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10 de mayo de 2023

Caza, furtivismo y descontrol

Este pasado puente del 1 de mayo ha sido intenso. He regresado a casa con los pies cansados de patear entre piedras por sendas y vericuetos de la montaña leonesa. El cuello y los hombros también se han quejado lo suyo; es lo que tiene ir cargados como acémilas con el equipo óptico, fotográfico y demás trastos. No obstante, los recuerdos que nos traemos de allí serán imborrables, como lo vienen siendo desde que estos valles y algunos de sus vecinos nos acogieran por primera vez hace ahora ya la friolera (que decían nuestras madres) de 23 años. Se dice pronto, ¡cómo pasa el tiempo!

Y ha sido intenso por todo. Hubo buenos ratos, los que más, por supuesto, rodeados de la mejor gente y de unos paisajes que en estas fechas están que explotan, con las laderas en gran parte teñidas ya del morado de los brezos, con los abedulares tiernos, serpenteando por las vallejadas más empinadas y estrechas, así como con las manchas de roble despertando también a los prematuros e históricos calores de este laaaargo verano que ya tememos todos que vamos a tener. El canto de cientos de pajarillos ponen una maravillosa banda sonora al paisaje, mientras una cría de mirlo acuático pide más y más comida a sus padres sobre las rocas del río, aún cerca de su nido. Entre tanto, el pito negro ya ha ocupado uno de los huecos de que dispone en diversos árboles del soto fluvial; y el vuelo rápido, potente y silencioso de un cárabo rescatado en una chimenea nos tranquiliza: vivirá para contarlo.


Pero también hubo momentos malos, tensos.

Vamos a "hacer un suponer", todo esto es mentira, no ha ocurrido nunca.

Por suponer, suponemos que un paisano sube con su todo terreno por una estrechuja y difícil pista. Al adelantarnos no se le ve el rifle, pero nosotros sabemos que lo lleva. Es uno de los jóvenes del pueblo más cercano con una irrefrenable afición por el gatillo. Sorprendentemente va solo, sus colegas no van con él, pero simplemente a pasear por el monte no va, eso lo tenemos claro; disfrutar del estallido de la primavera reventando de brezos morados es un acto que me sorprendería llegara a ser para él un objetivo plausible que justificara subir a lo alto del valle. Sin embargo, solo un rato después, y cuando ya estamos sentados con el telescopio y los teleobjetivos buscando fauna, se completa el rompecabezas: en lo alto de las crestas se perfilan los dos personajes que faltaban, uno de ellos portando un rifle al hombro, al que se le distingue el bípode para minimizar movimientos y afinar la puntería en el momento del disparo. El otro lleva de la mano lo que pudiera ser un telescopio con un trípode pequeño.


Van a Rebecos. A rebecos y nos tememos que a lo que se les ponga a tiro, porque son los compañeros del que va por delante nuestro -ahora ya andando valle arriba-, lo que no nos inspiran ninguna confianza. 

Siguiendo con las conjeturas, a última hora de la mañana pasan delante nuestro los tres cazadores ya juntos camino del 4x4, dos de ellos con sendos rifles en ristre (no nos equivocamos, pues, al suponer que el chaval del todo terreno llevaba el suyo en el vehículo). Siguen camino y no se paran ante el regaño dialéctico de nuestro amigo, que los conoce desde niño.

Hasta aquí el personal ingenuo o desconocedor de la realidad que se vive en nuestros montes podría pensar que todo es normal: unos cazadores yendo y viniendo al pueblo. Al no esconderse y dejarse ver a plena luz del día, probablemente sea porque tengan todos sus licencias en regla y hasta cuenten con el precinto para lo que hubieran cazado. Así que ... nada que objetar.

El problema es lo sospechoso que resulta que habiendo un número de precintos muy limitado los cazadores del coto suban demasiadas veces. Algo parece no encajar plenamente en esta cuestión.

- No, será porque no habrán cazado nada en las jornadas previas y regresarán a ver si la suerte les sonríe por fin -pensará alguno. Alguno de buena fe que, sin duda, pecará de cándido.


Sigamos con las cábalas imaginarias. El proceso es el siguiente: ellos suben, cazan un rebeco, lo decapitan y se bajan al pueblo con la cabeza en una bolsa. El que está sentado en el asiento trasero del todo terreno lleva el precinto (hago aquí un inciso: ¡aún no han eliminado al lobo de la lista de especies cinegéticas en la redacción de la web institucional de la Junta de Castilla y León!) en la mano, como a mano lleva la cabeza del pobre animal, a su lado. Si por una de esas extrañas casualidades de la vida -extrañísimas- un agente del SEPRONA o de Medio Ambiente aparece de improviso por el camino, precinta rápidamente el cuerno del rebeco y aquí paz y luego gloria. No ha pasado nada, todos contentos. El precintado de los animales cazados lleva un protocolo muy establecido en cada comunidad.

Pero si no se cruzan con nadie ... ... en fin ... ... pues nada, el precinto para la siguiente jornada. Y así un rebeco, y otro, y otro, y otro más, y los que ellos deseen y tengan oportunidad de abatir, porque ya os dirá la intuición que el SEPRONA no hace nunca controles al azar en los caminos de entrada a los pueblos de la montaña cantábrica para "cazar a los cazadores". Ni la Guardia Civil, ni menos aún los agentes de medio ambiente, que esto es, señores, la Cordillera Cantábrica, un territorio sin ley, donde el furtivo puede campar a sus anchas. En un artículo de una revista cinegética podemos leer expresamente lo siguiente: "... a sabiendas de que se van a cobrar varios corzos por cada uno de los precintos concedidos. Este no es un problema policial, es un problema de otro tipo. Por otro lado, está demostrado que los controles de la guardería o de la Guardia Civil no sirven de nada, ya que se llevan a cabo en ínfima cantidad ..." Aunque yo discrepe respecto de que no sea un problema también policial, reconozco que es un problema cuyo origen es mucho más complejo, y que sería fácilmente remediado si fuera obligatorio que cada cazador fuera siempre acompañado de un guarda en las jornadas de caza mayor. Como esto no sucede, solo queda la disuasión mediante la vigilancia.

Por seguir "haciendo un suponer" vamos a suponer que mi colega -el raro del pueblo, porque a pesar de haber nacido allí no le dio por la caza como a otros cuantos de la chavalería, sino por la observación y protección de la fauna- ha denunciado este problema a los propios agentes del SEPRONA en más de una conversación. Y por suponer, podemos suponer que los agentes de la autoridad de su zona tiran balones fuera esgrimiendo lo muy difícil que es pillarlos con las manos en la masa. "Pos'mu'bien" señores, ahora resulta que es complicadísimo organizar controles de forma aleatoria o dirigida en los caminos de entrada a los pueblos -donde todos los vecinos, y muchas veces también la propia Guardia Civil, saben perfectamente quiénes son los furtivos- e inspeccionar que todo esté en orden cuando se topen con ellos. ¿Os imagináis utilizando la misma justificación para pillar a los que conducen con una copa de más? Sería algo así:

-No, es que es muy difícil distinguir en los bares o en las discotecas a los conductores (bebiendo) y seguirlos hasta el coche y esperar a que lo arranquen y conduzcan unos metros.

