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31 de octubre de 2021

La sandez de la semana

 "Sandez": 1. f. Despropósito, simpleza, necedad.

Se entiende por sandez un dicho o un hecho necio, torpe o poco adecuado, que le falta razón o inteligencia, siendo una palabra que deriva de "sandio" y el sufijo "ez", y que, a su vez, significa "hecho o dicho inoportuno, sin sentido, razón o lógica". En algún diccionario de sinónimos aparecen para esta palabra los siguientes: tontería, majadería, estupidez, idiotez, bobería, despropósito, necedad, simpleza y desatino.

Pues bien, la sandez de la semana se la tenemos que adjudicar a todo un señor con estudios que contesta públicamente con un enorme dogmatismo a un periodista del diario castellano leonés El Español. Nuestro inefable personaje se llama Luis Alberto Calvo, y es, nada más y nada menos, que el Presidente del Consejo General de Veterinarios de España. En la entrevista, publicada el 26 de este mes que ya termina, no deja de hacer política de derechas contra el gobierno español (está en su derecho, faltaba más) y, aunque nunca concreta nada específico, critica la nueva Ley de Protección Animal por populista (según sus palabras), así como la gestión de la pandemia por parte del Gobierno por no haber contado con los veterinarios para la misma. En una contestación dice textualmente: "Es muy difícil -haciendo referencia a si se entiende la necesidad de la nueva Ley de Protección Animal- porque en el momento de que hablas de derechos de los animales ya está perdido porque si hablas de derechos también deben tener obligaciones. Es verdad que la Ley define que derechos son las obligaciones que tienen las personas con los animales. Pero tengo la impresión que es la traducción de normativas que hay en otros países más avanzados que nosotros en ese tema y hablan de seres sensibles y sintientes". Es un párrafo para analizar. ¿Tiene este señor algún problema en reconocer que los animales son seres sensibles y sintientes?, ¿o es que no lo son, acaso, en su opinión?, ¿no sienten dolor físico y/o emocional como nosotros? ¿Y existe, además, algún problema por ponernos a la altura de países más avanzados que nosotros en esta materia? Si la Ley define que los derechos de los animales son nuestras obligaciones con ellos ... entonces ¿a qué viene esa apreciación de que no les podemos dar derechos porque no tienen obligaciones? Habla de que "Hay que hacerla -la Ley- más sencilla, menos prohibicionista, menos agresiva y populista". Populista dice el hombre; solo le ha faltado decir que se la han comprado a Venezuela.

En fin, buena parte de las respuestas en la entrevista tienen el mismo enfoque dogmático, y sobre la gestión de la pandemia sigue en la misma tónica, dolido porque no se ha contado con ellos para gestionarla: "No hay nada. ¿Qué fue lo más fácil? Todo el mundo a casa. Lo que había que haber hecho era empezar a hacer analíticas desde el primer momento para descubrir a los que tenían la enfermedad. Pero lo que hubo fue un desorden absoluto". Con lo sencillo que era solucionar una pandemia mundial, ¿no?, y lo complicado que lo hizo nuestro Gobierno. Si bastaba sencillamente con haber hecho una analítica a más de cuarenta millones de personas. Muy inteligente, sobre todo teniendo en cuenta lo responsables que son el total de esos cuarenta millones de personas, que habría que haber hecho las analíticas en muy pocos días para evitar la propagación de la enfermedad durante el plazo de tiempo en el que se tomaban y analizaban esas analíticas, y que sabíamos, además, mucho de la enfermedad y de su transmisión. Lo verdaderamente raro es que no optaran por "su solución" ningún otro país del mundo, ¿no?. Sí señor, ¡chapeau!, se ha lucido el Sr. Don Luis Calvo.

Pero me ramifico muuuucho y me distraigo, perdón. No era por estas frases u otras similares por las que escribo sobre este personaje. Es por lo que responde sobre la nueva protección del lobo ibérico (Canis lupus signatus) cuando el periodista le pide su opinión al respecto. Su respuesta es la siguiente:

"Nosotros queremos proteger al lobo, pero nos interesa más la protección de las personas. El lobo puede convivir con las personas, pero cada uno en su sitio. El problema es si el lobo prolifera y se mete en el entorno urbano y agrede a otros animales o personas. Que a nadie se le olvide que el lobo es un animal precioso, pero si tiene hambre se puede comer a un niño. Hay que cuidar al lobo en su hábitat".

Además, cuando le pregunta sobre si piensa que corre peligro la especie, sentencia: "Ninguno. Hay que tenerlo controlado durante el año y que haya equipos y sepan donde están."

¡¡¡Por favor!!! ¡¡¡Cómo es posible decir semejante número de sandeces en poco más de un párrafo; que le den un premio a este señor!!! La primera frase demagoga es la misma que dirían los que NO quieren protegerlo. La segunda la que siempre está en boca de los amantes del gatillo y que constantemente piden su eliminación. La tercera, además de los anteriores colectivos, es la necedaz que oiríamos en labios de un verdadero ignorante de la biología y comportamiento animal. La cuarta barbaridad es la que escucharíamos de boca de un provocador de fake news, eso sí, consciente del mal que está provocando para la especie y para la resolución del conflicto social que lo rodea. La quinta simpleza la diría aquel que lo quiere muy lejos de la sociedad humana, poco menos que apartados como apestosos en el Ártico, puesto que el resto de ecosistemas del holártico están ocupados por nosotros. Y la última la diría quien, en su fuero interno, reconoce que el control a tiro limpio es su modo de conservar al cánido, pero públicamente no lo quiere admitir.


Siento decirlo, pero este señor ha demostrado ser un analfabeto integral sobre la especie, y el dogmatismo con que sentencia sus frases las vuelve peligrosas. ¿Cómo es posible que aún siga habiendo gente que diga que los lobos van a acabar comiéndose a un niño? ¿Es así como pretende que convivamos con la especie, metiendo cizaña y miedos infundados? ¿Y cuál es, entonces, el sitio del lobo y cuál el nuestro, según él? porque uno de los dos, entonces, parece que debería irse a vivir a un zoo y no salir de allí, dado que parece ser la única convivencia posible según sus conocimientos. ¿No propugna la ONE HEALTH mundial como un concepto promovido por los propios veterinarios?, pues si es así, no se entiende que la salud humana, animal y medioambiental sea una, y a la vez abogue porque el lobo no merezca la protección que se le ha otorgado en base -que no lo olvide este señor- a la opinión de un comité científico (o a lo peor es que, quizás, se trate también de un comité de científicos del gobierno venezolano).

Lo siento, pero hoy estoy muy enfadado para pensar en fotos. Aún así os voy a dejar una de este pequeño lobato al que ya habéis podido ver en otras entradas de este blog; seguro que todos comprenderemos que se trata de un animal "sensible y sintiente", sobre todo si le meten una bala en el costado. Un saludo a todos.



27 de septiembre de 2021

Parte del problema

Con la, deseada por unos y temida por otros, noticia de la protección del lobo en todo el territorio nacional y no solo al sur del río Duero, y la consiguiente prohibición de ser cazado, se ha dado un paso más en la normalización de nuestra relación con el medio natural. Peldaño a peldaño este país avanza hacia modelos más racionales de gestión ambiental acordes a los tiempos que corren, le pese a quien le pese.

El lobo ibérico siempre supuso un problema para el hombre. Antiguamente el enfrentamiento era una cuestión de subsistencia entre humildes hombres del medio rural y el depredador. Sin embargo, en nuestros días la confrontación se ha transformado notablemente porque, aún siendo posible una coexistencia real, la magnitud del problema, muy por el contrario, parece haberse acrecentado exponencialmente en vez de reducido. Al eterno conflicto, además, se han venido a sumar otros actores que hacen que la solución tenga un encaje más complejo aún. Por una parte, los defensores del lobo ponemos sobre la mesa nuestro análisis sobre la realidad del debate, basándonos -estoy convencido de ello- en datos contrastados; ahí están algunas de las entradas de este blog sobre el cánido para demostrarlo (El lobo y el ganadero, Lobos, furtivismo y la cuenta la vieja, La caza del lobo ¿de qué estamos hablando? o El lobo y el conflicto de las cifras, por ejemplo). Por otro lado, los medios de comunicación -en especial los de ámbito local o autonómico- tradicionalmente no han hecho más que echar una y otra vez leña al fuego, alimentando el sensacionalismo y la alarma, abusando de fotos truculentas o con titulares advirtiendo del inminente riesgo incluso para las personas, y haciendo bandera solo de una versión del problema. Por su parte, los sindicatos agrarios se han constituido en verdaderos profesionales del vocerío, con soflamas apocalípticas en las que llevamos décadas oyendo hablar de una inminente extinción de la ganadería por culpa del lobo, teatralizando una cuestión menor en una hipérbole que llega a ser ya cansina, y que llegaría a ser hasta cómica sino tuviera graves consecuencias de conservación para la especie, al tiempo que se olvidan de que las circunstancias que de verdad acosan al sector ganadero son otras muchísimo más serias, y que están relacionadas con los bajos precios del mercado, los altos costos de producción, la competencia desigual con los productos importados desde el extranjero, la globalización del sector y la ausencia de relevo generacional, entre otros. Y si éramos pocos a cenar se presentaron sin avisar las Comunidades Autónomas y sus inefables políticos; sí, esas administraciones y esos "servidores de lo público" que no han hecho sino enturbiar el ambiente hasta más allá del infinito. Y todo esto, por si no estaba el escenario ya suficientemente viciado.

