Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

5 de noviembre de 2021

La cuestión del lobo, resumiendo

Con el paso de los años se hace patente la notable evolución que han sufrido los contenidos de Cuaderno de un Nómada. Obviamente no ha sido algo premeditado, y en este caso ha sido el propio camino el que va marcando el destino, y no al revés.

Aunque la naturaleza y su observación, así como una cierta labor de educación ambiental, formaron parte esencial de la filosofía de este espacio desde sus inicios, es en los últimos años cuando se está haciendo más notorio, a la vez que pierden peso otro tipo de propuestas. Y de entre los temas más recurrentes que encontramos en estos últimos tiempos, sin duda, la problemática que rodea la presencia del lobo en nuestro país sobresale por méritos propios. Ya lo siento yo; me hubiera gustado que la conservación de esta especie no hubiera necesitado nunca de tanta tinta vertida, pero la tinta se vierte exactamente en la misma medida en que lo hace también su sangre. Y creerme, no es una frase petulante.

La primera ocasión en la que me sentí en la obligación de denunciar su situación fue en un lejano 24 de enero de 2013, pero no porque no hubiera sobrados motivos para haberlo hecho antes -siempre han existido demasiadas razones para denunciar su linchamiento-, sino porque este espacio en la red nació con otro enfoque. Me vais a permitir que me extienda un poco en recordar la situación que motivó aquel primer río de tinta.

Aquel artículo de opinión inaugural lo titulé Picos de Europa entre bambalinas, y en él denunciada la ignominiosa gestión que la dirección del Parque Nacional de Picos de Europa (PNPE) venía desarrollando de la especie. La muerte en un espacio de tiempo de solo seis meses de dos lobos a manos de la propia guardería del PNPE y de la Junta de Castilla y León fue la gota que colmó el vaso de todo lo asumible. ¿Y por qué? Porque ambos ejemplares habían sido radiomarcados con collares GPS-GSM en un costoso estudio científico costeado con dinero público. Todos los que conocemos la enconada persecución institucional a la que se somete al lobo sabíamos que aquellas investigaciones auspiciadas por el propio PNPE pretendía ir más allá del mero conocimiento científico como herramienta de conservación, y buscaba en realidad un mayor control sobre el cánido para aumentar la efectividad en su persecución. Aquellas dos muertes demostraron el descontrol de los controles ejercidos dentro del Parque Nacional, ya que no estaba premeditado que los lobos eliminados fueran aquellos dos radiomarcados. El suceso fue escandaloso como pocos, además de infame y sancionable en manos de un juez responsable ya que matar por error un lobo con collar puede ser considerado un accidente, pero dos .... en fin, se hace muy difícil pasarlo por alto y es, como mínimo, una negligencia grave que supuso un claro despilfarro de dinero público (500.000 €). Sin embargo, vergonzosamente nadie dimitió por ello ni fue sancionado.

Estos lamentables hechos se vinieron a sumar a la injustificable muerte a golpes de una camada compuesta por siete lobeznos de pocos días de edad, unos años antes, en 2004, por el propio biólogo del PNPE encargado de la conservación de la especie, el conocido "experto" en lobos Sr. Borja Palacios Alberti. Este primer suceso, a pesar de los 8-9 años transcurridos hasta la muerte de los dos lobos radiomarcados (uno en agosto de 2012 -conocido como Marley, y cuya muerte dio lugar a la aparición de una ONG con dicho nombre- y el otro en enero de 2013), no se había olvidado aún en 2013 y aún hoy en día se hace imposible hacerlo, persiguiendo con seguridad al mencionado Borja Palacios (prefiero quitarle el apelativo de Sr.) toda su vida dado que, entre otras cosas, no existía ningún permiso oficial para eliminar la camada, siendo por lo tanto una decisión personal. Fue denunciado, obviamente, pero la jueza, en una sentencia que nadie comprendió y que se viene a sumar a otras con similares resultados, decidió archivar la denuncia al no considerarlo "un acto grave" puesto que la propia administración del parque ya estaba realizando controles sobre la especie. Para la dirección del parque tampoco debió ser ningún problema mantenerlo como Técnico de Conservación, siendo posteriormente durante algún tiempo incluso el Secretario del Patronato, lo que deja a cualquiera estupefacto: no solo no se le había expulsado del PNPE, sino que seguía siendo alguien relevante en el mismo. En el siguiente enlace, publicado muchos años después (en 2018) en La Nueva España sobre el rechazo de los ganaderos al Parque Nacional, podemos leer un último párrafo que no deja lugar a dudas sobre qué continúa opinando este biólogo sobre cómo se debe conservar la especie: "La grata sorpresa de la mañana la dio el Sr. Borja Palacios, biólogo del Parque Nacional de los Picos de Europa, micrófono en mano, mostró su apoyo a las peticiones: controles efectivos de sus poblaciones en defensa del mundo rural". Sí señor, un nombre y unos apellidos que habrán quedado grabados a fuego en nuestra cabeza para siempre, y que nunca, nunca, nunca vamos a olvidar.

Poco más se puede explicar de la situación de extrema persecución institucionalizada que sufre la especie en este Parque Nacional, y solo resulta explicable porque es la propia dirección del parque la que tutela esta obscena manera de "conservar" la especie. Todo esto no puede ser considerado más que de indecente al tratarse del más emblemático Espacio Natural Protegido de nuestro país, con el permiso de Doñana y Ordesa, y ofende pensar que gente así rige sus destinos. 


No fue hasta el 9 de enero de 2016 cuando volvía a hablar del lobo para anunciar la apertura unos meses antes del Centro del Lobo Ibérico en Robledo, cerca de Puebla de Sanabria, en un post que titulé El gran proscrito. En aquella oportunidad me hacía eco, no solo de la posible labor divulgativa que el centro podía llevar a cabo sobre la realidad del lobo ibérico entre el público general, sino que lo hacía también sobre la paradoja de que dicha instalación hubiera sido puesta en marcha por una de las administraciones autonómicas que más daño a hecho a la especie, siendo responsable de continuos controles al sur del Duero, de cupos cinegéticos esquizofrénicos, de la sistemática y obsesiva persecución en las Reservas Regionales de Caza, que llegaban a rozar la psicopatía a pesar de que en ellas los ataques al ganado doméstico son prácticamente inexistentes, y de la manipulación de la opinión pública con informaciones falsas sobre el estado de conservación del lobo. Todo parecía, pues, obedecer a un simple lavado de imagen. 


Pero es a partir del 27 de noviembre de 2019 cuando mis referencias a su difícil conservación aumentaron considerablemente. En la entrada titulada El lobo, o justificar lo injustificable describía las incongruencias en las que caen quienes quieren justificar la eliminación de los lobos incluso cuando estos se alimentan de animales silvestres. Se les cae así su necia máscara de los amantes de la naturaleza, y quedan en evidencia que lo son solo del gatillo, puesto que si antes alegaban que había que cazarlos allí donde comía ovejas, ahora también lo piden en donde se alimenta de herbívoros silvestres. Así, en el Parque Regional de la Sierra de Gredos se llevó a cabo una deplorable campaña de criminalización del carnívoro para justificar su persecución. Su pecado: alimentarse de cabras monteses. Estaban allanando el camino para que se aceptara su eliminación también en este ENP. Lo que debería ser una buena noticia porque NO se alimentaba de ganado doméstico, resultó ser justificación suficiente para, de nuevo, continuar con su persecución. Otra incoherencia bochornosa.