Señores de la Ley, es muy sencillo, realmente sencillísimo, hacer vigilancias y verificaciones en los caminos de acceso a los pueblos. Es algo de primero de carrera de agente de la autoridad. Piensen ustedes que en el momento en que se generalizaran un poco estas inspecciones, solo un poquito, un poquitín nada más, ya les digo yo que descendería radicalmente el número de cazadores / furtivos que se arriesgarían a ser trincados con una cabeza de rebeco, ciervo, gamo, cabra, muflón, corzo, o lo que fuere, sin el pertinente precinto. Y no por la multa, que son penosamente poco disuasorias (y eso es ya harina de otro costal, del que también se podría hablar laaaargo y tendido), sino por el periodo de tiempo que se iban a pasar sin poder salir a "disfrutar de la primavera reventando de flores", que es, seguro, lo que motiva a estos criminales a salir de sus casas y del bareto del pueblo para subir al monte (eso sí, con el rifle al hombro, claro, que no se despistan en este pequeño detalle). Con unos pocos efectivos de la Guardia Civil picoteando regularmente aquí o allá se obtendría un efecto disuasorio sustancial en toda una comarca. Y no se hace. Y les digo aún más, además de generalizar controles al regreso a los pueblos para perseguir el furtivismo, también podrían hacerlos ustedes por las mañanas, pero esta vez de alcoholemia, porque es verdaderamente peligroso que un personaje con más de una copa encima porte un arma mortífera entre sus manos, lo que sucede con demasiada regularidad antes de las monterías, batidas y ojeos, por ejemplo. El resto de los usuarios del monte lo agradeceríamos infinito, creanme, estaríamos bastante más seguros.


Pero todo esto es un suponer, repito, no ha sucedido nunca en esta bendita Cordillera Cantábrica donde el furtivismo para nuestras instituciones públicas debe ser poco menos que, si no inexistente, sí al menos marginal y desde luego un problema menor, un tipo de delincuencia sin ninguna prioridad para ellas, dado el rotundamente nulo interés que ponen en perseguirlo. ¡Hombre, por Dios, estamos hablando solo de un suponer, claro, ya lo he dicho! ¡Cómo vamos a pensar nosotros que esto pueda estar sucediendo de manera cotidiana a lo largo y ancho de la montaña cantábrica y que nuestras administraciones no se lo iban a tomar en serio! Es más, solo puede ser un suponer también que haya quien suba incluso en días de diario cuando todos sabemos que no son días hábiles de caza. Es tan solo una situación novelada el hecho de que sea tal la impunidad que sienten estos sujetos ante la patente falta de vigilancia, que la generalización de este tipo de furtivismo lo ha convertido en un serio problema de conservación. Nuestras autoridades se olvidan de que estos delincuentes sin escrúpulos pueden disparar también sin mucho pesar a especies protegidas, además de a las propiamente cinegéticas, lo que agrava exponencialmente las consecuencias ambientales de esta delincuencia. Por supuesto al lobo, del que tanto hablamos aquí, pero también al oso o al urogallo (alguno de esos cazadores se preciaban de matar no hace tantos años diez o quince gallos anuales). Nadie les va a ver ni a decir nada, porque la montaña está huérfana de vigilancia. Los únicos que observamos lo que en ella ocurre somos los naturalistas. Esta es la cruda realidad. Es por ello que nuestros ojos molestan tanto en el campo, porque podemos ser testigos de sus fechorías. 

Pero hasta aquí hemos lamentado la aparente falta de interés que muestra la Guardia Civil por perseguir este tipo de delincuencia, o por lo menos de algunas comandancias, no vamos a ser injustos con todas ellas metiéndolas en el mismo saco. Sin embargo, alguno se preguntará qué hay de los agentes y celadores de medio ambiente. Pues chicos, no sé muy bien qué decir porque muchas veces es incluso peor. Gran parte de ellos son además cazadores, muchos claramente antilobo -especialmente en la Cantábrica y en las Reservas Regionales de Caza-, y de más de uno pesa la duda de la sospecha sobre si furtivean ellos mismos sobre el ahora protegido lobo ibérico, y desde luego en general más pendientes de la protección de las especies cinegéticas que del resto de los problemas ambientales. Viven en los pueblos de la zona donde trabajan y por evitar enfrentamientos con sus vecinos muchas veces no son todo lo rigurosos que sus competencias les obligarían a ser con sus paisanos, rigurosidad que, sin embargo, sí muestran a menudo con los naturalistas que campeamos por el monte, a los que a veces nos atosigan como si fuéramos nosotros los delincuentes, en vez de ver en nosotros a una posible ayuda en su labor de vigilancia o como una fuente de información sobre la fauna.


Así que ... con estos precedentes, que sucedan cosas como la que veremos en el siguiente cuento no ayudan a poner toda nuestra confianza en ellos tampoco.

Vamos a seguir con el suponer, suponiendo un suceso que tampoco nunca ocurrió. La historia comienza mucho antes de que las autoridades incompetentes soltaran en un valle de la montaña leonesa un cachorro de oso de unos 10 meses de edad, tras recuperarse de una situación crítica en dos diferentes CRAS (Centro de Recuperación de Animales Silvestres). Meses antes había sido rescatado por unos paisanos y naturalistas cuando el pobre cachorro estaba moribundo; de hecho boqueaba en el momento de ser encontrado, como si estuviera agonizando en sus últimos minutos de vida. 



El agua, la leche y las atenciones que le proporcionaron en estos primeros momentos le salvó sin duda la vida hasta que las autoridades se desplazaron para recogerlo en un pueblo y trasladarlo urgentemente al centro de recuperación, donde finalmente se le proporcionaron los cuidados veterinarios que hicieron que sobreviviera y se recuperara del todo. La Junta de Castilla y León, haciendo gala de una caradura impresionante y de una desfachatez increíble***, se apuntó el tanto y contó a todos los medios que ellos habían rescatado a un osezno que había sobrevivido al infanticidio de una camada de tres hermanos, transmitiendo como propia la información que les proporcionaron los vecinos y naturalistas que rescataron realmente al animal, porque NUNCA NADIE DE LA JUNTA se había acercado antes por la zona a vigilar, controlar o estudiar, no ya a esta osa, sino a ningún miembro de esta especie en aquellos valles. Y podemos asegurar que desconocían por completo la existencia de esa osa y de su camada porque llevaba varias semanas siendo vigilada por naturalistas del lugar a diario, y nunca nadie de la Junta hizo acto alguno de presencia. Da verdadera risa el último párrafo de la información, cuando dice que "... los equipos de campo de la Junta de Castilla y León tenían controlada una osa con tres crías del año, que en días previos podría haber sufrido la pérdida de dos de ellas por el ataque de un macho ..."

De hecho siguen sin saber ni cuántos ejemplares se mueven por allí, y menos aún cuántos de ellos son hembras, o cuántas de ellas tienen crías de una u otra edad, ni nada de nada. No saben absolutamente un pimiento del oso en aquellos valles porque simplemente no los pisan. El caso es que la película continúa cuando al día siguiente de ser devuelto en secreto el osezno al entorno natural ¡¡se hizo un rececho al corzo en el mismo lugar en el que fue soltado, también en secreto!! Pero el secreto duró poco más que un parpadeo y esta barbaridad que pretendía pasar desapercibida se supo la misma mañana en que se produjo. ¿Es de verdad necesario arriesgar la vida de un osezno recién soltado, aún inexperto y completamente desubicado, con un accidente de caza? ¿No había espacio acaso en todo el coto local que tuvieron que cazar aquella mañana allí precisamente? ¿La irresponsabilidad de nuestra administración es tan grande que les importó un bledo seleccionar como lugar de la suelta el mismo en el que se iba a celebrar un rececho al día siguiente? ¿Son tan irresponsables en la Junta de Castilla y León que, sabiéndolo, y si ese punto era el punto idóneo para liberar al animal no pudieron posponerla simplemente unos días? Pues sí, son así de irresponsables. Mi amigo, el raro del pueblo del que os hablaba antes, llamó al agente de medio ambiente de la zona para decírselo, lógicamente muy enfadado, y este funcionario al que pagamos todos, tras sorprenderse de que se hubiera enterado del secreto en tan poco tiempo, le prometió que ya no pasaría de nuevo, le dijo que no se preocupara más porque ya no habría más caza por allí, que el esbardo en adelante no iba a tener ningún percance fortuito por esta acividad.