En este caso la Junta de Castilla y Léon y su Consejería de Medio Ambiente no solo no es garante de la conservación de nuestro patrimonio natural (lo que vienen demostrando desde hace décadas cada vez que pierden un juicio en los tribunales de justicia) y, por lo tanto, despreciando el interés general castellano-leonés, sino que incluso tiene a bien manipular a la opinión pública con unos fines diametralmente opuestos a los de su cometido, a la vez que parece estar haciendo el trabajo que sería inherente a otras consejerías. No puede ser entendido de otra manera cuando airean a los medios de comunicación cifras desorbitadas del número de lobos que sobreviven en la comunidad completamente irreales.


El pasado día 22 veíamos en la televisión regional de Castilla y León este mapa de la comunidad en el que aparecían estas cifras impresionadas en la pantalla: 152 manadas de lobos al norte del Duero y 27 al sur, sumando en total 1.600 ejemplares de Canis lupus signatus que vendrían a demostrar, por un lado, su buena salud poblacional y su estado de conservación favorable, y, por otro, la expansión de la especie que tanto cacarean a la prensa y a los ingenuos que les quieren escuchar y creer. Vamos a ver, lo diré de un modo claro para que se me entienda: 

Esta cifra de lobos es FALSA.

En el último enlace que señalé arriba (El lobo y el conflicto de las cifras) indicaba el número medio de individuos por manada que manejan los distintos países para establecer el número total de lobos estimado para una población total. Esto se hace así porque resulta imposible censar lobos (no es un animal que se deje ver y contar). Para solventar el problema lo que se hace es intentar censar manadas -mucho más factible que contar individuos- y calcular por métodos científicos cuántos animales pueden constituir de media cada manada antes de los partos. Lo que se obtiene así es una estima aproximada de la población. Esto no sirve para saber cuántos lobos hay de forma tajante, pero sí para determinar otras cuestiones igual de relevantes, como si a lo largo de los años las poblaciones aumentan o disminuyen, en qué medida lo hacen, etc. En Escandinavia se estimó una media de entre 5 y 5'9 ejemplares por manada. En Finlandia 5'4. En Bilowiesza (Polonia) entre 4 y 5'3. En los Cárpatos, también en Polonia, entre 3'9 y 5'6. En Eslovaquia 5'7. En Francia 5'9. En el NW de Croacia entre 4 y 5 ejemplares, mientras que al sur del país entre 5 y 7. En el Cansentinesi italiano 4'2, y solo 3'7 en los Apeninos. En el vecino Portugal para la misma población que la nuestra 4'5 ejemplares por grupo.

Si ponderamos las medias usadas en Europa para determinar a su vez cuál sería la usada en nuestro continente nos sale una cifra de 4'9 lobos por manada.

Peeeero ... en España se han usado medias de entre 7'7 y 10'9 (o 8'4, dependiendo de la fuente). Por su parte, Castilla y León utilizó en su muestreo de 2000-2001 la exagerada cantidad de entre 8 y 10 ejemplares por cada clan familiar. Según el mapa que presentaron a toda la ciudadanía por la televisión 1.600 lobos campan a sus anchas por nuestra comunidad, repartidos entre 179 grupos familiares. Hacer la división es sencillo y enseguida veremos cómo nos proporciona una media de 8'9 lobos por manada. Como podemos ver todos, incluso los detractores de la especie, esto es sencillamente un claro caso de manipulación por parte de la Junta de Castilla y Léon.

De manual, vamos.

El resultado de esta maniobra es que la sociedad cree equivocadamente que hay casi el doble de lobos de los que realmente sobreviven en territorio castellano-leonés. Y lo cree porque se lo cuenta la mismísima Junta de Castilla y León. De hecho, si multiplicáramos la cifra media europea por el número de grupos que hay censados en TODO EL TERRITORIO ESPAÑOL la suma resultante aún sería bastante inferior a los 1.600 lobos que esta lamentable Comunidad Autónoma dice que hay ya en su territorio. En realidad en toda España habría unos 1.455 lobos. Esta manipulación malintencionada siempre ha estado dirigida a justificar la caza y el control letal de la especie, a aumentar la tasa de capturas anuales y a conseguir que la sociedad fuera condescendiente con ese terrible modelo de gestión.

Deplorable. La Junta de Castilla y León parece hacer entrado en un bucle sin fin contra la protección de nuestra biodiversidad, y parece haberse lanzado en barrena contra la especie, para lo que no ha dudado desde siempre en manipular la verdad.

Se han convertido en parte del problema, y no de la solución.

21 de septiembre de 2021

Reflexiones, el lobo y su nueva situación legal

Estos meses pasados hemos sido testigos de un hecho histórico en el amparo y defensa de la biodiversidad en nuestro país, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico acordó prohibir la caza del lobo al incluirlo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, el LESPRE, proporcionándole una cobertura legal con la que nunca antes había contado esta especie. Esta protección legal entrará en vigor a partir de mañana, día 22 de septiembre, tras su publicación hoy en el BOE.


Esta inclusión en el LESPRE no ha sido sencilla debido a la importante politización que rodea a este animal, pero al final así se acordó en base a varios aspectos fundamentales sobradamente razonados: 

1.- La situación de escasa protección de la especie así lo requería dada la repercusión que para ella representaba la persecución a que se veía sometida desde el ámbito rural, cinegético e institucional. 

2.- Dada la distribución territorial actual respecto de la histórica, cuando ocupaba todo el territorio nacional.

3.- Porque no es coherente -ni administrativa, ni biológicamente- que una especie se pueda gestionar de modo distinto en cada Comunidad Autónoma e incluso en países diferentes que comparten la misma población, como era el caso de la subespecie ibérica. A partir de este momento la población hispano-portuguesa de lobo ibérico tendrá una cobertura administrativa similar en ambos países. 

4.- Porque, además, constituye una parte fundamental de nuestro patrimonio natural y cultural español, y obviamente también portugués.

5.- Y en tanto es asumido que la biodiversidad de nuestros campos forma parte del patrimonio de todos los españoles, se hace incuestionable que todos los ciudadanos y todas las CCAA tenemos el mismo derecho a opinar sobre la inclusión o no de una especie en el listado, acordándose así finalmente la catalogación del lobo exactamente igual a como se hace con el resto de taxones (lince, oso, quebrantahuesos o cualquier otra especie de nuestra fauna), y muy al contrario de lo que las CCAA con presencia del cánido querían imponer, pretendiendo negar al resto de representantes un derecho constitucional que nos son inherentes.

6.- Porque siendo el ámbito agropecuario un sector económico fuertemente subvencionado con el dinero de todos los europeos no se puede entender ese empeño de administraciones autonómicas y ganaderos en impedir la opinión del resto de ciudadanos sobre la sostenibilidad ambiental de sus acciones.

7.- Porque objetivamente, desde el punto de vista de su estado de conservación tendría que estar incluida, no solo en el Listado desde hacía mucho tiempo (porque comparativamente con otras especies en situación similar, o incluso mejor, representaba una discriminación evidente), sino que incluso tendría que formar parte del Catálogo como Especie Vulnerable.

8.- Porque la evolución de la sociedad actual exige modelos productivos sostenibles ambientalmente, donde prevalezcan estándares de conservación de la biodiversidad más modernos y ambiciosos, así como administraciones que realmente custodien esta nueva visión de la sociedad, persiguiendo fórmulas que sean alternativas a la eliminación de fauna silvestre ante cualquier conflicto. 

9.- Y porque la persecución de la especie se ha demostrado ya históricamente ineficaz para minimizar los daños a la ganadería, poniendo en evidencia la necesidad de buscar opciones menos simplistas que la recurrente e inoperante muerte de ejemplares.


Con el paso del tiempo este hito histórico solo será comparable a la protección legal que representó la catalogación del lobo en 1970 como especie cinegética, lo que supuso la regulación a partir de entonces de los métodos y épocas en las que podía ser cazado (que no perseguido, puesto que su persecución ilegal ha sido y sigue siendo indiscriminada).

La paradoja que pudiera parecer el hecho de que incluirlo entre las especies cinegéticas lo salvara de una más que inminente extinción cuando contaba con una minúscula población de unos 200 ejemplares (Valverde, 1970), constituye un argumento esgrimido en la actualidad por las administraciones autonómicas para engatusar a la sociedad española y convencerla de que este modelo de gestión basado en su explotación cinegética es el adecuado per se, y que asegura no solo su conservación, sino incluso su expansión futura. Este análisis, sin embargo, se cae por su propio peso y ya no se sostiene ante el estancamiento que su población ha sufrido en las dos últimas décadas y del que hablábamos también en el link indicado arriba, en el párrafo anterior. En el artículo publicado por ASCEL, titulado Protección del lobo en Europa: tesis versus praxis, dejan patente cómo se recuperan de verdad las poblaciones de lobo cuando se las protege realmente prohibiendo su caza indiscriminada, y lo demuestran con los ejemplos de Polonia e Italia. No podemos por menos de recordar al público que todos los lobos que han llegado a Cataluña y Aragón en las últimas dos décadas lo han hecho desde Italia y no desde Castilla y León, País Vasco o la Rioja, obviamente mucho más cercanas en el espacio. ¿Dónde está entonces la tan cacareada expansión? Este hecho debería bastar a nuestros deplorables políticos y a los penosos técnicos que manejan la especie en nuestro país para sonrojarse.