Sobre el nefasto manejo que viene haciendo de la especie la Junta de Castilla y Léon y que ha acabado en varias ocasiones en los tribunales me desahogué en Un cuento de lobos, jueces y políticos, donde quedan en evidencia las recurrentes extralimitaciones en las que incurre esta administración autonómica en relación con la gestión letal que hace del lobo, y que a menudo se acaban dirimiendo en los tribunales de justicia. En materia de medioambiente son muchas las veces en las que son los jueces los últimos y verdaderos garantes del interés general, resolviendo sobre las recurrentes denuncias de la sociedad civil, ya que nuestros políticos y sus técnicos parecen estar mucho más preocupados por ciertos intereses sectoriales, particulares o de partido. En el caso del modelo de gestión letal del lobo en Castilla y León esto se hace muy patente. El TSJCyL declaró en 2020 ilegal los planes de Aprovechamientos Comarcales del Lobo al norte del Duero para las temporadas 2016-2020. No podemos olvidar que también fueron los tribunales los que tuvieron que indicarle a la JCyL que el lobo no era una especie ni cinegética ni cazable, y que incluso el mismísimo Plan de Conservación y Gestión del Lobo en CyL fue anulado también por el citado TSJCyL, y que su sentencia fue confirmada por el Tribunal Supremo en 2018. Sobre algunos flecos de estos disparates administrativos y políticos podéis leer la entrada del 3 de enero de 2020.


Sumamos y seguimos, esta vez con una entrada fundamental. En el artículo publicado el 30 de septiembre de 2020, El lobo y el conflicto de las cifras, trataba la polémica que siempre suscita la cifra real de lobos que puede haber en nuestro país. Todos los que conocemos bien el conflicto que provoca la conservación de esta especie sabemos sobradamente que las cifras oficiales que estiman el número total de ejemplares se inflan malintencionadamente. Esto se hace por varios motivos: para justificar los controles poblacionales; para esgrimir su hipotética expansión; además para argumentar que ha sido la caza la que ha permitido dicho crecimiento; y, por supuesto, para elevar los cupos de precintos cinegéticos. En definitiva, para justificar su cacería. Pues bien, en esta ocasión hago un análisis de la evolución histórica y reciente de la especie y del probable estado actual REAL, en base a criterios científicos reconocidos internacionalmente, desmontando las cifras sobredimensionadas que groseramente las administraciones airean a los medios de comunicación. La media de ejemplares por manada admitida internacionalmente por la comunidad científica oscila entre los 4 y los 5 ejemplares, peeeeero ... en España nuestras administraciones han venido barajando cifras de 8-10, lo que duplica la estimación final. Por poner un ejemplo explicativo, en el censo de manadas de 1988-89 se localizaron 294, pero 26 años después, en la estima de 2014-15 se contabilizaron 297: en un cuarto de siglo largo solo había crecido la población en 3 grupos, pero el número de ejemplares casi se había duplicado según las cifras oficiales aireadas por políticos mentirosos. Es más, incluso el número de grupos puede ser puesto en duda, en tanto que en no todos ellos se pudo constatar reproducción, requisito que internacionalmente se considera necesario para que científicamente se contabilice a un grupo con tal. Algo no cuadra, obviamente. La tan cacareada expansión se convierte así en un claro estancamiento como consecuencia de la continuada rabiosa gestión letal que las CCAA ejercen compulsivamente.


En Política, ideología y fantasía, publicado el 28 de noviembre de 2020, trataba la paralización del trámite reglado para la inclusión de Canis lupus signatus en el LESRPE. Parece que proteger al lobo resta votos y nadie quería asumir esta bronca social.


Especialmente relevante resulta también la cuestión tratada el 7 de diciembre del año pasado: las implicaciones reales que tiene la continua muerte de lobos, tanto a nivel biológico para la especie, como para los ecosistemas o el propio sector ganadero. En La caza del lobo, ¿de qué estamos hablando? repasaba algunos de los problemas que sobrevienen tras estas matanzas sistemáticas e indiscriminadas, como la desestructuración de los clanes familiares, el incremento de los ataques al ganado como resultado de dicha desestructuración, la pérdida de "músculo" depredador que dificulta a las manadas la caza de herbívoros silvestres peligrosos o difíciles (ciervo, jabalí,...) y que condena a algunos grupos a fijarse precisamente en el ganado doméstico, el subsiguiente temido aumento de la conflictividad social, la propagación de enfermedades infecciosas entre la fauna silvestre, y el salto de estas al ganado doméstico, el desequilibrio del ecosistema, la proliferación de mesodepredadores que afectan, a su vez, a terceras especies y que acaban repercutiendo negativamente también sobre la cubierta vegetal en un efecto en cadena, los perjuicios derivados del aumento demográfico de herbívoros silvestres para los agricultores, o el empobrecimiento genético del lobo ibérico, cuya población actual desciende de unos 50 ejemplares solamente.


Pero si resulta fundamental conocer las consecuencias que derivan de la caza del depredador tratadas en el post previo, mucho más importante es aún conocer el alcance real del furtivismo, siempre ninguneado por unas administraciones que nunca lo han perseguido. Y digo que es más relevante aún porque este tipo de delincuencia representa el principal factor en la muerte del lobo ibérico. El 1 de febrero de 2021 publicaba Lobos, furtivismo y la cuenta la vieja, intentando poner una cifra a la invisible, pero descomunal, pérdida de ejemplares que cada año tiene que soportar la población española de este cánido. Hay que decir que esta cifra nunca fue tenida en cuenta por las CCAA a la hora de elaborar sus ya macabros programas de control preventivos y/o explotación cinegética del lobo, con lo cual eran ejemplares que morían y se sumaban anónimamente a los cazados legalmente, a los que morían por causas naturales, y a los atropellados. La cifra resultante pone los pelos de punta. Partiendo de datos oficiales es sencillo inferir el número de individuos que deben morir ilegalmente cada año. La cifra resultante es comparada con otros datos oficiales parciales (locales o regionales) que vienen a confirmar que cada año del orden de entre 500 y 700 lobos mueren ilegalmente por la mano del hombre, incluidas las camadas de cachorros que son eliminadas en sus cubiles (como la de nuestro amigo biólogo). Esta altísima cifra está detrás del evidente estancamiento de la población del cánido, y que, como ya hemos visto arriba, pasó en 26 años de contar con 294 manadas, ocupando una superficie de unos 100.000 kilómetros cuadrados, a 297 en unos 80.000 kilómetros cuadrados. 


Continúo. El 5 de febrero de este mismo año me hacía eco de la aprobación de inclusión de Canis lupus signatus en el famoso LESPRE en todo el territorio nacional, en el artículo que titulé El lobo, aquel gran proscrito, quedando a la espera de que apareciera publicado definitivamente en el BOE, algo que debería haber sucedido en un plazo de tiempo de entre uno y dos meses.


En ¿Radical yo, Odile?, que subí el 4 de marzo venía a dar respuesta a una entrevista publicada en un periódico local a una de las hijas de Félix Rodriguez de la Fuente en la que ella, a raíz de la inminente nueva situación legal del lobo en todo el territorio nacional, calificaba de radicales a quienes defendemos dicha medida de protección. Además, la entrevistada predecía una más que probable represalia del sector ganadero contra la especie como efecto rebote a su inclusión en el LESPRE. Sin duda, tildar de radical a quien opina diferente resulta muy injusto, cuando no extremista y sectario. Roza la intolerancia, por lo que yo le aconsejaría ser más cuidadosa con los términos usados. En cualquier caso, es ella misma la que da pistas de quién es en realidad aquí el radical cuando predice una revancha del ganadero si se hace efectiva dicha protección legal. Ella parece olvidarse, además, de que dicha hostilidad contra el lobo se lleva practicando siglos, no siendo algo nuevo, sino el modus operandi desde tiempos ancestrales. Es precisamente porque existe esa ira desde siempre, y porque en los últimos años se ha intensificado, que se ha vuelto más necesario que nunca incluir a Canis lupus en el listado, YA, de un modo urgente. Aducir que su inclusión provocará un efecto rebote perjudicial, es simplemente ponerse de perfil ante el alcance real de la fanática persecución que sigue sufriendo por parte de cazadores, ganaderos y administraciones regionales. Haría muy bien Odile en leer la entrada de este blog que trataba el tema del furtivismo para comprender que la protección integral se hacía imperiosa para que, al menos, las administraciones no continuaran con la delirante sangría que han venido llevando a cabo durante medio siglo.