Pues señores míos, exactamente al día siguiente de que le tranquilizara porque ya no se iba a cazar en esa mancha de monte, la novela acaba con ...

¡¡¡¡  Tachan, tachan, ... sí, con UNA  BATIDA  AL  JABALÍ  !!!! barriendo precisamente aquel lugar.

Además de ineptos y cómplices del furtivismo por su inacción e inoperancia contra esa lacra, son mentirosos y unos irresponsables. Así se las gasta la Junta de Castilla y León, para que luego la gente se extrañe que tenga tan mala prensa.

Bueno ¿cómo os habéis quedado? estupefactos, seguro, como cualquier ciudadano sensible que por mucho que lo razone no va a encontrar justificación alguna para que estas cosas sucedan una y otra vez en nuestros campos. Sí, por puntualizarlo, todo esto sucede en la inestimable Comunidad Autónoma de Castilla y León. Se nos apelotonan en la cabeza las preguntas sin respuestas. ¿Es realmente de interés general para el conjunto de los españoles proteger hasta las últimas consecuencias la actividad cinegética por encima del interés superior de protección ambiental de nuestros espacios naturales, así como de cualquier otra consideración, sea del tipo que sea -social, ambiental, moral, ética, económica,... ? ¿De verdad el 98 % de los españoles tenemos que arriesgar la vida por convivir en el campo con la peligrosa práctica de esta rancia actividad, practicada por una más que evidente minoría? ¿De verdad alguien puede justificar que sea compatible la protección de los espacios naturales para el disfrute de la propia vida que habita en ellos a la vez que se mantienen en el mismo espacio geográfico los cotos de caza o, peor aún, las Reservas Regionales de Caza, mantenidas económicamente con los impuestos también de ese 98 % de españoles que no cazamos? ¿No sería lógico incluir a todos los Espacios Naturales Protegidos bajo el mismo paraguas que los Parques Nacionales, donde está ya prohibida la caza por diversión? ¿Tiene alguien en las administraciones la sensibilidad suficiente como para comprender que es indecente matar animales por diversión en un espacio que ha sido protegido para la propia conservación de la fauna que en él habita, además de para el disfrute de esa fauna VIVA por parte de la sociedad?

En la imagen siguiente vemos la huella correspondiente al pie de un oso de pequeño tamaño, y que probablemente pertenezca al del osezno liberado, tomada en estas fechas de primeros de mayo en la misma zona en la que fue liberado, cuando ya contaría con aproximadamente 15 meses de edad. Si fuera así, podemos alegrarnos que sobreviviera a los clásicos "accidentes" de caza que con tanta frecuencia ocurren en esta comunidad autónoma.


¡¡Cómo me acuerdo ahora del trato de favor que la lamentable Junta de Castilla y León tuvo con los cazadores durante el confinamiento permitiéndoles seguir con su actividad mientras el resto permanecíamos encerrados!! ¡¡O de aquellas patéticas charlas de la Federación de Caza de Castilla y León que pagamos todos los ciudadanos para fomentar entre nuestros escolares las "bondades" de la caza y en contra de la cultura del Bambi!! Son solo dos patéticos ejemplos de la protección a ultranza que el gobierno actual de la comunidad autónoma de Castilla y León hace de la caza, como lo es también dejarles gratuitas las licencias de caza o las modificaciones introducidas en la Ley de Caza, privilegiando su actividad por encima de los derechos de uso del espacio del resto de usuarios del campo.

Lo dicho en otras ocasiones, amigos, vivimos en un país tercenmundista en materia de medio ambiente.

Pero faltaba la guinda. El suponer quiso que además de los tres cazadores, probables furtivos, 5 motoristas pasaran también por delante de nuestras narices por un sendero por el que la ley prohibe taxativamente el uso de vehículos motorizados. ¡¡¡Que no pasa naaaada, chicos, que nadie nos va a decir absolutamente nada, porque no hay nadie que vigile estos valles!!!, ¡¡¡que la montaña es nuestra, a ver si os enteráis de una puñetera vez, ecologistas de mierda!!!


Bueno, como todo lo que aquí he contado no ha sucedido nunca, no os debéis asustar, el mundo de Yupi es el mundo real, y la ley se cumple a rajatabla en todas nuestras montañas. Los agentes forestales y el SEPRONA no tienen realmente que vigilar nada porque no existen delincuentes con rifles campeando a sus anchas por nuestros campos y montes.

*** Esto de apuntarse tantos que no se han currado es algo típico de todas las administraciones, pero si hablamos de esta en concreto -la Junta de Castilla y León del Partido Popular- y en relación con el oso pardo cantábrico, se me viene ipso facto a la cabeza cuando hace unas décadas el trabajo de protección y conservación de este plantígrado realmente llevado a cabo en el Principado de Asturias era usurpado como fruto de su propio trabajo por este desacreditado gobierno autonómico, gracias a que la propia expansión natural de la especie debida al aumento de individuos en la fachada norte de la cordillera conllevó la dispersión de ejemplares también hacia el sur. En aquella época la comunidad castellano-leonesa, no solo no hacía nada por la especie, sino que pudo ser incluso la responsable directa de acabar definitivamente con el núcleo oriental (con apenas 25 ejemplares y casi todos machos en aquel momento) si la sociedad civil no hubiéramos impedido la destrucción del único corredor viable para conectar esta población marginal y endogámica con la occidental, empeñados como estuvieron en la construcción de la Estación de Esquí de San Glorio. No nos podemos olvidar que fueron ellos, los dirigentes del Partido Popular que desde hace décadas vienen gobernando nuestra comunidad como si fuera su cortijo, los que intentaron reducir el nivel de protección del entonces llamado Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre -hoy P. N. Montaña Palentina-, lo que nunca anteriormente había sucedido en nuestro país (y que fue impedido por los tribunales), para permitir la construcción de dicho pelotazo urbanístico, lo que hubiera representado la puntilla final de esa pequeña subpoblación de osos. Por supuesto, el furtivismo evidente que existía (y sigue existiendo) sobre esta especie principalmente en el norte de Palencia fue silenciado y negado con reiteración por esta misma administración, que nunca ha demostrado mayor interés en perseguirlo y castigarlo, como tampoco lo ha demostrado por la conservación de la especie

NOTA FINAL: No es mi deseo generalizar y meter en el mismo saco a todo el mundo, por lo que deseo dejar constancia de que también hay quien persigue con tenacidad el furtivismo sobre el terreno (12345, ... ). Que estos luchadores continúen siendo honrosas excepciones, como ocurre en la actualidad, o se conviertan en la norma habitual depende principalmente de las propias administraciones, pero que tengan interés real en acabar con esta lacra es algo que están tardando demasiado tiempo en demostrar. Décadas, sin duda. En realidad es una desidia ya histórica, y sigue siendo algo que aún está por demostrar.