Un segundo argumento esgrimido con insultante normalidad por las administraciones autonómicas para blanquear la caza del lobo es que facilita la aceptación de la especie en el mundo rural y reduce la aversión hacia ella, reduciendo por consiguiente su persecución ilegal y el conflicto social. Si no se sostenía en pie el argumento anterior, este lo hace menos aún. Lo mires por donde lo mires no hay por dónde cogerlo dado que dicho furtivismo se ha mantenido inamovible en el tiempo y el enfrentamiento actual no solo es enorme, sino que se ha incrementado notablemente en los últimos años.

Dicho todo lo anterior hay que incidir, además, en que se hacía necesario cambiar su estatus legal para no seguir reduciendo su exiguo acerbo genético, ya seriamente comprometido cuando toda la población actual procede de los genotipos de unos 50 ejemplares nada más. Por último, la propia evolución de la sociedad hace igualmente urgente un cambio en los modelos de gestión del medio natural más propios de una civilización que aspira a ser culta y avanzada, basados en la tolerancia del hombre para con el resto de seres vivos del planeta, y alcanzando soluciones nuevas a los posibles conflictos generados por esa coexistencia, soluciones que no impliquen la eterna eliminación de aquellos seres vivos que los generen.

Hoy se ha publicado definitivamente en el BOE la Orden Ministerial que recoge la necesidad de protección de una especie apical imprescindible en los entornos naturales ibéricos, que aporta importantísimos valores ecosistémicos incluso para el propio mundo rural que lo persigue tan implacablemente, como cortafuegos en la transmisibilidad de epizootías hospedadas en ungulados silvestres, como controlador de su número y de las afecciones que pueden llegar a causar al sector agrícola, o manteniendo en números adecuados a los mesodepredadores que, a su vez, dañan a otras especies más pequeñas, incluidas especialmente las de caza menor. Hoy se consuma el segundo gran hito en la conservación de la especie. Han tenido que pasar 50 años. Medio siglo para que el hombre suba un nuevo peldaño en la normalización de su relación de amor-odio con el resto de seres vivos del planeta Tierra. 50 años en los que parece que no hemos avanzado culturalmente nada, si nos atenemos a la bomba mediática que ha supuesto este paso adelante en nuestro respeto a la naturaleza. 

Pero este nuevo hito no supone en realidad su protección definitiva, ni mucho menos, todos lo sabemos y somos conscientes de ello. Plantea en sí mismo un escenario lleno de dudas, donde los sectores sociales contrarios y favorables a su conservación nos deberíamos sentir obligados a converger y, sosegadamente, dialogar sobre la nueva situación.

La primera pregunta que nos deberíamos responder es si de verdad queremos sentarnos a hablar. Si es afirmativo todos saldremos ganando, el mundo rural y el mundo conservacionista, porque en el fondo tenemos que ir de la mano.

El mundo rural no quiere pagar los costos que pueda generar la conservación de la especie; esto es evidente y no requiere explicación alguna. Los conservacionistas por su parte tampoco desean que los ganaderos sean los damnificados que asuman las consecuencias. Este axioma elemental puede necesitar para alguno una explicación en profundidad. Por un lado, si el ganadero tiene daños podría llegar a perseguir ilegalmente al lobo y eso es lo que no queremos, por lo que es útil para nuestros intereses que él no sufra las consecuencias. Por otro lado, el movimiento conservacionista está emocionalmente muy vinculado a la realidad del campo y la naturaleza, campo y naturaleza que procura defender para el bien general de todos los ciudadanos. ¿Dónde está escrito que este movimiento social nacido en las urbes pero profundamente conocedor de los problemas de nuestro entorno, constituidos en verdadera policía ambiental en una sociedad compleja, no le importen los problemas que afecten a la gente que vive en el campo? La manoseada y grosera expresión de que preferimos salvar a los lobos a costa de la extinción de los ganaderos es una frase mentirosa y manipuladora. Es sencillamente falsa. Esta gastada ya. Cualquier opinión en esta dirección es tramposa o está equivocada. El movimiento ecologista históricamente ha sido un movimiento social que ha perseguido la coexistencia en paz del hombre con la naturaleza, sin anteponer nunca a esta sobre aquel. 


Y en medio del mundo rural y los conservacionistas se encuentran los terceros en discordia: las administraciones autonómicas y los sindicatos agrarios con continuas declaraciones incendiarias que no ayudan en nada a sosegar los ánimos, ya de por sí caldeados, de las partes implicadas. Y por si éramos pocos en este diálogo de sordos, como comparsa de estos actores, nos topamos, cómo no, con muchos medios de comunicación que se frotan las manos con más carnaza fresca que vender, amplificando con su megafonía las iracundas declaraciones del catálogo de siempre de políticos, gestores y sindicatos. Por su parte, el mundo de la caza va por libre, y mientras que unos piden que se extermine la especie porque se alimenta de "su ganado silvestre" (ciervos, jabalíes, corzos y cabras monteses, principalmente) y llevando a cabo por ello una persecución infame -en muchos casos "institucionalizada" en las Reservas Regionales de Caza mediante funcionarios a los que mantenemos todos-, otros solicitan que no solo se favorezca su caza deportiva como hasta ahora, sino que incluso se permita también al sur del Duero. Muy lejos está el sector cinegético del sentir mayoritario de la sociedad actual, que llega a ver repulsiva la muerte por diversión de cualquier animal, pero mucho más aún, si cabe, del que en realidad es el padre de todos nuestros perros. Su grotesca falta de sensibilidad es simplemente penosa.

El nuevo panorama se muestra difícil. Delicado. Pero en el fondo tanto el mundo rural como el conservacionista desean lo mismo: que la conservación de la especie no afecte a los intereses económicos de los ganaderos. Si en lo principal estamos de acuerdo, ¿por qué resulta tan complicado armonizar posturas y exigir juntos que las administraciones hagan su trabajo por una vez, que los sindicatos dejen de incendiar el ambiente y que la prensa simplemente sea equidistante de la cuestión y se limite a contar hechos, en vez de vender la ristra de eslóganes irritantes de unos cuantos?


Claro, hay una pega para que nos entendamos todos: hay que basarse en hechos reales, en datos empíricos, científicos; no en emociones o sentimientos. El "adversario" -por llamarlo de alguna manera- común es la Administración que, no solo inflama el ambiente con consejeros embaucadores que politiquean públicamente las mentiras que muchos quieren oír en el medio rural, alimentando un odio ancestral e histórico difícil así de reducir, sino que no ayudan ni a la protección de las cabañas ganaderas ni a la compensación adecuada de los daños allí cuando se producen. Hay que apelar a la responsabilidad del propio ganadero para adoptar verdaderamente las medidas de protección necesarias para cuidar su negocio, exactamente igual que haría cualquier otro empresario de cualquier otro negocio y en cualquier otro sector económico. Hay que añadir un cambio normativo administrativo, integral, que aporte seguridad al sector frente a sus verdaderos problemas, que no son el lobo, sino producto de la economía global: bajos precios de mercado, elevados gastos de producción, competencia con productos traídos de países lejanos, intermediarios que se quedan con los beneficios, etc. No puede ser que el ganadero asuma las pérdidas que la conservación de una especie protegida (cualquier que sea) puede generar, debe ser la sociedad en su conjunto la que asuma el costo de esa convivencia, siempre que el sector adopte las medidas necesarias para proteger su ganado, requisito este último que debe premiar a quienes lo cumplan. 


Aquí el sector agropecuario tiene también mucho que aprender y cambiar, empezando por ver con malos ojos el enorme fraude (mal llamado "picaresca") que existe en el mundo rural. Vasta ya de achacar al lobo lo que en muchísimos casos es perro, o simplemente muerte natural por accidente o enfermedad. La responsabilidad del lobo es muy inferior a la que se carga en sus espaldas, y esto el ganadero lo sabe perfectísimamente. Y los sindicatos agrarios también y, o bien son condescendientes con esta irresponsable y fraudulenta simulación, o bien se aprovechan conscientemente de estas falacias para llorar y exigir a la administración compensaciones, a costa de aumentar artificialmente el conflicto. Así no se puede dialogar. Empecemos por conocer el alcance real de los daños generados por él, que los hay, y suponen un serio problema para muchas familias humildes, es cierto. Pero pongamos encima de la mesa el real, no el supuesto, no el imaginario, no el inventado que todos admiten. Dejemos atrás ya el teatro. Numerosos estudios demuestran que los lobos prefieren predar sobre ungulados silvestres antes que sobre el ganado doméstico, el último de ellos realizado en Mongolia. Sigamos implementando medidas de protección en todo el ámbito ganadero, incluso en aquellos casos en los que el extensivo es difícil de proteger. Indemnicemos con rapidez y sobradamente los daños ocurridos, no intentemos evitar lo más sencillo de todo, cubrir solidariamente entre todos los problemas generados por la especie. Y finalmente, hablemos. Hablemos de verdad, con cifras reales sobre la mesa. El costo público de su persecución institucionalizada por funcionarios que pagamos todos es, con seguridad, muy superior al de los daños generados por la propia especie. Reorientemos pues los gastos que genera, no en su persecución, sino en la protección de los ganados y en su conservación. 

Aquel que suelte la primera frase tendenciosa que sea relevado de la mesa por alguien honesto que se atenga a la puñetera realidad. Seamos, pues, simplemente inteligentes y empáticos. Los unos con los otros. Se trata de algo tan sencillo como eso, usemos la cabeza para que todos quedemos satisfechos por haber hecho las cosas bien, coherentemente. Sin mentiras. Sin demagogias. Sin emociones ni sentimientos. Con realidades y soluciones.

