Los animales, rechonchos con su
borra invernal, se despabilan en un gesto cotidiano, repetido en centenares de
mañanas durante centenares de generaciones.
Amanece un nuevo día. Los tibios
rayos del sol alcanzan al rebaño embaucándolo con una calidez aún inexistente.
Como en un rito ancestral, se incorporan sobre sus balcones de roca y vértigo, y
miran al vacío. Bajo sus pezuñas ven guardarse en el matorral cerrado a la
última piara de jabalíes que cruza el canchal a campo abierto. Se escucha el
graznido de una pareja de cornejas retumbar lejano sobre el pinar, en las
laderas sombrías de una vallejada a la que aún tardarán mucho en alcanzar los
vivificantes rayos del sol. Un corzo ladra. El cielo permanece limpio en la
gélida jornada de finales de noviembre, sin las siluetas de los buitres
recortando su planear ingrávido, aún remolones, perezosos sobre los cantiles.
Han pasado los peligros de la noche oscura y ha llegado el momento de ponerse
en marcha. El gran macho, oscuro, negro como los tizones, seguro, observa arrogante
largo rato cómo las hembras y sus chivos inician su pacer diario, mientras las
volutas del vaho de su respiración se disipan en el contraluz de la fría mañana
invernal.
La rutina de un nuevo día se
despereza en una intrincada serranía del Sistema Central.
Todas las fotografías de esta
entrada han sido realizadas en el Parque Natural de las Batuecas-Sierra de
Francia, con los permisos pertinentes de la Consejería de Medio Ambiente y a lo
largo de varias jornadas de finales de 2011 y comienzos de 2012. Los rebaños aquí
mantienen una distancia de seguridad más amplia que la de otras poblaciones de
su área de distribución, por lo que el empleo de una focal potente ha sido
imprescindible. He utilizado para ello las Canon EOS 5D y EOS 7D, el teleobjetivo
EF 500 mm / 4 L IS USM, a veces con el teleconvertidor EF 1,4x III. Siempre
sobre un trípode Manfrotto 055V NAT y una rótula Triopo DG3. Lo abrupto del
terreno por el que hay que moverse, con numerosos canchales, incómodos y muy inestables,
obliga al uso de una buena mochila, que en mi caso fue la Lowepro Photo Trekker
AW II. Para las bajas temperaturas, que en esta época del año son a menudo
negativas, se hace necesaria buena ropa de abrigo, ligera y cómoda, prestando una especial atención a las piernas y las manos, ya que podemos pasar largos
ratos parados en las cercanías de un rebaño.