19 de abril de 2023

¿Ninguneamos el furtivismo?

El goteo de lobos ibéricos (Canis lupus signatus) muertos ilegalmente siempre ha sido una lacra que demuestra la pobreza humana y cultural de nuestro país desde que un cambio de paradigma en nuestra relación con la naturaleza se fraguara en la segunda mitad del siglo pasado, cuando el mundo entero comprendió que se hacía necesario para nuestra propia supervivencia un cambio de sentido radical hacia la conservación de la naturaleza y el ecologismo. Sin embargo, medio siglo después de que las sociedades nos volviéramos más conscientes de la necesidad de cambiar nuestros patrones de conducta, la masacre de este depredador en nuestro país continúa a pesar de la cobertura legal con la que cuenta esta especie en la actualidad y gracias, probablemente, a la pestilente pasividad que demuestran tener en esta materia las administraciones autonómicas. 

En la provincia de León se encontraron a lo largo de 2021, antes de su protección definitiva, no menos de 4 ejemplares muertos ilegalmente, 3 de ellos tiroteados y el cuarto envenenado. 

El 1 de mayo de 2022 el cadáver del lobo ibérico que vemos en la siguiente imagen fue localizado en la comarca vallisoletana de Tierra de Campos:  


También en la provincia de Valladolid, pero esta vez en Tierra de Medina, se encontró muerto el ejemplar que podemos ver a continuación, una loba probablemente envenenada a primeros de enero de este año:

En el mes de febrero aparece muerto un lobo radiomarcado en Leitariegos, Cangas de Narcea, en el "pseudo-Paraíso Natural" asturiano, cuyo eslogan mañido lleva toda la vida contradiciendo la penosa realidad que sufren allí nuestros lobos; de este suceso nos enteraremos en abril cuando sea localizado un segundo lobo radiomarcado muerto en esta región.

Y sin apenas tiempo de digerirlo, el 28 de febrero aparece otro más furtiveado desde una carretera en La Pernía, en pleno Parque Natural Montaña Palentina, sin duda alguna otro de los puntos más calientes en lo que a furtivismo se refiere en todo el norte de nuestro país.

El goteo incesante continúa. Unos días más tarde se encuentra a primeros de marzo la loba muerta que vemos debajo, presuntamente por disparo (se ve el orificio en la segunda imagen), en las Merindades (Burgos). 


Y tan solo unos pocos días después, el 12 de marzo, unos excursionistas se topan con otro lobo muerto en Montenegro de Cameros (Soria).

Y es que nos encontramos ante un suma y sigue continuo de actos delictivos. El pasado sábado 15 de abril nos despertábamos con la noticia del segundo ejemplar radiomarcado muerto en 2023  por furtivos en la vergüenza del paraíso natural de Asturias, que se venía a sumar al encontrado en febrero, ya indicado unos párrafos más arriba. En esta ocasión el suceso tuvo lugar en Allande. En este sentido, debemos recordar que hace ahora aproximadamente un año, a finales de abril de 2022, ya se publicaba la noticia de que tres lobos radiomarcados habían sido furtiveados en esta comunidad autónoma, dos de ellos muertos en lazos ilegales y otro por disparo, aunque según ASCEL son ya al menos 6 los lobos contabilizados con collares de seguimiento GPS de los que se tienen noticias muertos en Asturias ilegalmente desde 2017, año en el que se puso en marcha un opaco proyecto de radiomarcaje intensivo de lobos sobre el que pesa la duda de la sospecha. Siendo estos los datos que acaban trascendiendo al secretismo que rodea el proyecto, es normal que preocupe el verdadero alcance de lobos radiomarcados que pueden haber sido muertos en realidad, y parece lógico que se analice si su persecución puede haber tenido algo que ver con el propio seguimiento o no. 

Además, el propio Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) ya denunció hace dos años ante la Fiscalía la aparición repentina, y reiterada a partir de 2020, de diversos individuos de esta especie deambulando malheridos, con profundas heridas y restos de lazos trabados en el cuello -lo que no había sucedido con anterioridad en décadas de fototrampeo de la ONG- y con signos evidentes de haber sido atrapados por trampas de captura en vivo (ver este vídeo de apenas 1 minuto), en lo que relacionan con el trabajo de radiomarcaje masivo que lleva tiempo realizando el Principado de Asturias y la Universidad de Oviedo; estudio del que mucha gente sospecha que se trata de un proyecto encubierto para facilitar el control de la especie, sin ninguna voluntad científica con fines de conservación. Pero el FAPAS va un poco más allá y el 16 de este mismo mes publica un artículo en el que califica el radiomarcaje de lobos en Asturias como posiblemente el mayor fraude de la historia de la conservación en España, criticando el secretismo y la opacidad que rodea todo el proyecto durante sus años de desarrollo, y cuyos datos, sospechosamente, no se han incorporado a ningún documento técnico sobre el censo de la especie en la región. Región esta, Asturias, Paraíso Natural según dicen, donde el furtivismo campa a sus anchas en los Espacios Naturales Protegidos sin que el gobierno socialista de Adrián Barbón haga aparentemente nada por erradicarlo. Las ideologías progresistas pueden esperar si ellas te hacen perder votos en el medio rural, ¿verdad?. Así es, en materia de persecución del lobo, PP y PSOE van de la mano. Es más que preocupante que la administración asturiana desarrolle sigilosamente un proyecto de radiomarcaje que tiene visos de estar encaminado a la vigilancia y control del lobo en vez de a su conservación. No podemos por menos que preocuparnos cuando la información en tiempo real de la ubicación de los animales radiomarcados llega directamente, según afirma el FAPAS, al Servicio de Caza de la administración asturiana, que es el departamento que hasta la protección del cánido era el encargado del control letal de la especie. Da miedo, mucho miedo. Por si fuera poco, cada año, al concluir la temporada de caza y coincidiendo con las fechas previas a la subida del ganado doméstico a los pastos de altura, el veneno regresa a las montañas asturianas en la lucha medieval de algunos ganaderos delincuentes contra el lobo, sin que el gobierno del Principado haga mucho por perseguirlo.

Hay que ser muy conscientes de que el número total de individuos furtiveados en nuestro país ha de ser escalofriantemente superior a lo que finalmente trasciende a los medios de comunicación, puesto que los lobos muertos de los que tenemos conocimiento son solo los encontrados de manera casual cerca de caminos y senderos, a menudo por excursionistas y turistas que tienen, además, el civismo y los conocimientos suficientes como para poner el suceso en manos de las autoridades competentes. Nos podemos imaginar, pues, el número real de lobos que acabarán muriendo en lo más denso del matorral de nuestros montes, sin que ya nadie los encuentre nunca, o de los que no se den parte a las autoridades porque sean confundidos con perros. Pero además hay que ser realmente conscientes de lo que representa de problemática ambiental como especie apical controladora de herbívoros y mesodepredadores, de afectación biológica y genética para la propia especie y de aumento de la conflictividad con el sector ganadero el hecho de matar lobos.


El goteo de lobos muertos en nuestra piel de toro es, sin lugar a dudas, continuo; y así hasta los 400, 500 o 600 individuos muertos cada año por este tipo de delincuencia sin que las autoridades autonómicas aparentemente hagan nada para erradicarlo.

