Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

6 de septiembre de 2013

Control biológico de plagas

Clarea suavemente un nuevo amanecer cuando ya llevamos cerca de media hora sentados dentro del hide, esperando. El elanio azul (Elanus caeruleus) es una rapaz que gusta de cazar con las primeras luces del alba, lo que nos obliga a madrugar mucho para estar instalados en el lugar cuando todavía es noche cerrada. Y dicho y hecho, no ha amanecido aún cuando, entre luces y sombras, llega furtivamente un miembro de la pareja a uno de sus posaderos habituales con el primer topillo de la jornada entre las garras. Inmediatamente se dedica a la tarea de desayunarlo, despeluchándolo y engulléndolo a grandes trozos. Tarda solo unos pocos minutos en despachárselo, tras lo cual reposa tranquilo en la rama podada de la encina, observando cómo salen los primeros rayos de sol.



Unos minutos después desaparece en busca de más comida, al tiempo que la luz se va volviendo más fría y la temperatura más cálida. El posadero no permanece mucho rato vacío, y nosotros no tenemos mucho tiempo para distraernos por las ventanucas de nuestros escondrijos. Poco tiempo después aparece de nuevo uno de los elanios con otro ratón. Y después vienen con otro más, y con otro, y otro. Intento imaginar los que, además, se comerán en cualquiera de los otros posaderos que mantienen en las cercanías y que no se encuentran al alcance de nuestra vista desde la posición en la que nos encontramos camuflados.








Una vez comida la presa emplean un rato en acicalarse meticulosamente, prestando especialmente atención al pico -ganchudo y extremadamente afilado y largo-, el cual frotan repetidamente contra la corteza de una rama para limpiarlo de restos de pelo y sangre. En ocasiones, cuando se han comido el ratón en otro posadero, regresan a este en concreto para limpiarse el pico en su rama, lo que nos permite observar que mantienen una serie de costumbres que los hace previsibles, algo que puede resultar muy útil para el trabajo fotográfico. Después del pico le toca el turno a las garras, a las cuales libran de cualquier resto de alimento con la ayuda del pico.



El elevado número de topillos capturados nos hace pensar y calcular en el volumen tan formidable de micromamíferos que pueden llegar a eliminar en el transcurso de un año, con el período reproductor de por medio, y teniendo que alimentar a cuatro o cinco insaciables, hambrientos y exigentes polluelos. En estas fechas en las que sus vástagos hace mucho tiempo que se independizaron, la pareja sigue manteniendo frecuentes cópulas y compartiendo sus cazaderos y posaderos. Así pues, por la mañana fácilmente podremos observar cómo se zampan entre el macho y la hembra al menos cinco, seis o siete pequeños roedores antes de relajarse y dedicar más tiempo a descansar, observando y defendiendo si fuera necesario su cazadero. Así pasan las horas centrales del día, a veces muy calurosas a estas alturas de finales del verano. Esta ausencia o disminución de acciones predatorias en el meridiano de la jornada probablemente sea la respuesta a la mayor inactividad de topillos y otros pequeños roedores en los momentos centrales del día.






Imperceptiblemente el sol ha ido dibujando su arco diario en la bóveda celeste y las luces de un nuevo atardecer vuelven a calidecer las imágenes que el fotógrafo va buscando. Nuestra pareja de elanios azules reactiva sensiblemente su actividad y de nuevo se emplea a fondo en la captura de nuevas presas, mientras nosotros cruzamos los dedos para que decidan comerlas en el posadero que nosotros vigilamos. Dentro de nuestro habitáculo nos ponemos el forro polar nuevamente y esperamos con ansiedad que tengan a bien posarse una última vez con los últimos rayos del sol. Y no nos fallan hoy tampoco. Tan solo cuatro minutos posado, suficiente para irnos a casa con el recuerdo imborrable de haber compartido con estos infalibles controladores de plagas unas cuantas jornadas inolvidables. Cuatro minutos suficientes para marcharnos con la imagen de esos inmensos ojos de intenso rojo sangre grabada en nuestras retinas.



2 comentarios:

  1. Hola Jesus.
    No conocía tu Blog asíque te hallado a mi lista, la entrada esta y la anterior de traca de mi bicho preferido con las Avutardas, has conseguido un gran trabajo y unas fotos buenísimas una gozada para la vista. Un saludo desde Zumaia.

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    1. Gracias José María,

      Es todo un placer leer tus palabras, sobre todo conociendo tu trabajo y observando tus imágenes. Cierto, el elanio azul es una rapaz maravillosa, con esa mirada impenetrable que tiene. Poco a poco iré subiendo algunas fotos a fotonatura. Nos vemos virtualmente por allí.

      Un saludo desde Salamanca

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