El viejo Portugal nos recibe con la belleza de lo cotidiano, de la vida real, del pulso del día a día, sin artificios para el visitante, ni pompas, ni alardes. Sin escaparates. Sin complejos, sin miedos ni trastornos. De frente.
Azules, rojos, verdes, blancos, se entremezclan con el musgo, la humedad, los desconchones y los mohos, con el abandono y el olvido, con el descuido, el desamparo y la soledad, en una mezcolanza por la que paseo mi mirada y mi objetivo, en pos del detalle, del rasgo o el gesto del lugar. De su alma decadente, de su atmósfera cansada y mortecina. El viejo Portugal, vecino apegado, tan próximo, tan cercano, a un paso de nosotros.
Nunca me defrauda.
Portugal me encanta. Saludos.
ResponderEliminarPortugal es un país espectacular, con un riquísimo patrimonio etnográfico y cultural. Eso, unido a la amabilidad de sus paisanos, hace que recorrer el país vecino siempre entrañe agradables e inolvidables recuerdos.
EliminarUn saludo.
Magnificas fotos del país vecino Jesús.
ResponderEliminarSaludos
No es difícil hacer fotos medio decentes en sus aldeas y castillos, vasta con tener sensibilidad para observar.
EliminarUn abrazo José R.