casi por ningún medio.

Sin embargo, resulta una pieza clave en los ecosistemas, como por otra parte lo son todos los depredadores del planeta al mantener las poblaciones de sus presas en niveles aceptables por el medio. A pesar de ello, el gato montés ha sido perseguido por su supuesta responsabilidad en los daños a las especies cinegéticas menores, e incluso en la actualidad todavía hay gente desfasada que baraja la posibilidad de controlarlo con la peregrina disculpa -injustificable como veremos- de que puede depredar sobre el urogallo. Pues bien, investigaciones recientes realizadas en la cordillera cantábrica apuntan a que este último razonamiento no se da en ninguna circunstancia, demostrándose que el 96'6 % de sus presas están constituidas por roedores (varias especies de ratones y topillos, así como de rata topera), el 1'3 % por pequeñas aves paseriformes, el 0'98 % por reptiles (principalmente lagartijas), el 0'5 % por insectívoros (musaraña y topo) y el resto -el 0'3 %- por otros mamíferos (liebre), no encontrándose entre las más de 2.250 presas identificadas en sus excrementos ningún rastro de urogallo. Es cierto que en otras regiones de la Península los conejos pueden llegar a constituir una parte importante de la dieta de este carnívoro, pero sin que ello resulte en un problema para sus poblaciones, y menos aún que justifique su persecución. En el occidente cantábrico, por ejemplo, se observó a un ejemplar que llegó a cazar 12 roedores en 3,5 horas, lo que demuestra, por un lado, sus beneficiosos efectos para el sector agro-ganadero, controlando no solo las poblaciones de roedores, sino, además, la posible transmisión de enfermedades al ganado o las personas, y por otro, dejando en evidencia la más que raquítica inteligencia humana que durante siglos ha estado exterminando a sus propios aliados (y aún hay quien sigue haciéndolo, especialmente en los cotos de caza menor). Según estas investigaciones llegan a tener un éxito de captura de aproximadamente el 50% de los intentos, lo que constituye uno de los más altos de entre los felinos.

El gato montés tiene un comportamiento discreto. No es sencillo de ver salvo en ciertos momentos de su ciclo anual cuando sale a campo abierto a buscar su sustento. Por lo general solo sus excrementos nos harán constatar su presencia, y muchas veces ni eso, ya que en el interior de su territorio las heces habitualmente son enterradas en pequeños agujeros que ellos mismos escarban y que posteriormente tapan, exactamente igual a como hacen nuestros gatos domésticos. Por regla general, solo en el perímetro territorial suelen ser encontrados sobre matas o en senderos al ser utilizados como balizas de comunicación para otros congéneres.


Los territorios presentan dimensiones muy diferentes en función del sexo del animal. En Navarra, por ejemplo, se midieron para dos machos una media de más de 50 kilómetros cuadrados, lo que parece una barbaridad a la luz de lo estudiado en Europa para la especie y en la propia península ibérica, así como de 6,6 Kms. para otro par de hembras, que también supone una cifra más elevada de lo generalmente admitido. En Portugal seis hembras arrojaron una media de 2,8 kilómetros cuadrados a lo largo del año, oscilando entre los 1,8 en primavera, los 3,4 en verano y los 3 kilómetros cuadrados en otoño-invierno. El dominio vital en el sur de Portugal se estimó, sobre una muestra de 5 hembras, en 2,2 Kms., así como de 13,7 Kms. para un solo macho. Estas dimensiones se unen a otras de proporciones similares en otros estudios europeos. Así pues, a la luz de diferentes estudios se puede inferir que las dimensiones del territorio pueden oscilar en función del sexo y las estaciones del año, dado que estas pueden llegar a influir en sus desplazamientos (por ejemplo si se acumula o no mucha nieve en ellos y los obliga a descender a cotas inferiores). En la cordillera Cantábrica suele ocupar paisajes en mosaico como los de las siguientes fotografías, pero siempre con alguna cobertura forestal donde desarrollan buena parte de su ciclo anual, ocupando territorios que defienden de sus congéneres con medias, para una muestra de 10 ejemplares radiomarcados (6 machos y 4 hembras), de 2,8 kilómetros cuadrados en el caso de las gatas, que presentan además patrones más forestales, y de casi 12,8 Kms. en el de los machos, que tienden a ocupar espacios más humanizados. Que tenga preferencias por la ocupación de suelos forestales no impide que la especie ocupe cotas altas en la sierra de Gredos, superiores incluso a los 2.000 m.s.m., por ejemplo, donde la superficie de las laderas está constituida exclusivamente por matorral de piorno.



