Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.
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20 de noviembre de 2013

Caminando por la estrecha línea sinuosa

Camino por la estrecha línea sinuosa que hace más humana la sierra. Serpenteante, cubierta de hojas marchitas desprendidas de castaños y robles, la línea me transporta a un estado de bienestar y paz que no encuentro en la ciudad. Se desliza por el fondo del valle. A los lados escucho el vocerío hueco de los realeros y el monótono ladrido de sus podencos provocando el pánico en lo alto de las laderas, cubiertas de alcornoques, madroños y carrascos. El bosque, por lo demás, está en silencio, húmedo y saturado por las lluvias, tapizado de setas que emergen entre la hojarasca y de blandos musgos que cubren por igual grandes rocas, vallas de piedra y troncos de árboles. No camino solo por esta estrecha línea sinuosa. Junto a mis pasos están los de un puñado de amigos, que caminan junto a mí, a mi lado. Sin prisas, disfrutando de la conversación y la compañía, del paisaje y el otoño. De este día nublado de mediados de noviembre.






26 de agosto de 2013

Junto a la fuente

Va quedando poco para que el verano concluya y por nuestros campos se mezclan los primeros visitantes con los residentes. Poco a poco aumenta el número de mosquiteros y desaparece la tórtola. En la fuente del robledal se turnan y se acompañan, unos y otros, se bañan con los calores, beben y comen. En esta entrada vemos algunas de las especies que he podido fotografiar en compañía de mi hijo pequeño y de las que ambos hemos podido disfrutar gracias a nuestros amigos Alfonso, José M. y Rubén, enormes fotógrafos donde los haya. Gracias.

Carbonero común (Parus major)
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500mm / 4L IS USUM. Tripode Manfrotto 055 NAT. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura, f 7,1 - 1/640 sg., 200 ISO



Colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus)
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500mm / 4L IS USUM. Tripode Manfrotto 055 NAT. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura, f 6,3 - 1/160 sg., 200 ISO


Gorrión común (Passer domesticus)
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500mm / 4L IS USUM. Tripode Manfrotto 055 NAT. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura, f 8 - 1/800 sg., 200 ISO




Herrerillo capuchino (Parus cristatus)
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500mm / 4L IS USUM. Tripode Manfrotto 055 NAT. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura, f 6,3 - 1/800 sg., 200 ISO


Herrerillo común (Parus caeruleus)
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500mm / 4L IS USUM. Tripode Manfrotto 055 NAT. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura, f 7,1 - 1/640 sg., 200 ISO




Mito (Aegithalos caudatus)
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500mm / 4L IS USUM. Tripode Manfrotto 055 NAT. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura, f 6,3 - 1/640 sg., 200 ISO



Mosquitero musical (Phylloscopus trochillus)
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500mm / 4L IS USUM. Tripode Manfrotto 055 NAT. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura, f 6,3 - 1/160 sg., 200 ISO




Tórtola común o europea (Streptopelia turtur)
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500mm / 4L IS USUM. Tripode Manfrotto 055 NAT. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura, f 5,6 - 1/125 sg., 200 ISO

25 de agosto de 2013

Silueta de un trapecista


Trepador azul (Sitta europaea)
Canon EOS 7D. Objetivo EF 500mm / 4L IS USUM. Tripode Manfrotto 055 NAT. Rótula Triopo DG3.
Prioridad a la Apertura, f 6,3 - 1/1250 sg., 200 ISO

15 de junio de 2013

Tlanltecuhtli y Mixcóatl

Tlanltecuhtli y Mixcóatl, las deidades aztecas de la tierra y de la guerra, están entre nosotros. El primero nació de una de las mitades cortadas de un sanguinario y serpentiforme monstruo marino que envolvía en las tinieblas y la desolación la existencia anterior a la creación, allá en el océano después del cuarto diluvio. Una mitad fue arrojada a lo alto y formó el cielo y el firmamento de estrellas, mientras que la otra se convirtió en la tierra como hoy la conocemos, tomando el nombre de Tlanltecuhtli. Por su parte, a Mixcóatl lo vemos cada vez que miramos la Vía Láctea y era, además de la caza, el patrón de la guerra. Ambos están entre nosotros, lo sé porque los he visto. Sé que Tlanltecuhtli lo está porque cada día se traga el sol y nos envuelve en la oscuridad, vomitándolo de nuevo cada mañana y provocando así los anocheceres y amaneceres de la Madre Tierra. Y sé también que Mixcóatl aún existe porque las guerras han envuelto la existencia del ser humano desde el principio de los tiempos y porque hoy mueren en Siria los mismos inocentes que antes lo hacían en Los Balcanes o en Sierra Leona, los mismos seres humanos que cayeron en el Golfo o en Afganistán, y antes en Camboya o en Vietnan, y en las dos Guerra Mundiales, o en la Guerra Civil española, ... o en tantos y tantos conflictos más de nuestra patética historia. Sé que aún existen porque con cada muerte inocente brota de sus bocas la sangre de las víctimas humanas que siempre reclaman, ofrendadas en sacrificio para devorarles el corazón.

Y hoy lo mismo que ayer, el suelo de la tierra que pisamos se tiñe de rojo con la sangre siria de nuestros hermanos. Tlanltecuhtli y Mixcóatl existen, y están entre nosotros.


