Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

12 de junio de 2016

El pechi

Y como colofón de lo mencionado en la entrada anterior, volvemos al encuentro del más emblemático pajarillo de los piornales del centro peninsular, como cada una de las tres últimas primaveras. Se trata, evidentemente y como no podía ser de otra manera, del pechiazul (Luscinia svecica), especie-icono de entre las pequeñas aves de la alta montaña gredense. El "pechi" para los amigos.

Si el año pasado esta especie nos dio cruelmente esquinazo en todas y cada una de las jornadas en que lo buscamos, en esta oportunidad hay que decir que se ha comportado mínimamente bien, permitiéndonos finalmente guardar en el archivo un pequeño puñado de fotos decentes, que en su conjunto han compensado los kilómetros realizados durante las sesiones de trabajo que hemos intercalado a lo largo de unos intensos diez días. Reseteo pues el mal sabor de boca que nos dejó la temporada pasada, y en esta de dos mil diez y seis, tras emplear dos jornadas de prospección en una zona nueva en la que pude localizar varios ejemplares y en las que ya dejé preparado el escenario en donde se iban a desarrollar las siguientes sesiones, dedicamos tres tardes laborables a entendernos con este inquieto passeriforme otros dos fotógrafos y yo mismo.

Este año he tenido la sensación de que quizás la sierra nos ha recibido con un cierto retraso en la floración respecto a primaveras anteriores, seguramente como consecuencia de la climatología tan variable e inestable que hemos tenido las semanas previas. Fruto de ello ha sido la escasez de piornos amarillos durante los primeros compases del período reproductor del pechiazul que nos facilitaran un "plató" atractivo, con posaderos y fondos representativos de lo que es la primavera en estas montañas. Que caracterizaran, en definitiva, estos paisajes, que nos ayudaran a describirlos, a pintarlos. Muy por el contrario, el aspecto general de todas las laderas era masivamente verde. Sea como fuere, una vez seleccionado y acondicionado el escenario, "el pechi" acudió a la cita con mayor o menor fortuna a lo largo de las tres tardes y nos permitió aprender un poco más sobre su conducta, querencias y hábitos, experiencia que, sin duda, sabremos aprovechar en el trabajo de campo en temporadas próximas. Y mientras los clics de las cámaras suenan en cortas ráfagas, él se dedica a buscar aquí y allá comida, picoteando por la pradera en busca de larvas, cantando desde sus posaderos habituales, volando de un lado a otro, llevando cebas al nido y, cómo no, haciéndose de rogar pero posando para nosotros de vez en cuando. Muy de vez en cuando.

Y como tampoco podía ser de otra manera, amigos, siempre me quedo con ganas de más.











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