El 14 de mayo, añadía un nuevo post sobre la especie titulado De cobardía, en el que no podía por menos que criticar la lamentable prórroga de varios meses en la publicación en el BOE de la inclusión del lobo en el LESPRE, y que parecía obedecer a una falta de valentía en rematar el trámite reglado que se han visto obligados a realizar, no por iniciativa propia, sino por imposición de UE, y que supuso, obviamente, que siguieran muriendo más animales durante esa ampliación del plazo.


El 11 de septiembre me hacía eco de las opiniones de algunos ganaderos sobre este gran carnívoro en El lobo y el ganadero, y en las que podemos comprobar cómo diversos profesionales de la ganadería no solo consideran posible la convivencia del ganado y el lobo, sino que lo demuestran en su día a día desde hace años. Testimonios que confirman que quien quiere puede mantener sus rebaños en extensivo en tierra de lobos sin que estos le provoquen bajas en la cabaña. Más claro y alto no se puede decir. Estos ejemplos ilustran claramente que lo que enturbia la cuestión es simplemente el odio cultural que arrastra el depredador y que en la actualidad alimenta un conflicto que solo puede ser calificado de mediático y político. 


La siguiente ventana abierta a la actualidad del lobo venía irremediablemente a colación de la definitiva publicación en el BOE de la nueva cobertura legal de Canis lupus signatus. La tan esperada publicación se hizo efectiva el día 21 de septiembre, y esa misma mañana publicaba Reflexiones, el lobo y su nueva situación legal. El temido día para unos de su efectiva protección, fue para otros muchos una inolvidable jornada que no dudamos en considerar de histórica, tras décadas denunciando la pervertida persecución que las CCAA habían normalizado en sus territorios, donde la "excepcionalidad" de los controles letales se había generalizado con la más insultante desfachatez. El día a día de la gestión del lobo hasta ese día había estado constituido por los controles letales -a veces incluso "preventivos", sin esperar si quiera a que se produjeran perjuicios en las cabañas ganaderas-, cupos cinegéticos desaforados, ejemplares tiroteados por funcionarios en ENP (incluso al sur del Duero) y en las RRC porque se alimentan allí de ciervos, jabalíes o cabras monteses o la vergonzosa dejación de funciones crónica en la persecución del furtivismo. Aquella situación había que atajarla, y por fin se hizo.




Histórica, sin duda. Esa fecha no se olvidará en las generaciones futuras y marcará un antes y un después en la conservación de la biodiversidad de nuestro territorio, además de representar un punto de inflexión en la visión que la sociedad debe tener respecto de lo que representa, no solo la gestión letal para esta especie, sino incluso nuestra relación con el resto de la naturaleza.

En Parte del problema, publicada el 27 de septiembre, trataba algunos aspectos del conflicto social que rodea a esta especie donde diversos actores se suman y complican casi cualquier entendimiento: medios de comunicación, sindicatos agrarios y políticos mediocres. Así, la Junta de Castilla y León, lejos de apaciguar los ánimos e intentar acercar posturas, mediando entre unos y otros, se sitúa del lado oscuro y miente a la sociedad cuando, por ejemplo, transmite a través de la televisión pública autonómica cifras falsas del número total de lobos presentes en la comunidad. Esta administración regional se ha opuesto desde siempre a la protección del mismo para no perder los votos del sector agropecuario, y ha dejado de ser garante de la conservación del medioambiente castellano leonés. En realidad, nunca lo fue, los continuos y numerosos juicios perdidos ante las denuncias de las organizaciones ecologistas así lo demuestra. Las cifras que vimos en aquellos noticiarios autonómicos indicarían que cada una de las 179 manadas que pudiera haber en nuestra comunidad (si es que alguien se cree de estos mentirosos también este dato) tendrían 8'9 lobos, lo que supone una discrepancia frontal con lo estimado por la comunidad científica internacional, como ya hemos visto más arriba. Es más, ni siquiera se alcanza en todo el territorio nacional esa cifra de 1600 ejemplares antes de los partos.


Sin embargo, no podemos olvidar que para muchos conciudadanos del ámbito rural el nuevo paraguas legal que protege al lobo supone para ellos, desde su punto de vista, un ataque directo a sus intereses y harán lo posible por hacerse oír, al menos. Está en nuestra mano seguir explicando a la sociedad la realidad del conflicto con datos reales y contrastados, e intentar hacerles comprender que el enemigo no es el lobo, ni los conservacionistas, sino el inmovilismo en el que se encierra gran parte del mundo rural y las arengas cizañeras de administraciones y sindicatos agrarios. Y no lo digo yo solo, lo explicaba muy bien uno de los ganaderos de la citada entrada titulada El lobo y el ganadero: "Pero no, es muy fácil echarle la culpa al lobo, usarlo como chivo expiatorio para no sentarse a hablar entre todos del futuro de la ganadería extensiva, de las pequeñas explotaciones, de los pueblos ... / ... Yo entiendo que mi padre y la gente de su edad en aquellos tiempos quisieran matar al lobo, pero, hombre, no sé, o evolucionamos y progresamos y entendemos lo que es el equilibrio en el campo, la defensa de la biodiversidad y de la agricultura y ganadería en extensivo ... o nos la pegamos ..., y nos tiramos todos por el barranco."


Una última entrada titulada La sandez de la semana me servía el 31 de octubre pasado para hacer ver al lector lo peligrosas que resultan las palabras inadecuadas en boca de algunas personas. Si cuando debemos mediar en las discrepancias no dejan de aparecer personajes como el que motiva dicha entrada, va a resultar muy difícil que alcancemos nunca la deseada convivencia, no solo entre la gente del campo y la especie, sino entre el mundo rural y el conservacionista. Resultan tremendamente dañinas las palabras cuando son escupidas por personas malintencionadas o ignorantes. Ya lo dijo Ramond Llull hace siete siglos: "La palabra es el arma más poderosa". El daño que se continúa infringiendo a la especie, no ya con el rifle, sino con las palabras vomitadas por personas con cierta proyección social es enorme y con seguridad mayor que la de la propia bala, porque lo que provocan es odio. Odio siempre maquillado por expresiones como "... nosotros no pedimos su exterminio, pero ...", o "... a nosotros nos gusta mucho también el lobo, aunque ...", o aquella recurrente de "... solo queremos que viva donde deba y pueda vivir". Lo malo es que son muchos los personajes como el del artículo que, creyéndose en posesión de la única verdad, dejan caer frases lapidarias y sensacionalistas como la aparecida en un periódico Castellano-leonés de boca de este sujeto cuando advierte "Que a nadie se le olvide que el lobo es un animal precioso -¿veis? ahí nos ha soltado la frase-maquillaje-, pero si tiene hambre se puede comer a un niño" y que igualmente repitió en un programa de TV autonómico en hora de máxima audiencia, al tiempo que aprovechaba la oportunidad que le brindaba aquel medio de comunicación para alarmar más aún vinculando la existencia del lobo con la transmisión de enfermedades peligrosas al ganado o las personas. No podemos dejar de pensar que esta afirmación era claramente malintenciada, porque por su profesión -veterinario- no puede ser un ignorante de que son precisamente los depredadores los que minimizan, limitan y/o impiden la expansión de enfermedades peligrosas entre los herbívoros silvestres y de estos al ganado doméstico. En mi opinión hay que ser un sinvergüenzada para lanzar al aire semejante relación entre lobos y transmisión de enfermedades.