Los territorios de las hembras no se superponen, siendo entre ellas muy limitantes y excluyentes. Esta ausencia de solapamiento territorial entre ejemplares hembra parece deberse a una distribución en el espacio que procura asegurarse el acceso al alimento, y que a su vez puede tener una relación directa con la crianza de sus cachorros. Sin embargo, los machos protegen un espacio vital con ciertos solapamientos territoriales, pero de mayor tamaño para permitirles tener acceso a varias hembras, lo que provoca que compartan sus territorios con varias gatas diferentes, del orden de dos o tres, de manera muy similar a como hace el lince ibérico. Sobre una muestra de 15 camadas se obtuvo una media de 2 cachorros por gata, que son protegidos en grietas rocosas, en huecos de árboles o entre la vegetación densa, aunque esto último sucede más normalmente cuando los cachorros ya tienen una cierta edad.

Poder observar a estos pequeños grandes carnívoros es todo un privilegio, y nos dejará un recuerdo imborrable. Y conocer aspectos importantes de su biología y de su comportamiento no deja de ser un medio de disfrutarlos aún más cuando los tienes delante, cuando asoma de entre la vegetación y emerge al prado cargado de gotas de rocío. Y te mira. Y te olvida. Y continúa con su caminar elegante, como el de cualquier otro felino del planeta, y lo observarás quedarse clavado sobre algún agujero de rata topera (Arvicola scherman), permaneciendo inmóvil, petrificado como una estatua durante unos minutos, con sus orejas dirigidas hacia el suelo. Y puedes apreciar cómo sus músculos se tensan y se precipita la tensión del momento, del lance en el que el roedor acaba en las fauces del felino en la mitad de las ocasiones, perdiendo. El gato bravo se levanta ágilmente y, mirando para ambos lados, mientras la rata topera patalea inútilmente, desesperada, para zafarse de sus mandíbulas, inicia una rápida marcha hacia la espesura de donde salió hasta desaparecer de nuestra vista, volviéndose de nuevo ese fantasma forestal del que nadie parece saber nada.






6 de agosto de 2021

Rabilargo

Al rabilargo ibérico (Cyanopica cookie) hacía mucho tiempo que le tenía ganas. Ganas de poderle hacer una serie de sesiones fotográficas, se entiende, dado que probablemente sea el córvido más bello, grácil y elegante que tenemos, con su plumaje de tonos delicados y una larguísima cola de color azul celeste. En comparación con los adultos, los juveniles de rabilargo ibérico, que por estas fechas han abandonado recientemente su nido, presentan el capirote con un ligero moteado gris, más o menos profuso, que les ha servido de camuflaje durante su estancia en el mismo. Los tonos pardos de la espalda y partes inferiores también son menos llamativos y suaves que los de sus progenitores. Pero incluso así, no se puede negar que se trata de un ave especialmente hermosa. Además, la especie está presente en la zona donde yo me muevo, por lo que un pequeño desplazamiento de una treintena de kilómetros no resulta ningún inconveniente para intentar unas sesiones. Así, este año que pensaba iba a ser el año de los pechiazules, por las jornadas que le pude dedicar en la zona centro y en la provincia de León, va a pasar a ser el año de los pechis y los rabilargos. Sí, por fin he podido hacerle las primeras sesiones y conseguir mis primeras fotos de esta peculiar especie. Trabajo compartido con un par de amigos que hacen, además, más divertida cualquier expectativa fotográfica.

