Vivir es un tránsito, un camino en donde todos somos nómadas. Que la travesía merezca la pena, depende de ti.

20 de noviembre de 2013

Caminando por la estrecha línea sinuosa

Camino por la estrecha línea sinuosa que hace más humana la sierra. Serpenteante, cubierta de hojas marchitas desprendidas de castaños y robles, la línea me transporta a un estado de bienestar y paz que no encuentro en la ciudad. Se desliza por el fondo del valle. A los lados escucho el vocerío hueco de los realeros y el monótono ladrido de sus podencos provocando el pánico en lo alto de las laderas, cubiertas de alcornoques, madroños y carrascos. El bosque, por lo demás, está en silencio, húmedo y saturado por las lluvias, tapizado de setas que emergen entre la hojarasca y de blandos musgos que cubren por igual grandes rocas, vallas de piedra y troncos de árboles. No camino solo por esta estrecha línea sinuosa. Junto a mis pasos están los de un puñado de amigos, que caminan junto a mí, a mi lado. Sin prisas, disfrutando de la conversación y la compañía, del paisaje y el otoño. De este día nublado de mediados de noviembre.






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