Visto cómo sigue el ambiente de caldeado vendrán más entradas sobre este bello animal. Por desgracia, seguro que muchas más. Quedan, además, importantes temas que ir desgranando, como la responsabilidad real de los perros en muchos ataques al ganado, al ser atribuidos siempre ipso facto a su antecesor salvaje. O la de la prensa en la magnitud del conflicto. O la deuda que tiene la picaresca de los paisanos en la dimensión del problema, al constituirse en muchas ocasiones en amplificadores de mentiras, exageraciones y suposiciones sobre la autoría o la realidad de los sucesos. O sobre el fraude generalizado en el entorno rural, donde es habitual que las reses muertas por otras causas sean abandonadas en el campo para que sean carroñeadas por el depredador y poder, así, atribuirle su muerte y cobrar una indemnización fraudulenta; o cuando se pretende cobrar dos veces una indemnización haciendo pasar por ataques diferentes lo que en realidad debería ser solo un expediente; o el vergonzoso y delictivo caso de los potros pequeños comprados por poco dinero y abandonados a su suerte en la montaña para cobrar una indemnización muy superior al de su compra si aparecen muertos y carroñeados por el depredador, etc.

Si sobre algún animal se han vertido a lo largo de los años ríos de tinta ese ha sido, sin duda, sobre el lobo. Pienso que estos 16 post (incluido este que estás leyendo) que han ocupado un espacio en este diario virtual constituyen una radiografía fiel a la realidad. Suponen en su conjunto un análisis, creo que certero, de porqué levanta pasiones. Puesto que vivimos en una sociedad ya mayoritariamente conservacionista, que ampara unos valores ambientales mucho más respetuosos que los que mantuvimos en el pasado, ya no se entiende que la muerte de lobos sea la única manera de relacionarnos con la especie. La sociedad ha evolucionado y no comprende que algunos sectores del mundo rural, cinegético y político se anclen al pasado, cuando la persecución del cánido era una cuestión de supervivencia. Esa obsesión por seguir aniquilando al padre de nuestros perros ya no tiene cabida en la concepción del siglo XXI, como no lo tiene seguir matando rapaces o linces, por ejemplo, lo que hoy en día a todos nos parece una barbarie, horrorosa y sin sentido. Sin embargo, rapaces, linces o lobos comparten los mismos cometidos ecosistémicos que los vuelven imprescindibles para el mantenimiento medioambiental. Si todos ellos fueron calificados de alimañas en el pasado, ¿por qué, entonces, solo al lobo se le sigue gestionando como tal?

NOTA: Con posterioridad a la publicación de este post, aparece la entrada El lobo, i-responsable, publicada el 31 de enero de 2022, en la que podemos comprender cómo se imputan a este animal más perjuicios de los que realmente le corresponden, y cómo nuestra gestión de la especie y nuestra relación con ella adolece de una gran falta de información científica y estadística sobre esa responsabilidad.

Además, el 22 de abril de 2022 publico una más titulada Patética Jara y Sedal en la que critico esta a revista cinegética ligada a RTVE por el uso del miedo como herramienta para luchar contra la nueva protección del lobo, mintiendo respecto del peligro real que supone para el ser humano la presencia de este cánido, presentándolo como animales devoradores de niños.

En otra nueva entrega sobre este animal, el 20 de diciembre de 2022 añado otra titulada Hablemos de política en la que repaso el uso político del conflicto que rodea al lobo por parte de nuestras autonomías como herramienta de manipulación social para alcanzar objetivos partidistas, situándolo en el centro del debate político de un modo irresponsable e injusto.

Como un goteo seguirán apareciendo nuevas entradas sobre el lobo. El 19 de abril de 2023 en ¿Ninguneamos el furtivismo? se hace hincapié en la ausencia de persecución de este tipo de delincuencia por parte de las CCAA, centrándonos en cuestiones relacionadas con Asturias y Castilla y León, a pesar de la nueva cobertura legal que el LESRPE otorga a la especie. Y tan solo unos días después, el 10 de mayo, hacíamos un repaso de cómo trabajan algunos furtivos en la Cordillera cantábrica, en un post que titulamos Caza, furtivismo y descontrol, donde podemos comprender la impunidad que sienten muchos cazadores para actuar fuera de la Ley en las montañas cantábricas, pero también en otros puntos de nuestra geografía. 

En la entrada ¿Parque Nacional ... de los Picos de Europa? revisábamos algunas de las cifras de lobos muertos masacrados en el único Parque Nacional español que durante muchos años tuvo entre su fauna a esta especie, para vergüenza de sus gestores y los biólogos que debían conservar y proteger un bien común y general de todos los españoles, anteponiéndolo a los intereses sectoriales privados de un colectivo. Estos datos los conocimos públicamente gracias a un informe que hacía balance del número de lobos muertos desde 1986.

Y en cuanto a vergüenza ajena es la que dio la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, cuando publicó una nota de prensa a favor del control de lobos y de la que obviamente me hice eco en la entrada Vergonzosa FCQ, y en el que era imposible no criticar una posición tan antiecológica e interesada, y que dejaba a la citada fundación a la altura de cualquiera de los sindicatos agrarios que vociferan en contra de la existencia del lobo. Tristísimo que esto suceda con una entidad que se autodefine como conservacionista y preocupada por la biodiversidad de nuestros ecosistemas.

El 24 de noviembre de 2023 publicaba Una carrera de fondo, artículo en el que criticaba la falsedad de los ambientes políticos y periodísticos cuando en muchas ocasiones trtan las noticias sobre el lobo con intereses particulares que nada tienen que ver con la verdad y el rigor periodístico, sino con los réditos políticos (votos) y económicos (espectadores/lectores), o incluso con la mera ideología conservadora capaz de anteponer medias verdaderas, verdaderas mentiras y falsedades absolutas con tal de gradar a un sector de la sociedad en contra del bien común que supone la conservación del medio ambiente y su biodiversidad.

En Observaciones de campo del lobo ibérico 2.0 invitaba a los lectores interesados a adquirir un nuevo libro sobre esta especie emblemática diferente a lo que habitualmente se publica sobre ella, editado y publicado por José Barrueso Franco, sin duda un gran conocedor de la biología del lobo, pero también mucho más que eso, un apasionado naturalista que integra en su día a día lo que representa la educación ambiental, algo tan necesario hoy en día como a mediados del siglo pasado, a donde parece que hemos retrocedido en los últimos años.

El 5 de febrero de 2024 aparece una entrega más de la barbarie humana en la persecución del lobo, pero esta vez en unos países que se autodefinen como verdes y amantes de la naturaleza, vinculados a ella emocionalmente como ningún otro. En Escandinavia, ¿paraíso natural? destapo la máscara verde con la que se cubren su hipocresía, pues mientras se venden como enamorados de esa naturaleza de la que presumen masacran y exterminan sin piedad alguna al lobo en sus territorios.

Y solo unos días más tarde, el día de San Valentín, 14 de febrero, añado la entrada Administraciones, lobos y radiomarcaje, un coctel oscuro, en el que repasamos la última moda entre algunas de las CCAA matalobos de llevar a cabo un radiomarcaje masivo de lobos que, como mínimo, es opaco y rodeado de secretismo, y sospechoso desde el mismo inicio, dado que un porcentaje de animales con collares ya han muerto furtivamente o en circunstancias sospechosas y las aparentemente malas praxis de algunos de los investigadores encargados de las capturas y seguimiento. Todo lo que rodea estos proyectos no hace sino poner el foco en los motivos reales que pueden estar detrás de este nuevo interés de las administraciones lobicidas que lo llevan a cabo, y que nadie se cree sean precisamente destinados a proteger la especie.