Y decía que que se trata de una peculiar especie porque mantiene un comportamiento que difiere bastante del que presentan el resto córvidos europeos. Es más, adopta alguna conducta extraordinariamente rara en el mundo animal, como así lo demuestra la desplegada en el período reproductor, y que veremos más adelante. 

Pero lo primero es aclarar su distribución y taxonomía reales. El rabilargo (Cyanopica sp.) se distribuye en dos poblaciones mundiales separadas por unos 8.000 kms de distancia. Durante mucho tiempo se pensó que se trataba de una única especie dividida en varias subespecies y se planteaban hipótesis del porqué de esta distancia. La población que habita la península Ibérica se la denominaba Cyanopica cyanus cooki, mientras que el resto de subespecies ocupan una amplísima superficie del Este asiático hasta Japón (Mongolia, Sureste de Rusia, Manchuria, Este de China, Japón y península de Corea), a las que se denominaba como Cyanopica cyanus sp. Sin embargo, estudios genéticos recientes y el hallazgo de un fósil datado en 40.000 años en una cueva de Gibraltar, desmontan completamente aquella sistemática clásica, describiéndose en la actualidad como dos especies distintas: una especie sería la ibérica (Cyanopica cooki) y el resto englobadas en la segunda (Cyanopica cyanus sp.) y formada por unas seis subespecies diferentes. 


Nuestro rabilargo es un ave gregaria, ligada a masas forestales mayoritariamente abiertas, aclaradas o próximas a espacios despejados, generalmente de quercíneas y pinos, y a menudo aledañas a asentamientos humanos rurales, donde medran con las oportunidades que les brindan estos espacios teselados y en mosaico, magníficos ecotonos entre el bosque denso y las áreas abiertas, agrícolas y/o ganaderas. De hecho, aunque precisan de la abundancia de arbolado, su distribución se rarifica notablemente allí donde el dosel forestal se vuelve denso y lo tapiza todo. En estos ecosistemas este córvido bate el territorio en pequeñas bandadas, inundando el lugar con sus inconfundibles reclamos, chirriantes y ásperos, utilizados para mantener cohexionados a los ejemplares del bando. Inquisitivos, se posan en el suelo con frecuencia, entre las ramas de los árboles o sobre arbustos dispersos, rebuscando diversas fuentes de alimento por todos los rincones, tanto de origen animal (siendo los invertebrados la base principal de su alimentación) como vegetal (frutos y frutas silvestres o cultivados, en mayor cantidad durante el otoño o el invierno). Como comensales del hombre pueden alimentarse igualmente de basuras y desperdicios (por ejemplo, en los merenderos) o piensos de uso ganadero, e incluso acuden a las carroñas. Así pues, es una especie con una marcada tendencia al omnivorismo.


El rabilargo ibérico vive en bandos muy cerrados formados por individuos que se conocen muy bien entre sí. En invierno estos bandos llegan a mezclarse con otros grupos vecinos, agrupándose en grandes dormideros con un importante número de ejemplares. Sin embargo, durante el día los diferentes bandos se vuelven a disgregar sin que se mezclen los componentes de cada unos de ellos. Este modo de vida gregario se mantiene todo el año y no desaparece durante el período reproductor, lo que sí sucede en otras especies. Se forman entonces colonias de cría muy laxas, donde se reparten por diversas hectáreas los nidos de todas las parejas reproductoras (una media de 30-40 nidos por colonia).


Y es aquí y ahora cuando nos sorprende una conducta que no tiene apenas parangón entre las aves, y es que muchas de las parejas reproductoras tienen "ayudantes" que colaboran con ellas para sacar adelante las nidadas. El 49'1% de las parejas de una colonia de 110 nidos estudiada en Extremadura, contaba con al menos 1 individuo ayudante. Esto último sucedía en el 28'3% de los casos, mientras que en un 10'9% eran 2 los ejemplares subalternos. Con porcentajes menos significativos había parejas reproductoras con entre 3 y 5 ayudantes, habiéndose dado el caso de un nido con incluso 9 ayudantes y otro con 11. En la gran mayoría de las ocasiones los ayudantes son machos, según este estudio, y cuando una hembra adopta este roll siempre se ha tratado de hembras que han perdido previamente una primera puesta. Esta conducta parece que está vinculada de un modo directo con las condiciones ambientales de cada temporada. Así, en años de fuertes estiajes el porcentaje de nidos con ayuda externa a la pareja aumenta hasta el 75% y el número medio de rabilargos subalternos llega a alcanzar los 3'6 por pareja, cuando la media anual en condiciones típicas se sitúa en torno al 1'5 ayudantes por nido. 


