Como un paparazzi robo fotos, escasas pero de un gran valor para mí precisamente por lo costoso de su obtención, ya que se pasan las horas y las jornadas con el único fruto de unos escuálidos retratos, cálidos con un mar de colza de fondo. Mi amiga la rubia (Oenanthe hispanica) no se deja, no quiere dejarse. Se hace la remilgona y se pasea por donde no debe, restregándomelo con sus gorjeos y haciéndose desear. A ella le gusta. A mí no, a mí me cabrea porque pienso si compensa. Y mira que se lo tengo dicho, que no pasa nada, que amplíe horizontes y se acerque por mi barrio, que es tranquilo y por allí solo encontrará buena gente (a mí). Pero nada, que dice que no, prefiere el suyo, mucho más concurrido, jaleoso y popular. ¡Será caprichosa!
Si estas fotos son de pasear por las calles de las afueras de tu barrio... no quiero ni pensar qué nos enseñarías si paseara de tu mano...
ResponderEliminarSaludos desde el norte.
Gracias, pero la tengo que embaucar del todo, aún no le he podido hacer lo que llamaríamos una verdadera "sesión de fotos". Habrá que insistir hasta obtener la recompensa definitiva.
EliminarUn saludo desde estos paisajes mediterráneos.
Pues están preciosas. Saludos.
ResponderEliminarGracias por tus siempre optimistas y amables palabras.
EliminarUn beso.