31 de octubre de 2021

La sandez de la semana

 "Sandez": 1. f. Despropósito, simpleza, necedad.

Se entiende por sandez un dicho o un hecho necio, torpe o poco adecuado, que le falta razón o inteligencia, siendo una palabra que deriva de "sandio" y el sufijo "ez", y que, a su vez, significa "hecho o dicho inoportuno, sin sentido, razón o lógica". En algún diccionario de sinónimos aparecen para esta palabra los siguientes: tontería, majadería, estupidez, idiotez, bobería, despropósito, necedad, simpleza y desatino.

Pues bien, la sandez de la semana se la tenemos que adjudicar a todo un señor con estudios que contesta públicamente con un enorme dogmatismo a un periodista del diario castellano leonés El Español. Nuestro inefable personaje se llama Luis Alberto Calvo, y es, nada más y nada menos, que el Presidente del Consejo General de Veterinarios de España. En la entrevista, publicada el 26 de este mes que ya termina, no deja de hacer política de derechas contra el gobierno español (está en su derecho, faltaba más) y, aunque nunca concreta nada específico, critica la nueva Ley de Protección Animal por populista (según sus palabras), así como la gestión de la pandemia por parte del Gobierno por no haber contado con los veterinarios para la misma. En una contestación dice textualmente: "Es muy difícil -haciendo referencia a si se entiende la necesidad de la nueva Ley de Protección Animal- porque en el momento de que hablas de derechos de los animales ya está perdido porque si hablas de derechos también deben tener obligaciones. Es verdad que la Ley define que derechos son las obligaciones que tienen las personas con los animales. Pero tengo la impresión que es la traducción de normativas que hay en otros países más avanzados que nosotros en ese tema y hablan de seres sensibles y sintientes". Es un párrafo para analizar. ¿Tiene este señor algún problema en reconocer que los animales son seres sensibles y sintientes?, ¿o es que no lo son, acaso, en su opinión?, ¿no sienten dolor físico y/o emocional como nosotros? ¿Y existe, además, algún problema por ponernos a la altura de países más avanzados que nosotros en esta materia? Si la Ley define que los derechos de los animales son nuestras obligaciones con ellos ... entonces ¿a qué viene esa apreciación de que no les podemos dar derechos porque no tienen obligaciones? Habla de que "Hay que hacerla -la Ley- más sencilla, menos prohibicionista, menos agresiva y populista". Populista dice el hombre; solo le ha faltado decir que se la han comprado a Venezuela.

En fin, buena parte de las respuestas en la entrevista tienen el mismo enfoque dogmático, y sobre la gestión de la pandemia sigue en la misma tónica, dolido porque no se ha contado con ellos para gestionarla: "No hay nada. ¿Qué fue lo más fácil? Todo el mundo a casa. Lo que había que haber hecho era empezar a hacer analíticas desde el primer momento para descubrir a los que tenían la enfermedad. Pero lo que hubo fue un desorden absoluto". Con lo sencillo que era solucionar una pandemia mundial, ¿no?, y lo complicado que lo hizo nuestro Gobierno. Si bastaba sencillamente con haber hecho una analítica a más de cuarenta millones de personas. Muy inteligente, sobre todo teniendo en cuenta lo responsables que son el total de esos cuarenta millones de personas, que habría que haber hecho las analíticas en muy pocos días para evitar la propagación de la enfermedad durante el plazo de tiempo en el que se tomaban y analizaban esas analíticas, y que sabíamos, además, mucho de la enfermedad y de su transmisión. Lo verdaderamente raro es que no optaran por "su solución" ningún otro país del mundo, ¿no?. Sí señor, ¡chapeau!, se ha lucido el Sr. Don Luis Calvo.

Pero me ramifico muuuucho y me distraigo, perdón. No era por estas frases u otras similares por las que escribo sobre este personaje. Es por lo que responde sobre la nueva protección del lobo ibérico (Canis lupus signatus) cuando el periodista le pide su opinión al respecto. Su respuesta es la siguiente:

"Nosotros queremos proteger al lobo, pero nos interesa más la protección de las personas. El lobo puede convivir con las personas, pero cada uno en su sitio. El problema es si el lobo prolifera y se mete en el entorno urbano y agrede a otros animales o personas. Que a nadie se le olvide que el lobo es un animal precioso, pero si tiene hambre se puede comer a un niño. Hay que cuidar al lobo en su hábitat".

Además, cuando le pregunta sobre si piensa que corre peligro la especie, sentencia: "Ninguno. Hay que tenerlo controlado durante el año y que haya equipos y sepan donde están."

¡¡¡Por favor!!! ¡¡¡Cómo es posible decir semejante número de sandeces en poco más de un párrafo; que le den un premio a este señor!!! La primera frase demagoga es la misma que dirían los que NO quieren protegerlo. La segunda la que siempre está en boca de los amantes del gatillo y que constantemente piden su eliminación. La tercera, además de los anteriores colectivos, es la necedaz que oiríamos en labios de un verdadero ignorante de la biología y comportamiento animal. La cuarta barbaridad es la que escucharíamos de boca de un provocador de fake news, eso sí, consciente del mal que está provocando para la especie y para la resolución del conflicto social que lo rodea. La quinta simpleza la diría aquel que lo quiere muy lejos de la sociedad humana, poco menos que apartados como apestosos en el Ártico, puesto que el resto de ecosistemas del holártico están ocupados por nosotros. Y la última la diría quien, en su fuero interno, reconoce que el control a tiro limpio es su modo de conservar al cánido, pero públicamente no lo quiere admitir.


Siento decirlo, pero este señor ha demostrado ser un analfabeto integral sobre la especie, y el dogmatismo con que sentencia sus frases las vuelve peligrosas. ¿Cómo es posible que aún siga habiendo gente que diga que los lobos van a acabar comiéndose a un niño? ¿Es así como pretende que convivamos con la especie, metiendo cizaña y miedos infundados? ¿Y cuál es, entonces, el sitio del lobo y cuál el nuestro, según él? porque uno de los dos, entonces, parece que debería irse a vivir a un zoo y no salir de allí, dado que parece ser la única convivencia posible según sus conocimientos. ¿No propugna la ONE HEALTH mundial como un concepto promovido por los propios veterinarios?, pues si es así, no se entiende que la salud humana, animal y medioambiental sea una, y a la vez abogue porque el lobo no merezca la protección que se le ha otorgado en base -que no lo olvide este señor- a la opinión de un comité científico (o a lo peor es que, quizás, se trate también de un comité de científicos del gobierno venezolano).

Lo siento, pero hoy estoy muy enfadado para pensar en fotos. Aún así os voy a dejar una de este pequeño lobato al que ya habéis podido ver en otras entradas de este blog; seguro que todos comprenderemos que se trata de un animal "sensible y sintiente", sobre todo si le meten una bala en el costado. Un saludo a todos.



29 de octubre de 2021

Quebrantahusos, el ave fénix

Toda una belleza en sí misma, una rapaz magnífica e increíble que no deja indiferente a ningún observador, pero además con facetas tan particulares en su comportamiento y biología que hacen de esta una especie que engancha. El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus).