Olvidémonos de matar todo lo que nos estorba. El mundo nos lo está pidiendo a gritos.



11 de septiembre de 2021

El lobo y el ganadero


Desde hace unos días tenía pendiente hacer una pequeña mención en este diario personal sobre un artículo que he leído y que me ha llamado la atención, no por lo que en él se cuenta, que es algo que yo ya conozco sobradamente, sino por la claridad con la que se expresan unos paisanos, ganaderos de ovino en tierra de lobos. El artículo se titula "Leandro y sus hermanos, los lobos y 1.200 ovejas", y fue publicado el 30 de agosto pasado por el diario on-line Público. Me quedo con algunos párrafos que no tienen desperdicio y que dejan en evidencia las llantinas de los sindicatos agrarios y su machacona insistencia con que el lobo y la ganadería no son compatibles. Ahí van algunos:

"Lo primero que nos ha aportado el lobo es que nos ha hecho cambiar el modelo de gestión del ganado hacia un modelo de bienestar animal. Para empezar, a nuestro padre todos los años los lobos le mataban ovejas, algunos años hasta decenas, han sido cientos a lo largo de su vida; a nosotros, en estos 12 años, ninguna. Eran otros tiempos. Pero ahora sabemos lo que hay que hacer. Conocemos las medidas. Y hemos cambiado, cuidamos las ovejas, las pastoreamos. Tenemos perros mastines que las cuidan y que ahuyentan al lobo. Porque no las dejamos a su aire en el monte y vamos a verlas una vez cada 15 días, como hacen otros. Es que hay que ser ganaderos. No ganaeuros, como hay muchos: ellos en el bar y las ovejas en el monte. Hay que ser ganaderos y pastores. Si decides dedicarte a esto, te tienes que dedicar a esto, y ser profesional, como en cualquier otro trabajo; no solo propietario de animales o de terrenos"



Conocedores de los beneficios ecosistémicos que proporcionan los depredadores, incluso para el propio ganadero afirman que "El lobo nos ha dado la lección de que tenemos que cuidar del ganado. Además, el lobo mantiene sana la fauna salvaje, se encarga de limpiar los excedentes o los ejemplares más dañados, y así pone control, por ejemplo, a las epidemias de sarna de los corzos, que se pueden pasar fácilmente al ganado"

Y meten el dedo en la yaga, van a cuestiones que poco tienen que ver con el animal en sí: "Pero no, es muy fácil echarle la culpa de todo al lobo, usarlo como chivo expiatorio para no sentarse a hablar entre todos del futuro de la ganadería extensiva, de las pequeñas explotaciones, de los pueblos. Quizá es que haya muchos intereses en la ganadería industrializada y en el negocio de la caza del lobo, quizás sea que los gestores de montes de la Junta de Castilla y León siguen con el espíritu repoblador y de aprovechamiento a corto plazo del ICONA franquista, quizá sea que los sindicatos agrarios y ganaderos ni sean sindicatos ni agricultores ni ganaderos sino gestores de cotos de caza, y que no se quiera dar salida a esto, que por eso ni siquiera se sientan a hablar. Pero si ni siquiera tenemos un censo fiable de cuántos lobos hay desde hace más de 20 años ... Yo entiendo que mi padre y la gente de su edad en aquellos tiempos quisieran matar al lobo, pero, hombre, no sé, o evolucionamos y progresamos y entendemos lo que es el equilibrio en el campo, la defensa de la biodiversidad y de la agricultura en extensivo ... o nos la pegamos ..., y nos tiramos todos por el barranco, como le pasó a aquel rebaño de mi padre que, ante la llegada del lobo, las ovejas, asustadas, decidieron tirarse peña abajo"


El caso de otros jóvenes ganaderos que han tomado el relevo de sus padres es igual de significativo. Así podemos leer este otro artículo titulado "Pastores que conviven con el lobo: "Estoy a favor de prohibir su caza" ", publicado en elDiario.es en febrero de este año. Nos cuenta el caso de un ganadero de vacas de la comarca sanabresa, donde nunca dejó de haber lobos ni en los peores momentos del siglo pasado, y que viene a demostrar que el vacuno también puede ser protegido eficazmente si se usan las medidas preventivas que tenemos a nuestro alcance. "Le sale más económico -haciendo referencia a la administración castellano leonesa- matar al lobo que dar estas ayudas para la protección del ganado", explica este ganadero de 22 años. En este mismo artículo otro ganadero de la montaña leonesa afirma que "La coexistencia es lo normal aquí, el lobo no supone un problema", y vuelve a poner el foco en la administración al decir que "El problema es más grande que la coexistencia con el lobo, es un tema de la Administración, que no entiende a los ganaderos".

No son los únicos pastores que conviven con el carnívoro, hay otros muchos testimonios igual de esclarecedores que nos hablan de que la coexistencia puede ser una realidad; y de hecho lo es, como lo estamos viendo aquí, cuando se quiere de verdad. 

Querer es poder.

Pero públicamente no tiene tirón hablar de convivencia -debe ser una ñoñería poco comercial-. Seguro que vende mucho más hablar de que el lobo (o lo que quiera que haya sido, que si es perro tampoco pasa nada por achacarlo también a lobo) ha matado, de que la ganadería puede desaparecer si se protege al depredador, de que hay que decidir entre el animal o el hombre de campo, que si se protege al lobo la ganadería está en peligro de extinción, ... y otras palabrerías incendiarias y tendenciosas similares que no buscan consensos, sino caldear el ambiente. Sindicatos agrarios y medios de comunicación tienen que hacérselo mirar, parecen vivir del enfrentamiento, del llanto y la queja, de los aspavientos y el vocerío, del chantaje y las amenazas. Del ruido, en definitiva.


Hace ya unos años Ecologistas en Acción puso en marcha una campaña para fomentar la coexistencia de la ganadería y el depredador conocida como "Vivir con lobos" en la que se implicaron más de medio centenar de explotaciones ganaderas. Según la propia organización ecologista "... se ha iniciado un cambio de mentalidad y de actitud frente al lobo por parte de un número estimable de ganaderas y ganaderos, aunque el cambio es todavía incipiente, sin duda dificultado por unas administraciones que apenas apuestan por la prevención y no tienen una adecuada política de indemnizaciones, así como por unas organizaciones agrarias que no quieren la coexistencia"


A eso añadiría yo que también por unos medios de comunicación para nada profesionales con el tratamiento de las noticas, que casi nunca cotejan ni contrastan los sucesos con la opinión de biólogos y conservacionistas, y que generalmente son redactadas por periodistas muy poco rigurosos y que no tienen ningún conocimiento en materia de medioambiente. Son los medios de comunicación, de hecho, una parte fundamental del problema y, sin duda, su responsabilidad es tan alta como la de los propios sindicatos agrarios. Como yo mismo he escrito en alguna otra ocasión en este blog, matar lobos se ha demostrado ineficaz para evitar el conflicto con las ganaderías, y más aún si el objetivo final de nuestra sociedad es fomentar la coexistencia del mundo rural con él. Usar el rifle en vez del cerebro es el resultado de una gestión inaceptablemente simplista, cortoplacista y miope, que demuestra, por un lado, nuestra nula inteligencia al insistir cazurra e ignorantemente en el tiro limpio como medio de solventar el conflicto, y que, por otro, parece obedecer más bien a una pataleta infantil que a un razonamiento serio y pragmático: 

- Tú me matas ovejas, pues ya no te ajunto, ¡ale!. Ahora vas a ver de lo que soy capaz.

Señores de las administraciones y de las organizaciones agrarias, si matar lobos lleva una eternidad sin solucionar el problema ... ¿es tan complicado darse cuenta en pleno siglo XXI de que hay que buscar otra fórmula para solucionar la cuestión?, ¿es tan complicado ver la demostrada ineficacia del tiro como estrategia para acabar con los posibles ataques de los lobos?, ¿es de verdad imposible fijarse en los muchos ejemplos de ganaderos en extensivo que conviven con el depredador sin que este les ataque su ganado?, ¿por qué se ponen de perfil ante esta evidencia? De verdad es que no soy capaz de comprender semejante cerrazón en solucionar todos los perjuicios que nos pueda causar nuestra compleja relación con el medio natural matando a los seres vivos con los que entramos en conflicto. No lo entenderé nunca.

¡Qué seres más brutos debemos ser!

27 de agosto de 2021

¿Energías renovables ... responsables?


En los últimos tiempos estamos viendo cómo proliferan los aerogeneradores por nuestra geografía y cómo, poco a poco, iniciamos el deseable cambio de modelo energético hacia fuentes menos contaminantes y más sostenibles en el tiempo. Esta transformación debe ir necesariamente acompañada de una mayor eficiencia energética, tanto en la industria, como en la vida cotidiana, fomentando además el autoconsumo, en vez de penalizarlo como ya hizo incomprensible e indecentemente algún gobierno anterior. De poco sirve implementar modelos energéticos con estándares sostenibles si aquellos no van acompañados de una eficaz reducción del consumo de energía. El despilfarro de esta seguirá agravando la situación de emergencia climática que está viviendo el planeta, incluso si se trata de energías renovables. Ha llegado el momento de poner sobre la mesa un concepto que asusta a las grandes multinacionales y a toda la industria en general: "el decrecimiento". Debemos ..., no, ... debemos no, "tenemos" que consumir menos para que el planeta sea capaz de compensar nuestra irresponsable y abusiva explotación de sus recursos naturales. Esto implica que para que nuestro planeta tenga un futuro a corto o medio plazo necesariamente debemos cambiar nuestro estilo de vida, apostando radical y definitivamente por las energías renovables y, a la vez, combinándolo con el ahorro, no solo de dicha energía, sino de todas las materias primas en general. Claro que asusta a muchos eso de "ahorrar", porque significa reducir el consumo, porque apunta a producir menos, vender menos y ganar menos. Porque pone patas arriba la idea implantada a fuego en nuestra sociedad de que para ser feliz hay necesariamente que consumir. Que si no tienes, no eres. Que si no acumulas no te realizas. En definitiva, poner patas arriba la idea de que la base de la sociedad del bienestar es el consumismo sin freno, esa obsolescencia programada y aceptada de buen grado por el ciudadano, esclavo como está de la superficialidad social y del postureo. La proliferación de webs de segunda mano que incitan a vender para comprar nuevos artículos es un buen indicativo del nivel de banalidad a la que hemos llegado.

