Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

25 de diciembre de 2023

El Apocalipsis

Es lo que parecía al ver aquella escena con aquel color más propio de una tormenta de arena del desierto que de un trocito de costa noruega, acentuado también, por qué no decirlo, con un balance de blancos personalizado. El Apocalipsis se adueñó del litoral hasta el extremo de hacerlo desaparecer por unos momentos. Es la ruleta rusa de estar en el momento preciso en el lugar perfecto. ¡Cuántas veces habremos llegado tarde a escenas que hubieran marcado la jornada! O, por el contrario, demasiado pronto y nos habremos marchado de allí con fotos meramente testimoniales. Infinidad de ellas, seguro. Pero cuando se alinean todos los astros puede llegar el Apocalipsis que nosotros estaremos preparados para sacarle partido.



Cuando hablamos de las duras condiciones de vida que la fauna del Ártico debe soportar no es un modo de hablar eufemístico, es la cruda realidad de su día a día. Siguiendo el ciclo anual, la llegada del otoño implica un problema añadido para la supervivencia de las criaturas que viven en estas latitudes, donde la climatología y las escasas horas de luz diurna no ayudan a llevar una vida cómodo y sencilla. Y esa dificultad resulta, además, muy severa. Viento, lluvia, nieve, frío extremo, y escasez de alimentos y dificultad para encontrarlos harán que las enfermedades y/o la debilidad física se cobre su peaje entre algunos de los habitantes salvajes de estas regiones. Muchos no lo conseguirán y no serán capaces de ver la nueva primavera. 


Es posible que estas fotografías simbolicen o no la dureza de la vida en esta parte del globo, pero seguro que al menos sintetizarán la belleza extrema que esa naturaleza dura y salvaje nos regala.


Abrir plano en la imagen siempre será interesante y me parecerá fundamental para mostrar el entorno en su conjunto, aunque luego nos quedemos con los detalles pequeños. La carretera medio helada que culebrea por la isla de Andoya nos permite parar en un apartadero y disfrutar del espectáculo que nos ofrece el Ártico. Los extraños tonos cálidos, casi saharianos, de la tormenta y sus cortinas de agua contrastaban a no demasiada distancia con los fríos del cielo y el propio Atlántico, más al sur, a la izquierda de la fotografía. Como contrastaban la paz y la calma que transmitía la superficie del mar con los dramáticos nubarrones del cielo. Esto es el Gran Norte, contrastes, momentos espectaculares, luces limpias, y una acumulación de momentos irrepetibles que se apelotonarán en nuestros cerebros y saturarán nuestras retinas.

Hemos parado en la pequeña carretera en medio de ninguna parte. Hacia el interior de la isla la tormenta se adentra sobre una lago helado. Nieva suavemente y el cielo parece haber desaparecido por completo, aunque un tenue arco iris nos recuerda que no, que el sol sigue existiendo en alguna parte por encima de nosotros.



Y si en su búsqueda giramos sobre nuestros pies y damos la espalda a la tormenta, la paz y la tranquilidad invaden el paisaje. El contraste no puede ser más brutal. Una paz increíble que nada tiene que ver con el cielo que ahora tenemos a nuestra espalda, es su antítesis personificada, hecha realidad. El sol existe y parece insuflar esperanza a la vida. Retazos de un cielo azul se reflejan en un espejo salpicado de rocas.

A veces la tempestad y la calma vienen juntas de la mano.


2 comentarios:

  1. Dura, hermosa, espectacular naturaleza sintetizada en esta serie de fotografías maravillosas. Un saludo.

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    1. Así es, hermosa y dura la naturaleza en el norte, a partes iguales. Pero a la vez llena de vida, de una vida sorprendente y extraordinaria. Un saludo, José.

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