Este ejemplar adulto llegó al PAS (Punto de Alimentación Suplementaria) con un buen trozo de hueso en su garra derecha; ¡a saber de dónde lo traía! Aunque esta ave necrófaga es principalmente conocida por el gran público gracias a su peculiar alimentación osteófaga -a base de huesos que, hasta un cierto tamaño, llega a tragar sin mucho problema-, lo cierto es que no solo se alimenta de ellos. Ocasionalmente puede 
también vérsele comer directamente la carne de alguna carroña, pudiendo, incluso, cazar pequeños vertebrados, en ocasiones que no pueden dejar de ser consideradas como extraordinarias. A veces da la sensación de que se van a ahogar intentando engullir huesos de un tamaño considerable, pero no será así, una buena pata de cordero puede desaparecer sin problema por su gaznate, ayudados por unos movimientos característicos de su cuello.



Dado que su principal alimento lo obtiene de los huesos (tuétano, restos de carne adherida, tendones, sangre), a menudo suele entrar a la carroña cuando los buitres leonados ya se han marchado, interactuando con ellos menos de lo que cabría esperar, aunque por supuesto no siempre es así. Generalmente la base de su dieta está compuesta por carroñas de mamíferos domésticos (principalmente ovejas y cabras) y silvestres (rebecos, corzos, ciervos, zorros, conejos, ...), en menor medida por aves (perdices roja y nival, torcaces, tórtolas, chovas, urracas, ...) y muy esporádicamente reptiles (lagarto ocelado). Como muchos ya sabrán, cuando los huesos tienen un tamaño excesivo los llevan en sus garras hasta sobrevolar los famosos "rompederos", dejándolos caer entonces sobre las rocas para fragmentarlos. Según un análisis de 152 restos recogidos en la cordillera pirenaica, tanto en nidos como en rompederos, el 88% de su dieta estaría compuesta por mamíferos de mediano tamaño (sobre todo ganado ovino y caprino, pero también y en menor medida rebeco), el 7% por aves (en especial torcaces) y el 0'7% por algún reptil, no pudiéndose determinar la fracción restante. En otro estudio similar sobre 677 presas se estimó que el 93% de su dieta estaba constituida por mamíferos medianos con la misma composición que la determinada en el primer estudio indicado (ganado doméstico mediano principalmente, seguido de herbívoros silvestres -rebeco, jabalí, liebre, conejo, ...-), el 6% de aves y el 1% restante de reptiles. Además, es una rapaz que, aunque produce pocas egagrópilas debido a la descomposición total de los huesos durante la digestión, puede reciclarlas cuando estas son expulsadas, ingiriéndolas de nuevo, habiéndose comprobado incluso -en una oportunidad- cómo un individuo ingería una egagrópila de búho real. 


Lo que probablemente ya no sepa tanta gente es que pueden reservar los huesos sobrantes para ser ingeridos días o, incluso, semanas después, almacenándolos en diversos lugares. Con este fin utiliza los rompederos más frecuentados, nidos en desuso, posaderos querenciosos o alguna cueva rocosa ubicada en paredes verticales. Y si esta faceta de su conducta ha trascendido poco al gran público, tampoco mucha gente sabe de su comportamiento cleptoparásito. Pues bien, en un ave tan velera como esta y con la impresionante capacidad que tiene de maniobrar en el aire para hacer cabriolas, no nos resultará tan difícil imaginar, ahora que lo sabemos, el hostigamiento que en ocasiones realizan a otras aves en pleno vuelo para que suelten sus presas y, así, arrebatárselas. Águilas reales, alimoches, cuervos o chovas han sido vistos perseguidos por quebrantahuesos para intentar arrebatarles la comida que pudieran transportar. No obstante, estos comportamientos, sin llegar a ser cotidianos, lo son un poco más en los jóvenes e inmaduros que en los adultos.



Otra peculiar característica que llamará poderosamente la atención de cualquier naturalista sobre esta especie es la compleja evolución de su plumaje hasta que alcanza el definitivo de adulto, rozando los 7 años de edad. Este proceso puede ser descrito en varias fases diferentes, que vamos a ver a continuación acompañadas de algunas fotografías para una mejor comprensión.

Los animales de primer año, o de fase 1.1, como el ejemplar de las dos fotografías siguientes, son los denominados "juveniles". Teniendo en cuenta que dichas fotografías están obtenidas en septiembre, nos encontramos con un pollo nacido en la primavera de ese mismo año (marzo-abril) es decir, de un individuo de unos 5 o 6 meses de edad o, lo que es lo mismo, de primer año calendario, que no es lo mismo que de primer año biológico. Sus colores son muy oscuros, casi negros, con un moteado clarito en las partes ventrales del cuerpo (lo que se aprecia mejor en la segunda imagen, donde el ave está volando) y en las calzas. Bastantes plumas cobertoras son blancas, en fuerte contraste con el resto del ala y, aunque apenas se aprecia en estas tomas por la posición, en la espalda presentan una especie de escudo blanco con forma de "V", próximo al cuello. La cabeza es muy oscura todavía, y la bigotera es solo incipiente, muy pequeña aún. Por su parte, el iris de sus ojos es bastante grisáceo, mucho menos claro y llamativo que el de las fases posteriores.


En la siguiente imagen vemos a un "joven" de año y medio de edad, es decir, de 2º año calendario, puesto que está fotografiado también en septiembre. Esto lo incluiría en la fase 1.2, con pocas diferencias respecto de los pollos del año, pero significativas. Por un lado, podemos ver claramente que el iris del ojo se ha aclarado bastante, siendo en este ejemplar mucho más llamativo. Además, ha perdido casi por completo el moteado de las partes inferiores y calzas (alguna mota se le nota todavía en estas últimas), así como el escudo dorsal blanco, que se ha vuelto muy difuso (y que aquí tampoco podríamos apreciar por la perspectiva de la imagen). Las numerosas plumas cobertoras blancas que salpicaban al ejemplar anterior casi han desaparecido en este otro espécimen. La bigotera por su parte, está más desarrollada.




Aquí os presento ahora a Paola, una hembra que contaba con una edad de 2'5 años (fase 2.1) en el momento de hacerle la fotografía de debajo, es decir, de tercer año calendario, o lo que denominaríamos un ejemplar "inmaduro". Esta hermosa señorita había nacido en 2010 y fue marcada el 9 de noviembre de 2011 en las gargantas de Escuain (Huesca). En ella podemos observar varias diferencias en comparación con la librea del joven anterior. Por ejemplo, observamos que las plumas de la cara se le empiezan a aclarar, además de que el contraste de la cabeza y cuello negros con los tonos marrones más claros del pecho y partes inferiores ha aumentado notablemente. En esta ocasión podemos comprobar cómo gran parte de estas plumas de las partes inferiores están teñidas de naranja por los conocidos baños ferruginosos de los que disfrutan a menudo, pero no tiene porqué ser necesariamente siempre así. El iris ya es blanco amarillento del todo y, por lo tanto, mucho más llamativo que un año antes, junto al conspicuo anillo rojo esclerótico. Aunque no se pueda apreciar en esta posición, el escudo dorsal blanquecino ya ha desaparecido por completo a esta edad.

En la actualidad Paola está establecida como territorial y reproductora en la provincia de Huesca, contando ya con más de 11 de años de vida, siendo en 2020 la última vez que se obtuvo alguna referencia de su localización.




Las dos fotos siguientes corresponden a dos ejemplares "subadultos" (fase 2.2) de 4º año calendario. La cosa va cambiando, ¿no? Estos dos ejemplares ya tienen una librea que se acerca bastante a la definitiva de los adultos. El mayor cambio respecto de la fase anterior quizás sea el color de las plumas de cabeza y cuello, que han dejado de ser negras casi por completo para volverse más o menos blancas. Este plumaje negro que presentaban en las fases previas a modo de capucha se va aclarando progresivamente, manteniéndose en la base del cuello durante más tiempo; así, cuello y cabeza se salpican aún con algunas plumas oscuras. Estamos hablando, pues, de un plumaje de transición al definitivo. Aunque aún tienen que aclararse mucho más, los tonos generales de partes inferiores y calzas son también más claros que en las fases previas. Aunque al ejemplar de la primera de estas dos fotos de fase 2.2 apenas se le aprecian las clásicas plumas grises con el raquis blanco en espalda y alas, al segundo ejemplar sí que se le pueden observar mucho más evolucionadas, fácilmente diferenciables en la articulación del ala.