Vivimos en la sociedad del "Compra, compra, paga, paga, usa tu tarjeta hasta que te salgas llagas, compra, compra, paga, paga", como bien critica la canción de Bebe.

En esta tesitura nos encontramos actualmente, pero a perro sarnoso todo se le vuelven pulgas. Entonces, si aspiramos a cambiar los modelos energéticos y hasta la mentalidad miope del ser humano ante el exceso de consumo, alguno nos dirá:  -¿Y cuál es el problema respecto de la transformación energética que se está consolidando en nuestro país y que está multiplicando por muchos enteros los parques de energía eólica?, ¿no es eso, acaso, lo que necesitamos y por lo que habéis llorado durante años? El caso es que sí, ... pero ...


Con el ser humano siempre hay un pero. En este caso el pero es que los proyectos de energías renovables (parques eólicos, principalmente) en nuestro país no obedecen a criterios de sensibilidad ambiental, sino de vocación económica. -¡Joder, otra vez oponiendo la conservación al dinero!, dirá otro. Y tendrá toda la razón al hablar de confrontación, pero no del movimiento conservacionista ante el poder económico, sino de este último contra la custodia medioambiental. Porque resulta que las gigantescas y todopoderosas empresas energéticas no se han vuelto repentinamente "verdes" y ecologistas, ni se han colocado de modo alguno al lado de la conservación sino, como de costumbre, en frente de la sostenibilidad ambiental. Y esto ha sido así en muchos casos porque han destruido enclaves de altísimo valor ambiental. Porque a veces tienen la torticera costumbre de fragmentar grandes proyectos en varios más pequeños que puedan sortear los Estudios de Impacto Ambiental que de otra forma nunca superarían. O porque, por el contrario, si el impacto es grande en un punto muy concreto suman varios planes energéticos para que dicho impacto se vea diluido. O porque los realizan con una penosa información ambiental intencionadamente, sin observar la afectación que dichos proyectos pueden causar en la biodiversidad del lugar a lo largo de todo un año, con lo que flirtean los impactos reales que afectarían negativamente a especies migratorias o reproductoras, por ejemplo, según el caso. O porque, por supuesto, hacen uso de las siempre socorridas alternativas peores que abocan a las administraciones a aprobar las que previamente los grandes promotores esperan que sean aprobadas. O simplemente porque nunca observan la alternativa cero, la de no llevar a cabo el proyecto si el impacto medioambiental es elevado. Y qué podemos decir del seguimiento de la mortandad que pueden provocar los aerogeneradores en aves y murciélagos y que son llevados a cabo por las mismas empresas energéticas, siendo generalmente infravalorado -cuando no directamente silenciado- el alcance real del problema. 


Así no, señores, así no estamos cambiando a un modelo de energía sostenible, porque simplemente esa energía no puede calificarse de tal manera si para su producción se han destruido previamente espacios de gran biodiversidad y, en consecuencia, también a esta última. No podemos permitir que las energías renovables, tan deseables sin duda, se conviertan en otro factor añadido de impacto ambiental en nuestro planeta. Tampoco en nuestro país. El problema es que aunque estas energías sean teóricamente verdes, los propietarios de las grandes energéticas no lo son, solo son empresarios en busca de beneficios. Punto. En palabras de Ana Carricondo, de SEO/Birdlife, "La cantidad de proyectos que se quieren ubicar en zonas de valor ecológico es inaceptable e inexplicable. Es necesario reforzar la normativa ambiental para alejar la presión de las zonas de mayor interés para la biodiversidad. Eso implica que las administraciones públicas desarrollen mapas de sensibilidad ambiental, incluyendo con claridad zonas de exclusión".


Ana C. hace mención en su párrafo a la presentación que el MITECO hizo en diciembre de 2020 de un documento que pretende "orientar" sobre una posible zonificación ambiental para las energías renovables, aunque según el parecer de muchos expertos no ataja en realidad el problema, ya que no aporta áreas de exclusión realmente. Sin duda, antes de que las administraciones elaboren esos mapas que determinen las áreas de exclusión muchos espacios naturales de alto valor ambiental habrán sido destruidos al amparo de esas energías supuestamente verdes que todos anhelamos. Estamos en el momento clave para amparar la biodiversidad del país (y del planeta) con unas renovables que sean verdaderamente responsables, racionales y bien planificadas. Estamos en el momento crucial para que nuestros gobiernos aprueben leyes que pongan coto al descontrol de estas grandes empresas y ordenen eficazmente el desarrollo de esta transformación energética en base al interés general de la sociedad y no al de unos especuladores que hacen de los derechos de explotación el medio a través del cual enriquecerse (aún más). No caigamos, pues, en la trampa de criticar a los grupos conservacionistas cuando alegan contra las ubicaciones de muchos de estos proyectos, pues no somos nosotros los que nos oponemos a la transformación energética. Critiquemos a estos señores que nos venden una imagen verde al mismo tiempo que destruyen nuestra biodiversidad.

Así no, señores. Así no. 



28 de julio de 2021

A veces buenas noticias

En materia de medio ambiente no es lo más normal que nos lleguen buenas nuevas. Siempre, por regla general, lo que es noticia es siempre una mala noticia. Calentamiento global, pérdida de biodiversidad, sobrepesca, sobreexplotación de los recursos naturales, ... Cuando bajamos unos escalones hasta un nivel nacional, regional o local suele ocurrir lo mismo: animales envenenados o tiroteados aún siendo de especies protegidas, linces que caen en las carreteras, persecución ilegal de los grandes depredadores, excesos en las actividades cinegéticas, contaminación de cursos fluviales, abusos e ilegalidades en los estudios de impacto ambiental de las grandes empresas energéticas o de construcción de infraestructuras viarias, cuando no E.I.A. "ad hoc", corporaciones locales o autonómicas que anteponen los intereses particulares al general en materia de medioambiente, la inmensa mayoría de los incendios intencionados, ... Por eso cuando llega, no una sino dos buenas noticias, no podemos por menos de sorprendernos. Es, por lo tanto, noticia que haya una buena noticia relacionada con nuestro patrimonio natural. Pero que sean dos es ya casi inaudito.

Pero vayamos por partes. La primera de las noticias de la que nos haremos eco es la que trata de la prohibición impuesta por Europa de seguir masacrando a la tórtola común o europea cada año en nuestro país. Esta próxima temporada ya no se podrá cazar esta especie en España legalmente, dando un severo tirón de orejas a nuestro estado por no protegerla del expolio cinegético a que venía siendo sometida. En agosto de 2019 el diario El País publicaba una noticia titulada "El infierno español de las tórtolas" en el que se daban datos esclarecedores, a la par que estremecedores, como que, de los dos millones de ejemplares que cruzan nuestro país en su camino migratorio hacia tierras africanas, del orden de 800.000 caen en nuestro territorio por disparos de escopeta, o que la población en España haya decrecido un 40%, y hasta un 80% a nivel continental. Lo cierto es que todos esperábamos que su protección se hiciera efectiva a principios de año cuando la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural se reunió el 4 de febrero con el fin de tomar una decisión sobre si incluir a la especie en el Catálogo como especie "Vulnerable", junto al lobo ibérico, que sí fue incluido finalmente en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. Sorprendentemente la tórtola común, como ya podéis suponer, no fue catalogada, en este caso debido a un empate en la votación. Habiendo perdido aquella oportunidad de oro para proteger de una manera legal y efectiva a esta columbiforme en trágico declive poblacional, la Comisión Europea se ha visto obligada a darnos un ultimátum tras años de reprendernos y avisarnos, y advirtiendo que la caza en nuestro país está siendo insostenible para la especie, a través de un Dictamen Motivado con fecha de 3 de diciembre de 2020: o la protegemos o nos llevarán ante el Tribunal de Justicia Europeo. La moratoria, pues, se está haciendo efectiva en las diversas comunidades autónomas españolas, aunque a regañadientes.