Ante el sangrante problema que impide a esta especie -ahora protegida por la ley- recuperarse y salir de su estado de conservación desfavorable, la sociedad se pegunta si las administraciones están poniendo todos los medios con que cuentan a su alcance para luchar contra esta lacra o si, por el contrario, continúan con la dejación de funciones que las ha caracterizado desde hace décadas en lo que respecta a la persecución de la muerte ilegal de lobos en España.

Podemos estimar que en nuestro país se venían matando en las dos o tres últimas décadas entre 450 y 600 lobos anuales de manera furtiva antes de su protección definitiva en septiembre de 2021. Y es que, señores míos, si no es con esas brutales cifras de furtivismo oculto no saldrían las cuentas. Si a equis número de manadas que se contabilizaban a finales de los 80 en la casilla de salida, con sus ejemplares adultos y subadultos, se le suman cada año una media de ejemplares supervivientes de entre los nuevos cachorros nacidos, inevitablemente la población española en casi tres décadas tendría que haberse multiplicado exponencialmente, tanto en números totales, como en grupos familiares, como en superficie geográfica ocupada. Y no lo ha hecho. El factor que ha estado limitando el número de ejemplares y clanes familiares durante 30 años nunca ha sido motivo de interés para ninguna administración autonómica o estatal, y muy escasamente para el colectivo científico, con honrosas excepciones como el llevado a cabo por Luis Mariano Barrientos que recogió datos de todas las muertes conocidas a lo largo de cuatro décadas en Valladolid y provincias aledañas. De todas las informaciones publicadas al respecto se dan detalles en Lobos, furtivismo y la cuenta la vieja, una entrada imprescindible para entender el alcance real del problema.

Dicho esto, también podemos muy bien asegurar sin temor a tergiversar la realidad, que las administraciones autónomicas no solo no persiguieron nunca el furtivismo que sufría la especie, sino que miraban directa y conscientemente para otro lado sobre este problema. Y una buena manera de demostrar esto que digo es comprobar que NUNCA realizaron estudios específicos que delataran el alcance real de las cifras anuales de lobos muertos ilegalmente en nuestro país, y que NUNCA tuvieron tampoco en cuenta las estimaciones aproximadas de muertes ilegales a la hora de establecer los cupos de las ejecuciones legales. Simplemente se calculaba el total de la población lobuna española (siempre sobreestimada además, por supuesto, ¡¡faltaba más!!) y se decidía en base a ella un porcentaje de ejemplares a matar que presumiblemente, según ellos, era asumible por la especie sin que esta llegara a sufrir una regresión poblacional. NUNCA se contabilizaron las muertes ilegales que soportaban por furtivismo nuestros lobos, lo que llevaba a que las cifras de esta delincuencia se sumaran cada año a las de muertes legales. El resultado final lo conocemos todos: la población española de Canis lupus signatus se estancó en las últimas décadas en aproximadamente 1.500 lobos antes de los partos, dejando de crecer y recuperarse: entre el censo de 1987-88 y el realizado 26 años después, entre 2012 y 2014, su población aumentó en solo 3 manadas y perdió 20.000 kms de geografía ocupada, aunque en los medios de comunicación y en boca de los políticos y sindicatos agrarios nunca se dejó de enturbiar el conflicto inventado mintiendo sobre la "terrible expansión" del cánido. Esta manera de manejar la especie viene a certificar que para las administraciones autonómicas el furtivismo era algo sobre lo que había que pasar de puntillas. Debían entender que ese problema no entraba en sus competencias. 


Y lo deben seguir pensando no solo en Asturias, también en Castilla y León al menos (otra vez la inefable Junta de Castilla y León; alguien pensará, seguro, que tengo obsesión con ella: al menos en 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12). El Viceconsejero de Medio Ambiente , Rubén Rodríguez Lucas, de esta comunidad declaró no hace mucho al respecto de los últimos hallazgos de ejemplares furtiveados en varias provincias de esta comunidad, que "Yo no voy a caer en el error de mezclar lo que puede ser constitutivo de un delito, y de lo que se tienen que encargar las fuerzas de seguridad del Estado, para averiguar lo que ha sucedido, con ese acto reivindicativo que hacemos desde todas las administraciones diciendo que se están produciendo daños enormes a la ganadería ... / ... hay que dejar trabajar a la Guardia Civil ...", aunque parece que se contradice a sí mismo al meter los dos conceptos en la misma frase. 

Es más, las actuaciones de esta administración autonómica parecen desmentir esa buena predisposición a facilitar las investigaciones de estos sucesos, ahora ya posibles delitos al tratarse de una especie protegida. Lo primero que me llama la atención es ese indecente "tirar balones fuera" como si la persecución de estos hechos criminales no fueran competencia propia, y lo fuera en exclusiva del SEPRONA. Señor Viceconsejero, a ver si nos enteramos, la persecución del furtivismo es competencia clara e inequívoca de su departamento, que para eso tiene un régimen sancionador. En la Ley 4/2015, de 24 de marzo, del Patrimonio Natural de Castilla y León se indica en el Capítulo I sobre Vigilancia e Inspección, del Título VI, que son competentes en esta materia tanto los funcionarios de la propia consejería (agentes medioambientales, agentes forestales y celadores de medioambiente), como la Guardia Civil y otros agentes de los cuerpos de seguridad del Estado, así como otro personal oficialmente designado para realizar estas tareas de vigilancia e inspección -Artículo 121, punto 1, letras a), b) y c). En el punto 2 se les otorga la condición de agentes de la autoridad a todos ellos. Y en el Artículo 123 de la citada Ley se tipifica como infracciones muy graves las consideradas como tal en la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, entre las que se considera -Artículo 80, sobre Tipificación y Clasificación de las Sanciones, letra n)- "La destrucción, muerte, deterioro, recolección, posesión, comercio o intercambio, captura ... / ... no autorizada de especies de flora y fauna incluidas en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial ...", caso del que nos estamos ocupando, el lobo.

Señor viceconsejero, permítame que le informe que perseguir y llevar penalmente ante la fiscalía o el juez estos hechos delictivos son TAMBIÉN competencia de la Junta de Castilla y León, no intente jugar al despiste con la ciudadanía en sus intervenciones públicas. 

Lo segundo que me llama la atención de las declaraciones de este personaje que se olvida de buscar a los culpables y delega esta competencia únicamente en los agentes de la Guardia Civil es que, al mismo tiempo que esto sucede, dificulta al citado cuerpo de seguridad del Estado que realice las oportunas pesquisas con la diligencia que sería deseable para el esclarecimiento de los hechos. ¿Cómo? simplemente demorando los trabajos de recogida de animales, los traslados a los CRAS (Centros de Recuperación de Animales Silvestres) y la realización de las correspondientes necropsias. A la Junta no le corre ninguna prisa trasladar la información de las necropsias a la Guardia Civil o a sus funcionarios de medio ambiente porque simplemente le da igual que cada caso quede archivado en el olvido. Cuando un lobo es encontrado muerto por algún ciudadano, los agentes medioambientales o del SEPRONA que lo recojan lo trasladan a la oficina comarcal, donde será depositado en un arcón frigorífico antes de su traslado al CRAS de referencia, donde se le realizará la oportuna necropsia. La diligencia en todos estos pasos es fundamental para que los agentes de la Guardia Civil y de Medio Ambiente realicen las posteriores averiguaciones, conociendo las circunstancias reales en las que dicho animal murió. La celeridad en estos dos pasos son, por lo tanto, fundamentales si la administración deseara dar con el furtivo y atajar este tipo de delincuencia. Sin embargo, nos encontramos con que esa urgencia no existe en el caso del lobo. Un ejemplar puede permanecer en el arcón de una oficina comarcal demasiado tiempo y, aún después de ser trasladado el cuerpo a un CRAS, la necropsia puede al final demorarse todavía semanas y hasta meses antes de ser realizada. ¿De verdad la Junta de Castilla y León quiere dar con los delincuentes que matan lobos en nuestra comunidad? Es obvio que no. Le da tan igual en la actualidad, siendo ahora un animal protegido, como le dio antiguamente cuando no lo estaba. 