Casi una cuarta parte de las cebas que se aportan al nido son llevadas por estos agregados, además de mantener el nido limpio retirando los sacos fecales, defenderlo de depredadores o incluso, a veces, alimentar a la hembra cuando esta está incubando o empollando.

Como veis se trata de una especie más que interesante, y no solo desde el punto de vista estético, sino también, o quizás sobre todo, desde el punto de vista etológico. Bello e interesante, así es el rabilargo.

28 de julio de 2021

A veces buenas noticias

En materia de medio ambiente no es lo más normal que nos lleguen buenas nuevas. Siempre, por regla general, lo que es noticia es siempre una mala noticia. Calentamiento global, pérdida de biodiversidad, sobrepesca, sobreexplotación de los recursos naturales, ... Cuando bajamos unos escalones hasta un nivel nacional, regional o local suele ocurrir lo mismo: animales envenenados o tiroteados aún siendo de especies protegidas, linces que caen en las carreteras, persecución ilegal de los grandes depredadores, excesos en las actividades cinegéticas, contaminación de cursos fluviales, abusos e ilegalidades en los estudios de impacto ambiental de las grandes empresas energéticas o de construcción de infraestructuras viarias, cuando no E.I.A. "ad hoc", corporaciones locales o autonómicas que anteponen los intereses particulares al general en materia de medioambiente, la inmensa mayoría de los incendios intencionados, ... Por eso cuando llega, no una sino dos buenas noticias, no podemos por menos de sorprendernos. Es, por lo tanto, noticia que haya una buena noticia relacionada con nuestro patrimonio natural. Pero que sean dos es ya casi inaudito.

Pero vayamos por partes. La primera de las noticias de la que nos haremos eco es la que trata de la prohibición impuesta por Europa de seguir masacrando a la tórtola común o europea cada año en nuestro país. Esta próxima temporada ya no se podrá cazar esta especie en España legalmente, dando un severo tirón de orejas a nuestro estado por no protegerla del expolio cinegético a que venía siendo sometida. En agosto de 2019 el diario El País publicaba una noticia titulada "El infierno español de las tórtolas" en el que se daban datos esclarecedores, a la par que estremecedores, como que, de los dos millones de ejemplares que cruzan nuestro país en su camino migratorio hacia tierras africanas, del orden de 800.000 caen en nuestro territorio por disparos de escopeta, o que la población en España haya decrecido un 40%, y hasta un 80% a nivel continental. Lo cierto es que todos esperábamos que su protección se hiciera efectiva a principios de año cuando la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural se reunió el 4 de febrero con el fin de tomar una decisión sobre si incluir a la especie en el Catálogo como especie "Vulnerable", junto al lobo ibérico, que sí fue incluido finalmente en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. Sorprendentemente la tórtola común, como ya podéis suponer, no fue catalogada, en este caso debido a un empate en la votación. Habiendo perdido aquella oportunidad de oro para proteger de una manera legal y efectiva a esta columbiforme en trágico declive poblacional, la Comisión Europea se ha visto obligada a darnos un ultimátum tras años de reprendernos y avisarnos, y advirtiendo que la caza en nuestro país está siendo insostenible para la especie, a través de un Dictamen Motivado con fecha de 3 de diciembre de 2020: o la protegemos o nos llevarán ante el Tribunal de Justicia Europeo. La moratoria, pues, se está haciendo efectiva en las diversas comunidades autónomas españolas, aunque a regañadientes.