La siguiente noticia ha supuesto también una enorme alegría en la provincia de Salamanca, y hace referencia al dictamen del Consejo de Seguridad Nuclear del 12 de julio vetando la construcción de la planta de procesado de mineral de uranio de Retortillo, que la multinacional australiana Berkeley pretendía explotar en este municipio. Contra esta mina (la que sería en realidad la única mina de uranio de Europa) la sociedad salmantina se ha posicionado frontalmente en contra desde el principio -cuando hace más de diez años Berkeley desembarcó en nuestra provincia con la prepotencia del que enseña fajos de dinero y empleo para comprar voluntades-, manifestando en las calles su enfado con la sumisa connivencia política de nuestros mandatarios autonómicos, provinciales y locales con los intereses de la empresa privada. Este veto supone, de hecho, la imposibilidad de llevar a cabo las extracciones mineras debido a que se trata de un informe vinculante en la decisión final del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico de autorizar o no la explotación minera. Este dictamen negativo contempla la existencia de evidentes riesgos en el tratamiento y almacenamiento de los residuos radioactivos generados durante el procesado del uranio, algo que heredarán (y pagaremos todos los españoles) las generaciones futuras, y que vienen derivados de las deficiencias en el almacenamiento y la peligrosa filtración a los acuíferos de la zona. El mismo presidente del Consejo de Seguridad Nuclear llegó a lamentarse en el Congreso de los Diputados sobre la deficiente calidad de la documentación del proyecto minero aportada por Berkeley. Pese a no contar con todos los permisos pertinentes, esta multinacional y su insultante prepotencia, y con la condescendencia de los políticos implicados, ha realizado la eliminación de cientos de encinas centenarias, realizado desmontes y creado una balsa de enormes dimensiones, además de iniciar una carretera que debió ser paralizada. La mina tenía prevista una vida útil de solo diez años, lo que nos habla del desprecio con el que estas multinacionales obasequian a las poblaciones afectadas por su actividad industrial, cuya herencia tendrán que soportar durante siglos. La empresa, de capital enteramente privado, obtendría los beneficios, pero los altísimos constes de vigilancia de los residuos radioactivos que se quedarán ahí para la posteridad acabarían siendo pagados por el bolsillo de todos nosotros. Como siempre, detrás de todas estas especulaciones económicas y políticas hay mucho más de lo que sabemos los ciudadanos.

Hoy la dehesa es un poco más libre en Retortillo y Villavieja de Yeltes que hace unas semanas o meses. Se ha sacudido de encima el polvo de la miseria más rastrera de las grandes especulaciones económicas a costa de hipotecar el futuro de las generaciones futuras, en una comarca que no necesita que los que deben velar por su futuro les mientan y les engañen, ni sus políticos, ni esos falsos benefactores venidos para llenarse sus bolsillos a cambio de migajas y prebendas. 



Bueno, hoy podemos dormir un poco mejor, dos noticias relacionados con nuestra salud ambiental nos deben permitir estar un poco más satisfechos de nosotros mismos, de saber que nuestra lucha por la conservación de la naturaleza a veces alcanza buenos resultados. Habrá que seguir al pie del cañón, vigilantes y beligerantes.

Salud a todos.

14 de mayo de 2021

De cobardía,

... es de la única manera que se puede calificar al aplazamiento de la inclusión del lobo ibérico (Canis lupus signatus) en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial -el LESRPE- que el MITECO (Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico) ha anunciado estos días, al retrasar su publicación definitiva en el BOE, último trámite pendiente y que le proporcionaría ya de un modo inmediato la cobertura legal con la que nunca antes había contado esta especie, y que salvaría de la muerte segura de un gran número de ejemplares a lo largo de esta temporada. 

La lucha sin cuartel que este animal históricamente siempre ha mantenido con el hombre, y que durante siglos ha sido auspiciada, financiada y organizada por las propias instituciones del Estado, sigue con el mismo Status Quo que hasta ahora. En este asunto las Juntas de Extinción de Animales Dañinos de la época franquista y nuestras Comunidades Autónomas se diferencian en muy poco. Nada ha cambiado. El Gobierno actual parece haberse achantado ante las presiones de los gobiernos autonómicos y las organizaciones agrarias, y se saca de la chistera un aplazamiento hasta finales de año de la publicación en el BOE  de dicha inclusión en el LESRPE, teóricamente para dialogar y negociar con los sectores agrarios su nuevo estatus legal. Esto lo hace el MITECO aduciendo, parece ser, que quiere así evitar un "vacío legal" e interferir en los actuales planes de gestión del lobo en el plazo de tiempo existente entre el momento de su publicación y la aprobación de la futura nueva Estrategia Nacional de Gestión del Lobo Ibérico, que presumiblemente se aprobará antes de final de año. ¿De qué vacío legal nos hablan ahora? ¿nos toman por tontos? ¿Interferir en los eufemísticos Planes de Gestión de la especie? ¿se refieren a esos mismos Planes de Muerte y de Explotación Cinegética con el que se institucionaliza la persecución implacable e inmisericorde hacia el lobo?

No, no se justifica de ninguna manera, Teresa Ribera. Se trata sencillamente de cobardía.

Los periódicos locales no dejan de mencionar el deseo de negociación del Ministerio con los sindicatos agrarios y lo satisfechos que están estos. ¿Será porque no se menciona para nada ni las razones biológicas que aconsejan protegerlo de una manera efectiva ¡YA!, ni los puntos de vista científico o conservacionista?. ¡¡¡Como para no estar satisfechos los sindicatos agrarios!!!, han dado un puñetazo en la mesa y el MITECO ha reculado.

La inclusión de la especie en el listado lleva un trámite reglado y no puede tener vuelta atrás. La caza del lobo es un anacronismo que se retroalimenta más y más con cada lobo muerto legalmente y termina justificando la normalización de esta práctica como necesaria. El error de aplazar el trámite final para su definitiva inclusión en el Listado es una decisión política verdaderamente difícil de justificar, muy alejada de cualquier alegato científico, social o cultural.



4 de marzo de 2021

¿Radical yo, Odile?


Ayer, 3 de marzo de 2021, se publicaba una extensa entrevista con la hija de Félix Rodríguez de la Fuente, Odile, en un periódico local de mi provincia que suele mantener una línea editorial bastante conservadora. Devoré la entrevista con detenimiento para conocer qué respondía la entrevistada al periodista y, también, por qué no reconocerlo, por ver qué preguntas realizaba el periódico sobre la polémica que se ha suscitado en estas últimas semanas sobre la protección del lobo ibérico en todo el territorio nacional.

Tengo que adelantar que todo intento de acercar posturas, de dialogar, de sentar en una misma mesa a las diferentes sensibilidades me parece, no solo necesario, sino positivo para todas ellas. En este sentido la insistencia de Odile sobre la necesidad de encontrar puntos de encuentro me parece más que loable, porque ello redundará en la protección de la propia especie. Estoy convencido. Ahora bien, hay cuestiones de la entrevista que merecen una lectura entre líneas, así como opiniones de la entrevistada con las que no puedo estar más en desacuerdo.

De entrada el periodista deja claro su posicionamiento cuando ya en el primer párrafo pone de un lado a Odile y de otro a los "ecologistas", término este que, maniqueamente, es usado por los medios de comunicación con reiteración de un modo peyorativo para hacer referencia a un sector social -que es presentado, además, generalmente como radical- que antepone la naturaleza frente al progreso o la modernidad y, en este caso, la fauna frente al ser humano y el mundo rural. Decir que es "... víctima de ataques ecologistas ..." es como vendernos ya desde el principio que los conservacionistas somos violentos y belicosos, y presenta a la entrevistada como una persona damnificada, que no pudiera -ni debiera- recibir críticas por sus opiniones.

La primera pregunta que le hace el periodista ya es tendenciosa puesto que intenta usar la figura de Félix en contraposición a la decisión por parte del Ministerio de proteger la especie en todo el territorio nacional, y no solo al sur del Duero. O te gusta Félix o te gusta lo que ha decidido el Ministerio, parece inferirse de la pregunta. Odile responde con bastante diplomacia y no puedo estar más de acuerdo con el fondo de su respuesta. Y también lo estoy con su opinión de que resulta difícil conservar esta (o cualquier otra especie) si la población rural no se implica en ello. 

Pero es en la tercera pregunta donde, a mi juicio, más se equivoca la entrevistada. Y lo hace porque da a entender que ella está en posesión del conocimiento verdadero, y que tener una opinión distinta a la suya respecto de la idoneidad o no de proteger al lobo es de radicales. Toma entonces el discurso de sindicatos agrarios y administraciones, e incluso de los biólogos afines a estas últimas, y nos cuelga a los que simplemente tenemos la opinión de que lo correcto es proteger definitivamente a la especie, el San Benito de radicales por opinar diferente. Esto, que en la política española estamos penosamente hartos de observarlo, no debería trasladarse al resto de facetas sociales. Señores todos, algunos opinamos diferente a ustedes en esta u otras cuestiones, y no es ni radical mi postura ni tiene por qué serlo la suya. "Pensar diferente" no es, ni por asomo, lo mismo que "ser radical", a ver si nos enteramos de una vez, que no son sinónimos.