Además, el nulo interés que aparenta tener la Junta de Castilla y León en la persecución del furtivismo que soporta el lobo lo demuestra también con la inexistencia de algo tan básico y sencillo de establecer como es un protocolo específico de recogida de cadáveres, así como de plazos en su traslado a los CRAS y de la realización de unas necropsias urgentes, dado que se trata de esclarecer un acto delictivo sobre una especie protegida. Esto es muy grave dado que en este supuesto concreto se une un factor que no se da con ninguna otra especie amparada por la legislación española: es un animal que, aun estando protegido por la ley, resulta ser muy perseguido y odiado por una parte concreta de la sociedad. ¿Alguien podría entender que se encontrara un oso, o un lince, o un águila imperial o perdicera muertos en el campo y la necropsia se tardara en realizar semanas o meses? Sería insultante, propio de una administración bananera y corrompida, que no desea hacer bien su trabajo. Pues con el lobo es lo que pasa.

¿Un protocolo de recogida de cadáveres de lobo, especie protegida a la que odio, y de plazos de necropsias?, ¡¡¡qué dices!!!!, ¿para qué? ¿para cazar a los furtivos que están haciendo el que hasta septiembre de 2021 era mi trabajo? ¡¡¡Ni de locos!!!

Dicho todo lo cual, a nadie le puede dejar de parecer muy sospecho que esta laxitud y apatía en perseguir este delito ambiental concreto, sea el modo de proceder habitual de la misma administración que se ha prodigado en el pasado en acosar con ahínco a la especie cuando ello era legal, y que continúa haciendo en la actualidad una dura campaña contra el cánido con todos los medios a su alcance (en los juzgados, en las instituciones europeas y en la prensa); como tampoco debe extrañarnos que en declaraciones a un medio de comunicación un viceconsejero de medio ambiente se ponga de perfil ante el furtivismo, deje su persecución para la Guardia Civil, olvidándose de la propia competencia de su departamento en la investigación de delitos contra la fauna protegida, y que además vincule siempre dicha lacra con la (para ellos) indeseada presencia del animal.

Habrá muchos ciudadanos que podamos pensar que las administraciones asturiana y castellano-leonesa miran, como mínimo, para otro lado ante la existencia de este gravísimo problema que masacra la población de una especie amparada por la ley, lo que unido al hecho de que estos gobiernos autonómicos en su vida hayan pretendido acabar con la muerte ilegal de lobos, pudiera tener, presuntamente, visos de ser realidad. Y si no es así, la sociedad les insta a que demuestren ya de una vez por todas que persiguen de verdad estos sucesos, con voluntad y firmeza. En realidad les instamos a que comiencen a hacerlo, como es su obligación con el cambio de cobertura legal que implicó su inclusión en el LESRPE. Mientras esto no ocurra, los ciudadanos seguiremos convenciéndonos de que las instituciones autonómicas continúan ninguneando esta lacra ambiental igual que hicieron en el pasado.

Cada cual que juzgue sobre los hechos.



20 de diciembre de 2022

Hablemos de política

Sí, hablemos de política, porque la política cada vez impregna más con sus espurios intereses la conservación de la naturaleza.


Hace ahora 15 meses que el lobo fue incluido en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (LESRPE) como correspondía por ley a una especie prioritaria en EU y con un estado de conservación desfavorable según los informes técnicos. Se equiparaba así a la conservación de otras especies en situación similar, enmendando lo que hasta ese momento había sido un flagrante caso de agravio comparativo, y corrigiendo una situación absurda desde el punto de vista jurídico y biológico, es decir, que se gestionara de manera diferente una misma población animal según la región administrativa en la que habitara y, por lo tanto, de forma desordenada y anárquica en función de lo que determinaran unas decisiones políticas, muy alejadas de los criterios reales de conservación de la especie. De facto, esto acarreaba una inevitable debacle en su protección. Como ya toda la población española sabe, este logro sin precedentes fue conseguido por una modesta ONG que trabaja muy duro por el estudio y la conservación del depredador, y que hoy en día está en boca de todos los políticos regionales del noroeste español en cada uno de sus discursos, y no precisamente para ser alabada: ASCEL y todos sus socios pueden estar muy orgullosos de haber conseguido un hecho histórico en nuestro país, obligando al Gobierno de España a proteger a esta especie como correspondía. Sabíamos que las comunidades autónomas que durante décadas solo han sabido o querido gestionar la especie mediante su persecución letal no se iban a quedar calladas tras su cambio jurídico. Esto era evidente, los políticos regionales tenían que demostrar ante sus potenciales electorados del mundo rural que hacían todo lo posible por defender los supuestos intereses del campo, o al menos los intereses de aquellos que más alto alzan su voz, estridentes asociaciones agrarias incluidas, aunque no representen al conjunto del colectivo, ya que cada vez son más los que dirigen sus negocios de manera sostenible y no comparten la política radical de la mira telescópica y el gatillo.


Pero los políticos saben que aún para una parte muy relevante del mundo rural, para esa que sigue gritando y a la que se le hincha la vena del cuello si algo representa un obstáculo en su explotación agro-ganadera, el único manejo que conoce de la naturaleza es... simplemente la eliminación de lo que estorba; y es que todavía hay algunos que no conciben otro modo de relacionarse con el medio ambiente: estorban el matorral, las zarzas, los sotos y los setos, los árboles viejos, y los no tan viejos en mitad de la parcela, la vegetación de las cunetas y las lindes, los árboles que en otoño se desprenden de sus hojas y "lo dejan todo perdido", las "malas hierbas", los insectos, los micromamíferos, las "alimañas" que para muchos siguen existiendo aunque se alimenten de esos micromamíferos, los conejos que producen daños en los cultivos, los zorros que se comen esos conejos además de miles de esos micromamíferos, los jabalíes que producen más daños, los lobos que se comen esos jabalíes, además de cabras monteses o ciervos o corzos o carroñas, muchas veces las mismas carroñas que ellos abandonan en el campo, los abejarucos, los cormoranes, ... Todo lo que no produce acaba estorbando, y lo que estorba se elimina. Esto es así aún en el modus operandi de mucha gente del campo, sin malicia alguna en la mayoría de los casos, porque simplemente es la visión utilitaria de la naturaleza que han conocido desde niños.