Los ejemplares denominados "adultos imperfectos" corresponden a individuos de 5 o 6 años calendario. Son identificados como de fase 2.3 y a cierta distancia no son fáciles de distinguir de los adultos. Como podemos observar, a pesar de que pareciera un plumaje definitivo, lo cierto es que presenta numerosas imperfecciones. Por ejemplo, aún mantiene bastantes plumas escapulares y supracobertoras de tonos marrones -típicas de los subadultos- mezcladas con las clásicas plumas pizarrosas propias ya del plumaje de definitivo, tan chulas con el contrastado raquis blanco. Por su parte, en las partes inferiores (pecho, vientre y calzas) también se mantienen aún algunas plumas oscuras que vienen a "ensuciar" la apariencia cremosa de estas partes del animal.   



¿Y qué se puede decir ya de este bellezón ahuecando sus plumas? El "adulto" corresponde a la fase 3, y son animales de 7 años calendario o más. Aquí ya observamos que todas las plumas superiores se han vuelto de color gris ceniza por completo, con los raquis de cada pluma blancos, lo que produce un dibujo espectacular de rayitas contrastadas sobre un fondo de pizarra. Ha desaparecido cualquier rastro de plumas marrones. La coloración de la cabeza y las partes inferiores puede oscilar entre el blanco y el naranja, en función de la cantidad y frecuencia con las que el individuo realice los famosos baños cosméticos en lodos ferruginosos, pudiéndolo comprobar comparando los tonos de este ejemplar con los de otras imágenes de esta misma entrada. De hecho, el blanco o crema es el color real de las plumas de las partes inferiores del quebrantahuesos. Así, este ejemplar, por ejemplo, tiene principalmente teñidas de naranja las plumas de la garganta, que serían del mismo tono crema que el resto del plumaje si no estuvieran tiznadas. Algunos individuos presentan, además, un fino collar negro, más o menos cerrado y marcado, en el pecho.



La reproducción será, sin duda, otra cuestión en la vida del quebrantahuesos que sorprenderá a más de uno, abarcando un amplio período de tiempo que puede superar el año hasta la completa independencia de los pollos: la emancipación definitiva puede suceder en diciembre o enero cuando los progenitores ya están incubando nuevamente. Como otras grandes rapaces, el quebrantahuesos es muy territorial, defendiendo de otros congéneres un espacio de entre 100 y 300 kilómetros cuadrados, y situándose los nidos entre parejas a distancias que pueden oscilar entre los 3 y los 28 kms. En este territorio la unidad reproductora puede mantener varios nidos que usa de manera alternativa. Estos suelen estar ubicados en oquedales o repisas muy bien protegidas de las inclemencias meteorológicas, en paredes más o menos inexpugnables de áreas montañosas bastante agrestes, no en vano se trata de una rapaz muy ligada a la alta montaña, viviendo en, entre otras cordilleras, el Himalaya, el Karakorum, el Hindu Kush, el Cáucaso o los Alpes, lo que nos hará comprender la enorme adaptación que presenta a las difíciles condiciones ambientales de las grandes alturas. 


En ellos ponen uno o dos huevos, aunque el importante número de días existente entre la puesta del primero y del segundo (de entre 5 y 9, con una media de 6 días) y que los progenitores comiencen siempre a incubar desde la puesta del primero de ellos, suele hacer que el desfase acabe, más pronto que tarde, con la muerte del más pequeño como resultado de la inanición o las agresiones de su hermano mayor. Este hecho ha sido aprovechado por los equipos de biólogos y veterinarios que trabajan en la conservación de la especie para la extracción de uno de los huevos de algunos nidos con destino a los programas de recuperación y reintroducción, siendo incubados artificialmente y alimentados por el hombre hasta sus primeros vuelos, y posteriormente mediante los ya conocidos comederos (PAS). Mediante una técnica denominada "hacking" -hoy en día con unos protocolos muy elaborados- se cría a los pollos en instalaciones adecuadas sin contacto visual con el ser humano, siendo posteriormente trasladados a grandes jaulones ubicados en plena montaña en aquellas áreas o regiones que se quieren repoblar. Aprovechando la filopatría que presenta esta rapaz, es decir, la tendencia a establecerse de un modo definitivo y reproducirse en las zonas donde el individuo ha nacido y/o crecido, los animales criados artificialmente por el hombre regresan a estas montañas años más tarde, cuando alcanzan la madurez sexual a partir de los 7 años de vida. De este modo la especie ha regresado, con nuestra ayuda, a Cazorla y Picos de Europa.


En la actualidad el seguimiento y la monitorización de la especie en Los Pirineos está aportando valiosa información sobre los patrones de dispersión, las áreas importantes de alimentación o los peligros a que se enfrentan, por ejemplo, lo que resulta necesario para poder atajar los problemas que puedan afectar a la especie y gestionar cualquier situación. Debajo podemos ver a María, una hembra nacida en la primavera de 2011 y marcada el 7 de julio del mismo año en las gargantas de Escuain (Huesca), que portó además un arnés GPS durante 20 meses (en la primera de las fotos se le aprecia la antena emergiendo de las plumas de su espalda, y en la segunda se ve el propio dispositivo), hasta que dejó de emitir en febrero de 2013. La pude fotografiar en septiembre de 2012, por lo que presentaba el plumaje propio de un individuo de año y medio de edad (fase 1.2, 2º año calendario). Tres años después de que yo le hiciera estas y otras cuantas fotografías no muy lejos del lugar de marcaje, murió en septiembre de 2015 en el Pirineo francés, al chocar contra el tendido eléctrico que une Bujaruelo, Gavarnie y Gedre, también a muy pocos kilómetros de distancia de donde posó para mí.



Son aves generalmente monógamas, pero en Los Pirineos se dan con una cierta frecuencia poliandrias, o lo que es lo mismo: tríos reproductores compuestos por un par de machos y una hembra. En 1997 y 2003 se localizaron en la misma cordillera sendos grupos reproductores compuestos por cuatro ejemplares (tres machos y una hembra), y en otra ocasión se identificó un trío poligínico -dos hembras y un macho-. Aún no existe un consenso sobre los motivos que provocan estos casos de reproducción colaborativa o poliándrica, pero, dado que van aumentando con los años al mismo tiempo que lo hace el número de individuos en zonas consideradas óptimas, pudiera estar relacionado con la saturación de los mejores territorios, que son donde se concentran las mayores densidades de la especie. Otra opción que se baraja es que sea una estrategia de los machos "subordinados" relacionada con la consecución de un territorio adecuado y la posibilidad de heredarlo en el futuro, más que con la reproducción en sí misma. O lo que es lo mismo, con la adquisición de un territorio con recursos tróficos suficientes que aseguren su supervivencia, siendo la propia reproducción algo, quizás, secundario.