Que en las redes sociales lamentablemente la estén poniendo verde, como ella mismo indica, no significa que los naturalistas o biólogos que abanderan ese pensamiento proteccionista sean unos extremistas radicales. En las RRSS sabemos que siempre hay gente sin filtro, irrespetuosa y maleducada, pero esto es algo que arrastran ambas partes del conflicto, no nos olvidemos; y, en cualquier caso, ello no implica que esos personajes que se esconden en el anonimato representen al pensamiento conservacionista, ni a las ONGs que apoyan el nuevo status legal para el lobo. Y se equivoca infinito cuando dice que son estos "... grupos los que más contribuyen al odio hacia la especie y el enconamiento del conflicto". Se olvida Odile que el odio al lobo es primigenio, atávico y ancestral, que ha pervivido en el mundo rural desde que se domesticaron algunas especies de herbívoros y que es muy anterior a la aparición de grupos ambientalistas. He de recordarle, por el contrario, que todos los movimientos conservacionistas, ecologistas y proteccionistas del planeta son un producto reciente en la historia de la humanidad, siendo considerada como fecha de partida de este cambio social la declaración del primer Parque Nacional norteamericano en las últimas décadas del siglo XIX. Trasmponiéndolo al tema del lobo, ha sido precisamente el odio y la persecución histórica a la especie la que propició la aparición posterior de grupos conservacionistas que velaran por su protección, y no al revés, como ella insinúa. Estas asociaciones sin ánimo de lucro que ella considera "radicales" son, por lo tanto, la respuesta social a la atroz persecución que la especie ha venido soportando desde ámbitos rurales y cinegéticos desde tiempos ancestrales. Odile viene a decir acto seguido que nuestro estricto afán proteccionista provoca que "... de este modo algunos otros radicales, del bando contrario, se tome la justicia por su cuenta usando métodos como el veneno y el furtivismo ..." Bien, al leerla pareciera que no fuera ella consciente de que el veneno y el tiro se vienen usando desde hace siglos, y que esta persecución obsesiva solo se convirtió en furtivismo desde que en 1970 se declaró especie cinegética al lobo. Dicho de otro modo, han existido siempre en el enfrentamiento del hombre contra el cánido, y ni el odio ni el furtivismo son fruto de la aparición de "grupos conservacionistas" de nuevo cuño, radicales según ella, que obviamente hicieron su entrada en escena solo en las últimas décadas. ¿Cree Odile y cualquier otro, que si la especie hubiera tenido, histórica y recientemente, una persecución similar a la que han podido tener, por poner un ejemplo, cualquier especie de rapaz ibérica, hubiera generado grupos sociales que tuviesen la movilización que provoca el lobo? Sinceramente, lo dudo. El lobo levanta pasiones por muchos motivos, pero entre otros también porque su persecución es simplemente salvaje y desaforada; las masacres de manadas completas no son extrañas en nuestro civilizado país. Pretender que esa persecución es fruto de la respuesta del mundo rural a la protección que exigimos es simplemente manipular y tergiversar la realidad; insinuar que es una especie de "efecto rebote" a nuestra pretensión de protegerlo me parece descabellado como poco, sino insultante y mezquino. Es como culpar a la policía de los delitos de los delincuentes. El odio al lobo se retroalimenta él solito desde hace siglos y milenios sin necesidad de nadie más. No nos achaque a los grupos sociales que buscamos su protección esta responsabilidad, Sra. Odile.


En fin, sigue la entrevista y en ella da opiniones personales que respeto; algunas las comparto y otras no, y no voy a hacer un análisis de todo lo que ha dicho. Es cierto que lo ideal hubiera sido que hubiésemos llegado a un consenso para unificar la protección de toda la población del lobo, pero reconocerá Odile que esto, con esta especie, se antoja una utopía inalcanzable actualmente; simplemente parece imposible. El odio al lobo es tan ancestral y está tan integrado en la cultura rural que tendrían que pasar siglos antes de que fuera posible semejante acuerdo. ¿Qué hacer entonces?, ¿seguir manteniéndolo desprotegido?, ¿seguir fomentando en nuestra sociedad la idea de que matarlos es bueno y necesario?, ¿educamos a las siguientes generaciones en la creencia de que no pasa nada por hacerlo?, ¿nos seguimos empeñando en desestructurar manadas, aunque ello provoque un aumento de daños en la ganadería, como usted misma reconoce en la entrevista?, ¿nos seguimos olvidando entonces de su pobre situación genética, y de la afectación que para su variabilidad tiene cada ejemplar cazado? ... Créame señora Odile, el Comité Científico era plenamente consciente de que la conservación de esta especie implica un gigantesco reto social, se equivoca meridianamente cuando lo pone en duda. Esto es ya simple demagogia (o ceguera, que no sé qué es peor). Sencillamente se hacía imprescindible para la conservación de la especie hacerlo, y hacerlo ya. Con urgencia. No tenía sentido esperar más. Cada año que pasaba gestionando la especie a tiro limpio era un año más en el que se educaba a la sociedad en la falsa bondad de este tipo de gestión, y a los hechos me remito si observamos los artículos de prensa y los contenidos editoriales respecto a la especie, inmensamente proclives a vendernos una imagen maléfica del animal, y a la necesidad de controlarlos letalmente allí donde hubiera ganado (como si hubiera un kilómetro cuadrado de la geografía española que no tuviera ganado). No existe en nuestro país ninguna otra especie que, contando con solo unos 1.500 individuos, no tenga una protección legal rigurosa y estricta por parte del Estado. ¿Por qué entonces el lobo debía seguir estando desprotegido?, ¿qué razón podría justificar ante las generaciones futuras que no hubiéramos cumplido con el mandato europeo que nos obliga a conservar sus poblaciones?.

Todos los españoles y europeos contribuimos a la conservación de las especies y a los gastos que ello representa y, de la misma manera, todos ayudamos a mantener unos usos agro-ganaderos que deben ser sostenibles con el medioambiente a través de las subvenciones que cobran a fondo perdido a través de la PAC. Esa sostenibilidad es requisito sine qua non para aspirar a las subvenciones, pero además es un clamor social irrenunciable. El mundo rural no puede seguir pretendiendo cobrar las ayudas europeas y olvidarse al mismo tiempo de la obligatoriedad de observar una adecuada sostenibilidad ambiental que implica la conservación y protección de la biodiversidad. Por lo tanto, que nadie piense que la sociedad europea y española no cubren ya una parte importante de los costes de esa convivencia con las especies. Lo que no significa que no haya que mejorar extraordinariamente, además, en el pago adecuado, rápido y suficiente de los daños a los profesionales que hayan implementado medidas de protección de su cabaña ganadera. Esto, debe ser una prioridad para que la conservación de la especie no recaiga sobre las espaldas de unos pocos, a la vez que se debe poner el foco en la enorme picaresca y furtivismo existentes, ahora sí, policial y mediáticamente. Solo de este modo y con el tiempo, la sociedad se educará en la verdadera coexistencia con nuestro gran carnívoro.

14 de febrero de 2021

Asturias, ¿Paraíso Natural?

El 22 de noviembre con una entrada titulada "Y sigue el goteo ..." me hacía eco de la desaparición de dos osas más muertas a tiros coincidiendo con el inicio de la temporada cinegética, una en los Pirineos y otra en la Montaña Palencia. El título de aquella entrada bien podría ser el primer capítulo de una serie televisiva de sucesos que no paran de afectar a la población osera española y que tienen como germen común y fundamental el riesgo de que accidentalmente (o no) se dispare contra estos animales confundidos con los suídos en las numerosas batidas al jabalí que se practican en nuestro país. Pero para ser realistas no podría ser el primer episodio de la serie, esta novela tendría que comenzar directamente en el capítulo "enésimo" pues venimos arrastrando este tipo de delitos contra la población osera desde hace décadas. Gracias al seguimiento que hace el FAPAS de estos animales mediante trabajos de campo y fototrampeo hace semanas que se tiene algo más que fundadas sospechas de que dos osas reproductoras de Teverga fueron muertas a tiros hace tiempo en alguna de las innumerables partidas de caza que se han venido realizando en esta comarca asturiana en los últimos años. 

La primera de las osas era seguida desde 2015 y se le perdió el rastro en septiembre de 2018, justo al inicio de la temporada de caza del jabalí. Desde entonces no ha vuelto a ser localizada. Por su parte, la última vez que se identifica a la segunda hembra de la especie -seguida por esta ONG desde 2014- fue en agosto de 2019, también unas semanas antes de que comenzara la temporada de caza del jabalí. Que Teverga forme parte del Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa, no parece servir de mucha protección para la especie. Ambas osas, jóvenes, usaban la misma zona de campeo y habían venido siendo localizadas durante los años previos a través del seguimiento mediante fototrampeo. Se encontraban en perfecto estado de salud hasta que, coincidiendo con el inicio de las batidas al jabalí, desaparecen misteriosamente y de manera definitiva hasta nuestros días. Bueno, misteriosamente, lo que se dice misteriosamente ... no, es una manera irónica de decirlo, todos imaginamos cuál fue su final, aunque no se pueda demostrar. Como cada vez que estos hechos son conocidos públicamente, se nos agolpan atropelladamente en la cabeza un montón de preguntas sin respuesta, ¿cómo es posible que estos delitos ambientales tan graves sigan sucediendo en un espacio natural protegido?, ¿qué gestión está haciendo el Principado de Asturias de esta especie?, ¿sirve para algo un Parque Natural, aparte de para venderlo de cara al turismo masivo?, ¿cómo se sostiene ese eslogan falso de "Asturias, Paraíso Natural" cuando no se protege ni siquiera a una especie tan emblemática como el oso pardo, y la comunidad autónoma se alinea, por el contrario, con otros eslóganes tan rancios como "Con lobos no hay paraíso"?, ¿cómo es posible que esta administración permita casi un centenar de batidas al jabalí solo en la comarca de Teverga en 2020, modalidad de caza extremadamente antiecológica y que se ha demostrado en ya demasiadas ocasiones en todo el área de distribución del oso pardo cantábrico como muy peligrosa para la especie, mientras extermina sistemáticamente al principal controlador de estos ungulados?, ¿cuántas batidas al jabalí se celebran en todo el territorio ocupado por el plantígrado al mismo tiempo que se practica el control metódico y generalizado del lobo?, ¿tiene algo de coherencia esta gestión de la fauna en la cordillera?, ¿nos merecemos estos gestores, de verdad?