El caso es que la evolución del conflicto inventado sigue el previsible curso de los acontecimientos. Así, algunas comunidades autónomas se revelan ante la nueva situación jurídica e intentan soslayar la nueva protección de la especie. Y es que se acerca el año electoral y nuestros políticos ya están de campaña en nuestros pueblos. Los actos preelectorales han comenzado, señores, llegan las rebajas y estamos que lo regalamos todo, mentiras, demagogias, adulaciones, frases hechas, tópicos y sonrisas falsas; oigan, cómprennoslo ya, que nos los quitan de las manos. Nuestros gobernantes autonómicos han dado el pistoletazo de salida y cada vez con más frecuencia de aquí a mayo de 2023 se van a dejar ver en los establos acariciando vacas, pisando hierba en algún prado verde -que, por supuesto, estará junto a la carretera, no se les vayan a manchar mucho sus lustrosos zapatos- y en los platós de televisión o detrás de los atriles en tribunas elevadas "defendiendo a capa y espada el mundo rural contra los ecologistas radicales que protegen a ultranza a esa especie sanguinaria, única y exclusiva responsable de la inminente extinción del ganadero y del abandono total de nuestros pueblos". Y bla, bla, bla, bla, y más bla, bla, bla.


Enmarcada dentro de esas actuaciones que solo pretenden contentar a ese sector aún mayoritario del electorado rural que se ha creído esa gran mentira de que el lobo es el causante de todos sus males, Cantabria, por ejemplo, se enfrenta al Ministerio y con una bochornosa chulería se planta ante la ley, y haciendo declaraciones que muy bien podrían ser calificadas de macarras, su Consejero de Desarrollo Rural y Medio Ambiente (le tiene alguien que explicar qué significan estas dos últimas palabras), el Sr. Guillermo Blanco, soltaba en primavera una perla que sonaba a amenaza al decir que "¿Nos piden que pongamos lazos? Los vamos a poner, y nos tienen que decir una dirección de correo donde enviarles los lobos", haciendo una irresponsable apología del furtivismo. Así las cosas, la obcecación del gobierno cántabro y el enfrentamiento intencionado con el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico en busca de la simpatía de sus posibles votantes hace que en junio emita nuevas autorizaciones para seguir matando lobos. La fijación enfermiza que el propio presidente de la comunidad cántabra, Miguel Ángel Revilla, tiene con el cánido desde niño es ya pública desde hace tiempo y notoria (en febrero declaraba en El Independiente, entre otras cosas, que "Cuando a mí me comieron mis ovejas con ocho años había muchos menos lobos que ahora" y afirma que "La presencia del lobo es una ruina. Me parece bien que habiliten espacios para proteger al lobo, en recintos cerrados. Pero lobo y ganadería son incompatibles"), y se ha transformado en un evidente enfrentamiento con los jueces que hacen cumplir la nueva situación jurídica de la especie: "Revilla abroncó a uno de los jueces que suspendió la caza de lobos en Cantabria", informaban diversos medios de comunicación a finales de septiembre de 2022. 

Hay que vivir anclado en la Edad Media para decir que una especie animal solo merece vivir en recintos cerrados. A lo mejor somos los hombres los que, visto el estado deplorable en el que está el planeta, deberíamos encerrarnos a nosotros mismos para protegerlo. Declaraciones tan bestias y tan antiguas como las que hace el presidente Miguel Ángel Revilla solo consiguen enconar el conflicto social alrededor del lobo y magnificarlo un poco más cada vez que abre la boca, además de venir a demostrar porqué el planeta se encuentra en esta situación límite actual.

La aparición en los medios de comunicación de la problemática que suscita esta especie es inevitablemente abrumadora, y lo es de modo intencionado en busca de votos por parte de partidos políticos de cualquier signo. Todos ellos se suben al carro en busca de los réditos políticos que supone vilipendiar al lobo. Inevitablemente también, cada actuación del gobierno cántabro que pretenda driblar la protección del cánido es recurrida en los tribunales por ASCEL y, como no podía ser de otra manera, los tribunales le dan la razón a la asociación conservacionista, lo que nos hace comprender lo lamentable que es nuestra clase política cuando vemos que una y otra vez es la sociedad civil la que tiene que obligar en los juzgados a nuestras instituciones autonómicas a ajustarse a la ley, cuando sus acciones y decisiones en materia de medio ambiente deberían estar regidas por lo que indica la ciencia. 


Por su parte en Asturias las cosas se desarrollan de manera paralela a Cantabria, y será una vez más desde el mismísimo Parque Nacional de los Picos de Europa (PNPE) desde donde se sigue alimentando la ignominia.


Y esto es así debido a que este parque nacional se ha erigido desde hace décadas en reconocido estandarte de la más bochornosa persecución institucional del depredador en nuestro país, en donde funcionarios públicos pagados por todos han llegado a matar a tiros incluso a lobos radiomarcados con collares GPS, pertenecientes a caros estudios científicos que han sido encargados por instituciones públicas, o donde el propio biólogo responsable de la conservación de la fauna -el supuesto "experto en lobos" Borja Palacios Alberti- llegó a matar (a golpes en la cabeza) a una camada de siete lobeznos de muy pocos días de edad y en donde, en vez de ser cesado y expulsado del PNPE, fue poco tiempo después recompensado por la dirección del parque con un cargo de mayor responsabilidad.


Pues es de nuevo allí, en este parque nacional, máxima figura de la hipócrita protección ambiental en nuestro país, donde el consejero de Medio Rural y Cohesión Territorial del Principado de Asturias, el Sr. Alejandro Calvo, procede a autorizar la muerte de otro ejemplar, contraviniendo la nueva jurisdicción que lo protege, y haciendo de nuevo inevitables las denuncias ante la ilegalidad que se pretende justificar. Pero ya lo último y más vergonzante que esgrime el "Paraíso Natural" asturiano para justificar la muerte de ejemplares de lobo es alegar que su presencia amenaza la seguridad de las personas, llevando la aberración a cotas difíciles de superar.

Entre tanto, el PP de Castilla y León, sin llegar tan lejos en las acciones realizadas, también busca venderse ante el electorado castellano-leonés como valedor del mundo rural. El mismísimo responsable de que la magnitud de los incendios de Zamora fuera histórica en España al negarse a ampliar el nivel de riesgo de incendios durante el verano extremo que hemos pasado (con temperaturas récord y durante períodos de tiempo igualmente históricos) porque ¡¡aún no estábamos en julio!!, el denostado político Juan Carlos Suárez-Quiñones, ahora dice luchar por el mundo rural pidiendo hacer controles de lobos y alegando que protegiendo de ellos a la ganadería extensiva se minimiza el riesgo de incendios en nuestros montes. ¡¡¡Alucinante, chicos, verdaderamente alucinante!!! Hay que tenerlos muy gordos para pretender relacionar la presencia del lobo con la proliferación de los incendios, pero que además lo haga el responsable de lo acontecido hace unos meses en Zamora sobrepasa lo obsceno, la desfachatez y la burla. Se debe pensar que somos imbéciles.