Poder ver llegar a estas bestias pardas de frente, con esos ojos que parecen te miraran a ti en vez de al punto donde van a posar sus garras en el borde del roquedo, es un privilegio. Y lo es no solo por la hermosura que derrocha el animal y que nadie puede discutir, sino por el estado crítico de conservación en el que se haya. Los pocos ejemplares con que cuenta la especie en Europa (en 2020 el IREC-CSIC estimó para el conjunto de Los Pirineos -Francia, Andorra y España- unas 180 unidades reproductoras), y los escasos lugares en donde los podemos observar de manera habitual en nuestro país son los culpables de que disfrutar de su presencia no tenga precio. La especie llegó casi a extinguirse a mediados del siglo pasado como consecuencia de la pérdida de hábitat, los tendidos eléctricos y el paulatino abandono de la ganadería extensiva tradicional, pero sobre todo por el uso del veneno y la persecución directa mediante la caza. Una vez más no podemos por menos de hacer notar que la actividad cinegética está detrás, de una manera o de otra, de las situaciones críticas en la que se encuentran actualmente muchas especies ibéricas (oso, lince, grandes rapaces, visón europeo, avutarda, sisón, urogallo, perdiz pardilla, cigüeña negra, cerceta pardilla, malvasía cabeciblanca, pardela cenicienta, foca monje, marsopa común, ...), cuando no directamente de la extinción de otras, recuérdese el cercano caso del bucardo (Capra pyrenaica pyrenaica), por ejemplo, que habitaba las mismas montañas que hoy recupera el quebrantahuesos, o el sangrante y vergonzante para toda la humanidad de la norteamericana paloma migratoria (Ectopistes migratorius), que pasó en menos de un siglo de contar con ¡¡miles de millones!! de individuos -algunos bandos llegaban a oscurecer el cielo a su paso- a la completa extinción. 


En la actualidad, gracias a los grandes esfuerzos económicos y humanos dedicados a su recuperación podemos decir que el quebrantahuesos ha mejorado notablemente su estado de conservación, aunque no podemos cantar victoria, ni mucho menos. De hecho, continúa habiendo diversos factores que nos obligan a ser prudentes. Por ejemplo, el aumento del uso del veneno en nuestros campos debe alarmarnos seriamente, así como la saturación de las mejores regiones montañosas. Esto puede estar detrás precisamente del aumento en los últimos años de esos grupos reproductores poliándricos, hasta constituir el 27'8 % de las unidades reproductoras en el año 2018, algo que décadas antes era mucho más anecdótico, o quizás incluso inexistente si retrocedemos más aún en el tiempo. La marcada dificultad que tiene la especie para expandirse a nuevos territorios debido a la ya mencionada filopatría, así como su pobre éxito reproductor hacen que los avances sean demasiado lentos. Si bien los ejemplares alcanzan la madurez sexual con 7 años de edad, lo cierto es que las parejas reproductoras generalmente no sacan adelante ningún pollo hasta, al menos, los 11 años de vida; a veces incluso más aunque hayan existido intentos previos de nidificación, con cópulas incluidas. Pero, además, un número muy importante de parejas tampoco sacan adelante ningún pollo en muchas de las temporadas reproductoras. Muchos de los huevos no son fértiles, lo que con toda probabilidad deriva de la baja variabilidad genética de la especie, tras superar el cuello de botella genético de los peores años del siglo pasado. Conseguir intercambio de ejemplares entre las distintas poblaciones existentes en Europa, Oriente Medio y Asia de la subespecie que habita en estas regiones -G. b. barbatus según algunos autores, G. B. aureus según otros, y una sola especie según terceros investigadores en base a análisis genéticos- redundaría en beneficio de la misma en todos los aspectos. Esto implicaría acuerdos de colaboración entre países, algo que no siempre resulta sencillo.


El futuro de la especie es más halagüeño que el de hace cuarenta años, es cierto, pero ... factores estocásticos podrían hacernos retroceder con rapidez lo que nos ha costado medio siglo recuperar. Sin ser pesimistas, hay que ser, no obstante, prudentes ante euforias anticipadas.

Profundizando en la evolución reciente del quebrantahuesos, podremos ver que la especie ha recuperado tanto número de territorios, como espacio geográfico, ejemplares reproductores y población total. Si bien esto es motivo de satisfacción, no es menos cierto que hay señales que hablan de una importante ralentización en los avances. Pero primero los datos. El primer censo del que yo tengo referencia data de 1979 cuando Rafael Heredia estimaba en 19 las parejas reproductoras en la fachada española de los Pirineos. Como podemos adivinar todos, se trata de una cifra críticamente baja para la salud genética de la especie, lo que al final puede ser determinante en su evolución a medio y largo plazo. Por aquella época aún se dejaban ver por Cazorla algunos individuos y, puesto que el último ejemplar de la zona murió envenenado en 1986, es fácil suponer que aún a finales de los 70 existirían algunos episodios de reproducción en Andalucía. En 1988 las CCAA pirenaicas realizaron censos de la especie con metodologías comparables que identificaron 25 unidades territoriales (UT) con, al menos, 18 reproducciones (UTR). 30 años más tarde, en 2018, fueron 126 UT con, por lo menos, 86 UTR. El aumento es patente y habla de un cierto éxito de la Estrategia de Conservación del Quebrantahuesos en España, aprobada por el gobierno español en 2000.


Sin embargo, siempre hay algún pero: hay tres indicadores que nos hacen contener el entusiasmo. En primer lugar, se viene observando una ralentización en el incremento de la fracción (el porcentaje) reproductora de la población, lo que puede estar provocando a su vez ese aumento del número de unidades familiares poliándricas, como ya apuntábamos más arriba, las llamadas "unidades de cría cooperativa" por los expertos. Este dato lo obtenemos del bajo número de UTR (86) del total posible (126), porcentaje sin duda muy bajo. En segundo lugar, esto sucede a pesar del aumento del número de ejemplares adultos, o dicho de otra manera: hay más adultos pero el porcentaje de ellos que se reproducen del total de la población se ha reducido. Y en tercer y último lugar, ha disminuido la productividad de las parejas reproductoras. En base a los datos registrados en 2018 la productividad fue solo de 0'33 pollos volados por UT/año, con un éxito reproductor de 0'47 pollos volados por cada UTR que inicia la puesta (86), y con una Tasa de Puesta que se viene manteniendo en 0'68 % de las UT.


El resultado de todo esto es que el número de pollos que vuela cada temporada se viene manteniendo estable a pesar del aumento de unidades reproductoras, lo que deriva en el envejecimiento de la población al ser una especie con tasas de supervivencia muy elevadas y muchos años de vida, así como una muy baja fecundidad. La baja capacidad dispersiva de la especie cuando llega el momento de reproducirse provoca el aumento de las densidades, su saturación e incide en la disminución de dicha fecundidad. 

En resumen, podemos decir que desde que se aprobara la Estrategia para la Conservación del Quebrantahuesos en España en 2000, se ha podido comprobar que el crecimiento anual del número de territorios se ha ralentizado, que el éxito reproductor y la productividad han disminuido, y que la tasa de puesta no varía.

¡¡Menudo cóctel!!

Como vemos, la especie seguirá siendo merecedora de un meticuloso seguimiento durante mucho tiempo, así que ... desconfiad de los datos fríos tan optimistas que a veces nos llegan desde instituciones implicadas en su conservación y que mueven tanto dinero. Hablar solo del número total de individuos puede ser una manera efectiva de maquillar una situación real bastante menos optimista, o una manera burda de ponerse medallas para justificar las inversiones realizadas. Sería muy deseable, además de justo, que públicamente se informe al ciudadano tanto de los avances como de los problemas respecto del estado de conservación de esta y otras especies para las que se dedican tantos y tantos esfuerzos humanos, así como recursos económicos públicos.

Volver a disfrutar de esta hermosura emplumada sobre los cielos de todas nuestras montañas ibéricas depende en parte de nosotros, de que cuidemos de nuestros ecosistemas alpinos y de que sepamos aprovechar esta nueva oportunidad que nos ha brindado la especie que, como un ave fénix, parece haber renacido de sus cenizas, cuando su extinción parecía ya inminente. El buitre águila, el buitre barbado, el buitre de barro, ... el ave fénix. La rapaz más hermosa de Europa.