13 de junio de 2013

Estoy en las nubes

La fotografía de paisaje suele ser practicada por una inmensa mayoría de aficionados, por razones obvias: la simple belleza de la naturaleza. Mires por donde mires y camines por donde camines, cualquier paisaje nos ofrece la oportunidad de disfrutar del mismo hasta donde nuestra sensibilidad nos permita. Da lo mismo que sea una estepa llana y horizontal, monótona (según para quién) y uniforme, que las montañas más inexpugnables y verticales; o el bosque más exuberante y verde, o la marisma más intransitable, todos ellos, todos los paisajes que nos podamos imaginar, desprenden una atracción que los hace irresistibles no sólo a la sensibilidad humana, sino también al ojo ávido del fotógrafo. Sin embargo, yo (al igual que una gran mayoría de fotógrafos), cuando camino con mi equipo debajo del brazo, voy mirando cielos, nubes y luces, pues definitivamente son ellos los verdaderos escultores últimos de la fotografía. Miro para arriba, busco y persigo el complemento final para el paisaje. Muchos lo pensaréis y es cierto, ya lo sé, estoy en las nubes.










8 de abril de 2013

Regeneración

Camino por el bosque una soleada mañana de comienzos de primavera. Como el duro claroscuro de la fronda no facilita la fotografía general del follaje que me rodea, me olvido de la globalidad y me centro en el detalle buscando, por ejemplo, texturas, acentuadas, ahora sí, por la fuerte luz de los rayos solares. Busco lo minúsculo, lo ínfimo que el monte tenga a bien mostrarme, o que yo sea capaz de percibir. Mi mirada escanea el suelo buscando, acuclillado sobre la alfombra de hojarasca. Apoyo las yemas de mis dedos sobre el tapiz mullido de lo que un día fueron verdes hojas de castaño, ahora secas, consumidas por el paso del tiempo y las inclemencias, por las heladas, las lluvias y el sol. Machacadas y erosionadas por el paso de las pezuñas de los ungulados, de los pies almohadillados de los carnívoros y de las botas de los paseantes; consumidas por pequeños organismos vivos que las han ido desintegrando. Reintegrando al propio suelo. Las puntas de mis dedos las acarician, las recojo y a contraluz descubro sus más mínimos rasgos. Sus nervios, sus simetrías, sus bordes aserrados, sus decoloraciones. Me arrodillo sin prisas y fotografío reiteradamente la hojarasca reseca y desgastada, sintiendo que me llevo a casa una parte fundamental del bosque, su propia autoregeneración. Su esencia: se muere para que continúe la vida.









28 de marzo de 2013

¿Qué nos cuentan?

¿Qué nos cuentan las imágenes cuando sostenemos un libro entre las manos?

¿Qué nos dicen a cada uno de nosotros cuando nos detenemos delante de ellas?

Ellas, las imágenes, nos rodean en nuestra rutina diaria, nos miran desde los escaparates, desde las grandes vallas publicitarias, a través de los medios de comunicación, de la televisión, de Internet, de las revistas y los libros, desde los kioscos. En todo momento y por todas partes, las imágenes nos bombardean con sus mensajes. Y es esta precisamente la cuestión, las fotografías tienen que contarnos historias, deben transmitirnos sensaciones, comunicarnos ideas, instintos, impulsos, emociones, pasiones. Nos deben arrancar pensamientos y sentimientos, pues de lo contrario, una fotografía no sería más que una mera amalgama de colores, de manchas bidimensionales. De estampas sin vida.


Cuando yo veo una imagen sí le pido una composición al menos correcta, aunque no me preocupe demasiado su perfección técnica. Pudiera estar movida o desenfocada, o con mucho "grano-ruido", defectos estos que a veces incluso son perseguidos como una parte fundamental de la obra fotográfica. Pueden estar editadas y transformadas mediante programas informáticos, lo que tampoco me preocupa pues no soy purista en este punto, siempre que dicha transformación ayude a transmitir el mensaje.


Es más, como los visitantes de este blog ya se habrán percatado hace tiempo, pienso que la manipulación mediante software es una herramienta más que podemos y debemos aprovechar, de la misma manera que cuando revelábamos o positivábamos en la época analógica aprovechábamos nuestras opciones, haciendo a conveniencia reservas, dando módulos de luz a porciones concretas del negativo, a veces positivando con diferentes grados de filtraje en diferentes partes de la misma imagen o, por supuesto, re-encuandrando con el marginador para dejar fuera del positivado esa parte que no contaba nada o que distraía del motivo principal. Podíamos incluso utilizar diferentes tipos de película en función del grado de calidez que quisiéramos que tuvieran las fotografías resultantes, a lo que podríamos añadir los filtros que se utilizaban sobre los objetivos. En el fondo, editar en digital hoy en día busca lo mismo que se buscaba en el pasado. Si en aquella época se utilizaban todos los avances técnicos que existían, ¿por qué no hacerlo ahora también? Yo no creo que la fotografía deba ser un arte anclado en los estereotipos del glorioso pasado analógico.


Una fotografía debe ser el relato de un instante, la narración de un momento, de una acción o de un concepto. Una confesión de la manera en la que el fotógrafo percibe lo que le rodea. El reflejo de su mirada. Nuestro espejo. La imagen final, la que vemos, será la encargada de estimularnos a pensar y de transmitirnos emociones. La que nos induce, la que nos urge a entablar con la imagen una conversación, un intercambio de opiniones, la que nos exhorta, en definitiva, a reflexionar.

¿Qué busco yo en la fotografía? Una huella. Una traza en mi memoria. Un surco en mi pensamiento.