Lejos de dimitir, que es lo que tenía que haber hecho este sujeto en verano y lo que todos le seguimos exigiendo, se permite el desparpajo de usar dinero público para viajar a Bruselas a hacer el paripé de que le importa el mundo rural, como si nos lo fuéramos a creer. Esto lo hace de cara, sin duda, a recuperar ese electorado que probablemente perdiera el PP en Zamora y CyL por su irresponsable gestión de los incendios. Y para ello utiliza la figura del lobo, manoseando un conflicto artificial y amplificándolo en el Parlamento Europeo. En definitiva, utilizándolo como arma política. El objetivo de su viaje (insisto, solo de cara a la galería) es pedir a la Eurocámara que se rebaje el grado de protección del lobo en Europa, en una acción que podemos considerar de puro marketing electoral, en tanto que el Parlamento Europeo no es quien puede tomar dicha decisión, sino la Comisión Europea. Su lucha por los votos frente a VOX en Castilla y León está detrás de estas maniobras que, sabían, no iban a recalar en ningún puerto, por lo que solo se pueden entender en clave electoral. Como ya todos sabíamos, y ellos los primeros, su visita a Bruselas y el despilfarro de nuestro dinero que aquel viaje supuso, no les aportó ningún rédito en cuanto a la desprotección del lobo (queda por ver si la gente del campo castiga en las urnas al PP o si son de memoria frágil, que es lo que verdaderamente se juega el PP de CyL con estas actuaciones) y, aunque el Parlamento Europeo votó a favor de una resolución a través de la cual solicitó a la Comisión Europea que se relajara la protección de los grandes carnívoros (lobo y oso), Bruselas rechazó rotundamente modificar la protección de los mismos dado sus estados de conservación desfavorables. Por si fuera poco contundente esta decisión, el Consejo de Europa redactó un informe categóricamente contrario a relajar la protección del lobo. Dicho informe fue llevado y discutido en la reunión celebrada el 1 de diciembre del Convenio para la Conservación de la Vida Silvestre y los Hábitats en Europa -el conocido como Convenio de Berna-, y ratificado en dicho foro, manteniendo el nivel de protección del cánido en toda Europa y respaldando así las tesis de ASCEL para España, bien argumentadas jurídica y biológicamente.


Pero estamos en precampaña electoral. Que el PSOE se haya visto obligado a proteger al lobo por mandato europeo, no significa que esté contento de manejar esa patata caliente, y parece que ya empieza a perfilarse en "modo elecciones" cuando, al contrario de la postura firme mantenida hasta ahora por el Ministerio ante los ataques que recibía de las CCAA con presencia mayoritaria del lobo, parece querer suavizar su discurso y admite que se dan dos de los tres supuestos que la ley exige para que se puedan llevar a cabo legalmente esas muertes de lobos a manos de las instituciones asturianas. Una de esas dos situaciones que, según el Ministerio, sí se dan en el caso de la solicitud del Principado para eliminar un lobo en el Parque Nacional de los Picos de Europa es que "existen razones imperiosas de interés público de primer orden, incluidas las de carácter socioeconómico y consecuencias beneficiosas de importancia primordial para el medio ambiente". Es interesante analizar este argumento que justificaría uno de los tres requisitos necesarios para regresar a los controles. Por un lado, muchos ciudadanos no van a entender como "razones imperiosas de interés público" los intereses privativos de un colectivo profesional; no lo tiene nada fácil el MITECO para explicar a la sociedad cómo puede prevalecer el interés particular e individual de un sector sobre el beneficio público (ahora sí que sí) y social de la conservación de la biodiversidad y de la protección real de una especie protegida, máxime cuando los perjuicios que la especie pueda causar son meramente económicos y, como tales, se pueden compensar de igual manera. Pero es que, además, ¿cómo se justifica que matar un lobo tenga "consecuencias beneficiosas de importancia primordial para el medio ambiente"?, alguien se lo tendrá que explicar a esta sociedad, porque parece una enorme y descomunal tomadura de pelo. Pero por si no fuera ya imposible comprender semejantes argumentos, que no se sostienen ni con pinzas, el último equilibrio que hace el departamento de Teresa Ribera es aceptar como demostrada la ya mencionada tesis del Principado de Asturias que considera acreditado que la presencia de lobos en Cabrales ¡¡¡¡¡amenaza la salud y la seguridad de las personas!!!!!

Pura ciencia ficción. ¡Increíble, pero cierto!, menuda filigrana pretenden colarnos. 

El lobo, señores, se ha situado desde hace mucho tiempo en el centro del debate político en estas comunidades autónomas. Las dimensiones del conflicto son desproporcionadas en relación a las pérdidas económicas que realmente ocasiona, y desde las instituciones se obvia, con premeditación y alevosía, tanto los beneficios ecosistémicos que proporciona la especie, incluso para el propio sector agro-ganadero (beneficios cuantificables muy superiores a las posibles pérdidas económicas de las que él pudiera ser responsable), como de la magnificación artificial de la problemática por la concurrencia de otros factores de gran incidencia en las pérdidas como lo son los fraudes, la responsabilidad de los perros en muchos de los ataques, los inconsistentes peritajes de ataques que se hacen en España y que para nada pueden ser calificados de científicos, etc.

Nada de todo esto último importa. Solo importa culpabilizar a un enemigo que se pretende sea común para que el populacho se crea mis mentiras, me vote contento y yo pueda seguir gobernando otros cuatro años más. A esto se limita realmente el conflicto del lobo. Y si alguien no me cree, que pregunte a todos esos ganaderos que sí conviven con él en armonía, que no tienen pérdidas porque ponen realmente los medios para evitarlas y no comulgan ni con sindicatos extremistas, ni con políticos mentirosos y manipuladores.

14 de diciembre de 2022

11 años ya

Un 14 de diciembre más recopilo algunas de las fotos aparecidas en este último año para celebrar un nuevo cumpleaños que añadir a este modesto Cuaderno de un Nómada. Once ya. A mí me parecen pocos para esta andadura de la que tengo la sensación de haberse iniciado mucho tiempo antes. Este año cumplido lo despido con menos fotos de fauna de las que hubiera querido, pues me han faltado muchas mañanas en el hide para lo que venía siendo habitual en años previos. Pero es que el tiempo mucha veces no está ahí para lo que quisiéramos.

No obstante, campo ha habido mucho, que es lo principal. Han sido muchos los pateos realizados por las sierras y montañas de mi zona de confort: Gredos, Béjar, sierra de Francia, de la Culebra, ... cordillera Cantábrica, ... Gallocanta, ... Y amigos, por supuesto, también ha habido muchos amigos sin los cuales el campo no hubiera sido lo mismo. Con ellos hemos gastado las suelas de las botas, hemos arrancado a caminar antes de amanecer para hacer imborrables esperas a nuestros grandes carnívoros, o hemos llegado de ellas ya de noche a nuestras furgos. Nos hemos reído y hemos hablado; ya lo creo que hemos hablado, largo y tendido, de naturaleza, de la política que afecta a nuestra naturaleza, ... y de los indeseables cuyas acciones y decisiones afectan a nuestra naturaleza. Ya lo creo que hemos hablado de todo ello y de todos ellos. Y también nos hemos reído (¿no lo había dicho ya?). Pues eso, que sin los amigos nada hubiera sido lo mismo.

Ha habido buenos momentos, pero también momentos amargos como la pesadumbre que nos provoca recorrer los grandes incendios de Zamora y de la sierra de Francia/Hurdes, cuyas cenizas hemos pisado cuando aún humeaban algunos rescoldos calientes. 

Este año no puedo ni quiero quedarme solo con los buenos recuerdos, aunque espero que sea solo una excepción. Será necesario recordar también los malos, porque olvidar nos hace tropezar de nuevo con el mismo problema, y porque olvidar nos puede hacer cómplices de que algunos desastres ambientales se vuelvan a repetir. No, no quiero olvidar, para saber a quién no he de votar.

Esta vez os dejaré, como excepción a la norma, alguna foto más de las doce con las que en otros cumpleaños he salpicado esta celebración; os dejo, pues, un bonus track. Espero que, aunque menos prolífico en lo fotográfico para mí, haya sido al menos un buen año en lo viajero para todos, porque el destino no es el objetivo, sino el camino. 

Feliz espíritu de lo salvaje, amigos.