La siguiente noticia ha supuesto también una enorme alegría en la provincia de Salamanca, y hace referencia al dictamen del Consejo de Seguridad Nuclear del 12 de julio vetando la construcción de la planta de procesado de mineral de uranio de Retortillo, que la multinacional australiana Berkeley pretendía explotar en este municipio. Contra esta mina (la que sería en realidad la única mina de uranio de Europa) la sociedad salmantina se ha posicionado frontalmente en contra desde el principio -cuando hace más de diez años Berkeley desembarcó en nuestra provincia con la prepotencia del que enseña fajos de dinero y empleo para comprar voluntades-, manifestando en las calles su enfado con la sumisa connivencia política de nuestros mandatarios autonómicos, provinciales y locales con los intereses de la empresa privada. Este veto supone, de hecho, la imposibilidad de llevar a cabo las extracciones mineras debido a que se trata de un informe vinculante en la decisión final del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico de autorizar o no la explotación minera. Este dictamen negativo contempla la existencia de evidentes riesgos en el tratamiento y almacenamiento de los residuos radioactivos generados durante el procesado del uranio, algo que heredarán (y pagaremos todos los españoles) las generaciones futuras, y que vienen derivados de las deficiencias en el almacenamiento y la peligrosa filtración a los acuíferos de la zona. El mismo presidente del Consejo de Seguridad Nuclear llegó a lamentarse en el Congreso de los Diputados sobre la deficiente calidad de la documentación del proyecto minero aportada por Berkeley. Pese a no contar con todos los permisos pertinentes, esta multinacional y su insultante prepotencia, y con la condescendencia de los políticos implicados, ha realizado la eliminación de cientos de encinas centenarias, realizado desmontes y creado una balsa de enormes dimensiones, además de iniciar una carretera que debió ser paralizada. La mina tenía prevista una vida útil de solo diez años, lo que nos habla del desprecio con el que estas multinacionales obasequian a las poblaciones afectadas por su actividad industrial, cuya herencia tendrán que soportar durante siglos. La empresa, de capital enteramente privado, obtendría los beneficios, pero los altísimos constes de vigilancia de los residuos radioactivos que se quedarán ahí para la posteridad acabarían siendo pagados por el bolsillo de todos nosotros. Como siempre, detrás de todas estas especulaciones económicas y políticas hay mucho más de lo que sabemos los ciudadanos.

Hoy la dehesa es un poco más libre en Retortillo y Villavieja de Yeltes que hace unas semanas o meses. Se ha sacudido de encima el polvo de la miseria más rastrera de las grandes especulaciones económicas a costa de hipotecar el futuro de las generaciones futuras, en una comarca que no necesita que los que deben velar por su futuro les mientan y les engañen, ni sus políticos, ni esos falsos benefactores venidos para llenarse sus bolsillos a cambio de migajas y prebendas. 



Bueno, hoy podemos dormir un poco mejor, dos noticias relacionados con nuestra salud ambiental nos deben permitir estar un poco más satisfechos de nosotros mismos, de saber que nuestra lucha por la conservación de la naturaleza a veces alcanza buenos resultados. Habrá que seguir al pie del cañón, vigilantes y beligerantes.

Salud a todos.

8 de julio de 2021

Estampa en Gredos

Sin muchos comentarios.

Gredos es un enclave donde el ganado -sobre todo vacuno- forma una parte fundamental del paisaje, indisociable de este, esencial. Cuando observo a caballos y vacas quedarse mirándonos, a nuestro paso a lo largo de cualquier recorrido o excursión, pienso siempre exactamente lo mismo: ¿qué no habrán visto esos ojos a lo largo de los meses que viven alejados de todo, casi olvidados a su suerte en estas grandes laderas cubiertas de piornos y rocas? Sin duda, escenas y animales que ya hubiera querido observar yo en persona.

Esta es una estampa del Gredos real, del que resulta de su vida cotidiana, que va mucho más allá de cumbres, crestas y paredes para escalar, más allá de las sendas clásicas, a veces masificadas, que llevan a las principales lagunas y cabeceras glaciares, y desde luego más allá aún de sus más famosas gargantas. Esta foto resume el verdadero Gredos, el de verdad, el de su vida diaria.

Por eso no precisa de muchos más comentarios.