Cada día que pasa parece más evidente que el viejo lema que vende Asturias, no solo como un paraíso verde, casi inalterado donde reencontrarnos con una naturaleza privilegiada, casi virgen, sino, además, como una comunidad autónoma preocupada por la sostenibilidad, la conservación y la protección de sus valores naturales, no es más que una burda frase, vacía de contenido, amañada, simple propaganda política para atraer turismo, un vulgar panfleto, una octavilla que se arroja al viento y que nosotros nos hemos creído durante un tiempo. Pero ya no cuela. Asturias y su gestión medioambiental hace tiempo que ha dado la cara.

Os dejo las fotos de dos osas teverganas. La primera imagen apaisada corresponde a una hembra que aún mantiene a los esbardos en el interior de la osera, ubicada a unas decenas de metros en una de las paredes que limitan la canal en la que se alimenta, en una fotografiada de abril de 2017. Y la segunda, una imagen de junio de 2011 en la que vemos a otra osa, acompañada ya por los tres cachorros nacidos esa temporada, en busca de hormigas y bulbos en paredes verticales para evitar el ataque de los machos.




5 de febrero de 2021

El lobo, aquel gran proscrito ...

 ..., hoy lo es un poco menos.

Para la RAE un proscrito es simplemente un desterrado, mientras que para el verbo "proscribir" la Real Academia Española dice en su tercera acepción que es "Declarar a alguien malhechor, dando facultad a cualquiera para que le quite la vida y a veces ofreciendo premio a quien lo entregue vivo o muerto".

Hoy el lobo ibérico (Canis lupus signatus) está muy cerca de dejar de ser ese odiado proscrito que Félix Rodríguez de la Fuente conoció hace 60 años. Estoy seguro que ayer y hoy muchos nos hemos acordado de aquel referente irrepetible de la lucha ecologista en nuestro país, que dedicó su vida a la conservación de la naturaleza y especialmente a la protección de nuestro gran carnívoro. Y estoy también convencido de que hoy estaría muy orgulloso de lo que esta sociedad ha conseguido. Hoy Félix luciría una sonrisa en su semblante.



Porque desde ayer el lobo deja de ser ese chivo expiatorio responsable de todos los males del mundo rural, desde la extinción de la ganadería hasta el mismo éxodo rural; deja de ser ese villano infame, perverso y criminal, sediento de sangre al que cualquiera le podía quitar la vida siendo, además, aplaudido y recompensado. Desde ayer ese ser maléfico se ha transformado en un simple animal más, un ser de carne y hueso, real, como lo es el oso, el lince o nuestras rapaces, un ser que ni odia ni tiene sed de sangre y que, muy por el contrario, necesita de una protección eficaz como la que tutela y ampara a los anteriormente citados. Un ser que empieza a tenerse en cuenta, por fin, como una pieza fundamental en nuestros ecosistemas. Ni más, ni menos. Con unos informes científicos y técnicos que han aconsejado y avalan una inequívoca protección que asegure de verdad su conservación y recuperación, algo que estaba seriamente en entredicho con los modelos de gestión que las Comunidades Autónomas le aplicaban, basados exclusivamente en su caza y muerte. El cuento del lobo feroz que busca comerse a Caperucita Roja pasa definitivamente a ser un simple mito. Ahora sencillamente tenemos a un animal más que precisa protección.

Ayer la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural votó a favor de incluir a la subespecie ibérica en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, lo que de facto implica que queda prohibida totalmente su caza deportiva. La adopción de esta decisión técnica será efectiva y definitiva cuando el acuerdo sea publicado próximamente en el BOE. Hoy podemos decir que hay un antes y un después del día 4 de febrero de 2021. Hemos sido muchos los que hemos estado pidiendo durante años que esto sucediera, los que hemos estado detrás de las movilizaciones sociales conservacionistas que han luchado a brazo partido por el lobo, hemos sido muchos los que hemos apoyado incondicionalmente cuantas acciones posibles se han podido llevar a cabo, para cambiar, no solo la negativa percepción que la sociedad pudiera tener de la especie, sino también las propias leyes. Desde las redes sociales, desde estos modestos blogs, desde artículos en la prensa, desde la TV, desde el auge del turismo lobero, desde las publicaciones editoriales, desde la sensibilización, ... y, cómo no, desde los juzgados. Hoy en día, las cuotas de muchos socios de estas ONGs cobran más sentido que nunca. A todos, gracias. Especialmente a ASCEL que ha sido la asociación que finalmente ha obligado al Ministerio pertinente a cumplir con un mandato reglado para protegerlo. Han sido necesarios 17 meses y un Recurso Contencioso-Administrativo final para que, por fin, el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico concluyera el trámite administrativo iniciado.




Ayer se hizo justicia en nuestro país, y el único Estado de nuestro entorno que aún mantenía la persecución institucionalizada de la especie, ha tenido que reconocer que estaba obligado por Ley a proteger de un modo eficaz al lobo ibérico. Una vez que el BOE lo haga efectivo, un lobo portugués que pase a España ya no deberá temer que sea aniquilado por un cazador por mera diversión. Seguirá estando estrictamente protegido por las leyes de un lado y del otro de la frontera, en lo que supone un acto de coherencia en sí mismo en tanto estamos hablando de la misma población. El anacronismo que suponía que una especie apical que cuenta, además, con una población tan reducida, siguiera siendo gestionada mediante la caza deportiva va a formar parte del pasado. Del pasado propio de una cultura rancia, incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos, anclada en las mismas mentalidades añejas que situaban a la especie humana en el centro del universo, mohosos de egocentrismo y egoísmo. Oponerse a la convivencia del hombre y la naturaleza es oponerse a la vida. Hoy más que nunca, con lo que esta pandemia debería habernos enseñado, el ser humano debe comprender que estamos obligados a conservar la biodiversidad del planeta si queremos sobrevivir nosotros también. No hay otra elección, tenemos que cambiar de actitud en nuestra relación con el medioambiente. Y cada paso cuenta. Ayer la sociedad española se hizo un poco más moderna y dejó atrás el siglo XIX, y los medios de comunicación no tardaron en hacerse eco de la noticia. Las RRSS echaron chispas.



Que la protección legal sea una realidad en breve no implica que de golpe se hayan cambiado actitudes e ideas preconcebidas, ni planteamientos culturales. No va a ser sencillo alcanzar la ansiada convivencia, pero estamos los seres humanos obligados a ser generosos, y solo hay dos opciones, o se está dentro de la Ley, o se cruza la línea. 

Los sectores antilobo se ven ahora en la tesitura de tener que optar. Entre la modernidad o la vieja cultura del lobo feroz; entre la evolución o la Edad Media; entre la ilustración o la obcecación. En definitiva, entre pensar u odiar. No existe ninguna otra especie en España que con unos 1.500 ejemplares se la gestione como especie cinegética; parece una locura solo imaginárselo, más aún si pensamos que de ellos solo unos 600 se reproducen. ¿Es razonable, acaso?. A todas luces, no, ecológicamente es una verdadera esquizofrenia. Sin embargo, ha sido el desequilibrio mental con el que se ha manejado a la especie durante los últimos 50 años, y va a resultar duro frenar esa inercia.


Así pues, hay que abogar por una reconciliación entre las distintas sensibilidades, por buscar un punto de encuentro, sin imposiciones previas, por empatizar con los demás y adaptarse a la nueva realidad. Mundo rural y sociedad conservacionista no deberíamos estar en frente unos de otros. Mas al contrario, deberíamos estar unidos frente al auténtico villano de este cuento, las administraciones burdas, demagogas y burócratas que nos dirigen, verdaderas responsables del enrarecido ambiente que transpira el mal llamado "conflicto del lobo". Ya lo he dicho en alguna ocasión, debemos usar la cabeza y no la testosterona. Todos debemos hacer un acto de autocrítica, nosotros también, seguro. El sector conservacionista debe ponerse en la piel del ganadero realmente afectado, de ese profesional que pone los medios para evitar los daños, pero que aun así los sufre, y debemos asumir que en los casos necesarios el control excepcional de ejemplares entra dentro de la Ley. Y el hombre del campo debe comprender que las picarescas, el furtivismo generalizado o las demagogias mediocres de los sindicatos agrarios no ayudan al entendimiento y radicalizan las posturas.

Pero para mediocres, sin duda nuestros políticos, con su más que irresponsable gestión de un problema que en realidad es mucho más pequeño de lo que públicamente se vocifera, pues llevan décadas alentando un argumentario simplemente mentiroso. Como un sainete nos cuentan que proteger al lobo es abocar al ganadero a la extinción, que la gestión cinegética ha sido la que ha conseguido su expansión territorial, que ha llegado a regiones donde nunca hubo lobos, que protegerlo es confrontar con las comunidades autónomas con presencia del carnívoro y un ataque directo al desarrollo del medio rural, o que es una decisión únicamente ideológica y partidista, y que se debe únicamente a los intereses de una entidad ecologista, que la especie presenta actualmente una expansión desordenada y ha colonizado territorios donde nunca los hubo, o que la gente de la ciudad se preocupa más por un animal que por las personas que viven en el campo, ... Falacias, solo falacias. En fin, toda la cartera de frases necias y manipuladoras hechas que venimos oyendo desde hace décadas, y que penosamente se vienen aireando como las cartas de una baraja cada vez que hay un micrófono, una cámara de televisión o un periodista cerca.

Una baraja ajada y vieja.